Berlín: la libertad de crear, también en castellano
En este ‘Jubileo’ de los 25 años de la Caída del Muro, recorremos Berlín, un paraíso para la creatividad más libre, donde artistas de todo pelaje y 187 nacionalidades nutren intercambios lingüísticos y literarios sorprendentes y poco usuales. Nos detenemos, sobre todo, en cafés-librerías, ideas, proyectos, festivales, editoriales y autores donde los encuentros y reencuentros con el castellano son los protagonistas.
«Con la guerra aumentan las propiedades de los hacendados, aumenta la miseria
de los miserables, aumentan los discursos del general, y crece el silencio de los hombres» – Bertolt Brecht
¿Qué será lo que tiene la zona de Oranienburgerstrasse, donde durante años los artistas más anárquicos recalaron en Tacheles, donde actualmente se despliegan numerosas salas de arte, donde Alexander Humboldt leía con fruición en su apartamento repleto de libros…?. Las musas parecen revolotear por esta área, que conecta con las galerías de Auguststrasse y con la emblemática Friedrichstrasse, arteria en la que también hallamos la casa de Bertolt Brecht (Brecht-Haus), así como la tumba del profesor y músico Carl Steffeck, en el famoso cementerio contiguo a la casa del influyente dramaturgo y poeta. Por allí compran comida económica los aspirantes a artistas, que aún encuentran un nicho en Berlín, todavía asequible económicamente, con movimientos culturales incesantes e inversiones de galeristas de todo el mundo…
De la misma manera que Goethe tiene una calle en Leipzig, Eugen Berthold Friedrich Brecht y Helen Weigel cuentan con una casa-museo, al lado de la cual reposan sus cuerpos. El padre del teatro dialéctico y de la impresionante Madre Coraje… es muy reconocido en su Alemania natal. En el caso de Alexander Humboldt, ha dejado una huella inexcusable en el devenir cultural de la ciudad: hay una Universidad que se llama como él, en pleno centro, así como una academia donde vivió, en Oranienburgerstrasse 66, y da nombre a establecimientos de lo más diversos. Su audacia y prolífica obra son ensalzadas en la metrópoli.
Pero, más allá de los que dejaron su imponente legado, en Berlín la Cultura fluye hoy como una brisa fragante. Como en un bucólico campo, abonada esta característica por esos parques que parecen bosques de montaña, frondosos, repletos de vida, pájaros cantores, ardillas, con cierta frecuencia zorros y dicen que algún jabalí despistado no lejos de Tiergarten… «Berlín no es Alemania», bromean los responsables turísticos de la ciudad que estuvo cruentamente dividida durante 28 años. Hoy, renovada, izada a golpe de ilusión por artistas de todo el mundo, cineastas, pintores, fotógrafos, escritores… de todos los pelajes imaginables, de 187 nacionalidades, origina un flujo de actividades de ocio imparable: unas 1.500 al día. En VisitBerlin dicen no dar abasto ante tanto dinamismo. Y, en este Jubileo de los 25 años de la Caída del Muro, la oferta parece infinita, acrecentada por la presencia de Ai Wei Wei, Bowie, nuevos museos históricos y una serie de eventos y exposiciones que enriquecen más aún la vibrante actividad cultural berlinesa.
Al igual que sucede en Nueva York, esa energía parece palparse y se contagia, como una corriente, por toda la ciudad. Así, paramos en la cafetería y los libros nos asaltan por doquier, y las revistas, y el acceso a internet, y el fanzine… Es típico tomar Kaffe und Kuchen (pastel alemán) mientras se lee o se charla, en esa media voz tan alemana, casi un susurro. Como en la terracita del WestBerlin, muy cerca de Checkpoint Charlie, donde da el sol y huele a jardín. El pastel de zanahoria está delicioso, y eso opinan algunos gorriones, que se acercan con descaro a picotear migas. A los pájaros berlineses les encanta que la gente tome café y, por ejemplo, cerca de la casa de Bertolt Brecht los gorriones entran y salen de una degustación y hasta roban una galleta… No tienen miedo de los tranquilos habitantes de Berlín.
