Benjamín Prado nos cuenta por qué ‘Todo lo carga el diablo’
Benjamín Prado tiene nueva novela en las librerías, ‘Todo lo carga el diablo’ (Alfaguara), otro caso de investigación de Juan Urbano en los últimos días de la Segunda República. Hablamos con él de su nuevo libro, de la COVID19, de música y poesía, de la vida y de política. Y de su convicción de que “los escritores deben participar en la vida de sus países de forma activa, luchar por que en su obra se oiga la voz del autor, pero también de sus lectores”.
Es un escritor que se gana a sus seguidores, además de con excelentes libros, con algo que muchos otros compañeros de gremio prefieren no mostrar: opinión personal. El escritor (y poeta) madrileño Benjamín Prado, además de pasión por la escritura, muestra facilidad para mostrar su opinión sobre casi cualquier cosa que se le ponga delante, sea actualidad política, sea frivolidad social, sea rock o sean importantes hechos históricos. Y lo hace a través de columnas digitales, intervenciones en tertulias de radio o televisión, participaciones en encuentros culturales universitarios o conferencias en foros de otros países.
Mientras hace todo eso, no para de publicar libros (narrativa o poesía), de colaborar con artistas de pop en la elaboración de las letras de las canciones, de recitar o musicar sus poemas en directo en universidades de todo el país, de escribir prólogos para libros de colegas o de publicar ediciones de sus libros con relevante éxito por toda Latinoamérica.
Transmite descaro al tenerlo delante, pero también educación, me consta que sabe de barras de bares y de pistas de baile casi tanto como de cómo construir una saga de libros con un éxito editorial notable. Las amistades que cultiva tienen un encanto especial, ya sean Alberti o Sabina, Coque Malla o Leiva, y con todos termina o empieza trabajando.
Acaba de salir ‘Todo lo carga el diablo’, una nueva novela de esa serie ‘Los casos de Juan Urbano’, ¿por dónde se mete esta vez?
Esta vez Juan Urbano investiga las vidas de tres deportistas que fueron grandes campeonas en los años 30, de esquí, lanzamiento de martillo y jabalina… Dos son personajes secundarios y personas reales, Margot Moles y Ernestina Maenza, las primeras atletas españolas en participar en unas Olimpiadas de Invierno, en la Alemania nazi, y ambas, una republicana y otra partidaria de la sublevación, fueron eliminadas de los anales y proscritas, por causas que se cuentan en la novela. La tercera en discordia y la protagonista de la novela es la suplente de aquel equipo nacional, Caridad Santafé, una mujer que no fue quien otros hicieron ver que era y cuya biografía oculta una historia que empieza siendo un cuento de hadas y termina siendo un cuento de terror y fantasmas, y cuyas aventuras y desventuras son las que van descubriéndose según avanza la historia. La ambientación está al principio en el Madrid de la Residencia de Estudiantes, el Instituto-Escuela y los primeros campeonatos femeninos deportivos, y luego llegan la guerra, la represión y así hasta llegar hasta nuestros días.
¿Está Juan Urbano investigando ya la covid19?
Lo curioso es que la novela, empezada mucho antes de la pandemia, tiene mucho que ver con la industria farmacéutica de la preguerra, la posguerra y hasta hoy, con una trama en la que se reflejan escándalos como el de la poliomielitis. En las últimas correcciones sí que hay alguna referencia al virus asesino que se nos echaba por entonces encima…
¿Alguna conclusión sobre la pandemia?
