Buscando la espiritualidad oriental: del yoga a la Generación Beat

Jack Kerouac, destacado miembro de la Generación Beat y autor de la novela ‘En el camino’, practicaba el budismo. Foto: Universidad de Columbia.

De la moda de practicar yoga en las grandes ciudades buscando relajación a la búsqueda de paz espiritual en Oriente por parte de la Generación Beat. Recomendamos hoy varias lecturas que miran a lo oriental y nos pueden ayudar a relativizar el caldo de incertidumbre, codicia, manipulación y falsas urgencias en que nos movemos. De Snyder y Kyger a Ginsberg y Kerouac. Viajes a la India y Japón.

Sentado en un banco el otro día, en el andén del metro, una mujer de unos cincuenta y tantos años le comentaba a su hija que sus amigas la miraban mal porque no hacía yoga. “Yo hice yoga durante muchos años, cuando era una rareza, y entonces me miraban mal porque lo veían como una extravagancia”, dijo indignada, pero sin levantar la voz. Estuve a punto de intervenir y darle la razón. Cuando yo era joven me encantaban las series y algunos amigos con pose intelectual me miraban con suficiencia, como si estuviera cometiendo un delito por no dedicar todo el tiempo a la lectura o al cine. Ahora son ellos los que no paran de verlas, apenas leen o solo de oídas,  y te señalan por no estar a la última. 

Parece que hoy todo el mundo medita y/o practica yoga. Me pregunto si esta moda por lo oriental está funcionando cuando, según los estudios, la mitad de la población española sufre de insomnio y uno percibe en la sociedad un desquiciamiento creciente, casi delirante. El introductor del yoga en España, Ramiro Calle, suele decir que más que yoga lo que hace la gente en los gimnasios es calistenia, y tiene más que ver con el narcisismo, con el culto al cuerpo, que con la verdadera esencia de esta práctica milenaria, en la que no se puede eludir la búsqueda espiritual.

Quizás, añado, a esta situación de desamparo y de necesidad de “terapias naturales” nos ha conducido el modo de vida que llevamos, sin apenas tiempo libre, con grandes cargas de trabajo, alejados de la naturaleza, de la pausa, con un capitalismo hiper-consumista e individualista que nos cerca y nos controla a través de los móviles. Causa y efecto. Para mejorar la salud de las personas, sería deseable, por tanto, contar con un buen sistema de salud y de educación públicas (y, ya de paso, con una banca y un sistema eléctrico públicos), reducir la jornada laboral, pagar sueldos dignos, la emancipación real de las mujeres. Por supuesto, es imprescindible contar con otro diseño de las ciudades, que fuesen pensadas para que habitaran y conviviesen los seres vivos, humanos y no humanos, el modelo opuesto a Madrid, donde se diezma a pasos acelerados la vegetación y se abren y cierran zanjas sine die para alimentar a las constructoras.

Lejos de habernos mejorado como individuos y como sociedad, la pandemia ha agravado estos síntomas. De ahí la explosión del turismo compulsivo, de vivir la vida como si estuviéramos en un videojuego en el que lo importante es el sálvese quien pueda. Parece que algunos buscan parte de las respuestas en Japón. La gente viaja al país del sol naciente como yo a Extremadura, mi tierra, que está a poco más de 200 kilómetros de Madrid. Pero “Japón tiene una enfermedad, es la enfermedad del turismo”, le dijo hace décadas el profesor Tatewaki al poeta zen y ecologista Gary Snyder. Lo cuenta en El gran magma. Memorias y apuntes sobre naturaleza e historia en Asia Oriental (Varasek Ediciones, traducción de Nacho Fernández Rocafort), un libro que recoge varios ensayos de este poeta asociado a la Generación Beat. Fue Snyder quien puso en la pista de Oriente, de la meditación y el zen, a los miembros del grupo del llamado Renacimiento de San Francisco. Aunque con una visión un tanto mistificada, Kerouac contó el encuentro con Snyder, el budismo y el montañismo (Snyder es un destacado alpinista además de un referente de la ecología profunda) en la  la novela Los vagabundos de dharma (Anagrama), por ejemplo. 

En los años 60, viajar a la India se convirtió en un rito de iniciación para los poetas de la Generación Beat. El propio Snyder y su primera mujer, la también poeta Joanne Kyger, contaron su estancia en Japón y el viaje iniciático a la India en sus respectivos e impagables diarios. En la India, Snyder y Kyger coincidieron con Allen Ginsberg, cuando el autor de Aullido había logrado la fama y lo reclamaban en universidades y lugares de todo el mundo para dar conferencias y lecturas. Ha trascendido la idea de que el interés de Ginsberg y de otros poetas de la Generación Beat por la India, el budismo y la meditación eran más una pose que una búsqueda real, como sí era el caso de Snyder, quien vivió durante años en Japón y fue discípulo en un monasterio budista.

Sin embargo, un maravilloso ensayo de Deborah Baker viene a desmentir esta idea, o prejuicio.  La editorial Fórcola ha publicado en castellano La generación beat en la India. El viaje iniciático de Allen Ginsberg tras la mano azul, con traducción de David Paradela López y con un excelente prólogo de Jordi Doce. La autora norteamericana, cosmopolita y viajera, que divide su tiempo entre Brooklyn, Calcuta y Goa, ha escrito un ensayo de los que a mí me gustan, a mitad de camino entre varios géneros. En parte puede leerse casi como una biografía de algunos integrantes de la Generación Beat, pero también es un libro de viajes y una narración con idas y vueltas al pasado, circular, en torno al periplo que Ginsberg y su pareja de entonces, el también poeta Peter Orlovsky, hicieron a la India a principios de los años 60 en busca de la mano azul de la que hablaba William Blake.

Esa búsqueda espiritual de Ginsberg comenzó, pues, con la lectura del poeta británico en su juventud y el viaje suponía, de alguna manera, la realización de un sueño largamente aplazado. Allí se encontraron con Kyger y Snyder, pero también con Hope, mujer de gran belleza, poeta, de espíritu libre, viajera y evasiva, como la propia búsqueda de la belleza. El libro, narrado con una prosa adictiva, es también un retrato social y cultural de una época en la que la política se escribía con mayúsculas, cuando aún se creía en las utopías y era posible ser viajero y no un turista que arrastra maletas por ciudades con la identidad canibalizada. La generación beat en la India narra el encuentro con otra cultura, la de Krishnamurti o Buda, con un país de contrastes que no hacía mucho que había logrado su independencia y que, hoy, es el más poblado del mundo. No dejen de leerlo.

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