Astrid Vargas, de salvar el lince a la agricultura regenerativa y las mariposas

La bióloga Astrid Vargas.

«Cuando nos juntamos, más allá de nuestras diferencias de cualquier tipo, cuando nos unimos con un objetivo común, podemos conseguir lo impensable». Así reflexiona Astrid Vargas, bióloga de referencia en conservación, al recordar el rescate del lince ibérico del «torbellino de extinción» (quedaba un escaso centenar de ejemplares). Antes ya había salvado el turón de patas negras en Norteamérica y el sifaka (una especie de lémur) de corona dorada en Madagascar. Para ella, estos casos representan ejemplos esperanzadores, una prueba de que, con voluntad política, social y personal, es posible revertir lo que parecía irreversible. Por eso ahora Vargas se ha comprometido junto con la organización Commonland en otro proyecto de enorme importancia: la restauración socio-ambiental del Altiplano Estepario, una biorregión situada entre Almería, Murcia y Granada que sufre riesgo de desertificación.

“Son personas muy resistentes y agradecidas cuando las cosas salen bien, porque lo tienen duro allí. La primera vez que lo visité, lo que más me sorprendió es la calidad humana de la gente, el sentirte tan bienvenido y querido. Y a la vez sospechando, diciendo ‘a ver qué vienen estos a contarnos, que ya nos han contado tantos rollos que no queremos que nos cuenten más’, pero estaban dispuestos a escuchar”, comenta Vargas.

El territorio que habitan, el Altiplano Estepario, está rodeado por las cordilleras de Sierra María-Los Vélez, Sierra de Baza, la Sierra de Castril y las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Sus campos de olivar, almendro y de cereal recorren el paisaje.

Debido a su riesgo “extremo” de desertificación, en el año 2014 se comenzó a aplicar en la zona el modelo de los cuatro retornos inspirado por el fundador de Commonland, Willem Ferwerda. Este modo de trabajo para restaurar áreas degradadas se basa en el retorno de la inspiración, del capital social, natural y financiero. El de la inspiración consiste en “dar esperanza a la gente de que con nuestras manos podemos cambiar las cosas”, el social es “capacitarles para que aprendan técnicas regenerativas y crear empleo”, el natural es “la restauración del suelo, la cosecha de agua y el retorno de la biodiversidad” y, finalmente, el financiero trata de “crear negocios que sean amables con la naturaleza”, detalla la bióloga. Con esta misión, parte de los agricultores se agruparon en la asociación AlVelAl, donde comparten conocimientos y maquinaria entre los casi 600 socios actuales.

Agricultura regenerativa para recuperar la biodiversidad

La experta asevera que uno de los primeros pasos para transicionar de la agricultura convencional o de la ecológica a la regenerativa es roturar únicamente dos veces al año, simplemente rastrillando. “Así, entre las calles de los almendros se pueden plantar para las ovejas una mezcla de gramíneas y leguminosas, normalmente. Entonces, cuando llueve, esta capa se fija al suelo. No se va toda la capa fértil con la escorrentía”.

“Si hay un desafío gordo es poner cubierta al suelo. Porque ahí, el agricultor tradicional dice: ‘eso es una guarrada, el suelo hay que tenerlo limpio y hay que roturar 6 veces al año; si no, se te mueren los almendros, porque la hierba compite por el agua y aquí hay poca agua’. Entonces, la idea es: bueno, depende de cómo lo hagas. A lo mejor no tienes que poner la hierba justo pegada al almendro, pero en las calles puedes estar protegiendo los suelos. En el momento en que estás roturando el suelo, lo que estás haciendo es que todos los microorganismos que viven los estás cociendo al sol y matando la vida del suelo. Pero, claro, es una cosa culturalmente tan arraigada lo del suelo limpio, que es lo que más está costando”, nos explica Vargas.

Sin embargo, a pesar de las dificultades e inercias, ellos siguen logrando que cada vez se sumen más agricultores y agricultoras en la adopción de estas técnicas. Para inspirarles y mostrar ejemplos de éxito, han creado el documental ‘Cabeza, corazón y manos’, en el que aparece el testimonio de Paco, un “agricultor mayor que se convirtió a la agricultura regenerativa estando de uñas al principio”. De la misma forma, AlVelAl promueve los “agrocafés” para unir a agricultores para conversar de sus problemas y poder asesorarles.

