Arantxa Aguirre, trabajar con Zurbarán como director de fotografía

Fotograma del documental ‘Zurbarán y sus doce hijos’, de Arantxa Aguirre.

‘Zurbarán y sus doce hijos’ es el último documental de Arantxa Aguirre, estrenado a finales de 2020 en el marco de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). La película indaga en la enigmática serie de cuadros que Francisco de Zurbarán pintó allá por 1640, dedicados a Jacob y sus hijos, 13 personajes del Génesis que retrató a tamaño natural. Fue un encargo del que se desconoce exactamente el destino, aunque se cree que probablemente fuera América Latina, donde el conjunto logró una celebridad importante dada la extendida creencia de que los indígenas del nuevo continente descendían de las tribus perdidas y dispersas tras la invasión de Israel por Salmanasar, rey asirio. Repasamos la obra y trayectoria de esta cineasta tan delicada y precisa como inconformista.

El cine de Arantxa Aguirre –y se vuelve a hacer patente en Zurbarán y sus doce hijos– es delicadeza. Aquí es la forma en que la cámara acaricia los cuadros del pintor nacido en Fuente de Cantos (Badajoz), sirviéndose de su propia luz para mostrarlos en toda su subyugante belleza. Como poéticamente describe un interviniente, si Dios es la refulgente y cegadora luz del sol, el arte es el reflejo de su luz en la Luna, gracias a la cual la vemos. Con las palabras de María Zambrano al final (voz de la actriz Emma Suárez), el documental eleva la figura artística de Zurbarán más allá su capacidad como pintor. Porque, ¿qué artista capaz de manejarse con semejante virtuosismo no busca también trasladarnos significados superiores?

El cine de Arantxa Aguirre también es puntería, porque, como en Zurbarán y sus doce hijos, en todo él la directora madrileña aborda, con precisión de arquera olímpica, asuntos relacionados con la gran cultura, sea española (Granados, Zurbarán) o internacional (Béjart, Beethoven). Lo hace desde la devoción y el respeto a su legado, para acercarlos a públicos amplios y libres, dispuestos a dejarse seducir. Le pregunto por la importancia de la cultura y su significado, y si en España se la valora y defiende como merece. “La cultura te arma para la vida. No porque te llene de sabiduría, sino porque te hace consciente de lo mucho que ignoras. Eso te vuelve más humilde y te despierta el deseo de seguir aprendiendo, que es el mejor motor para el día a día. En cuanto a los clásicos, conociéndolos descubres que la mayoría de tus inquietudes ya las han tenido ellos y ellas y han acertado a expresarlas de una forma admirable, que te inspira, te enseña, te conmueve, te hace reír y, en definitiva, te acompaña. Además, sus obras están hoy al alcance de la mano. Ignorarlas es un error lamentable para quien lo comete y también para los demás porque las personas cultas facilitan la convivencia. Por supuesto, no hay que generalizar y señalo que algunas de las mejores personas que he conocido no tenían ninguna cultura. Pero estoy segura de que con ella se les hubieran abierto puertas que siempre encontraron cerradas. Y no, en España no se la valora y defiende como merece. Voy a poner un solo ejemplo. En Madrid se cae a pedazos la casa del poeta y premio Nobel Vicente Aleixandre. Durante los años 30 la frecuentaban Lorca –que recitó allí por vez primera sus Sonetos del amor oscuro–, Miguel Hernández, Cernuda, Alberti o Pablo Neruda. Después de la guerra incivil, la casa de Aleixandre se convirtió en uno de los escasos puentes con los escritores del exilio y allí siguió él recibiendo a las sucesivas generaciones de poetas españoles, hasta su muerte en 1984. Desde los años 90, la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre intenta sin éxito que las distintas administraciones se hagan cargo del histórico chalet para fundar allí un centro de estudios de la poesía española. Actualmente, el inmueble está en venta y puede acabar siendo un negocio cualquiera a pesar de la extraordinaria historia que albergan sus paredes”.

El cine de Arantxa Aguirre también es inconformismo. Es la elección formal, que significa para ella exploración narrativa continua y para el espectador sorpresa. En Zurbarán y sus doce hijos son las interrupciones abruptas de los testimonios de algunos entrevistados, rompiendo la cuarta pared, el movimiento de algunas animaciones, el trampantojo de algunos rótulos y, el predominante, la mezcla de color y blanco y negro. Es esta última una decisión arriesgada con la que, suponemos, Aguirre busca realzar la calidad artística de Zurbarán en el contexto de nosotros mortales y, conforme avanza la película se descubre, traérnoslo a hoy mismo.

