Albinos: Cuando te persiguen para hacer amuletos con tus huesos

El pequeño Eliosse Macuacua, de cuatro años, ha perdido ya tres dedos, no sabe caminar y quiere ser futbolista. Foto: Kike Carbajal.

El pequeño Eliosse Macuacua, de cuatro años, ha perdido ya tres dedos, no sabe caminar y quiere ser futbolista. Foto: Kike Carbajal.

Hoy, 13 de junio, es el Día Internacional de Sensibilización sobre el Albinismo, declarado por Naciones Unidas hace solo cuatro años. Quienes padecen esta alteración genética viven amenazados por la luz cada amanecer. El sol es su peor enemigo. Ser albino no es fácil en ningún lugar del mundo, pero en algunos puntos de África sus problemas van más allá. En países como Mozambique se les trata como fantasmas. Sufren una exclusión terrible, son mutilados para hacer amuletos y sus restos se venden a los traficantes de órganos. En la Feria del Libro de Madrid se presenta hoy ‘Los Cuentos del Conejo y otros cuentos de la población albina de Mozambique’.

La historia que vamos a contar se localiza en África, al sur del sur: Mozambique, un país amable de forma arborescente donde según Amnistía Internacional viven 30.000 albinos. La Organización Mundial de la Salud y la citada ONG calculan que en el África Subsahariana padecen albinismo una de cada 5.000 personas, mientras que en Europa afecta a una de cada 20.000. Discriminados por su aspecto hasta en el núcleo familiar, es paradójico descubrir en pleno siglo XXI que sus vidas no valen nada, pero sus huesos sí. Por arte de la superchería, las personas con albinismo son brutalmente perseguidas por su extrema palidez en un mundo negro: desprecio, estigma, violencia, secuestros y asesinatos.

En Mozambique, Tanzania y Malaui circula la creencia de que el esqueleto de niños albinos convertido en amuletos porta esa fortuna que reniega de ellos. Talismanes que atraen la suerte, riqueza y felicidad. Uno solo de sus huesos puede valer 1.000 euros y, según un informe de Naciones Unidas, por el juego completo se pagan hasta 6.000. Además, en muchas comunidades de Mozambique el albinismo se considera un castigo divino, en el que la mujer carga otra vez con la mayor culpa. Un alto porcentaje de las mujeres albinas es portadora de VIH porque alguien dijo, y muchos le creyeron, que tener relaciones sexuales con ellas cura el sida. El albinismo es una maldición. Solo las malas madres negras tienen hijos blancos.

Ruth Xalana acude a la escuela cuando su madre consigue vender alguna verdura de su pequeña machamba (huerto familiar). Sueña con convertirse en dermatóloga para curar a quienes son como ella. Foto: Kike Carbajal.

Francisco Maculán, Chico, de seis años, posa extrañamente triste en el país de las sonrisas, Mozambique, porque en la escuela se siente profundamente solo. Foto: Kike Carbajal.

Ana Cristina Herreros es filóloga especializada en literatura tradicional. Escritora, fundadora y gerente de la editorial Los Libros de las Malas Compañías, cambia su apellido por Griott (un griot o jeli es un narrador de historias de África Occidental), cuando se transforma en contadora de relatos. Pero resulta que también le gusta escuchar. Hoy, 13 de junio, en la Feria del Libro de Madrid presentará junto a su equipo Los Cuentos del Conejo y otros cuentos de la población albina de Mozambique, editado por Libros de las Malas Compañías en su Serie Negra para reivindicar la humanidad de un grupo de hombres y mujeres albinos que le regalaron sus relatos, “a cambio de saber que les importan a alguien; no nos pidieron más”.

En septiembre de 2017, Ana llegó a Maputo acompañada por el ilustrador Daniel Tornero, que organizó talleres de collage con niños y niñas, trabajando con cartón reciclado, pintura blanca y esas telas coloridas que en África sirven para todo y en Mozambique se llaman kapulanas. Sobre ellas se come, se ama y se da a luz. Una kapulana es un mantel, una cortina, un rudimentario pero eficaz portabebés, una falda, un tocado… Visitaron la localidad de Matola y los lugares donde acuden los albinos para recibir ayuda, como el centro Hakumana, para niños y niñas de la calle, o la Casa do Gaiato, en Boane, un colegio convertido en hogar para chicos que nunca conocieron morada.