¿Cafeterías con libros o librerías que sirven café? Pues ambas cosas. De hecho, por el moderno barrio de Kreuzberg, el elegido por Tarantino para rodar Malditos bastardos, vemos un establecimiento que compendia esta filosofía: Read & Eat. No muy lejos, Ana S. Pareja prepara vermú para un encuentro literario en Bartleby Berlín. En ese momento están desarrollando un taller de libro japonés, y se van encontrando amigos que toman algo en «una atmósfera muy bonita». Esta librería en lengua castellana abrió estratégicamente en 2013, pues viene a engrosar la oferta para bibliófilos, escritores y curiosos hispanoparlantes. Demanda in crescendo, explica Ana, al incrementarse la inmigración española en la ciudad recientemente. Allí es como un signo de identidad tomar vermouth, pero, por ejemplo en La Escalera, Cristina prepara una tortilla española y pan tumaca impresionantes. Ella es leridana de origen, y su pareja, mexicano; la mixtura es grande en la librería, que conoce bien el artista de origen vasco Víctor Landeta, quien está pintando trozos de Muro (Schandmauer) en Teltow. Así, Víctor sostiene en brazos al hijo de Cristina mientras el artista alemán Sven entra discretamente a tomar algo. Víctor y Sven se conocieron en el mítico Tacheles.
En el caso de La Rayuela, sólo por su nombre y el entorno ya promete la visita. Hasta el 20 de septiembre celebraron con emoción la 14ª edición del Festival Internacional de Literatura de Berlín, cuyo folleto «pesa como un libro». La representación de autores en castellano fue nutridísima: Yuri Herrera, Juan Pablo Villalobos, Junot Díaz, Juan Gabriel Vásquez, Eduardo Halfon, Carlos Labbé, Héctor Abad Faciolince, Alfonso Zapico… El pasado 21 de junio, la librería acogió a varios de los escritores y artistas mencionados en estos párrafos, en la Fête de la Musique.
La escritora alicantina Chus Sánchez presentó hace un año su novela La cripta de las estrellas en La Escalera. Recuerda sus actividades «de movida latina, como de vanguardia». En aquel momento, La Rayuela se estaba trasladando de local, por lo que no hizo presentación allí. En cuanto a Bartleby, aún no había abierto, pero «a través de lectores, mi cuñado y amigos, estoy atenta a las actividades que organizan, porque han arrancado con iniciativas muy originales».
La sensación de literatura cosmopolita se intensifica en La Rayuela gracias a la presencia del editor de origen vizcaíno Juanje Sanz, quien saltó primero de Madrid a Nueva York con su Tejedor de poemas, y este año enhebra versos y sonidos e imágenes en la capital alemana. Para su Tejedor en Berlín no sólo cuenta con autores españoles, sino también latinoamericanos y, una peculiaridad muy berlinesa: con escritores alemanes que también escriben en castellano. Tal y como ocurre con Timo Berger, que se acerca a charlar con Sanz y uno de los antólogos de su libro, Jorge Locane, de origen argentino. Berger es comisario del festival de poesía latinoamericana Latinale. Por su parte, Cristian Forte es un argentino que maneja una editorial independiente, Milena Berlin, y que también está participando en el Tejedor. Milena Berlin desarrolla, desde el lema La poesía y la auto-edición es tu poder inmaterial, proyectos de expresión poética como libros objetos, fanzines o performances, conectando a poetas y artistas de habla alemana, castellana y portuguesa.
La Torre de Babel que resulta Berlín estimula estas enriquecedoras mixturas. Así, una tarde presentan en el Fahimi algunos de sus textos y comentarios Elsye Suquilanda y Esther Andradi. Se trata del Weltliteratur salon. Introducidas por Martin Jankowski, que es alemán y sólo chapurrea alguna frase en castellano, Elsye y Esther van recitando algunos de sus escritos, primero en castellano y con la traducción al alemán proyectada en una pantalla, después en alemán y con la proyección en castellano, y así sucesivamente. La mezcla alcanza al público, que a veces sólo sabe unas palabras en castellano, y otras veces sólo unas cuantas en alemán, de modo que de allí todos salimos sabiendo e intuyendo muchos más secretos y matices de expresión de ambos idiomas, aparentemente tan distintos, pero casados por la literatura.
