Benicio del Toro clava al narco Escobar y recibe su premio Donostia
La 62 edición del Festival de Cine de San Sebastián encara su recta final y lo hace entregando su segundo premio Donostia de este año al actor Benicio del Toro, que llegó a la ciudad con ‘Escobar: Paraíso perdido’, en la que borda su papel del narco Pablo Escobar, probablemente uno de los mayores criminales del siglo XX.
Festival de Cine de San Sebastián día 7. Esto fue lo que vimos:
Escobar: Paraíso perdido. Andrea Di Stefano. Francia-España-Bélgica. Sección Perlas.
Con nada más que tres apariciones iniciales clava Benicio del Toro, flamante premio Donostia de este año -junto a Denzel Washington-, el personaje de Pablo Escobar, conocido narcotraficante y uno de los criminales con mayores méritos del pasado siglo XX, que ya es decir. Él decía que exportaba el producto nacional colombiano fuera del país, y lo hacía bien, extorsionando y asesinando cuando era necesario. “He visto el alma de muchos hombres pudrirse con la cocaína”, viene a decir en algún momento.
La historia de este filme de Andrea Di Stefano, el primero del italiano, se cuenta desde la perspectiva del yanqui Nick, novio de una bella sobrina del narco. Sus ojos son, así, los ojos del espectador occidental, y en el transcurso del filme comprende que paraíso e infierno son dos ideas que viajan irremediablemente de la mano. No es un filme de autor, su intención es comercial, se pasa sin incomodidades. Pero aunque todas la interpretaciones son muy solventes, se echa en falta más veracidad, sentirte de verdad navegando dentro de ese mundo de excesos también en lo putrefacto. Y más originalidad en el guión.
El filme yerra especialmente cuando se centra en mostrarnos la evolución del joven canadiense, pues su interés como personaje al lado de Escobar es minúsculo. Pareciera como si Di Stefano quisiera tomarse distancia con aquel colombiano que quiso construir un telescopio gigantesco para comprobar si Dios se estaba portando bien. “Por si las moscas, no sea que me pase a mí también la factura”, pensaría el director italiano, “mejor no estar en mi película más cerca de Escobar que lo estrictamente necesario”. (L.R.A)
20.000 days on earth. Iain Forsyth y Jane Pollard. Reino Unido. Sección Perlas.
Los directores de este documental tienen, sin duda, un compromiso con la música. La primera bala de su carrera fue A Rock’n’Roll Suicide, una gigantesca performance que consistió en recrear y filmar con microscópica fidelidad el último concierto ofrecido por David Bowie como Ziggy Stardust. Justo cuando se cumplían los 25 años del evento original, Forsyth y Pollar -tras un trabajo de preproducción de más de 18 meses- montaron dos conciertos en el Instituto de Arte Contemporáneo de Londres en 1998 (que colgaron el cartel de no hay localidades) con dobles y recreaciones del vestuario original.
Al igual que en su primer trabajo, en este último también mezclan ficción y realidad, como si fuera una característica definitoria de su lenguaje cinematográfico, y también centran su mirada en un icono de la música: Nick Cave. Lo que propone 20.000 días en la Tierra es asistir a 24 horas en la vida del polifacético músico australiano. El propio Cave ha dicho de esta película: «Este día es a la vez más real y menos real, más verdad y menos verdad, más interesante y menos interesante que cualquier otro de mis días. Todo depende de cómo el espectador se enfrente a él». Y finalmente a lo que asistimos es a una novedosa y atractiva forma de encarar el documental musical. Mezclando una serie de situaciones que son casi neorrealismo mágico con declaraciones reales de Nick Cave sobre su vida, su infancia y su proceso creativo, los directores consiguen una personalísima y original aproximación al género del documental musical. Un trabajo que les valió el premio a la mejor dirección de documental en el Festival de Sundance.
