Almalé y Bondía: la ética y la estética de la basura en el paisaje
Explorar los mecanismos de percepción que construyen el paisaje es el asunto central del proyecto común que en 2002 unió a los artistas Javier Almalé (Zaragoza, 1969) y Jesús Bondía (Zaragoza, 1952). A través de la fotografía y el vídeo formulan una obra que conceptual y plásticamente se dirige a la tarea de «reinventar una dramaturgia del paisaje». En los proyectos de Almalé y Bondía los territorios se habitan, conceptualmente, con residuos y elementos que logran sutilmente lanzar un mensaje en el que se mezcla de forma orgánica lo poético con lo inquietante. Hemos charlado con ellos para desentrañar esa magia que destilan sus imágenes entre lo magnético, lo lírico y la denuncia ecológica.
¿De dónde nace la idea de alzar los residuos y desechos a la categoría de arte?
La relación de los seres humanos con la naturaleza ha sido quizás el primer tema en aparecer en la historia del arte. Hoy día, las cosas han cambiado mucho y lo que nos preocupa es la conservación de la naturaleza ante el grave problema que se presenta con su permanente deterioro. Nuestras propuestas reflexionan sobre la construcción del paisaje desde un punto de vista de las artes visuales, con búsquedas de propuestas artísticas para que mediante el arte revele lo que consideramos nuestra concepción del paisaje, de esta manera entendemos que el arte funciona como un revelador que muestra una sociedad cada vez más amenazada por la intervención humana en la naturaleza. Con el proyecto comisariado por Chus Tudelilla bajo el título TERRENOS BALDÍOS. Comunicado urgente contra el despilfarro activamos un compromiso y una reacción ante las noticias que nos llegan sobre el desastre provocado por el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales.
¿Cuál es el mensaje fundamental que queréis lanzar con vuestro trabajo?
Estamos acostumbrados a encontrarnos con ruinas contemporáneas producto de los sistemas desaforados de producción. Unas ruinas que escondemos para olvidar nuestros fracasos. Como artistas nos interesa localizar estos espacios que en su densidad ruinosa y alterada ofrecen una naturaleza propia. Como una isla en la que los códigos se discuten y a nuestro entender sólo podemos reconocerlos y por ende hacerlos visibles, desde un proceso eminentemente estético. Este fracaso precintado para su olvido existe y no es sino una expresión del fracaso del modo de vida de una clase social considerada por los estándares como media y que no es más que una clase sustanciada en el consumo por el marketing en busca de paraísos artificiales ficticios.
En el plano doméstico y del día a día, ¿cómo valoráis el hecho del reciclaje?
Nuestra sociedad genera una cantidad inmensa de residuos y desechos y vemos que los sistemas que nos ofrece la administración, la industria y otros sectores de la sociedad para el reciclado son todavía muy precarios dado el consumo desmesurado de nuestra sociedad. Los desechos que originamos deben ser tratados de manera adecuada para que no contaminen, pero creemos que todavía con los sistemas de reciclaje establecidos los residuos siguen constituyendo un problema. Es cuestión de voluntad y de responsabilidad hacia lo que consumimos y los efectos que ello tiene en la sostenibilidad de la Tierra, con pequeños cambios se consiguen grandes cosas para cuidar el medio ambiente.
¿Tiene vuestra obra, más allá del valor de reconfigurar el paisaje, un sentido de activismo ecológico? ¿Por qué?
Este proyecto surgió como consecuencia de un proyecto previo donde realizamos distintas localizaciones de lugares que por su estructura nos pudieran interesar visitarlos para realizar una primera mirada fotográfica in situ. A fuerza de ir penetrando en estos lugares escondidos hemos ido tomando conciencia de la agresión tan feroz que allí acontece, donde se evidencia el deterioro ambiental que nuestra sociedad está creando. Hablamos de territorios totalmente modificados y alterados por las acumulaciones de basuras y residuos que han penetrado hasta romper y modificar estos lugares que en otro tiempo tuvieron vida. Estos nuevos espacios permanecen intocables, es más, cada día crecen en sí mismos dando lugar a un nuevo territorio del abandono, donde se experimenta una sorprendente sensación de desasosiego; es como si se abriera un campo inactivo, trágico, sin futuro y sin conceptos, pero que en nuestro proceso creativo nos ha proporcionado lugares para la acción creativa.