Un relato, exquisitamente narrado por su autora, Esther Andradi, tenía mucho que ver con este magma multicultural de Berlín, y de su propia experiencia vital:
(…) según el idioma del nuevo mundo se expresaba con una interjección que suena más o menos así «iii-guet-iii-guet», algo que a mí no me decía nada. Y, en cuestiones de vida o muerte, si yo decía «ay» para expresar mi dolor, el otro pensaba que se trataba de un juego, porque el «ay» de ellos es «aua», y así hasta el infinito. ¿Qué hacer frente a tamaña diferencia? ¿Refugiarme en el exilio interior o dejar que me lavasen el cerebro? Como mi abuelo el árabe abrí mis puertas al nuevo sistema solar que se me ofrecía y me metí de lleno a aprender el idioma (…)
Elsye Suquilanda habló ante el público sobre cómo ella es «alguien» en Berlín, que allí se siente «libre». Luego, off the récord, contaba, moviendo las manos en forma de ondas, que en la capital alemana los artistas tienen sus periodos de altibajos, si bien «Berlín para mí es como una bolita de cristal donde la vida es muy diferente; es como que el odio, la maldad se han ido a volar…, que el respeto por lo que soy lo vi aquí en esta ciudad… Siempre lo fui… pero aquí soy completamente libre… Nadie me dice ¡No lo hagas!».
Su pareja, el músico Joe Le Bon (Jarno), de origen finlandés, asentía calmosamente con la cabeza. Algo parecido me contó al día siguiente Stefano Gualdi, historiador del arte que nació en Italia pero que viene desarrollando una actividad que combina el turismo y la historia: «Aquí me siento vivo», afirmaba, tras comer ambos por 11 euros en el edificio de Distrito de Kreuzberg. Allí se puede tomar algún libro como en un book-crossing libre. Se puede coger y dejar, o bien llevarse tranquilamente un libro…
Unos brotchiper aglutinaron el momento multicultural en el Fahimi: Jarno, finlandés y músico, que dejó Laponia para realizarse en Berlín; Elsye, ecuatoriana y escritora, además de actriz; Esther, argentina, profesora y escritora desde hace muchos años en Alemania; Martin, novelista y poeta alemán y la periodista viajera de origen vasco. A la hora de matar el hambre todos somos muy parecidos…
El Fahimi es un bar reconvertido, con tuberías aún, a partir de una fábrica. Eso es también muy berlinés, la rehabilitación de viejos edificios y fábricas para darles un uso cultural o bien gastronómico u hostelero. Se sigue confundiendo si fue antes el bar o la declamación: ¿es el bar o la cafetería un lugar para la oratoria y el análisis, o la lectura y la charla toman el bar?
Cada encuentro es un aprendizaje. En una ciudad en la que se habla en alemán e inglés a partes iguales, te puede servir comida oriental un chico germanizado de ascendientes de Sri Lanka, que estudió tamil en Berlín, o topamos con el Instituto Polaco cerca de la Isla de los Museos, o se puede aprender euskera en la famosa Freie University. El Instituto Cervantes es una especie de buque insignia para el estudio de castellano en la ciudad, y allí perfeccionan su español los afanados y eficaces alemanes. Con ellos, y en una urbe así, cada conversación, cada encuentro, cada cita cultural es toda una inyección de sabiduría.
