Álex Rigola lleva al teatro un ‘manual’ para aprender a morir sin miedo

La actriz Alba Pujol y el actor Pep Cruz interpretan la obra «Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero».

Las conversaciones entre un padre que va a morir y su hija son el material esencial de ‘Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero’. Dirigida por Àlex Rigola e interpretada por Alba Pujol y Pep Cruz, la obra tiene la fuerza de la verdad escénica, porque la actriz recrea su propia vivencia, en la que el propio proceso de creación teatral facilitó una despedida llena de vida, de amor, de valores, que deja a su vez un legado para poder afrontar la muerte de forma más amable. En el Teatro de La Abadía (Madrid) hasta el 6 de diciembre. Hablamos con el director y la protagonista.

Éste es uno de esos casos en los que el teatro retrata la vida, la realidad influye en la obra, y a su vez la vida se ve influenciada directamente por el teatro, por el proceso de creación. El director Àlex Rigola recibió la propuesta de la Sala Beckett para hacer una obra sobre la muerte. Empezó a documentarse e investigar pero, sin saberlo, el contenido de lo que iba a ser la obra Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero estaba más cerca de lo esperado.

Una de las actrices de su compañía Heartbreadk Hotel, Alba Pujol, estaba atravesando una situación personal por la enfermedad de su padre que abrió una nueva ventana. “Empiezo a entrar en contacto con el padre de Alba para tener la visión de una persona que sabe que está en fase terminal y, al tener esas conversaciones, los tres nos damos cuenta de que ese material es muy valioso y empezamos a centrarnos en ello. En el espectáculo hay una pulsión de muerte que nos hace hablar sobre la vida. No tener miedo ante la vida que se está terminando le permite hablar con total sinceridad de lo que piensa”.

En la obra, Alba se interpreta a sí misma y el papel de su padre lo interpreta Pep Cruz. “Mi padre, Pep Pujol, era catedrático, investigador, un docente maravilloso, una persona con unos valores muy trabajados, muy de corazón, pensaba siempre que todo tenga una utilidad para los demás; cuando empezamos esas entrevistas con Àlex empezó a hilar mucho, todo empezó a coger cuerpo. Yo lo veía tan particular, pequeño, pero he ido entendiendo lo que significa la obra a medida que la hemos ido haciendo y comprendiendo que algo cuanto más particular es, más universal se vuelve”.

Sobre el escenario, la sencillez de las conversaciones entre un padre y su hija a partir de preguntas planteadas por el director, interrogantes que les permiten abordar recuerdos, poner en valor su relación, poner el foco en las cualidades de la otra persona y nombrar lo que no siempre somos capaces de nombrar cuando un ser querido va a morir.

Como explica Rigola, “la parte que conecta con el público es ese final modélico al que la mayoría no podemos acceder; en este caso, al haber un agente externo que les formula preguntas, se permite que se expresen cosas, se ponen encima de la mesa temas que facilitan una despedida modélica y eso emociona”.

De toda esa batería de preguntas salieron 25 horas de conversaciones y 180 páginas transcritas. La obra es una concentración de todo eso, la síntesis de lo esencial. “Él era un profesor entregado a sus alumnos y haber podido hacer esto le dio una función, un sentido a ese periodo final de su vida”.

La pieza teatral aborda temáticas como el individualismo, el neoliberalismo, la familia, lo inmaterial, la humanidad, lo grupal, el existencialismo, la supervivencia, la amistad y el amor. Y entre unas palabras y otras se cuelan pensadores y poetas, emociones y sentido del humor. También las palabras del doctor Enric Benito, experto en cuidados paliativos y en los procesos al final de la vida.

Interpretar el texto, tras el fallecimiento de su padre, ha sido también un apoyo para Alba en su proceso de duelo. “Esto es tan especial que voy entendiéndolo tarde. Mi padre estaba claro que se iba a morir, pero no pensé que tan de golpe, pensé que llegaría al estreno. La estrenamos un mes después; estaba tan cerca todo que cada noche en el teatro era como si lo convocara a él. Luego vino el confinamiento, pasaron unos meses y volvimos con la obra. Celebramos el año de su muerte. Un año después le echo mucho de menos, hay otra fase. La obra me ha ayudado a sentirme muy acompañada, a sentir que el dolor se puede compartir, que no estás sola y que se puede mostrar lo que has aprendido”.

Para la actriz, el trabajo del director le ha posibilitado ver cómo externamente se analiza una conversación que has tenido y eso permite sacar un montón de capas que hay en el lenguaje y en lo que te dices. Y destaca también el trabajo de su compañero de reparto. “Sucede lo que sucede porque está ahí Pep Cruz y es muy fuerte lo que hace. Me mira como mi padre, hace cosas increíbles y él no lo conoció. Se ha creado una verdad escénica muy potente. No es sólo revivir lo que hablé con mi padre o recordarlo, no es un ejercicio de memoria sino de realidad: esto que dice Pep no es sólo lo que me dijo mi padre, es que Pep me lo está diciendo a mí en este momento, y se crea algo único. Hemos cogido la realidad y la hemos elevado a la poesía. Es todo muy fidedigno, pero hemos llegado a algo con muchas perlas, muy bonito”.

