Ansible Fest: ‘scifi’ feminista para imaginar mundos mejores

Cartel del Ansible festival.

Cartel del Ansible festival.

La segunda edición del Ansible Fest, organizado el pasado fin de semana en Bilbao, ha hecho crecer este festival, el único especializado en ciencia ficción feminista. Amplía el enfoque más allá de la literatura de género para analizar el papel de la mujer en videojuegos, rol, ilustración, cine y demás audiovisuales. Hablaron desde androides hipersexualizadas a distopías nada futuribles sino ya presentes en los informativos. Y del feminismo como barrera frente al fascismo, que está creciendo con una gran pulsión anti-mujer, anti-placer y contra la diversidad sexual. ‘El Asombrario’ estuvo allí.

El auge de la ciencia ficción feminista no para de crecer. Más visibilidad para las autoras clásicas, más oportunidades de leer obras en otros idiomas y más interés por las nuevas producciones. Así lo confirma la segunda edición del Ansible Fest, el único festival dedicado a esta temática en el Estado español, que se ha celebrado el pasado fin de semana en Bilbao. Crece el público, crece el espacio y crecen los participantes en los debates. Si el año pasado se celebró en La Morada, este año las numerosas salas de la Fundación BilbaoArte han sido testigos de las más de 20 actividades que se han desarrollado y por las que han pasado más de 150 personas a la vez. “El 70% de los asistentes son de Bilbao y el resto de fuera”, nos explican las organizadoras de este pionero festival, y explican que la diferencia en cuanto a contenido con el año pasado es el foco: “En la edición pasada nos salió un festival más literario; esta vez lo hemos querido ampliar a videojuegos, cine, temáticas que se quedaron el año pasado fuera, como la LGTB+, y actividades más diferentes como rol en vivo, talleres de escritura creativa o editatonas en wikipedia [inicitiva internacional que persigue abatir la brecha de género en Wikipedia]”.

“Eventos como este son muy interesantes por la conversación que se puede generar. Hay diferentes puntos de vista y diferentes puntos de vista de los que generalmente tenemos o escuchamos en otro tipo de eventos”, comenta Elena Lozano, fundadora de la editorial especializada en literatura de género feminista Crononauta. Uno de los platos fuertes del festival es la feria editorial que este año ha aunado a numerosas editoriales, autores, ilustradores y otros proyectos en torno a la ciencia ficción. Como la revista Supersonic, que con un número especial daba apoyo económico al festival –gratuito y sin subvenciones–; las editoriales Cerbero o La Máquina que hace Ping, la unión de autopublicaciones NEUH (No es un hobby) o los fanzines de Amor de Primas. “Es un aire fresco poder reflexionar sobre temas como las relaciones homosexuales o maternidades subrogadas dentro de la scifi”, sigue Lozano, que recuerda que actualmente se viven situaciones inauditas en el mundo editorial como la reciente denuncia por “apología del lesbianismo” de un partido de extrema derecha al cuento N Mundos, de Roberto López-Herrero, por el beso entre dos hadas.

Más utopías y menos distopías

La actual situación de recorte de derechos y libertades, además de los anuncios de gobiernos autoritarios como Trump o Bolsonaro, estuvieron muy presentes en el segundo día de festival, con la ponencia Ciencia Ficción y (Anti)fascismo. Layla Martínez, escritora y creadora de la editoral Antipersona, hizo una petición para que se creen más utopías y menos distopías, tan de moda con ficciones como Black Mirror o El Cuento de la Criada. “La distopía la tenemos en los telediarios, no hace falta ir a la scifi”, asegura poniendo como ejemplo el paralelismo entre los Centros Rojos de la obra de Margaret Atwood y los centros en la India para los vientres de alquiler. Con obras como The walking dead o Hijos de los Hombres sobre la mesa, la autora explicó que lo que pudieran parecer obras políticas que buscan la movilización progresista se pueden convertir en un mensaje para ser conservadores y conformistas. “De hecho, aunque los futuros que se muestran son horribles, lo que tenemos actualmente está lejos de tener que ser conservado”, comentó, con una mención especial a la crisis climática.

Su compañera de mesa, la periodista y escritora Irati Jiménez, contrapuso la llamada ciencia ficción fría con la caliente. Mientras la primera atiende a los contenidos científicos y los avances técnicos solamente, la segunda también imagina qué será o que podría ser de las relaciones humanas en el futuro. Por eso, Jiménez apeló a la necesidad de esta última como barrera a los totalitarismos y la regresión de derechos. “El fascismo surge con una gran pulsión anti-mujer, anti-placer, contra la diversidad sexual. No solamente es un movimiento anti-mujer, también afirma una masculinidad tóxica, la violencia y niega el miedo”, explicó; por eso concluyó que “todo lo que sea felicidad y luchar contra el patriarcado es barrera antifascista”.

El rol en los juegos de rol

Que el machismo es algo forzado e impostado en sectores como el del ocio fue lo que expusieron otras ponentes. Mientras Rocío Vega explicaba que los juegos de rol nacieron para ser disfrutados tanto por chicas como chicos, la publicidad y el ansia de ventas hizo que esto desapareciera. “Como el capitalismo impulsa, cada vez la comunicación se fue volviendo más polarizada”, comentó, a la vez que ponía de ejemplo cómo aparecía la propia hija del creador de Dungeons & Dragons: al principio como una jugadora más, después como un reclamo sexualizado. Otro de esos espacios que durante mucho tiempo han parecido vetados a la presencia femenina es la informática. Consciente de ello, el Ansible Fest 2019 programó una ponencia sobre mujeres, hackers y ciencia ficción donde Mónica López e Irene Martínez –del colectivo FemDevs– hablaron de los estereotipos en el sector, la invisibilidad de las programadoras y las brechas de género que existen en los estudios de ingeniería.