Creo que tiene mucho que ver con lo mismo de siempre: la desigualdad y el hambre. También con el ataque sin piedad del neoliberalismo a todo lo público, incluida la Sanidad, y con el abandono de las industrias nacionales: las mascarillas y respiradores que no había provocaron miles de muertes que podrían haberse evitado, y si no queremos que vuelva a ocurrir, tendremos que fabricarlos nosotros mismos. En mi opinión, si no salimos de esto con al menos tres convicciones, que hay que defender y fortalecer esos dos pilares, la Sanidad y la Industria, para dar trabajo a la gente y proteger su salud, y añadimos un profundo cambio en la gestión de las residencias de ancianos, que no pueden estar en manos de negociantes que no entienden de pacientes sino de clientes, esta tragedia no habrá servido de lección y mereceremos otra aún peor. Y también hay un ángulo moral, en el que la pregunta es: ¿tratamos como se merecen a nuestros mayores? Es vergonzoso que en cuanto una persona deja de cotizar se le eche en cara que siga viviendo, cobrando una pensión que es suya, no una limosna, y provocando gasto a la Seguridad Social.
¿Y qué opinas del hecho de que ahora en los medios solo haya muertos de covid, o que solo nos importen esos…? El resto salen poco en las noticias: campamentos de refugiados, barcos patera, hambrunas, malarias.
Una pandemia es un tema lo suficientemente preocupante como para hacerse con todos los titulares, pero no para ocultar la postergación de otras enfermedades y del sufrimiento que conllevan. Los recortes causaron heridas y la única forma de cicatrizarlas es invirtiendo.
¿Qué fue lo más útil que te enseñó tu mentor Rafael Alberti a la hora de ponerse a escribir?
Lo más impresionante de él era la fe que tenía en la literatura, en su necesidad. Y, desde luego, su convicción de que los escritores deben participar en la vida de sus países de forma activa, luchar por que en su obra se oyese la voz del autor pero también de sus lectores.
¿Qué es lo más curioso que has aprendido trabajando junto a Joaquín Sabina?
Lo más emocionante es ver cómo sigue luchando palabra a palabra por cada canción, buscando nuevos caminos, estructuras distintas, nuevos trucos en el fondo del sombrero.
Eres un escritor que da la cara, que hace giras para presentar sus libros, que busca la cercanía con el lector… Me consta que hay bastante pereza para estas cosas entre el gremio…
No sé, a mí me hace mucha falta el contacto directo con la gente, por lo que pasa sobre los escenarios y por lo que pasa después, quiero decir que no me importan los aplausos sino los que aplauden; los primeros me gustan, a los segundos los necesito para seguir creyendo que esto merece la pena.
Le pegas a todo…, sin embargo, me llama la atención cuando te veo en esas tertulias televisivas, ¿cómo llevas esas participaciones?, ¿crees que son un medio válido y útil para dar tu opinión?
Es un ángulo que no puedo esquivar, me apasiona la política, me resultan intolerables las injusticias, así que necesito opinar, contribuir al debate; y en el fondo me viene muy bien tener ese espacio porque seguramente de esa forma libro a mis libros de ese peso.
Con lo que te gustan (y los muchos colegas que tienes en el oficio), parece que los conciertos tal y como los conocíamos van a tardar en llegar, ¿cómo ves ese tema?
Bueno, estoy esperando a que alguien nos explique por qué en los teatros y los auditorios tienes que dejar butacas vacías y en los aviones y trenes, no. Digan lo que digan los vendedores de apocalipsis, yo confío mucho en la inteligencia de las y los españoles, que en su inmensa mayoría se están comportando de forma modélica, y estoy seguro de que, si se les permite, irán a los espectáculos con su mascarilla, su gel y sus precauciones.
Además de ese libro que hemos comentado al inicio, ¿en qué andas liado?, ¿qué veremos tuyo próximamente?
Estoy empeñado en que en 2021 salga un libro nuevo de poemas. Puede que incluso el cuarto de aforismos, que se titulará Segundas intenciones. Y habrá algunas sorpresas en el mundo de la música, entre ellas, algún disco con letras mías de un artista que siempre me ha gustado y con el que me apuesto algo a que, ahora mismo, poca gente me relacionaría…
Comentarios
Por Amelia Ceballos Martínez, el 18 septiembre 2020
Bejamín es un hombre sin doblez. Creo que escribe como siente y por eso se mete en tantos charcos.