Con esta película, “es la primera vez que trabajo sobre la pintura”, dice. “El desafío ha sido muy grande porque en la raíz del cine está el movimiento. Sin embargo, la pintura es estática. Evidentemente, puedes mover la cámara sobre ella, pero esto se me quedaba corto. Entonces pensé que el movimiento tiene que ver con la vida (con la respiración, con el pulso) y que un cuerpo sin vida pierde el movimiento igual que pierde el color. Luego para darle vida y sensación de movimiento a la pintura debía apoyarme en sus colores y, con el fin de subrayarlos, decidí eliminar todos los demás. He hecho una película en blanco y negro que sólo conserva el color en el interior de los cuadros. La vida se concentra en el arte y, además, así puedo decir que la paleta de esta película la ha elegido Zurbarán”.

La carrera de Aguirre, desde su primer documental, El esfuerzo y el ánimo, ha conseguido algo que no es sencillo. A partir de encargos que hubieran podido terminar en los archivos del mecenas con una difusión limitada, ha logrado darles una impronta artística que hace que estos hayan llegado a públicos mucho más amplios. Gana así el mecenas, gana Aguirre y ganan Beethoven, Béjart, Granados y Zurbarán, entre otros en estricto orden alfabético. “Una película documental puede y debe ser una obra de arte”, afirma la directora. “Las mejores lo son: median entre la realidad y los espectadores apelando a su inteligencia, sus sentidos y sus emociones. Desde un punto de vista más personal, para mí un documental significa una oportunidad para comunicarme, para seguir aprendiendo y también para ser útil. Transmitiendo cuidadosamente historias que merecen la pena he encontrado mi sitio en el mundo”.

Que Arantxa Aguirre no haya estrenado nuevos largometrajes documentales desde finales de 2020 en cines no significa que se haya quedado quieta. En 2020 ya se había ocupado paralelamente de los seis vídeos de la exposición dedicada a Benito Pérez Galdós, La verdad humana, que fue exhibida por primera vez en la Biblioteca Nacional de España entre 2019 y 2020 y, a finales del mismo año, en la Casa Museo Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria. Ese año firmó igualmente el corto galdosiano Imagen de la vida para la exposición de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y rodó dos ballets en Suiza con el Béjart Ballet Lausanne, que editó a principios de 2021. En esas mismas fechas, fue contratada por la Academia de San Fernando para la realización del mediometraje Academia y, para la misma institución, publicó su discurso de ingreso en diciembre 2021 .

El año 2022 realizó un mediometraje para el Conservatorio Superior de Música de Madrid y tres cortos para los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid con motivo de un homenaje a Albert Boadella. También a finales de 2022 rodó el ballet Viena para la compañía Béjart Ballet Lausanne y, ahora mismo, está montando un nuevo largometraje documental con esa compañía.

La cineasta prevé estrenar dos largometrajes documentales en cines en 2024. “La mayor diferencia respecto a las películas de ficción, donde se trabaja a partir de un guion escrito previamente, consiste en que en el género documental el guion puede ser muy abierto. Generalmente se va completando durante el rodaje y sólo termina de armarse en la sala de montaje. Eso hace de todo el proceso algo muy vivo y lleno de posibilidades creativas”, afirma. También ahora mismo Arantxa Aguirre está preparando el rodaje de un largometraje sobre Eduardo Chillida y tiene un proyecto de serie de televisión que está pendiente de luz verde.

Arantxa Aguirre, que es filóloga y experta en Galdós y Buñuel además de cineasta, dedica Zurbarán y sus doce hijos a su padre, el cineasta Javier Aguirre, fallecido en diciembre de 2019. “Entre tantos recuerdos, he intentado encontrar uno que hable de su forma de entender la vida. Cuando a los 17 años me fui a estudiar fuera de España, me entregó por escrito unos Solemnes consejos, que son el destilado de lo que él había aprendido hasta ese momento. Están llenos de sabiduría, ternura y sentido del humor. El primero de todos era: “Sé tú misma”, que me parece muy bueno, porque te lleva a mantener siempre viva la conversación interior, la conversación con tu conciencia, que es seguramente lo más valioso que tenemos. Por otra parte, el legado que deja está en sus películas, especialmente en aquellas que hizo por iniciativa propia. En el Museo Reina Sofía se conservan todos sus cortos experimentales y los largometrajes están en Filmoteca Española. Hay mucho que descubrir”.

Para ver Zurbarán y sus doce hijos hay que solicitar un visionado a la Fundación CEEH (Centro de Estudios Europa Hispánica) que lo produce. Estas otras películas de Arantxa Aguirre pueden verse aquí (habla la propia directora): “En la plataforma Filmin están Dancing Beethoven (2016) y El amor y la muerte (2018) mientras que la página web de la distribuidora Márgenes ofrece también El esfuerzo y el ánimo (2009) y Una americana en París (2012) (). En Amazon pueden adquirirse en DVD Dancing Beethoven y El esfuerzo y el ánimo, esta última bajo su título francés, Le coeur et le courage, aunque la edición incluye subtítulos en español. Nuria Espert. Una mujer de teatro (2012) se encuentra en RTVE Play. Finalmente, hay tres o cuatro títulos más que van y vienen en distintas plataformas”.

 

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