Alicia Murillo: “Me ha costado más salir del armario como cristiana que como bisexual”
Actualmente compagina el monólogo ‘Una grieta en mi destino’ con sus conferencias sobre el maltrato infantil y su proyecto Becas La Caja de Música, destinado a niños y niñas en situación de exclusión social. Alicia Murillo es una artista múltiple e indisciplinada, feminista, ama de casa, madre subversiva y cristiana que se nutre del sentido del humor y de su lado más dramático para expresarse, divertirse y transformar la realidad desde su activismo.
¿Así que eres la pesadilla de los novios de tus amigas?
(Risas). Ésa es una broma que tenemos en Pikara, el medio en el que colaboro. Me pidieron una descripción y yo, la verdad, desde hace tiempo los currículos ya no me los tomo en serio, me aburre mucho poner los títulos universitarios y creo que esa frase me define mucho mejor que cualquier título que me hayan dado en la universidad o en el conservatorio. Es lo que hago hoy en día: dar por saco a los novios de mis amigas, que me tienen mucho miedo. Creo que cualquier feminista tiene ese sentido de sororidad. La pareja de cualquier amiga va a estar siempre analizada con rayos X, por una cuestión simplemente de porcentaje, es la persona que más probabilidades tiene de ser violenta con mi amiga. Según las estadísticas, quien más probabilidad tiene de asesinarme a mí misma es mi marido. A las mujeres nos matan nuestras parejas, entonces es como un acuerdo tácito entre mujeres tener vigilados a los novios de nuestras compañeras.
Te describes como activista, feminista y ama de casa. ¿Revalorizar el tema de los cuidados dentro del hogar hace que lo sitúes en otro lugar?
Creo que no hay otro lugar, hay un solo lugar que es político. No quiero ocupar un lugar de ama de casa con estudios superiores que teoriza sobre los cuidados, quiero estar en el mismo lugar que están las mujeres de mi barrio que no se consideran feministas y no saben ni siquiera lo que es. Quiero estar en el sitio donde estaba mi abuela, en el papel de cuidadora. Mi honor más grande es parecerme a mis viejas y a quienes me han cuidado. Eso es lo más político que puede existir.
Formación en canto lírico, danza, flauta travesera, piano… Todo eso está en lo que haces como creadora y como artista, uniendo cabaret, circo, marionetas, ópera. ¿De dónde te viene esa diversidad?
Es una parte mía natural. ‘Inteligencias múltiples’ creo que lo llaman ahora, ‘culo inquieto’ se llamaba cuando yo era chica. Siempre me ha gustado lo manual, coser, las manualidades. He crecido en una casa llena de obras de arte, mi padre es pintor. Siempre ha habido libros, música. Y siempre he tenido una intuición política, creo que poder dedicarme a todas las cosas sin haber tenido que elegir una es el premio por la precariedad que estoy sufriendo en mi vida. Si hubiera apostado por dar clase, opositar, ya que hice magisterio y canto, probablemente no pasaría penurias económicas, pero no tendría el tiempo ni la libertad para poder dedicarme a todo lo que quiero hacer.
¿Qué es ser una artista miltiINdisciplinada?
Es no tener que rendir cuentas a nadie, asumir la consecuencias de lo que significa posicionarte política y artísticamente donde te da la gana y hacerlo con la madurez de saber el precio que se paga. Es hacer todo el rato lo que me da la gana, básicamente.
¿Cómo nació ‘El Conejo de Alicia’?
El videoblog surge como respuesta a otro anterior que se llamó El cazador cazado, un proyecto de nueve capítulos de activismo feminista contra el acoso callejero. Yo grababa a tíos que me iban diciendo eso que ellos llaman piropos por la calle. Lo vio June Fernández y me propuso hacer un videoblog para la revista Pikara y donde he abordado diversos temas.
Uno de tus fuertes es el sentido del humor. ¿Es como una vaselina para que las cosas lleguen más?
Sí, pero también tengo un lado muy trágico. (Risas). Es que como la gente me conoce mucho por el sentido del humor, ahora que estoy con conferencias sobre el maltrato infantil les cuesta mucho verme en esa faceta más seria. Como buena andaluza, me gusta mucho llorar y la tragedia, soy muy coplera. Aunque estoy de gira con el monólogo de humor Una grieta en mi destino, ahora estoy con otros proyectos que se salen del humor. Vengo de una formación muy seria y muy clásica de conservatorio y canto, todo se mezcla.
¿Por qué le diste forma a un monólogo como ‘Una grieta en mi destino’?
Es un espectáculo de humor, pero el contenido es humor feminista y tiene un regusto amargo. Me gusta que se genere esa risa nerviosa en el público, risas tragicómicas, las incomodidades que se producen. Es muy tenso, ocurre que hay gente que se levanta y se va. Mueve mucho dentro. Una hora entera hablando de la raja, del coño. Incomoda mucho todavía hablar del coño, hay mucha coñofobia y mucho miedo a hablar de esta parte del cuerpo. Me está costando que me programen incluso en teatros alternativos, porque el contenido les parece fuerte. Yo no lo veo para tanto, pero por lo visto asusta.
