Begoña Olavide y Javier Bergia: Trovadores en un mundo de prisas
Ella, fundadora de grupos como Cálamus (música andalusí) y Mudéjar, lleva muchos años dedicada a la música antigua y es responsable de recuperar en nuestro país el sonido del salterio. Él lleva décadas dedicado a la canción de autor paseándose también por las músicas del mundo en sus discos y creando bandas sonoras para películas, documentales, cortos. Unidos, Begoña Olavide y Javier Bergia, han confluido en un trabajo discográfico en el que ponen música a poemas de Luis Cernuda, Emilia Pardo Bazán, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez o Calderón de la Barca. Se llama ‘De un tiempo a esta parte’.
Se podría decir que este disco es canela fina…
Begoña: Primero era canela en rama y ahora ya es canela fina.
Javier. Creo que efectivamente puede que este disco haya sido un interesante punto de encuentro técnico y musical entre Begoña y yo. Begoña viene de un extremo muy interesante que es la música antigua, la música andalusí, y yo vengo del otro lado, que es la canción de autor, música experimental y otras corrientes. Nos hemos encontrado en un punto que es canela fina, y ese punto es este cantando a los poetas de un tiempo a esta parte. Hemos juntado instrumentos del jazz, músicas modernas y Begoña incorpora un instrumento musical medieval que había desaparecido por completo y que ella se ha tenido que reinventar. Un cóctel hermoso, porque musicalmente funciona, hay una conjunción. Hemos musicado a poetas desde la Edad Media hasta nuestro tiempo con las voces de los dos, con dos técnicas vocales que se encuentran.
Difícil clasificar este trabajo.
Begoña: Es que ¿en qué género musical metes este disco? Ya nos hemos encontrado con esa dificultad porque en las tiendas tienen que clasificar y ponerlo en ¿clásica, canción de autor, folk o dónde? Creo que es un disco con muchos géneros musicales. Por un lado son poemas escritos por grandes de nuestra literatura, por otro lado música medieval, étnica, fusión, de autor. Igual que la música clásica pretende abarcar desde la Cantigas de Alfonso X o de Martín Códax, del trovador del siglo XIII hasta Beethoven o Stravinski, y son cosas completamente dispares que no tienen que ver una con otra.
¿Hay un factor sorpresa para quien se acerca por primera vez a un concierto vuestro?
Begoña: Sí, y es un público muy variado. Estamos muy contentos porque hay un cambio en la respuesta de la gente entre el antes y el después. Salen de otra forma. Han escuchado a Calderón de una manera nueva que les ha tocado algo.
¿Qué ha pasado ‘de un tiempo a esta parte’ para que se vuelvan a cruzar vuestras trayectorias vitales y profesionales?
Javier: Nos conocemos desde inicios de los años 80, en el marco de un Madrid muy creativo, años muy bonitos en los que una generación de músicos nos encontramos. Teníamos ganas de hacer cosas, mezclar conocimientos, hacer algo nuevo. Era un Madrid muy abierto, muy interesante. Begoña tocaba la flauta barroca, quería conocer también lo que hacían los músicos modernos y salir del conservatorio. Se metió de forma prodigiosa en ese berenjenal en el que hacíamos folk, música india, jazz. Luego hemos colaborado, nos perdimos la pista y hace tres años nos volvimos a encontrar en Tánger. Fue Begoña la que empezó a organizar la idea de hacer un disco poniendo música a poemas. Para mi desgracia se acordó de mí poniendo música al poema La vida y la muerte, de Calderón (Risas). Se podía haber acordado de mí con otro poema, pero no, fue con ese y me llamó para hablarme del proyecto.
¿Cómo fue la selección de poemas? Hay que decir que hay mujeres, no siempre se tiene en cuenta la mirada de las poetas cuando se hacen antologías.
