Arte ucraniano en el Thyssen para denunciar al invasor ruso
La exposición ‘En el ojo del huracán. Vanguardia en Ucrania 1900-1930’ se abre hoy en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid con 69 obras de grandes artistas de ese país con el objetivo claro de no sólo proteger estas obras mientras duran los ataques de Putin, sino también de dar a conocer la esencia y cultura de una nación maltratada a lo largo de la historia por el invasor ruso. Impulsada por la baronesa Francesca Thyssen-Bornemisza a través de su iniciativa Museos por Ucrania, la selección de pinturas y dibujos procedentes del Museo Nacional de Arte de Ucrania y del Museo del Teatro, la Música y el Cine de Ucrania lanza al mundo un mensaje: la personalidad como nación de Ucrania, algo que subrayó ayer el presidente Zelensky en un mensaje grabado enviado para la presentación de la muestra, que estará abierta hasta el 30 de abril y luego viajará, en verano, al Museo Ludwig de Colonia.
Si todas las grandes exposiciones conllevan un complicado montaje, es fácil deducir que en esta las vicisitudes de los preparativos han sido especialmente difíciles, precisamente por encontrarse Ucrania, como dice el título, en el ojo del huracán, en situación de guerra por el invasor ruso. Francesca Thyssen-Bornemisza, que a los pocos días de comenzar la invasión el 24 de febrero, ya puso en marcha la iniciativa Museos por Ucrania, quiso explicar ayer con detalle cómo se ha organizado todo en un tiempo récord y con una entrega récord de los implicados. Así lo contó:
“Para la exposición, 51 obras de arte únicas, que representan el núcleo del movimiento vanguardista ucraniano, salieron de Kiev para llegar hasta el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, el día que tuvo lugar uno de los mayores ataques con misiles contra Ucrania desde el comienzo de la guerra [el resto, hasta 69 obras, son aportaciones diversas, desde el propio Museo Thyssen a coleccionistas privados europeos]. Las obras de arte pertenecientes a las colecciones del Museo Nacional de Arte y del Museo Estatal de Teatro, Música y Cine de Ucrania salieron de la capital en la madrugada del martes 15 de noviembre, sólo unas horas antes de que más de 90 misiles llovieran sobre Ucrania, destruyendo áreas residenciales e infraestructuras en todo el país. Los camiones fueron cargados en secreto para salvaguardar la seguridad de la mayor exportación de patrimonio cultural ucraniano que ha salido del país desde el comienzo de la guerra.
El convoy se encontraba a 400 kilómetros de la capital cuando tuvo lugar uno de los peores bombardeos. Después, se volvió a ver amenazado al pasar por Lviv, una pequeña ciudad cercana a la frontera con Polonia que hasta ahora había salido relativamente indemne. Ese día fue uno de los más devastadores de toda la guerra, ya que sumió a la nación en la oscuridad al afectar a la infraestructura en todo el país. Cuando el convoy se acercaba a la frontera, cruzando en Rava-Rus’ka, un misil cayó accidentalmente cerca del pueblo polaco Przewodow, cerca de la frontera con Ucrania. La OTAN estaba en máxima alerta y los gobernantes polacos se reunieron con carácter urgente ante la amenaza de una escalada del conflicto que tendría consecuencias devastadoras para toda Europa y el mundo. Las obras estaban en ese momento a sólo 50 kilómetros de distancia del lugar donde el misil había caído. La empresa de transporte [Hasenkamp], que estuvo en contacto permanente con sus conductores durante toda la travesía, fue la única dispuesta a emprender un transporte de arte tan importante y a asumir la responsabilidad de su seguridad. La eficaz y oportuna intervención del embajador de Ucrania en Madrid, Serhiy Pohorelzew, fue también determinante para sacar la singular colección de la zona de guerra”.
500 centros culturales atacados
“Todos sabíamos”, continuó Francesca Thyssen, “que poner a salvo estas obras no estaba exento de riesgos, pero se había convertido en una prioridad ante la constante falta de respeto a los pactos de la Convención de La Haya y el saqueo masivo en todos los territorios ocupados, así como la destrucción (total o parcial) de 500 monumentos e instituciones culturales. El objetivo de esta exposición, además de poner las obras a salvo, es celebrar el papel fundamental de Ucrania en la escena artística de las Vanguardias en Europa, especialmente en los primeros 30 años del siglo XX. Sin el Museo Nacional Thyssen- Bornemisza de Madrid y la intervención del ministro Miguel Iceta, lo que normalmente habría tardado años en planificarse se logró en sólo unos meses, algo imprescindible dadas las circunstancias.
El proyecto fue apoyado por Museos por Ucrania, una iniciativa que fundé al principio de la guerra con Konstantin Akinsha, Caroline Christoph-Bakargiev Björn Geldhof y Maria Isserlis, para impulsar una coalición mundial de directores de museos, conservadores y filántropos que desean apoyar y compartir una multitud de programas y exposiciones, que reconocen el valor y la importancia del patrimonio cultural ucraniano y la expresión contemporánea.