Vargas y su equipo trabajen en la restauración socioambiental del Altiplano Estepario, una biorregión situada entre Almería, Murcia y Granada que sufre riesgo de desertificación.

Trabajos de restauración socio-ambiental del Altiplano Estepario, una biorregión situada entre Almería, Murcia y Granada que sufre riesgo de desertificación.

El reto del retorno financiero

Cuando “la Unión Europea está promoviendo el monocultivo, matando la biodiversidad, y se suman unas ayudas de la Política Agraria Común (PAC) patéticas que impiden el desarrollo de los pequeños agricultores y encima les quitan la subvención si diversifican”, resulta todo un reto mirar a la cara a los posibles inversores. “Normalmente vienen del norte de Europa, que tienen más interés en invertir. En España es muy difícil, la gente no cuenta con tanta cultura filantrópica de inversión. No por ganar el máximo de dinero, sino por una inversión ética que ayude a la gente”, afirma Vargas.

También hay una parte importante de poner en valor el producto, diferenciando el ecológico, que mejora nuestra salud, con el plus del producto regenerativo que, además, mejora la salud del ecosistema en el que se cultiva. Porque las demás opciones parecen ser: consumir microplásticos y agua en exceso a causa de producciones de “brócolis y lechugas que en tres años te destrozan el acuífero, quitándoles el futuro a los niños”, o campos de “fresas criadas bajo plástico” que transmiten “microplásticos al suelo cuando queman esos plásticos”, señala la especialista.

Qué es la educación regenerativa

Una pata clave del retorno de la inspiración es la educación regenerativa, incluyendo a todos, “como a los discapacitados o a los jubilados”. Vargas explica que la enseñanza regenerativa tiene tres patas: la regeneración del alma, del interior de uno mismo; la regeneración social, haciendo actividades que empoderen a la comunidad y le den esperanza; y la regeneración del paisaje, del ecosistema.  “Este proyecto ha avanzado gracias a la gente local, ellos lo merecen todo. Es un movimiento social que necesita del cambio de las políticas, por eso estamos intentando hacer mucho ruido”, destaca Vargas.

Una de las vías para provocar el cambio es la creación por parte de AlVelAl de un Manifiesto por un Territorio Regenerativo que pueden firmar empresas e individuos para presentarlo ante los ayuntamientos de las comarcas de la zona.

Por otro lado, múltiples entidades se han unido para crear la Alianza por una Educación Regenerativa que pretende influir en los currículos escolares de España para que sean más regenerativos y también crear el proyecto de arte paisajístico más grande del mundo. Por eso, próximamente van a lanzar un crowdfunding para financiar el segundo proyecto, que consiste en la plantación de especies aromáticas para crear esculturas en forma de mariposa. 

Ilustración: @onabutterflyswingbook

El fatal declive de las mariposas. Ilustración: @onabutterflyswingbook

La crisis de la pérdida de polinizadores

Para Vargas, las mariposas son una fuente de inspiración de las que siente que podemos aprender a transformarnos y a unirnos, también ante la extinción de sus diversas especies. Todo ello estimuló la creación de su libro La magia de la transformación, que ya ha conseguido recaudar 10.000€ para la educación regenerativa y para la recuperación de las mariposas.

Las mariposas, y especialmente las polillas, cumplen un papel crucial: “Las polillas son mejores incluso que las abejas, y polinizan de noche”. Vargas lamenta que muchas veces se desprecie a estos insectos por su aspecto, pese a ser claves en la polinización de alimentos y flores silvestres. “El 80-85% de los alimentos que comemos los polinizan polinizadores. Si desapareciesen los insectos, entraríamos en un caos que nos llevaría a nuestra propia extinción”, destaca.

“Globalmente, es el 70% de las mariposas lo que ha desaparecido en 50 años”, denuncia. Frente a estos datos, Vargas llama a la acción desde lo individual y lo colectivo: “Hay esperanza y lo estamos demostrando, se genera creando una visión común y trabajando todos, remando en el mismo sentido”.

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