Begoña: Buscamos mucho qué poemas escoger, y efectivamente buscando poemas escritos también por mujeres. El de Pardo Bazán nos apetecía porque es una mujer atípica como poeta, es más narradora. Y lo mismo con Martín Gaite. Son poemas muy bonitos. Hemos leído mucho, es una labor larga, la selección se ha hecho poco a poco. La idea era hacer un recorrido desde un poema antiguo como el de Gonzalo de Berceo, pasando por Quevedo, Calderón… No hemos metido a Lorca, igual en el siguiente lo haremos, pero sí a Miguel Hernández. Cuando cantamos esa poesía (Por tu puerta) en Orihuela fue muy emocionante, había muchos especialistas en Miguel Hernández, poetas, literatos. Fue muy bonito. Y, bueno, tenemos muchos poetas en el cajón esperando porque realmente hay mucho.
Es muy valiente hacer hoy este tipo de disco…
Javier: Es que cuando te planteas grabar un disco nunca hay que hacerse pre-planteamientos comerciales. Todo lo que he grabado ha estado al margen de la industria discográfica. Al no tener ese respaldo, los medios no están muy al tanto de lo que hacemos, todo es una cadena. Pero, bueno, ya cuentas con eso. Es lamentable que no haya circuitos para todos. Se imponen productos y circuitos. Hay una cultura oficial. Y aceptar que hay una música oficial, unos artistas oficiales y unos canales oficiales es lamentable. Entre ocho se reparten la tarta.
Begoña: Lo difícil es que te pongan uno de nuestros temas en la radio todos los días como pasa con otros artistas. A la gente le entra la música cuando la va escuchando. Hay músicas muy difíciles de escuchar. Hay que luchar contra modas y marketing.
Javier: Nos queda la satisfacción de ver a escépticos que nos habían invitado a tocar con ciertas reticencias y que acaban encantados tras escucharnos. Por encima de los programadores, por encima de todo, hay una relación entre el artista y el público y eso es lo que debería funcionar.
Uno de los protagonistas del disco es tu salterio, Begoña. ¿Nos presentas tu instrumento?
Begoña: Es un salterio medieval, un instrumento de cuerda, el mío tiene más de 60 cuerdas. Es una reproducción de un salterio del siglo XIII. Se tocaba mucho y luego cayó en desuso. Éste en concreto lo ha hecho mi marido, el lutier Carlos Paniagua. Lleva toda su vida investigando y trabajando sobre los instrumentos medievales de cuerda. He tenido varios antes de éste. Lo que me pasó es que tenía que inventarme cómo tocarlo porque no había gente que me pudiera enseñar, no tenía referentes aquí. Observando instrumentos cercanos como el kanun árabe, el santur persa, que son de la misma familia, he ido inventando una técnica propia para sacarle el máximo partido.
¿Cómo llegas a fascinarte por la música antigua?
Begoña: Mi marido y su hermano Gregorio tenían que inventarse los instrumentos de música antigua porque no había, los tenían que hacer. Fueron muy pioneros. Los conocí en Madrid, era muy jovencita. A mi marido le hacían encargos de salterio desde otras zonas de Europa y yo empecé a probarlo. Y acabé dejando la flauta, que era mi medio de vida, mi carrera, y me quedé con el salterio.
Aunque tu compañera de viaje es la guitarra, Javier, tú también acabaste llegando a esas músicas de épocas pasadas.
Javier:Tuve la fortuna de tocar unos años con Gregorio Paniagua y fue una experiencia muy interesante. El mundo de la música antigua es maravilloso. Fue una experiencia breve pero intensa, siempre en mis discos hay connotaciones de experiencias de ese momento. Guiños melódicos de todo tipo. Y luego la suerte de tener amigos melómanos con los que escuchar discos y aprender mucho. Escuchar música un sábado en casa de un amigo y desmenuzar el disco era una maravilla. Creo que ese ambiente musical ya no existe, ahora la música es otra cosa, es una presión insoportable ahora mismo. Estamos escuchando música permanentemente en los anuncios, la televisión, las zapaterías, la calle, los móviles. Ahora echamos de menos el silencio.
Begoña: Hay miedo al silencio. Antes era un acontecimiento ir a un concierto, escuchar a alguien tocar un instrumento. Ahora a la gente le cuesta mucho trabajo pagar 10 euros por escuchar música en directo. Es esa sensación extendida de considerar que los artistas se ve que vivimos del aire, no pertenecemos a este mundo, nos tocan las narices no sólo con el IVA, con tantas cosas tan lamentables, se le da tan poca importancia a la cultura y a la educación que así estamos. Es el miedo a que la gente piense por sí misma, les conviene más tener rebaños para que todos pasemos por el mismo aro. No hay imaginación, es de una pobreza increíble.
