Alexis W: cien años de hombres desnudos
Entrevistamos al fotógrafo herreño Alexis W. por sus diversos proyectos expositivos en torno al desnudo masculino, que ha montado este verano en el barrio madrileño de Chueca. El eje del hombre desnudo es el que ha dado cuerpo a la publicación ‘TEXTOSterona’, que él ha coordinado, con más de 60 textos y una buena selección de imágenes de su colección de fotografías de desnudo masculino. Una veintena de esos textos conforman la serie de relatos por la que ha apostado ‘El Asombrario’ para este mes de agosto. Con firmas como Luisgé Martín, Luis Antonio de Villena, Eduardo Mendicutti, Lawrence Schimel y Antonia San Juan. Comenzamos ya, mañana, jueves 11. No os la perdáis. Hay morbo y análisis, pasión y reflexión. Hablamos de todo ello con Alexis.
El fotógrafo canario ha llevado este verano tres exposiciones al corazón madrileño de Chueca, a la calle Pelayo; con su 14ª edición de La Ventana Indiscreta en balcones de esa calle; la exposición colectiva Desnudados. Fotografía española contemporánea, en la galería Begoña Malone; y Desnudos y Desenlaces, en la galería Mad is Mad (ésta seguirá abierta la primera quincena de septiembre).
Comencemos con tu parte de coleccionista, Alexis. ¿Cuándo y por qué decidiste iniciar esta colección de desnudo masculino?
No decidí nada, ocurrió. Hace dos años recorría el Rastro de Madrid buscando desnudos masculinos atrapados en papel fotográfico para un amigo inglés que coleccionaba. Acabé desconcertado, solo pude encontrar dos desnudos sicilianos de finales del XIX que no se vendían y una de esas historias que deambulan de boca en boca por los recovecos del Rastro: “Hay un anticuario que tiene unos desnudos de Alfonso XIII…”. El Borbón era un gran pornógrafo; recuerdo Cine erótico en España en los años veinte, una serie de películas rodadas magistralmente por el Conde de Romanones en casas aristocráticas de Valencia por encargo del rey. Una verdadera joya para los amantes del porno. De esa frustración por no encontrar, nació el interés por preguntar. En Tenerife, de forma casual, me encontré un archivo con 20 imágenes de los años 50; pertenecían a un fotógrafo alemán que vivió en la isla y que se recreaba fotografiando el paisaje volcánico y el paisanaje local. Unas imágenes en las que reconocí formalmente muchos elementos que se conectaban con mis primeros desnudos. Me hice con el archivo y así nació el deseo de poseer cuerpos desnudos en papel fotográfico.
¿Y el concepto? Por lo que hemos podido ver, se aleja del discurso homo-erótico imperante hoy día, plagado de postureos y cuerpos de gimnasio.
Plantear una colección de desnudo masculino es acotar el perímetro del desnudo mismo; focalizar la búsqueda en un discurso como el homo-erótico es correr el riesgo de convertir la colección en un monólogo aburrido. Siempre me interesó explorar el cuerpo en la amplitud de sus posibilidades, indagar en todas sus posibles representaciones, buscando algo más allá de la pose y el postureo, buscando una belleza alejada del canon. Ese es el territorio de investigación, donde rastreo. He delimitado cronológicamente la búsqueda de fotografías desde el origen hasta los años ochenta, momento en que empiezo a hacer mis primeras fotos, mis primeros desnudos. Este parcelamiento no es casual, sino una coartada para cerrar el tramo de la contemporaneidad de la colección mezclando mis desnudos con los encontrados y trazando así un guión para un próximo proyecto expositivo y editorial. Este archivo encontrado me permite re-pensar desde la distancia el recorrido hecho sobre el cuerpo y el tema del género. El anonimato de las imágenes es otra peculiaridad a la que doy valor, porque nos pone frente a territorios de incógnitas e hipótesis.