Alba siente la emoción del público cuando conecta con su propia emoción, con algo que no es ajeno, con la autenticidad de las cosas que son verdad. “Noto mucha conexión con el público, porque en la vida nos toca despedirnos de personas, de situaciones, y nos hacemos un regalo mutuamente entre el escenario y la platea. Cada noche es una constelación nueva porque el público es diferente y hay otro espectáculo que es el que vemos desde el escenario. Es muy bonito ver las miradas, las risas, las emociones.

He podido penetrar en el legado de mi padre, en nuestra relación, nuestro amor, parar el tiempo y darme cuenta de que lo que hemos vivido juntos. La pena es grande, eso no te lo quita nadie, pero el paisaje se ha vuelto un poco más amable”.

Y es que a ella ya le tocó vivir otra pérdida hace años, un dolor que transitó de otra forma. “Perdí a mi madre muy joven, esa experiencia la bloqueé, no quise ver nada, se murió y estaba en shock, yo era más joven, no tuve dónde sostenerme, no supe hacerlo mejor. En cada momento lo haces como puedes. Y mi padre, viendo claro ahora su propio desenlace con su enfermedad, estaba preocupado por dejarme muy preparada, que tuviéramos una pena dulce y no sufriéramos mucho. Cuando había quimio estaba cansado, pero esto le dio la vida, le dio la oportunidad de hacer un resumen de muchos de sus pensamientos, quería un funeral emotivo, útil, sencillo, y eso se consiguió con el funeral y también con la obra. A veces bloqueas el dolor, no quieres mirar porque duele, y ahora miro con mucho amor todo lo que pasó en ese proceso de creación y todo lo que ha creado Àlex con ese material”.

Al final, lo doloroso nos ayuda a crecer cuando lo enfrentamos. Y esta obra llena de vida permite acercarse a la muerte de una forma sosegada, amable, armoniosa. Como explica la actriz, “tuvimos la oportunidad de afrontar la muerte hablando de la vida. La obra es un repaso de la vida, cómo la has vivido, para que puedas enfrentarte a algo que te da mucho miedo con valentía y entereza. Traspasando el miedo, haciéndolo con miedo incluso, pero no apartando lo que va a pasar. Es importante dejarse atravesar por los dolores de la vida porque se aprende”.

El director coincide en ese aprendizaje y legado que deja poder abordar y hablar de la muerte. “Hacer esta obra me ha quitado bastante el miedo que yo tenía a la muerte, un tema que he evitado, hasta que lo he abordado; hay que reflexionar y hablar sobre ello, eso hace que te descubras mucho más a ti mismo. Nuestra vida está llena de miedos y los miedos son justamente lo que va a dar éxito o fracaso a mucho de nuestro recorrido vital: conociendo a personas, enamorándote, siendo valiente en según qué situaciones y decisiones. Y el miedo último es el miedo a la muerte, tan presente. Me sitúa más en mi propio yo, en cómo afrontar mi proceso vital”.

Alba le agradece a su padre su generosidad. “Le agradezco que me haya dejado acompañarle y que no se haya quedado encerrado y yo me hubiera quedado apartada y asustada. Morir es una responsabilidad también, nos va a pasar, podemos cuidar al entorno, podemos morir lo mejor posible, dejando calma alrededor, no siempre, pero en la medida de lo posible podemos pensar en ello, sentirnos arropados y arropar a los demás. No hay que tener miedo, son experiencias duras, pero están llenas de tesoros, sólo hay que buscarlos. Mi padre quería que esto fuera útil. Y es lo que hace la obra, hay un regalo para cada persona. Yo he recibido ese regalo y vamos a dárselo también a quien lo quiera recoger”.

‘Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero’. De Álex Rigola. Hasta el 6 de diciembre. 

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Comentarios

  • francisco

    Por francisco, el 28 noviembre 2020

    No es un comentario sino una pregunta de tipo práctico: ¿No será posible que la representéis algún día más. para los que vivimos fuera de Madrid y es tan difícil trasladarse con las medidas disuasorias de viaje que ha habido?. Somos tantos los que tenemos un enorme interés en verla…!

  • Enric Benito: aprender a vivir y morir con elegancia

    Por Enric Benito: aprender a vivir y morir con elegancia, el 25 mayo 2024

    […] acompañando a personas con dolencias terminales que quieren despedirse de esta vida en paz. ¿Dejará de ser la muerte un tema intocable, un tabú? Ojalá. Lo explica Enric Benito en su reciente libro, ‘El niño que se enfadó con la muerte’: […]

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