En busca de los ‘Robots habilis’, capaces de crear herramientas
En un mundo en el que la inteligencia artificial parece ser capaz de todo, aún está lejos de lograrse uno de los grandes, si no el mayor de los hitos de la evolución humana: crear una sencilla herramienta. Ahora, un proyecto europeo, liderado por dos investigadores españoles, Pablo Lanillos y Ricardo Sanz, tiene como finalidad diseñar un robot que pueda inventar un sencillo artefacto, imitando lo que hicieron los primeros humanos, los ‘Homo habilis’, hace unos dos millones de años. ¿Conviviremos pronto con los ‘Robots habilis’?
La idea del proyecto METATOOL, recientemente aprobado en el Consejo Europeo de Innovación, fue del joven investigador español Pablo Lanillos, actualmente en el Instituto Donders para la Cognición, de Países Bajos. “Se trata de comprender los procesos cognitivos que dieron lugar a ese paso en los humanos y aplicarlos para mejorar los robots de los que disponemos ahora, de forma que también sean capaces de inventar unas herramientas tan sencillas como las primeras de nuestro género humano”, explica Lanillos, experto en inteligencia artificial, que verá financiado este trabajo con cuatro millones de euros en los próximos años.
El METATOOL se encuadra dentro de un reto científico lanzado por el Consejo en el programa Pathfinder Challenge, que buscaba proyectos de investigación que se centraran en la “consciencia” o, en inglés, el awareness inside. Presentaron esta idea desde un consorcio de instituciones, liderado por Lanillos y por Ricardo Sanz, de la Universidad Politécnica de Madrid, entidad coordinadora, además de con otras siete instituciones científicas europeas.
Y es que ser capaces de replicar en máquinas aquel paso fundamental en la historia humana requiere la participación de disciplinas tan dispares como pueden parecer la arqueología, la neurociencia o la robótica, porque no es un desafío nada sencillo aun enfocándose en las que fueron las primeras industrias de piedra más sencillas, apenas unos cantos golpeados con otros para sacarles cierto filo con el que cortar la carne. “Nosotros, como humanos, usamos la consciencia, reflexionamos sobre lo que queremos conseguir con una herramienta y entendemos lo que hay que hacer para ello, aprendemos, nos damos cuenta del proceso y eso lo queremos conseguir con modelos”, explica Lanillos. “En definitiva, nuestros ancestros inventaron nuevos golpes que conseguían mejorar las herramientas de piedra y sabemos que no fue siempre una cuestión de prueba y error. Sí al principio, quizás, pero enseguida aprendieron que fabricándolas de una forma concreta mejoraban sus características. Es algo que no hace ningún robot”.
Para conseguirlo, la arqueóloga del equipo, la holandesa Geeske Langejans, de la Universidad Tecnológica de Delft, ya está preparando un catálogo que incluya todos los procesos implicados en esa creación de herramientas, mientras que el equipo más tecnológico preparará los modelos informáticos. También están trabajando ya en un diccionario que les permita poner en común la terminología de cada una de las tres disciplinas implicadas.
“Queremos entender lo que pasó en el pasado para crear el futuro”
La tarea no es fácil. En la actualidad, no hay ni siquiera consenso científico sobre cuándo evolucionaron estas habilidades cognitivas y metacognitivas humanas que dieron lugar a la capacidad de crear. De hecho, la utilización de herramientas es algo habitual en el mundo animal, pero una cosa es aprovecharse de ellas y otra distinta ser capaces de fabricarlas. Está aún en discusión si algunos homínidos, como pudieran ser los australopitecus, que vivieron en África hace unos 3,3 millones de años, fueron los autores de unas herramientas que se han encontrado junto a sus fósiles en yacimientos con dataciones que no acaban de estar claras. Y se trataría de unas sencillas piedras con aristas afiladas. “Queremos entender lo que pasó en el pasado para crear el futuro”, comenta la arqueóloga.
La cuestión es que, pese a que la inteligencia artificial hoy es capaz de cosas asombrosas –como manejar el tráfico de una ciudad con millones de coches–, la realidad es que nuestras máquinas no monitorizan y evalúan las consecuencias de sus acciones como hacemos los humanos. Capaces de fabricar cualquier objeto, hasta el microchip más sofisticado, no pueden desarrollar algo nuevo que sirva para abordar un desafío que hay en su entorno. “Ahí está el objetivo último: no sólo saber cómo es el proceso, sino fabricar robots con capacidades basadas en la consciencia humana, que inventen. Ya tenemos algoritmos que hacen que las máquinas utilicen herramientas; pues bien, es el momento de lograr que las creen”, insiste Lanillos. Y nos pone el ejemplo de un tornillo: “Imagina que hay que poner en su sitio un tornillo y no hay atornillador. Un humano buscará algo similar para ello, como la punta de un cuchillo, pero un robot de hoy no es capaz de hacer eso. Ese es el proceso tecnológico que queremos desarrollar”.
El desarrollo de esta especie de Robots habilis, siguiendo la taxonomía antropológica, parte de la idea de que hubo una consciencia previa a la fabricación de herramientas y plantea algunas dudas éticas. ¿Podrán llegar a sustituirnos las máquinas, como hemos visto en no pocas películas de ciencia-ficción? “No”, responde tajante Lanillos. “La idea no es desarrollar una consciencia artificial per se, sino mejorar la tecnología. No queremos un robot pensante como lo somos nosotros, sino aprovechar una parte humana para mejorar la seguridad y la precisión de nuestras máquinas. No se trata de que los robots reflexionen sobre el yo como hacemos los humanos , sino de que creen herramientas sencillas. Es evidente que en el pasado se logró con aprendizaje por refuerzo, pero también algo más que tenemos que averiguar”.
No es el único proyecto centrado en desafíos que financia este Consejo Europeo de Innovación. Otros tienen que ver con la gestión del dióxido de carbono, innovadoras tecnologías para la atención médica o la información cuántica. Pero el reto de estos investigadores es de los más complejos. Como señala Ricardo Sanz, coordinador del METATOOL, “las máquinas autónomas han de tener una mejor percepción de su entorno y sus propias capacidades, y las tecnologías de la consciencia serán un gran avance”.
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