Destácanos dos imágenes de tu colección a las que des especial significado.
Soy fan de las Guerras Mundiales. Me encantan las fotos de soldados desnudos, esos hombres posando en momentos de descanso en medio de aquel infierno terrorífico. Y también esa imagen de documentación de mi proyecto de La Ventana Indiscreta, que tiene un especial interés. Retrata muy bien el momento histórico que vivimos en este país a principios de siglo. El punk, el skin, la abuela, el beso de los chicos, la bandera del arcoíris casi republicana, el cruce de la diferencia y la normalidad. Todo resultaba ser un espejismo, una mentira.
¿Cómo piensas seguir alimentándola?
Sin demasiada pretensiones; me lo planteo como un juego en el que voy disfrutando y aprendiendo mientras busco, poniéndome en manos del azar para que se cimiente entre lo encontrado. Tengo algunos caminos con recorrido y otros abiertos con una sola foto a modo de apunte o punto de partida, esperando para adentrarme.
Como fotógrafo, ¿qué buscas en tus imágenes de desnudo masculino?
El tema del desnudo siempre ha estado presente en mi vida personal y profesional. Desnudarme fue en mi adolescencia un ejercicio de rebeldía, un inocente acto de provocar, un juego espontáneo y natural. Algo que no estaba bien visto y, por tanto, ejercía atracción. Recuerdo perfectamente cuando vi el primer desnudo, mi maestro de párvulo y su mujer en bolas posando en una foto. Luego llegó la sexualidad, las revistas porno heredadas y robadas a tus hermanos mayores, momentos para la perversión, las pajas y el conocimiento. Durante 15 años tuve un bar donde el uniforme era la desnudez, una experiencia maravillosa, el lugar mas democrático que he conocido. El acercamiento y el interés al tema como fotógrafo ha ido cambiando con el tiempo. Hace poco re-abrí mi primer libro y me encontré con 65 desnudos en los que no había ni un retrato, ahora estoy obsesionado con la cartografía de la cara, con el rastro del rostro, en el encuentro con el otro, con un desnudo más psicológico. Con la distancia me he dado cuenta de que no ha cambiado el área de interés, sino la forma de mirar.
Aprecio en tus trabajos una fuerte conexión del cuerpo del hombre con la tierra, y especialmente con la tierra canaria…
El lugar donde naces y juegas esculpe y talla el carácter, y yo no iba a ser una excepción. Siempre viajaron conmigo los recuerdos del origen y la isla, siempre soñé con ellos en la lejanía. Mi idea de paraíso imperfecto está aquí. Amo la isla y las fabulaciones isleñas, es un lugar físico y mental que habito.
Crees entonces que tu origen herreño puede aportarte una visión especial como fotógrafo.
El origen cultural del que mira siempre te pone en un punto de partida concreto. Luego la experiencia vital lo pervierte y condiciona; supongo que miro condicionado por lo que viví de niño y adolescente, y las vivencias posteriores, justo en las antípodas. Estas vivencias son las luces y la sombras de mi trabajo. La luz con que trabajo no es física, no está en el foco, sino en la manera de acercarme al otro.
¿Algún referente, algún fotógrafo, algún escritor, algún artista que te haya marcado de alguna manera en tu aproximación al desnudo masculino?
Podría hacer una lista interminable de los autores que han ejercido una influencia, pero la persona que más ha marcado o influido en mi interés por los territorios del cuerpo y sus posibilidades, incluso en una manera de trabajar, sin duda ha sido mi maestro de párvulo, el pintor y fotógrafo Imeldo Bello. Me costó mucho desprenderme de su influencia. Luego, con el tiempo, vas construyendo tu discurso en un ejercicio de aproximación y alejamiento de los autores que te encuentras y te fascinan en el camino. Por ejemplo, en la exposición colectiva Desnudados. Fotografía española contemporánea, que estuvo durante julio en la galería Begoña Malone, he sentido gran satisfacción por poder mostrar, reivindicar y saber más del trabajo de Pedro Garhel, artista canario al que tuve la fortuna de conocer antes de que se fuera, uno de los padres de la performance en este país.