¿Empezando por quienes hacen las políticas de educación y cultura?
Javier: Es una temeridad tener a los ministros que tenemos al frente de la educación y la cultura, eso demuestra lo poco que importa. Habría que ser más delicados, se ha subestimado. También me sorprende que el propio colectivo de las personas que trabajamos en la cultura, sobre todo los que están arriba y tienen mucha voz y pueden presionar, estén más a la cosa de ganar dinero. Me sorprende que artistas consagradísimos que ya han hecho fortunas no sean capaces de plantarse y echarle un pulso al Gobierno. O que tengan actitudes contrarias a lo que predican. Siempre he estado esperando eso, que hagan lo que hace el pueblo cuando sale a la calle a manifestarse o hace un 15M. La última gala de los Goya, por ejemplo, en la que vi un ministro desparramado en su sillón y nadie es capaz de decirle algo.
Begoña: Son la élite de los artistas, no les falta el dinero para pagar una hipoteca, tienen un caché alto, encima no perderían tanto como la gente normal que arriesga. Les perjudica a su estatus, eso sí, pero hay muchos cineastas, actores, músicos, pintores, malabaristas, que se dejan la piel para mantener vivo el arte, que es algo fundamental para vivir y respirar. Y luego hay cachés insultantes. Durante mucho tiempo, instituciones públicas han destinado mucho dinero a personajes de éstos que se llevan la tajada a costa de todos los demás. Y el resto de músicos se quedan a dos velas.
Javier: En el fondo es que muchos artistas consagrados le deben mucho a ese ministro y a otros ministros. Se mojan un poquito, pero en cursiva cuerpo 11.
Begoña: Un ministerio de Cultura tiene que estar al servicio de la cultura. Al frente tiene que haber gente que sea buena en la gestión, pero que tenga una formación cultural excepcional. Se les debe exigir eso. Pues aquí no sólo no es eso, es que encima les importa un pito la cultura. Si no apuestas por la educación, ¿cómo vas a intentar que en el mundo no haya guerras, por ejemplo?
Javier: Un país que invierte en educación recoge una generación que no es esclava. Es la base para hacer seres humanos libres.
Y, ‘de este tiempo hacia adelante…’, ¿qué recorridos os esperan?
Begoña: Tocar, hacer conciertos dentro y fuera de España. Creo que esto puede funcionar. He estado mucho tiempo con la música antigua, del Renacimiento, andalusí, cantando en español o en árabe, y he podido comprobar que ha funcionado siempre en Europa, en Estados Unidos, así que es la idea, mostrar tu trabajo. Estamos entusiasmados con este proyecto y apetece compartirlo con el público porque ahí salen circuitos distintos que no tienes cuando ensayas o tocas en casa.
Javier: Estamos disfrutando mucho del directo y el público también. La reacción está siendo muy buena siendo, como es, un concierto que sorprende por el sonido, la tímbrica, las voces empastadas. Ver la satisfacción de la gente es muy bonito. Nos gusta tocar y seguimos metidos en estudio grabando y dando a luz nuevos proyectos interesantes.
Próximos conciertos: Begoña Olavide y Javier Bergia actúan el 1 de agosto en Cerceda (Madrid) y el 8 de agosto en Ejea de los Caballeros (Zaragoza).
Comentarios
Por Javier Bergia, el 29 julio 2015
Gracias Querida Silvia, la entrevista no tiene desperdicio, rigor, orden y concierto periodístico. Proteína pura. Congratulations.
Por Santi, el 29 julio 2015
Me alegra haberte encontrado a través de diario.es/elasombrario. Te deseo mucha suerte con el nuevo proyecto con Begoña.
Un abrazo
Por Santi, el 29 julio 2015
Muy interesante entrevista,Silvia. Gracias por apoyar a los músicos artesanales, que no se dejan encasillar.
Por Silvia Melero, el 30 julio 2015
Muchas gracias a vosotros. Gracias por la música.