Por la pantalla pasean personajes reales que han marcado la vida del músico como la cantante Kylie Minogue, con la que Nick Cave cantó a dúo Where The Wild Roses Grow, o Warren Ellis su estrechísimo colaborador musical tanto con The bad seeds como con Grinderman. Pero lo más fascinante de toda la película es cómo el propio Cave muestra su arrolladora creatividad y narra acontecimientos cruciales de su vida: su habitación en Berlín, sus recuerdos de la infancia, su proceso creativo, el recuerdo de su padre…
20.000 días en la Tierra es un documental para atesorar como se guarda un buen libro. El torrente creativo de su protagonista es tal que todas y cada una de las frases e ideas que desgrana en la película sirven para una reflexión sosegada y poseen esa vocación transformadora de las grandes obras de arte. Es una película para volver y volver a ella. Para escarbar en el inagotable maremoto de puertas que abre Nick Cave durante los 95 minutos de metraje. En lo musical, vibrantes y emocionantes interpretaciones tanto en estudio como en directo. Las canciones: Animal X, Give us a kiss, Higgs Boson Blues, Push the sky away, Stagger lee y Jubilee Street. No os la perdáis. (M. C.)
Vie Sauvage. Cèdric Khan. Francia. Sección Oficial
En un festival lo de menos es la calidad de las películas mientras los programadores respeten al público y las proyecciones se realicen con condiciones técnicas lo más cercanas posibles a óptimas. Lo de más son las ventanas que se abren en cada proyección. Ajenas a la cotidianeidad del espectador en la mayoría de los casos, impredecibles en la mejor de las predisposiciones posibles, que es enfrentarte a la que venga sin juicios previos. Cada ventana es la proyección de un trabajo ingente, desconocido en su dureza y complejidad para la mayoría. Detrás de cada encuadre, de cada movimiento de los actores, de la lluvia aparentemente real que cae y moja a aquel transeúnte que pasea con un perro. Hacer cine es mil veces mejor que verlo.
Filme que bien podría alzarse con la Concha de Oro, la última proyección de la Sección Oficial este año intensifica su conflicto cuando los dos niños que han sido llevados por el padre a vivir una vida de outsiders crecen y empiezan a ver el mundo alrededor, conocen el concepto “chicas” y deben elegir por primera vez por ellos mismos si seguir con esa vida al margen. Al tiempo, la madre lleva años buscándolos en vano. Técnicamente están secuestrados. La película de Cédric Kahn, basada en hechos reales, crece sin agujeros y con un dilema interesantísimo de muy compleja resolución. No hay nada que me distraiga del desarrollo del interesante filme, aunque nada tampoco que me enganche irremisiblemente a él. El final se me antoja demasiado brusco, aunque me hago cargo de lo difícil que es deshacer la madeja de este gigantesco conflicto familiar dejando satisfechos a todos por igual. (L.R.A)
Murieron por encima de sus posibilidades. Isaki Lacuesta. España. Sección Oficial.
Puestos a descuartizar políticos, pongámonos a descuartizarlo también a él, que no mata ni a políticos ni a banqueros en su filme, como sus defensores afirman desde algunas críticas en la prensa. Ni siquiera mata a actores. Isaki Lacuesta es un 51% de cineasta de interés, por lo creativo, por buscar nuevas vías, por no quedarse con lo establecido. El restante 49% se lo reparten los conceptos desigual y sobrevalorado. Su mayor premio ha sido la Concha de Oro en este festival hace dos años, un premio aquel de explicación solo política (¿alguno sabe de qué película hablo?). Así es esta película. Murieron por encima de sus posibilidades es una astracanada, un primer borrador de Berlanga y Azcona, la chispa de una idea resultona, pero a la que le faltan reescrituras o una papelera si fueras un productor que se juega en él parte de su dinero. ¿Hay alguno en esta producción que se lo juegue? Un a modo de Torrente sin el ingenio ni capacidad de Santiago Segura. ¿Es revolucionario hacer un filme de barricada y después pasearse entre adolescentes enfervorizadas por la alfombra roja en el principal festival de cine de la ciudad más cara de España?
Murieron por encima de sus posibilidades cuenta con un casting de película: Raúl Arévalo, Imanol Arias, Àlex Brendemühl, José Coronado, Eduard Fernández, Ariadna Gil, Bárbara Lennie, Sergi López, Carmen Machi, Ángela Molina, Albert Pla, Josep Maria Pou, José Sacristán, Emma Suárez, Luis Tosar, Julián Villagrán. Todos salvan su papel con dignidad. Pero el discurso de Lacuesta es de un nihilismo y una falta de valentía infantiles. Es obvio que el director de La leyenda del tiempo hace política con su cine, pero cuando elige mojarse con el más espinoso tema social que pudiera ponérsele delante, esto es con la peor crisis económica en décadas del país en que vive, demuestra que no sabe lo que quiere decir, si no fuera directamente que prefiere salirse por la tangente. (L.R.A)
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