En este sentido, el profesor y escritor Ernesto Estrella presenta en el Cervantes algo así como una performance junto con Miako Klein, una música berlinesa de ancestros japoneses. Ernesto vivió en Nueva York y ya participó en la antología de Juanje Sanz entonces. Ahora busca seguir avanzando en esta ciudad de mil prismas, y así lo demuestra en una lectura mixta, con muchas onomatopeyas, sonidos que evocan el ulular del viento, golpes, tormentas, gentío, etc., con ayuda de Miako y sus innovadores instrumentos de cuerda y de viento. Ernesto chasquea la lengua, emula un chirrido, se le desborda algo así como una letra rapera neoyorquina, pasando por un suave García Lorca y versos distinguibles en alemán… Como mínimo, sorprendente. Lo comenta tras el acto: «No, mi trabajo no es muy textual. Eso ya está hecho». Y ese comentario, que puede sonar arrogante, tiene su fundamento: Berlín es experimental, curiosa, audaz, intelectualmente fuerte. Sí, el intelecto encuentra múltiples estímulos en Berlín.
Raquel Rivera, música y directora del Festival Arte Sonoro Español, lo corrobora tras el Spanisch Deutsches, tomando algo en el Trespassers, uno de los bares intelectuales a los que acuden personas relacionadas con el Cervantes: «En esta ciudad puedo hacer proyectos que en España no podría hacer». Por su parte, Jorge Locane está antologando el Tejedor junto con Ernesto. Jorge es porteño y se casó con una alemana. Él ya daba clases de Literatura en Buenos Aires, y en Berlín ha dado otro salto cualitativo y se encuentra impartiendo clases de Narrativa Latinoamericana en la Freie University. Entretanto, termina su tesis sobre esa materia y dirige la revista en castellano y en alemán Alba. «Contento» con «lo mejor de las culturas hispanohablante y germanohablante», Jorge Locane comienza a explicar: «Cuando dejé de ser porteño…», con un tono muy centroeuropeo, aunque sus rasgos bien podrían ser mexicanos, por moreno. Si bien confiesa que su madre le acunaba con el Eusko Gudariak de niño… Tranquilo, muy inteligente, como la mayoría de los berlineses con los que te encuentras en estos eventos, o bien los que te indican una dirección y casi te llevan de la mano en la estación de tren…
Terminamos este recorrido berlinesco-babélico con Alba, todo un símbolo, porque es un baile de meteoritos en castellano, alemán, inglés, francés… Generalmente, poemas, como este fragmento de Los días porosos, versos improvisados y grabados en vídeo en un teléfono Android, y transcritos sin editar, por Urayoán Noel, profesor y escritor experimental cuya vida ha estado y sigue estando marcada por el mestizaje, criado entre Puerto Rico y Estados Unidos, ya participó, con su spanglish declarado, en El Tejedor de Nueva York.
Primer día Erster Tag
4:02 p.m. 16:02
voz esplayá sprache die küsste
voz de playa sprache der küste
voz pallá sprache wüste
sin payador niemand der wüsste
voz esmayá sprache bewusste
voz es maya sprache die wusste
voz yemayá sprache cherusker
voz que no llega sprache die fehlt
voz que no va sprache die nicht geht
voz que navega sprache die segelt
voz que bosque sprache is´ brache
voz que queja sprache widerspricht
bosquejando wo sie wieder spricht
quejando widersprüchlich
ando sprech ich
(Urayoán Noel).
Comentarios
Por Nely García, el 02 octubre 2014
Me han comentado que el potencial artístico existente en París, en épocas pasadas referente del arte, ahora se ha trasladado a Berlín. Siempre es de agradecer el que ciudades importantes se abran a la creación, aunque lamento que París haya perdido algo de su tradición.
Por Cristina Mtz. Sacristán, el 02 octubre 2014
Sí, eso es lo que comentan en Centroeuropa… Bueno, yo creo que el espíritu de Berlín es algo distinto: muy dinámico, joven -y/o jovial-, ultra-creativo… A mí me recuerda, en una versión más sobria, a esa energía estimulante que se da a todas horas en Nueva York. Creatividad, mucho trabajo y multiculturalidad caracterizan a la República Independiente de Berlín, donde el respeto y encaje de la diversidad tiene pinceladas paradisíacas… A ver si nadie lo estropea, Nely 🙂