¿Otro terreno del juego que parece copado por hombres de un determinado perfil? Los juegos de universos de fantasía como Warhammer. Las ponentes bajo el sugestivo título de tías grimdark analizaron el juego demostrando a propias y ajenas que las mujeres pueden ser mucho más que elfas sanadoras en el Warhammer 40k.

De los juegos de rol, de las miniaturas a los videojuegos. ¿Hay espacio para hablar del amor? Para Darkor e Ilargi Blasko, de Todas Gamers, no solo se puede sino que es necesario analizarlo. Pasión, compromiso e intimidad son los ingredientes básicos que salpican todas las tramas, permitiendo crear relaciones entre personajes de lo más variado. El problema, que no siempre es tan variado como se podría o se reclama por parte de la comunidad gamer. “En los videojuegos se muestran fases muy concretas del amor”, comentó Blasko, explicando que solo aparece el enamoramiento o la fase de conocimiento y rara vez la de consolidación de la relación. Por eso puso de ejemplo videojuegos donde estas etapas aparecen, como Bury me, my love (un conversacional sobre refugiados) o Florence. “También se ve que los desarrolladores cambian de enfoque cuando ellos personalmente están pasando por otras fases, como tener hijos. Habrá que esperar a que los desarrolladores experimenten otros amores para verlo”, bromearon.

Sororidad y colaboración, no competencia

Uno de los estereotipos que más se esfuerza el machismo en fomentar es el de la competencia entre mujeres. Con la idea de desbancar esta idea, varias de las actividades se volcaron en mostrar iniciativas para visibilizar el trabajo de las autoras colaborando unas con otras. Con el cartel de aforo completo, Pamela Rojas explicó en qué consiste el trabajo de La Ventana del Sur, una plataforma en Chile que reúne, descubre e impulsa la ciencia ficción feminista hecha en el país. Un proyecto que surge precisamente de otro con el que compartía mesa: La Nave Invisible. Laura Maquilón comentó que esta web nació cuando ella misma escribió un artículo que explicaba que llevaba un año leyendo a autoras y no le había ocurrido nada malo. Las dificultades de ambas fueron compartidas por Todas Gamer, que explicó cómo en algunos momentos han tenido que publicar reseñas de juegos de forma anónima para que las autoras no fueran acosadas. Una batalla contra el sistema que en ocasiones se convierte en premios, en iniciativas como #LeoAutorasOct o Adopta una autora y en nuevas narradoras empoderadas. “Todo se vuelve necesario cuando las autoras te dicen que gracias a tu comunicación, escrito o tuit hay autoras que se animan a enviar un relato”, explicó Maquilón.

De Chile a Cuba pasando por Argentina y México, porque en el Ansible Fest de este año no existieron las barreras. Gracias a las nuevas tecnologías se pudo hacer un encuentro virtual transatlántico con las autoras Malelis González, Libia Brenda y Gabriela Damián, que completaron la visión de qué se está haciendo en Latinoamérica, a cargo nuevamente de Pamela Rojas y Maielis González. Esta última destacó la idea de que la literatura de género puede ser más revolucionaria de lo que pensamos: «En la dictadura de Argentina se secuestra un número de El Eternauta, ciencia ficción postapocalíptica, por peligrosa. Mientras se sigue considerando un género menor en muchos sitios, la ciencia ficción es considerada como peligrosa para un régimen totalitario”, reveló.

Robots cuidadoras y androides hipersexualizadas

Otra de las charlas que más público reunió fue la que revisaba la aparición de las mujere robots en cine, videojuegos y cómics. Aunque muchos beben de otros, Paula Itfish, Marta Trivi y Elisa McCausland demostraron que muchos creadores (hombres) acaban volcando en estos seres el comportamiento, apariencia y roles que ellos imaginan/desean, como una extensión de su machista visión de las mujeres. Desde videojuegos con robots que barren con apariencia de niñas, hasta androides con la única misión de cuidar de las personas o los humanoides hipersexualizados de muchas películas o series. Solo algunas excepciones -como GlaDOS en el videojuego Portal- hacen que podamos creer que otros universos son posibles si se abandona esta limitada visión tanto de los personajes como de las jugadoras/lectoras/espectadoras.

Una sesión de rol en vivo y un concierto cerraron esta segunda edición del festival Ansible; como primera valoración, la organización se felicitó por el buen ambiente logrado. No sólo pudieron comprobar que las personas no binarias o trans se sintieron cómodas, sino que por segundo año no se ha registrado ni una sola queja por abuso o agresiones sexuales. “No tenemos punto violeta porque todo el festival lo es”, aseguran las impulsoras. Pero como un Consecuencias Naturales relata, no debemos pensar que porque no haya machismo en capas visibles del sistema -como el lenguaje- está todo resuelto. Porque aún cuesta que los nombres de autoras imprescindibles aparezcan en las antologías o que mujeres como Octavia E. Butler o Ursula K. Le Guin sean nombradas en las aulas.

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