¿De qué ha tratado ‘La Ventana Indiscreta’ de este año, con esas cajas retro-iluminadas que ya se han convertido en escenario habitual de las fiestas del Orgullo LGBTI en Chueca?
Poder colgar las fotos de los balcones es una proeza cada vez más complicada; así que después de haberlo conseguido, la felicidad se llama Alexis W. En el trabajo intento no dejarme llevar demasiado por lo emocional, pero en esta ocasión lo hice y funcionó. He hecho un pequeño homenaje al Eagle y a los que se cruzaron conmigo en la barra de ese bar, un agujero maravilloso en la misma calle de Pelayo. Sin ese bar no habría habido Ventana Indiscreta; sin esa Ventana no sé que habría hecho Alexis W. Probablemente otra cosa.
Haciendo balance de los 14 años de ‘La Ventana Indiscreta’, ¿qué destacarías, qué esencia extraerías de este proyecto?
La esencia misma del proyecto, lo público, la calle, mi aportación a la comunidad. Los días del montaje, cuando los vecinos te esperan, te abren sus casas y me hacen sentir de aquí, de Madrid. Profesionalmente, La Ventana me ha dado mucho, he crecido con ella. Ha sido el lugar donde he podido hacer esos ejercicios de Facultad en la que nunca estuve, con sus errores y aciertos. Me siento un privilegiado por poder comandar este proyecto, tener entre manos un ejercicio de escritura de este calibre.
A esas tres exposiciones en la calle Pelayo, has unido un extraordinario trabajo de coordinación para sacar adelante la publicación ‘TEXTOS-terona’; explícanos en qué consiste.
Aportar algo novedoso, nuevo o que tenga algún interés en un contexto como es la representación del desnudo masculino es una tarea difícil. La fórmula de crear una constelación de miradas sobre el desnudo articulada desde la imagen y la palabra me brindaba una buena posibilidad de hacerlo. Proponer una mirada desde todos los perímetros posibles ha marcado el ritmo, la narrativa y ha orquestado la estructura del guión. Los textos se articulan desde lugares muy distantes, a veces desde posiciones muy radicales (y con las que no siempre comulgo), y creo que es en esa disparidad, en la lejanía del planteamiento que han hecho los autores invitados, donde radica parte del acierto. TEXTOS-terona se ajusta perfectamente a una manera de trabajar en la que cada vez me siento más cómodo: la experiencia creativa compartida. Es un proyecto participativo a varios niveles. Por un lado, el ejercicio libre de escritura propuesto a los autores que participan. Por otro lado, compartir la experiencia de trazar la narrativa y construir el guión de la edición con Javier Caballero, el diseñador con el que he tenido la fortuna de hacer seis libros. Con él he entendido que el libro es una pieza en sí misma, con todas las encrucijadas de cualquier proceso creativo.
Además de enriquecer la colección, TEXTOS-terona es un boceto, un ensayo para los siguientes pasos que estoy pensando, un proyecto expositivo y editorial. La foto del año 1987 así lo anuncia, el desnudo en la ventana de una iglesia, mi primer desnudo.
Pasas ahora la mayor parte del tiempo en tu tierra, en El Hierro, ¿qué haces allí, a qué dedicas los días y las noches?
Siempre he tenido un pensamiento absurdo: me quiero morir ahí. Después de 22 años viviendo como una rata de bar en los antros de Madrid, donde las estaciones del año eran día o noche, he decidido volver a esa isla perdida de la que nunca me fui. La isla es un alto en el camino, una metáfora de mí mismo, de lo que busco. Tengo una relación muy fuerte con esta tierra, ancestral y telúrica, con este paisaje y su paisanaje, duro y exuberante, generoso. Me puede la épica del isleño, sus tiempos y su esencia. El Hierro es un pequeño Macondo donde las piedras hablan y todo es posible. Ya no hay centro ni periferia, cosas de los nuevos tiempos; como Javier Caballero, reivindico el viaje de aquí a la esquina. Será la edad.