Anterior a esto hiciste ‘Cuidado con la perra’.
Fue un espectáculo también unipersonal, pero mucho más musical. Además, fue también mi primer trabajo discográfico en solitario. Hice una gira para presentar el disco, había copla, jazz, humor…
¿Y cómo te introduces en una temática como el maltrato infantil?
A mí esa temática me interesó siempre. Mi ilusión desde siempre fue ser madre, y quise ser madre muy joven, no pude por cuestiones económicas pero en cuanto pude me lancé. Y además me interesaba mucho la crianza no biológica, entonces cuando ya era madre biológica empecé a trabajar en Marruecos en orfanatos. Quería ser madre adoptiva, viendo todos los problemas que hay para adoptar y conociendo la opción del acogimiento en España, nos decidimos a acoger. Cuando me metí en el mundo de la acogida y llegó mi hija a casa y vimos cómo era todo y lo que pasaba en casa con la música, cómo ayudaba a mi niña, pensé en hacerlo más amplio y que pudiera llegar a niños y niñas que tuvieran historias similares.
Creaste entonces el proyecto Becas La Caja de Música para menores en riesgo de exclusión social. ¿En qué consiste?
Sí, creé la escuela de música en Sevilla y las becas. Ahora mismo hay nueve niñas becadas y el resto, alumnado no becado del barrio que viene a estudiar música. Nació todo en el salón de mi casa, venían amiguitos de mis niños y la cosa fue creciendo y ya en septiembre nos mudamos a una escuela. Yo tenía miedo de que creciera mucho, para mí es importante que no perdiera lo doméstico. Muchos de los niños y niñas que vienen están en centros de acogida y es importante que no vinieran a una escuela, sino que vinieran a un hogar. Gracias a una campaña de micromecenazgo y de mecenas que tenemos hemos conseguido la financiación para abrir la escuela en Triana. La metodología de enseñanza es distinta a la de un conservatorio. Desde que entran por la puerta ya son músicos, aunque nunca hayan cogido un instrumento. No damos clase, hacemos ensayos y yo no soy la profesora sino la directora de la orquesta. Componen, hacen las letras, los considero artistas desde el primer momento en el que llegan. Vamos aprendiendo y construyendo juntos y juntas.
¿Cómo responden?
Verlos crecer, ver el desarrollo, cómo hacen sus canciones y componen es una maravilla. Viven en familias de acogida o en centros y me dicen en esos sitios que siempre están tocando música. O me cuentan: «Mi hija no se habían interesado por ninguna otra actividad y sin embargo no quiere faltar a música y están ilusionadísima». Eso es lo más importante.
¿En qué medida la música puede transformar la vida de un menor que se encuentre en una situación complicada?
Yo no me podía imaginar hasta qué punto esto era así. Lo empecé a ver en mi hija, pensé que a lo mejor era, porque a ella le gusta la música, pero no. Esto funciona. No sé explicarlo científicamente ni siquiera como docente, pero la música es sanadora. También hacerlo así como lo hacemos, porque la rigidez de los conservatorios, por lo menos cuando yo estudiaba, era horrible. Así que no sólo es estudiar música sino cómo se estudia.
Hablas de las maternidades subversivas.
Enlaza con todo esto, la maternidad, los cuidados, son parte de mi feminismo y son parte de mi docencia. Me gusta que los niños que vienen a clase vengan a mi casa; en la escuela vamos a tener una cocina para que puedan merendar, que haya ese calor humano. Para mí eso es la maternidad subversiva. El saber que no eres madre sólo de los hijos que pariste sino que cuidas de todos los niños y niñas que pueden pasar por tu casa o por tu vida, como han hecho nuestras abuelas, tías, vecinas. Esto es para mí la maternidad subversiva, cuando entiendes que los cuidados tienen que ser el centro de la vida de todas las personas, independientemente de si has parido o no. Tenemos que cuidar a la infancia.
¿Hay cosas que dices que podrían ser subversivas incluso dentro de los propios feminismos?
Normalmente, el problema más grande que tengo con mi forma de pensar o expresarlo viene con el tema de las transversalidades. Por ejemplo, las personas neurodivergentes se quejan de que las madres suelen poner el centro en la maternidad. Hay mucha información para madres y padres de niños con autismo y se pone menos el foco en los niños y niñas con autismo. El protagonismo es de la infancia. Al mismo tiempo, las cuidadoras de personas neurodivergentes necesitan visibilizarse. Ahí, en ese cruce de transversalidades cuesta trabajo. O, por ejemplo, cuando se habla de retiradas de custodia a mujeres víctimas de la trata. Los colectivos antirracistas obviamente dicen que es una violencia para las mujeres, pero desde el punto de vista de la infancia y cuando metes la transversalidad de la infancia lo prioritario es que las criaturas estén bien y, si no se las retira a tiempo, terminan en la misma red de prostitución que la madre o siendo vendidos en el mercado de adopciones ilegales o, como leía hoy, al niño le quemaban la lengua cuando la madre se negaba a prostituirse. Hay que sacar a los niños de ahí, aunque sea doloroso para la madre y para el niño. Los derechos de la infancia están por delante. A veces desde la lucha antirracista o la lucha feminista ven la medida como un castigo a la madre en vez de una medida de protección del menor. Hay maltratos brutales. Hay que protegerlos de quien les esté haciendo daño. A veces chocan los derechos de unos y de otros, pero la infancia tiene que estar por delante.
