Astrid Jones, la música negra de una afromadrileña
Su interpretación en la obra ‘Un trozo invisible de este mundo’, junto a Juan Diego Botto, acercó el drama de los CIEs al público a través de la historia de una mujer inmigrante encerrada a la que le roban derechos, libertades y hasta el nombre, para ser un número. Pero Astrid Jones tiene en las venas también la música, además del teatro. Junto a su banda, The Blue Flaps, pasea su primer disco, ‘Stand up’, por su ciudad, Madrid, bañado de soul, reggae, funk y jazz. Un ejemplo de las músicas que hacen hoy artistas afrodescendientes enriqueciendo el escenario cultural.
¿Del teatro a la música o al revés?
Bueno, llevo más de diez años cantando como corista en bandas y dedicándome más en serio al mundo artístico llevo cinco. Mi familia musical ha sido Gospel Factory; ahí me he desarrollado musicalmente, he crecido, he conocido a gente con un talento increíble. En ese coro hay artistas como Aurora García, Dani Reus… Ahí están concentradas personas que representan el movimiento musical que define ahora mismo Madrid. En los últimos años se está produciendo un movimiento musical de bandas, de gente que hace cosas diferentes, atreviéndose dentro de la música negra a hacer nuevas propuestas. Cuando las escuchas no piensas que esa música se esté haciendo en España. El proyecto del disco nace de una inquietud que he tenido siempre: tener una banda de soul. Y tengo una banda maravillosa, son amigos, personas con las que llevo trabajando años en otros proyectos.
Siempre tendemos a pensar que ese tipo de sonidos los importamos de otros sitios…
Es que aquí se están naciendo cosas muy interesantes, fruto de los años que llevamos sembrando, conociendo, aprendiendo de la gente que viene de otros países y se instala a vivir con nosotros. Se está produciendo un intercambio cultural y una apertura musical.
Hablabas antes de música negra. ¿Qué es la música negra en Madrid?
Música negra es jazz, soul, funk, reggae, todo lo que tiene raíz africana y afroamericana. Aquí siempre ha sido una música minoritaria, pero desde hace un tiempo está ganando más público y también ha aumentado la gente que se está dedicando a desarrollar esta música, surgen bandas con un éxito que no es habitual. No estábamos acostumbrados a ver eso. Algo se está moviendo musicalmente, algo se está despertando en las preferencias musicales de la gente. Sale ya de ser una música de minorías, hay una apertura a esos estilos. Lo que pasa a nivel underground repercute luego a nivel comercial. Todo esto va a ir teniendo repercusiones en el carácter musical de los próximos años. Y ya de hecho lo está teniendo en otros tipo de músicas. Nosotros en Gospel Factory trabajamos con artistas de otros estilos (Raphael, Melendi, Marta Sánchez), que a la hora de sacar sus trabajos buscan ese sonido, esa riqueza musical.
Lo que has hecho ahora es sacar ese sonido del coro, del acompañamiento, para ponerlo delante, en primera fila.
Es que así se visibiliza. Es muy positivo que se vea, que tenga repercusión.
¿Cómo va a repercutir todo eso, lo que sucede musicalmente, en nuestra convivencia, en la manera de relacionarnos en este Madrid multicultural?
Eso es muy importante. La música lo que hace es unir. Es una forma de encontrarnos entre personas muy diferentes. Antes el público era muy particular, ahora en estos estilos hay gente más diversa, heterogénea. Eso quiere decir que no hay tantas diferencias entre nosotros. Da igual de dónde seas, si te llega, si conectas, eso es lo importante. Y la música ayuda también a visibilizar la diversidad cultural que hay en España, en concreto en Madrid. Ayuda a entender lo que está pasando, el tipo de sociedad real que hay. Diversa, de colores. Puede ser un puente para generar curiosidad, para invitarte a descubrir otras culturas a través de la música.
Eres madrileña, ¿pero cómo te has empapado de esas raíces africanas?
Nací en Madrid, pero mis padres son de Guinea Ecuatorial. Creo que soy afrohispana, afrodescendiente…
Afromadrileña…
(Risas). Sí, afromadrileña o algo así. Uso las etiquetas sólo como referencia, no como definición, porque al final a todos nos ocurren muchas cosas, estamos afectados por muchas influencias. Desde pequeña siempre me ha gustado la música, el soul, el funk, he escuchado mucho. Y he acabado cantando (risas). Mi intención es compartir, lanzar mensajes, trasladar algo a la gente.
En este disco parece que está todo eso.
Sí, están todos esos estilos, desde la elegancia, con letras reflexivas sobre lo que somos, el mundo en el que vivimos, la vida, el amor, el deseo. Y es una mezcla tremenda también por el origen diverso de los músicos que me acompañan. Hemos creado un ambiente de relax, reflexivo, de adentrarse en las historias. Cantamos en inglés además con la idea de salir también fuera de España. Me pasa que no sé escribir esta música en español, y conozco a gente que lo hace maravillosamente bien. Pero a mí me sale en inglés.
Uno de los temas, ‘Upset’, ¿sería para esos días en los que es mejor no levantarse?