Cada día está más claro que la guerra de Putin contra Ucrania no sólo consiste en ocupar su territorio, sino también en controlar la narrativa de la nación. Necesitamos más que nunca que el arte y la cultura se posicionen y subsanen los errores históricos y políticos en los que se ha incurrido en la creación de los cánones e identidades culturales. Las narrativas dominantes en la historia del arte moderno han ignorado a menudo las contribuciones de la vanguardia ucraniana, asimilando a menudo a los artistas que trabajaban en el contexto específico de Ucrania con los rusos. La manifestación política actual de este borrado cultural es clara, ya que Rusia niega el derecho de Ucrania a la autodeterminación y pretende imposibilitar su adhesión a la Unión Europea.
No es casualidad que las ciudades atacadas el pasado martes sean las mismas que Stalin aplastó cuando reprimió el estatus liberal y autónomo de Ucrania en la década de 1930. Entonces, ciudades como Khargiv y Odessa fueron junto a Kyiv importantes centros de la creciente intelectualidad que impregnaba todas las artes. Mientras vemos cómo se repite la historia, esta exposición es un poderoso recordatorio de lo cerca que estamos de otra catástrofe, como la provocada en 1930/33, Holodomor, también llamada la Hambruna del Terror, que mató a más de cuatro millones de ucranianos”.
De Alexandra Exter a Sonia Delaunay
Afortunadamente, tras recorrer más de 3.600 kilómetros, esas obras de arte llegaron bien a Madrid y desde hoy y hasta el 30 de abril cuelgan en las paredes del Museo Thyssen. Obras tan interesantes como Tres figuras femeninas (1909-1910), de Alexandra Exter (uno de los pocos nombres femeninos que han destacado en la historia del arte de la primera mitad del siglo XX, toda una agitadora cultural en Kyiv –optamos por la ortografía ucraniana frente a la rusa, que dice Kiev– y en París); Tiovivo (1921), de Davyd Burliuk; Campesina ucraniana (1910-1911), de Volodymyr Burliuk (reclutado para luchar en la Primera Guerra Mundial, murió en combate en 1917, con solo 30 años; se conservan muy pocas de sus pinturas); Ciudad (1917), de Issakhar Ver Ryback; Adán y Eva (1912), de Wladimir Baranoff-Rossiné (perteneciente a la colección Carmen Thyssen); Mujeres bajo el manzano (1920), de Tymofii Boichuk; Lechera (1922-1923), de Mykhailo Boichuk; Patos (década de 1920), de Mykola Kasperovych; Vestidos simultáneos (1925), de Sonia Delaunay (la artista nacida en Ucrania con más proyección internacional, aportación ésta del Thyssen); Afilando las sierras (1927), de Oleksandr Bohomazov; En la galería de tiro (1932), de Semen Yoffe, y Descanso (1927), de Oleksandr Syrotenko.
“Nos rompe el corazón”
En esta selección, queda clara la impronta ucraniana de estas obras –aportando elementos de las tradiciones y folclor nacionales– que le da personalidad propia frente a las vanguardias rusas en las que fueron englobadas. Así lo resaltó el presidente Zelenski en el mensaje grabado que envió ayer subrayando el valor del lenguaje de la cultura, del arte: “Muestran la conexión de Ucrania con Europa”. El embajador ucraniano en España, Serhiy Pohorelzew, también lo destacó: “Rusia siempre ha tratado de robar nuestra identidad, lo que podríamos calificar de genocidio cultural”. Y Katia Denysova, una de las comisarias de la exposición, recalcó: “Nos rompe el corazón lo que está sucediendo. Tenemos tanto que ofrecer al mundo… Queremos que el público internacional sepa más de Ucrania”.
Y seguramente por eso, para que sepamos más de Ucrania, a la entrada de En el ojo del huracán hay un esclarecedor gráfico con acontecimientos históricos y culturales de Ucrania. Leemos:
Otoño de 1917: Revolución bolchevique en Rusia. Diciembre de 1917: Los bolcheviques establecen la República Popular Ucraniana de los Soviets como parte de la República Socialista Soviética Rusa. Enero de 1918: La República Popular Ucraniana proclama su plena independencia y declara la guerra a la invasora Rusia de los bolcheviques. 1918-1921: Guerra de la independencia de Ucrania. 1921: El Ejército Rojo Bolchevique conquista dos tercios de Ucrania; el tercio occidental pasa a formar parte de Polonia. 1922: La República Socialista Soviética de Ucrania, con capital en Járkiv, se convierte en miembro fundador de la Unión Soviética. 1932-1933: Millones de ucranianos mueren a causa de la hambruna creada artificialmente, conocida como el Holodomor, durante la campaña de colectivización de Stalin. Década de 1930: El ‘nacionalismo burgués ucraniano’ es declarado el principal problema de Ucrania. 1932: Se introduce el realismo socialista como único estilo artístico oficial de la Unión Soviética. 1937-38: culminación de las purgas estalinistas de la élite intelectual ucraniana; el pintor Mykhailo Boychuk es uno de los ejecutados.
Precisamente de Mykhailo Boychuk hay un estupendo lienzo en esta exposición: Lechera. Sirva esta ingenua y genuina figura de una campesina como homenaje a todos los que han muerto y todos los que sufren por la sinrazón ególatra e imperialista de Putin.
La exposición ‘En el ojo del huracán. Vanguardia en Ucrania, 1900-1930’ puede visitarse en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid hasta el 30 de abril. Los visitantes ucranianos tienen entrada gratuita.
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