Das conferencias también sobre espiritualidad feminista…
Es cada vez más fuerte. Y además es muy bonito porque dentro de la teología feminista se está dando una unión entre religiones. El cristianismo, el Islam, que para los hombres han sido escenarios de lucha, resulta que para las mujeres no es así y las feministas cristianas y musulmanas nos unimos. Les dejamos con el culo al aire porque en el Corán no pone que nos tengamos que llevar mal y en la Biblia tampoco, y si lo pone no nos interesa. El sentido común y el juicio crítico tienen que estar por encima de cualquier libro. Pero es que estamos investigando a través de traducciones y viendo cómo nos han llegado los textos con miradas patriarcales que han hecho de las tradiciones monoteístas unas traducciones machistas y xenófobas cuando realmente en su origen no eran así.
En los escenarios políticos, activistas, ¿hay un alejamiento de lo espiritual?
Es que cuesta mucho, hay que salir del armario. A mí me ha costado más salir del armario como cristiana que como bisexual. Te lo aseguro. Dependiendo de qué ambientes es mucho más complicado y eso no puede ser, tenemos que tener libertad para ser quienes somos en todo momento. Además, yo no hago ni distinción entre religiosidad y espiritualidad, como dice Forcades; a ver si lo que hacemos al distinguir es clasismo: las mujeres pobres son religiosas y las que han estudiado son espirituales. Volviendo a lo que hablábamos de las amas de casa, no quiero resignificar nada, yo quiero la herencia obrera y la de mi abuela. No tengo ningún interés en estudiar teología con ningún obispo famoso, lo que hago es que me voy a rezar el rosario con las viejas de mi barrio. Y ésa es mi religiosidad. Yo quiero ser una mujer religiosa, no espiritual. No quiero que un señor con pantalones bombachos me dé un curso de 300 euros para decirme lo mismo que me dice mi vecina mientras me coge la mano y rezamos juntas. Lo uno es patriarcal y capitalista y lo otro es verdad. ¿A las abuelas las llamamos beatas y a ese señor lo llamamos maestro? No puede ser. Yo tampoco me identifico con el cura de mi barrio. Rezo el rosario con las mujeres en la iglesia y cuando llega el cura a dar misa me levanto y me voy. Es comprensible separarse de la Iglesia por todo el percal que hay de pederastas, los medios económicos, las políticas que apoyan. Pero algunas hemos decidido quedarnos dentro a dar por saco.
Reivindicas que hay que divertirse.
Mira, mi hijo de 11 años se ha ido de viaje de fin de curso. Le dije: “Por favor, cuidate, que yo te he cuidado muchos años y nadie me ha pagado por hacerlo, así que lo único que me hace ver que esto ha tenido un valor es que tú ahora que te vas haciendo mayor te cuides porque has apreciado los trabajos de cuidado que yo he hecho. Pero eso no significa que no te puedas divertir”. Y me dijo: “Mamá, yo me voy a divertir y me voy a cuidar, porque si me estoy cuidando es la mejor manera de divertirse”. Los niños son filósofos. No te puedes divertir de verdad si no te estás cuidando. La verdadera diversión es la que parte del autocuidado.
Comentarios
Por Un@ mas, el 24 julio 2019
Buenas tardes,
Cuando escribes: «Lo uno es patriarcal y capitalista y lo otro es verdad.» Solo me centro en -‘lo otro es verdad’- Creo que das en el clavo del posible motivo que hay delante del armario. Puede que el hablar como si lo que tu piensas el la verdad absoluta, da ha entender que quien piensa de otra manera se equivoca, propicia esa falta de aprecio/interés/rechazo. Puede que al hablar y escribir no lo hagas con esa intención, pero eso es lo que se entiende.
Por Fol, el 24 julio 2019
Tienes suert q no te hayan censurado. A esta gente no le gustan las críticas. A mí me borraron un comentario por sugerir que su propuesta de quitar los hijos a sus madres me recordaba al robo de bebés (por supuesto por motivos más elevados)
Por Fernando Sergio Salas, el 25 julio 2019
Santo cielo!¡!!!! Los dos únicos comentarios son, de personas a las que les hace falta aprender la esencia de lo que dice la entrevistada!!! La primera por interpretar a la inversa, y no comprender que es todo lo contrario a su soberbia visión de las cosas; y la segunda, más bestial, por justificar las barbaridades de un pensamiento retrógrado y represivo! Válgame Dios! También hay que instruir mentes por si desvían le interpretación real de las expresiones!!!