(Risas). Es para esos días en los que te levantas y no le encuentras sentido a nada. Es para esos momentos en los que necesitas algo para afrontar no sólo lo tuyo sino todo lo que sucede a tu alrededor, lo que les pasa a los demás. ¿Por qué generamos esas tensiones? ¿Por qué no podemos aceptar las diferencias del otro? ¿Por qué no podemos vivir en paz? Upset no es un grito desde el enfado, sino desde la reflexión.
Dices que “la música es el lenguaje de lo profundo”. ¿Cómo son las profundidades de las que te nutres?
Sobre todo canto a ser uno mismo porque también es una forma de encontrarme, de saber qué quiero hacer. La profesión de artista es muy compleja, te pone en una tesitura vital en la que tienes que saber realmente por qué estás haciendo lo que estás haciendo. Me interesa contar que merece la pena hacer esa búsqueda porque, cuando encuentras la fuerza y las respuestas que reafirman lo que quieres hacer, puedes avanzar más hacia ello. A partir de ahí puedes expresarte al mundo y ayudar a otras personas. Se trata de darle valor real a las cosas que nos mueven en la vida. Estamos luchando por tener un entorno mejor, fomentar una convivencia en armonía, justa, agradable, la vida es para vivirla bien. Creo que eso es lo que pretendo, a partir del encuentro con una misma, ver quiénes somos.
¿Y ese encuentro interior con lo que somos se ve distorsionado por la mirada de los demás?
Por ejemplo, se ha confirmado que en la cabalgata de Reyes del año que viene, habrá un rey Baltasar negro, de verdad. Pintar a un señor no es un tema menor. Tiene que ver con la construcción que hacemos de otro. El problema está cuando son otras personas las que definen quién eres, porque corres el riesgo de estar sometida a los intereses de otra persona. Parece inofensivo o gracioso lo de pintar a un blanco de negro y asumir que no pasa nada. Es un síntoma de cómo construimos a otras personas. Si defines a una persona negra minimizando sus cualidades, sus rasgos, sin dejar que sea, sustituyéndola desde una perspectiva de superioridad, es grave, porque no es un igual, hasta ahora una persona negra no podía estar ahí. Por eso es importante decir la verdad de lo que uno es. No a través de la definición de otros. Eso es lo que fomenta el racismo, cuando crees que el otro no es como tú.
Hay una dedicatoria especial en el disco, a Samba Martine, mujer encerrada en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche, cuya muerte inspiró uno de los monólogos que interpretas en ‘Un trozo invisible de este mundo’, junto a Juan Diego Botto.
Llegué casi por casualidad a esto de la interpretación. Cuando hice la prueba me atrapó cómo empezaba el monólogo: “Yo nunca recibí al nacer el papel que me daba la propiedad de un trozo invisible de este mundo”. Una madre contándole a su hijo cómo llegó a Europa, narrando los sentimientos al desprenderse de él, la aventura que empezaba en otro lugar. Cuando lo leí pensé que me gustaría decir eso, si me daban la oportunidad me gustaría hacerlo. Y luego cuando veía los carteles de la obra con la imagen de Juan Diego y mía no me lo podía creer. Me tuve que mentalizar muy en serio.
¿Cómo es ser un número en un CIE?
Afortunadamente no he tenido que vivirlo, pero a través de Juan conocí a un amigo que nos hablaba de los CIEs, de cómo funcionan. Es una situación de abandono, como si esas personas no tuvieran nada. Cuando te refieres a una persona con un número, ya estableces la desigualdad. Les dejan sin derechos, están encerrados ahí peor que en una cárcel. No les consideran personas. Por lo tanto, es más fácil eso que pensar que pueden tener seres queridos o necesitar atención médica. Se crea una paranoia pensando que esa personas te pueden perjudicar. Son construcciones distorsionadas, heredadas de hace tiempo, vienen de atrás, de la carga histórica, de cómo nos hemos relacionado con otras culturas, de cómo se ha relacionado Occidente con África. Son construcciones discriminatorias que vienen de la época colonial o incluso antes.
Trasladar eso a una obra de teatro, ¿hace que la gente pueda entenderlo mejor?
Sí, porque el público está viendo a la persona, no a una inmigrante o una extranjera. Contarlo en primera persona establece lo que hay en común con quien escucha. Sus preocupaciones, sus miedos, sus alegrías. Se están viendo a ellos mismos. Creo que el teatro es una herramienta de comunicación y conexión súper potente. Encima del escenario notas el silencio, cómo la gente se mete en la historia. Es muy poderoso. El disco está dedicado a Samba Martine en particular, pero en general a todas las personas que luchan. Todos estamos aquí luchando cada día por las mismas cosas. Todos queremos ser amados, amar, ser felices, cumplir nuestros sueños. Ahí somos iguales todos, siendo diferentes. La diferencia es muy buena porque lo que tú no tienes lo ves en el otro y aprendes a desarrollarlo en ti mismo. Lo importante es mirar al otro a los ojos y decir: “Te conozco. Tenemos cosas en común. Da igual de dónde eres”.
Concierto de Astrid Jones & The Blue Flaps el jueves, 29 de octubre, en la Sala Arena-Marco Aldany (Calle Princesa, 1), Madrid.
Comentarios
Por Alex Mene, el 29 octubre 2015
Una gran artista. Un placer escuchar esas canciones.