Tres artistas con alma de vidrio
Algo debe de tener el vidrio para que muchos artistas se enamoren de él como materia prima para sus obras. Probablemente sea por su mezcla de transparencia y fragilidad; por ser un material casi infinito en su posibilidad de reciclado y por el reto que supone la dificultad de su manejo y la bellísima factura de su acabado. Os mostramos aquí a tres escultores que nos han sorprendido por la espectacularidad de sus obras. Nos llegan desde Nueva Zelanda, Alemania y Estados Unidos.
Solemos hablar aquí de la economía circular y de cómo darle nueva vida a los residuos a través de la recuperación y reciclaje. Los envases de vidrio pueden multiplicarse en vidas prácticamente infinitas. Pero de vez en cuando también nos gusta detenernos en aquellas personas que captan el alma de los materiales y apuestan por otro tipo de re-creación. La artística.
Ben Young es un artista autodidacta que reside en Monte Maunganui, Nueva Zelanda. Young lleva haciendo esculturas de vidrio desde hace más de 15 años y ha expuesto en galerías de todo el mundo. El artista vivió la mayor parte de su vida en la bellísima bahía de Plenty en North Island, Nueva Zelanda. Ese maravilloso paisaje fue el que le sirvió de primera inspiración para sus esculturas. Pero no solo es un escultor. Ben es, además, un surfero experimentado y constructor de barcos profesional. Así que podría decirse que el océano es su mayor influencia e inspiración.
El artista trabaja combinando el vidrio flotado con el cemento y cada uno de sus trabajos está dibujado, recortado, pulido y ensamblado a mano. Para terminar, incluye una serie de esculturas en bronce, que serán los protagonistas de las escenas y que han sido previamente modelados en cera. Young realiza una maqueta previa de cada una de sus esculturas y decenas de bocetos. “Hay que tener en cuenta que utilizo técnicas de dibujo en dos dimensiones para una pieza final que tendrá tres dimensiones, y esa es una de las cosas más difíciles de conseguir”, explica el escultor. “La iluminación juega también un papel muy importante en mis esculturas. Cuando se iluminan desde abajo, la luz refleja y proyecta la ilusión de que el mar está cobrando vida”.
La crítica ha dicho que el trabajo de este artista logra transmitir al espectador unos sentimientos de nostalgia, quietud y belleza con una fuerza magnífica. No hay más que ver sus obras para comprobar que así es.
La artista polaca Martha Konowska, residente en la ciudad alemana de Dusseldorf, sitúa el punto de partida de sus esculturas de vidrio en la pintura de los siglos XVI a XIX. Sus trabajos están realizados con cientos de astillas de vidrio de colores que reproducen figuras de animales, la mayoría de ellos perros, pero que aparecen en pinturas clásicas. Dos claros ejemplos de ello son los canes de El retrato de Enrique IV, de Lucas Cranach, o el de La Marquesa de Pontejos que dibujó Francisco de Goya.
El hecho de realizar sus esculturas con esquirlas de vidrio consigue que el resultado tenga al mismo tiempo una apariencia de realidad y fantasía. La sensación de movimiento es muy vívida, pero mezclada con cierto matiz amenazante conferido por las puntiagudas aristas de las que están recubiertas sus obras. Y, a la vez, una factura como de piedras preciosas inalcanzables.
Konowska asegura que le gusta ir a las exposiciones de los antiguos maestros. “En sus obras siempre encuentro algo nuevo por descubrir y pensé que los animales que están en segundo plano, que son siempre secundarios y en los que, a veces, muchas personas no reparan, serían interesantes. Así que me pareció una buena idea tomarlos prestados y reinterpretarlos como algo propio”.
La infancia de Emily Williams transcurrió en la década de los sesenta y, a menudo, a bordo de una furgoneta convertible con la que la muchacha recorrió algunas de las joyas naturales más emblemáticas de Estados Unidos como el bosque petrificado y Monument Valley. Sus abuelos también jugaron un importante papel en el amor por la ciencia y la naturaleza que siempre ha demostrado esta artista. Su abuela trabajó como docente durante 20 años en el Smithsonian y fue la llave con la que Emily entró desde muy joven en algunas de las mejores exposiciones de arte y ciencia que tuvieron lugar en Washington D. C.
Su llegada a la escultura de vidrio también ha sido curiosa. Desde principios de los años 80, la artista ha manejado variedad de materiales como el metal fundido, la soldadura o el vidrio fundido, pero a medida que sus ideas evolucionaron, descubrió que el vidrio es el material que le ofrece mejores posibilidades. Utilizar una pequeña antorcha de vidrio le permite mezclar su amor por el dibujo y la inmediatez en sus obras. Esa urgencia se ve como nunca en su serie de esculturas que exploran las formas complejas de la vida marina. Su trabajo está influenciado por las ilustraciones científicas del siglo XIX y los modelos científicos hechos de cristal.
Comentarios
Por Ernesto CASTREJON Ruiz, el 26 mayo 2021
Me encanta el arte en vidrio.