¿Qué se esconde en el alma de los residuos, de la basura para que os puedan servir ya no solo como elementos del paisaje, sino también de naturalezas muertas?
Nos interesa de manera especial explorar el territorio a través del tiempo y los fenómenos atmosféricos sujetos a las inclemencias meteorológicas propias del invierno, que es nuestro tiempo elegido para desarrollar nuestro activismo artístico. Vemos estos territorios del abandono repletos de desechos y residuos como una gran instalación exterior, enormes naturalezas muertas, que involucran tanto al paisaje como a la persona que lo transita. Lo concebimos como una mezcla de arquitectura, escultura e instalación, donde la selección de los distintos vertederos viene determinada por largas exposiciones visuales en el tiempo, recorridas una y otra vez hasta hacernos sentir que estas contemplaciones suponen una experiencia completa. Hasta que nos sentimos seguros de estar en el camino correcto para lanzar las distintas propuestas de intervención que serán el resultado de cierta dosis de carga cultural y de voluntad estética, pero donde la realidad es la basura, tirar todo a la basura. La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como una inmensa acumulación de basuras, sostiene Jose Luis Pardo en su artículo Nunca fue tan hermosa la basura. Basura, escribe, es lo que no tiene lugar, lo que no está en su sitio y, por tanto, lo que hay que trasladar allí donde pueda desaparecer como basura, reactivarse, reciclarse, extinguirse: lo que busca otro lugar para progresar.
¿Cuál suele ser vuestro método de trabajo? ¿Cómo elegís los objetos y las localizaciones? ¿Cuánto hay de azaroso en todo ello?
Del territorio hemos hecho nuestro estudio. En esos espacios elegidos disponemos de todo lo necesario para llevar a cabo el desarrollo de nuestros proyectos, carecemos de un estudio al uso. Lo tenemos, pero no se utiliza como tal y solamente acudimos al estudio para descargar, ver y analizar todas las tomas y grabaciones llevadas a cabo por los espacios recorridos. Nuestra concepción de estudio es el espacio abierto, sujeto a las inclemencias de la naturaleza, y también de tiempo, y es ese tiempo el elemento que modela la verdadera naturaleza de nuestro proceso artístico. Cada proyecto desarrollado conlleva un planteamiento previo conceptual, el cual va tomando forma conforme lo vamos desarrollando, son planteamientos abiertos en cuanto a su contenido teórico y concebimos y entendemos nuestros proyectos desde la propuesta de mirar en el propio lugar y mirar a través del arte.
Cada representación del hecho de mirar es heredera de una sucesión de imágenes, ya sean para reproducirlas, para interrogarlas y también para deshacerse de ellas, pero también la experiencia contemplativa de mirar a través del arte se contamina de estas imágenes de nuestra aprehensión, sin hacer juicios de ellas, y otorgándoles un tiempo para nuestra reelaboración de lo que podría llamarse un proyecto definitivo. Hemos recorrido y transitado innumerables lugares abandonados en las periferias de las ciudades que se han convertido en escombreras, lugares del abandono repletas de montañas de desechos que nadie reconoce como suyas, y nosotros nos la hemos apropiado para realizar composiciones organizadas y clasificadas que remiten formalmente a configuraciones naturales.
Comentarios
Por angel coronado, el 20 septiembre 2021
Luminosa idea. Todo el arte del siglo xx se atraviesa de parte a parte con la idea de retirar del arte la exclusiva compañía del palacio y llevar hasta el mismo algo nuevo. Me interesa decirlo así. Dejemos al arte en su sitio. Llevemos hasta él algo nuevo. El basurero lo es. Espectadores, a ver qué pasa. A ver lo que dice, a la espera, anfitrión del nuevo huésped, a ver lo que dice el arte. Veremos al basurero si ríe, si llora, si permanece indiferente…. ¿No es basura lo que no tiene lugar? Pues llevémosla, ya que ella sola no va.
Por nuestra parte, Amalé y Bondía, un aplauso fervoroso. Y una indefinible, la entiendo así, la entiendo indefinible más que sorprendente, sensación de desasosiego. Recuerdo en esto a Buñuel. Unos cuantos mendigos a su mesa y esa misma sensación indefinible y desasosegada… Y recuerdo también el despavorido abandono de un palacio, el de Valsaín, tan cerca y al tiempo tan lejos de la borbónica Granja.