Assaf Iglesias, el ‘náufrago artista’
El asturiano Assaf Iglesias responde bien a lo que muchos entienden por un artista: tan persona como personaje. Cercano y distante, meticuloso en su trabajo y disperso en su relación con el mundo, siente pasión por los pulpos y los fondos marinos, las olas y los aviones de la Segunda Guerra Mundial. Merece la pena conocerle, apartar un poco su larga y espesa barba e intentar descubrir qué hay detrás de ese hombre con aspecto de náufrago recién llegado a una galería de arte, náufrago de mil pequeñas e inútiles batallas de la vida.
Otra cosa es que consigamos saber algo más de él. Quizá no importe el hombre, sino sólo cómo palpita su obra.
¿De dónde es usted, dónde vive?
Nací en Oviedo y vivo entre esa ciudad y un pueblo de la costa.
¿De dónde le gustaría ser y dónde le gustaría vivir?
No me planteo ese tipo de preguntas, y nacer ya es un logro. Puede que en una isla, con muchos embarcaderos de madera y agua templada.
Me han dicho que tiene amigos pulpos, ¿es verdad?
No creo que ellos me consideren como tal, pero me gusta creer que puede ser así.
¿Le parecen más inteligentes que muchas personas?
La ciencia y muchos estudios así lo demuestran.
¿Y que muchos artistas?
Conozco a pocos artistas, y casi todos me parecen inteligentes.
¿Por qué esa obsesión por los aviones de la II Guerra Mundial?
Para nada es una obsesión. Lo veo como una afición más, y no es la única.
Si le tocara la Primitiva, ¿se lo gastaría comprándose uno en una subasta?
Tendría que tocarme una cantidad mareante de dinero para poder hacer tal cosa. Sería estupendo.
¿Cuánto hay de persona y cuánto de personaje en Assaf?
No veo dos figuras, en absoluto.
¿Y cuánto de artista?
Ni lo pienso ni me preocupa. El que tiene que decir algo es el producto o la obra.
Si pudiera, ¿le gustaría vivir en el fondo del mar?
Si tuviera una capa de grasa de 10 centímetros, podría estar bien.
Si pudiera, ¿le gustaría vivir sin ver gente?
Me parece muy extremo. Lo tengo fácil para aislarme y no ver gente si no quiero. Siempre estuve asilvestrado, así que no hay problema.
Ama el surf. Cuando coge olas, ¿qué siente?
Una mezcla de sorpresa, excitación y paz. Con la aparición de las guarderías náuticas, lo último es cada vez más difícil en determinadas temporadas.
¿Cuál es su obra artística que más aprecia?
Las aprecio a todas por igual.
¿Y a la que más tiempo dedicó?
Un pulpo y una serpiente, en los que trabajé una media de 6 meses. Soy lento trabajando, y no tenía agenda que cumplir.
¿Alguna de la que reniegue?
Desde que quemé toda la que tenía acumulada, no. Soy exigente con el proceso y finalización de mi trabajo.
Su libro, editado por Cabeza de Chorlito, se titula ‘Aparato Maravilloso. El sol de la bandera’. ¿Me lo explica un poco?
Es una narración corta, mezcla de imágenes y textos cortos, en la que se entrelazan dos viajes, uno hecho y otro que estaba planeado y no pudo realizarse.
Y comienza así: ‘Entre cientos de miles te encontré’. ¿Me lo explica otro poco?
El conjunto es críptico, porque así se planteó desde el principio, aunque el sentimiento que desprende es muy claro.
¿Le cansan las explicaciones?
No, aunque no suelo darlas. No es algo necesario.
¿Le cansan los otoños?¿Los veranos?
No, me gustan todas las estaciones.
¿Cuál es ahora mismo el principal motor de su existencia?
Satán.
Uf, qué mal rollo. ¿No puede dar otra respuesta?
Es una respuesta que doy bastante a menudo… Utilizo Satán como coletilla…
No sé. Me da yuyu. ¿No puede dar otra respuesta?
¿Me lo dice en serio? No doy crédito. Parece un colono del siglo XVII.
Bueno, es su entrevista. Yo me lavo las manos.
Quédese tranquilo; no sacrifique una cabra para calmar la ira de Dios, busco otra respuesta.
Mejor.
… Ahora no hay motor, sólo planeo.
Seguimos: ¿Y cuál le gustaría que fuera el motor de su existencia?
El que más potencia tenga.
¿Por qué Assaf?
Fue decisión de mi hermana. Estaba cansada de Rafaeles y Manueles y le dio por ahí.
En su exposición en Mad is Mad, abundan las anémonas, ¿por qué?, ¿o no son anémonas?
Es obra de dimensiones pequeñas, de fácil transporte, asequible y puedo hacer una serie en un periodo de tiempo relativamente corto. Me permite descansar del trabajo en obras más grandes y complejas en su ejecución. Son anemoesponjas, y me permiten utilizar una gama cromática más amplia de lo habitual.
En las obras de esta exposición, ha trabajado con el mar, el sol y la sal, el óxido de hierro y el algodón muy desgastado, ¿qué placer encuentra en procesos tan largos y naturales?
Mi percepción del tiempo es diferente, mucho más lenta, y sí que encuentro placer en esos procesos largos, mucho. Me permiten tener mucho tiempo libre para pensar en cómo continuar con el trabajo y dedicarme a otros que estén relacionados.
¿Le gustaría perderse en un cardumen de pescado, en una montaña, en una nube, en una galería de arte, en un museo?
Suelo hacerlo con más frecuencia de lo que piensa.
Dígame la mayor idiotez que haya escuchado últimamente.
Algo que me dijo un señor muy educado y amable sobre tantos por ciento, porcentajes y no sé qué del respeto.
Y lo más sabio.
Bebe, que la vida es breve.
Un artista que admire.
Canaletto, Jason Rhoades, Dzama…
Y uno que deteste.
Son legión.
¿Tiene miedo de no triunfar como artista?
No. Me gustaría vivir dignamente de mi trabajo, que solo fuera conocida la obra y llevar una vida tranquila. Por ahora, no me quejo.
¿Y de no triunfar como ser humano?
Qué obsesión con lo de triunfar… Tampoco.
¿Y ahora qué?, ¿cómo piensa pasar este periodo electoral navideño, señor Assaf?
Ahora a seguir trabajando. Tengo que terminar algún encargo y mantener mi madriguera limpia y el pelaje sano; darme baños, tener paciencia y recordar que el verde siempre gana al azul.
Assaf Iglesias está exponiendo, junto a Frédérique Bangerter y Berta López, en la galería Mad is Mad (Pelayo, 48, Madrid), asociada a ‘El Asombrario’, hasta el 3 de noviembre.
Comentarios
Por Vincent, el 22 octubre 2015
Un artista unico que Vds se deben de encontrar y conocer tan su obra se parece a su mente !