¿Qué te cuenta a ti El Hierro?
Que un día fui niño, que otras formas de vida son posibles y que el centro del mundo está aquí. Que tengo un compromiso con este lugar y que estoy donde tengo que estar.
Así que no echas de menos Madrid, donde has vivido tantos años metido en la vorágine de Chueca…
La relación con los lugares está condicionada por la experiencia que hayas tenido. Madrid me ha dado mucho y yo la correspondo, amo esta ciudad. No me he ido, solo renegociamos la relación desde el intervalo. Me gusta su esencia pueblerina, su escala humana que te hace sentir en casa. Madrid me pone a prueba, me reta, me abre la ventana, ha sido una buena escuela y tenemos un bonito romance, siempre la llevo en el corazón.
¿Tu alma se está volviendo ermitaña?
Siempre lo fue. Crecí asilvestrado, caminando desnudo por el monte jugando a escaparme y ser un animal más. La isla es un buen lugar para habitar el silencio. Regresar me ha dado una cierta conciencia de estar; es como la felicidad, un estado de ánimo.
Tus planes, Alexis W, para el próximo año.
Las circunstancias históricas nos han regalado este paraíso y ayudar a conservarlo o transformarlo de una manera coherente se ha convertido en mi compromiso, en una obsesión. En El Hierro tenemos una responsabilidad individual y colectiva, con nosotros y con el futuro; quiero volcarme en aportar todo lo que esté en mi mano para convertir este territorio en un ejemplo de sostenibilidad, en un referente de cómo hay que hacer las cosas. Hemos creado un colectivo llamado Amo Mi Isla, un grupo de creativos unidos por el amor a la isla, la responsabilidad, el compromiso y las ganas de hacer. Estamos trabajando con la idea de lejanía como valor, diseñando un proyecto comunitario y participativo con varios frentes y líneas de actuación, con el arte y la poesía como arma y bandera. Reivindicando, ahora que llegan tiempos difíciles, el espíritu de César Manrique, más necesario que nunca.
Los objetivos son crear participación ciudadana, generar conciencia y debate estético. Estamos trabajando con la basura, convirtiendo los puntos de recogida de residuos en poemarios, convirtiendo lo feo y residual en bello y útil, el residuo en verso y mensaje. Estamos trabajando con poetas que han versado o tienen poemas con la idea de basura como escenario para la fabulación, e invitando a artistas y colectivos para que los interpreten de una manera libre. Luego intervenimos e integramos con sus obras los puntos limpios. Ya te contaré.
Además, hace tiempo que fabulo con la idea de convertir la isla en una gran acuarela, en un lienzo; aquí todo es posible. Hace años me transmitieron el conocimiento de un color, la gama de los ferrosos. La reacción del sulfato de Hierro cuando reacciona con el cemento va desde los naranjas y amarillos pasando por los ocres y rojizos. He cartografiado sus posibilidades cromáticas y las he encontrado en el paisaje herreño.
Nuestro universo cromático está relacionado con los colores del paisaje, y en las islas tenemos flores todo el año; con el proyecto Ferro queremos ampliar esa paleta, no se trata de imponer un color sino de reivindicar nuestra tradición y riqueza cromática, evitando así el conflicto con el gusto.
Estamos en una situación de privilegio; en el resto del archipiélago ya solo pueden salvar el paisaje virgen que les queda; aquí estamos hablando de salvar y recuperar territorio deteriorado. Eso son palabras mayores.
La belleza es lo único que nos queda.
Por cierto, ¿lo de la W?
Para indiscreta, ya tenemos La Ventana, Rafa Ruiz. Es un pseudónimo.
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