Cuentos para demostrar que son personas, no espíritus

“Elegimos albinos de Mozambique porque tener la piel blanca como la Luna no es fácil en África”, cuentan. “La gente les ve como fantasmas, espíritus ancestrales que viven en el reino de los muertos. Sufren una exclusión terrible. Son mutilados para hacer amuletos y sus restos se venden a los traficantes de órganos. Mueren sin dejar el menor rastro porque no se les considera seres humanos. Pero entre los 28 cuentos también hay historias de personas no albinas. Nuestro objetivo de recogida de memoria oral es mostrar que los albinos son gente y no espíritus, porque relatan los mismos cuentos que la gente no albina de Mozambique. Y los espíritus no cuentan cuentos, pero los seres humanos sí”, explica Griott.

Argentina Luis, 24 años, cantante, busca productora que le financie el próximo disco; bien podría ser la Kylie Minogue albina. Foto: Kike Carbajal.

Cristina Magaia junto a su marido Eduardo Alfonso Cuna y su hijito Alfonso Eduardo. Foto: Kike Carbajal.

Tienen nombres y apellidos. El pequeño Eliosse Macuacua, de cuatro años, ha perdido ya tres dedos, no sabe caminar y quiere ser futbolista. Ruth Xalana acude a la escuela cuando su madre consigue vender alguna verdura de su pequeña machamba (huerto familiar). Sueña con convertirse en dermatóloga para curar a quienes son como ella. Mayra Xirindza vive con su abuela, que la vigila sin descanso por temor a un secuestro; tiene 7 años. Leta Vasco ya acabó la Secundaria; ojalá consiga licenciarse como doctora, que es lo que más desea. El joven Alvaro Muholove, 22 años, se sabe un montón de fábulas; quiere ser arquitecto para diseñar una ciudad donde no les queme el sol. Francisco Maculán, Chico, de seis años, posa extrañamente triste en el país de las sonrisas, porque en la escuela se siente profundamente solo. Argentina Luis, 24 años, cantante, busca productora que le financie el próximo disco; bien podría ser la Kylie Minogue albina.

‘Máquinas para coser la esperanza’

En el siguiente periplo, la escritora y narradora viajó con Kike Carbajal, autor de los retratos que ilustran este reportaje, convertidos en una exposición itinerante y recogidos en la página losnadie. El proyecto solidario no termina ahí. Mientras en África el sol no sale igual de amable para todos, en Madrid los planes crecen. Además de destinar un porcentaje de las ventas de los libros de esta serie negra a favor de los albinos, el pasado invierno, un grupo de mujeres del Centro de Mayores Blasco de Garay de Chamberí regaló 50 viejas máquinas de coser a pedales para que las mujeres albinas aprendieran a manejarlas y vendieran sus trabajos. Máquinas para coser la esperanza, así se llama este proyecto, ha recorrido 9.000 kilómetros hasta llegar a manos de las mujeres albinas, víctimas de la múltiple discriminación de género y color de piel. “Han aprendido a hacer cosas sencillas con esas preciosas telas de colores. Ropa, mochilas, mandiles, libros de tela con sus cuentos tradicionales que vendemos en Madrid para apoyarles”, explica Ana. “También les hemos enviado materiales de costura, un maniquí, un telar… en un contenedor subvencionado por la ONG África Directo”. Sus sonrisas, sus puntadas, sus gestos han sido recogidos en vídeo por Ernesto Castañón, otro de los cómplices del proyecto.

De los chicos y chicas albinos fotografiados por Kike Carbajal, una de ellas, Cristina Magaia, tuvo la fortuna de que en su camino se cruzara Carmen Mormeneo, miembro muy activo del equipo de África Subsahariana de Amnistía Internacional desde 1981. Gracias a Carmen, Cristina llegó a Madrid en 2008 desahuciada por un gravísimo cáncer de piel. Mormeneo la acogió y trabajó por ella hasta conseguir su curación. “Después, en 2015”, recuerda Carmen, “acogimos a Sergio, un chico, también mozambiqueño, con un cáncer de piel muy avanzado. Dos experiencias opuestas, Cristina vive, Sergio murió, que han cambiado nuestras vidas”.

Hoy Cristina vive feliz con su marido, Eduardo Alfonso Cuna, y su hijito Alfonso Eduardo. Viaja a España para los controles necesarios, y esta semana va a aprovechar uno de esos trayectos para celebrar hoy en el parque de El Retiro el Día Internacional de Sensibilización sobre el Albinismo.

Por cierto, si queréis ponerle música a este día, nada como la de Salif Keïta, el albino más famoso de Mali y de África.

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