Un cachalote varado con 22 kilos de plástico dentro, ¡así no!

La cachalote varada en Sardinia (Cerdeña) estaba embarazada y tenía, según los investigadores, 22 kilos de plástico en su interior. Foto: SEAME.

La cachalote varada en Sardinia (Cerdeña) estaba embarazada y tenía, según los investigadores, 22 kilos de plástico en su interior. Foto: SEAME.

La cachalote varada en Sardinia (Cerdeña) estaba embarazada y tenía, según los investigadores, 22 kilos de plástico en su interior. Foto: SEAME.

La cachalote varada en Sardinia (Cerdeña) estaba embarazada y tenía, según los investigadores, 22 kilos de plástico en su interior. Foto: SEAME.

En nuestra sección mensual ‘El Arca de la Tierra’, puesta en marcha junto a la organización conservacionista WWF/España, hoy abordamos la preocupante invasión de plásticos que sufrimos. En los primeros 16 años del siglo XXI se han producido más plásticos que en los anteriores 100 años. De las 396 millones de toneladas que se producen al año en la actualidad en todo el mundo, más de 100 millones terminan vertidos en la naturaleza. El cachalote que apareció recientemente varado en Cerdeña con 22 kilos de plástico dentro nos sirve de imagen de la amenaza contra la biodiversidad que planteamos hoy.

Por NYLVA HIRUELAS / WWF

Esta criatura de más de 20 metros de largo y 50 toneladas se convirtió en la obsesión de la tripulación del ballenero Pequod en la clásica novela de Herman Melville, Moby Dick. Esta criatura de míticas proporciones ha evocado entre los humanos tanto terror que llegó a encarnar al monstruo de Leviatán, el bíblico monstruo marino. Lo cierto es que estos gigantes del mar fueron perseguidos desde mediados del siglo XVIII por los humanos. Dentro de su cabeza desproporcionadamente grande, se esconde un aceite que era altamente codiciado para hacer velas, en sus intestinos el ámbar gris y, paradójicamente, las barbas se convirtieron en las predecesoras del plástico, empleadas para fabricar paraguas o corsés en el siglo XIX debido a la flexibilidad de su material. Hoy, esta espectacular especie sigue perseguida y muere ahogada en las toneladas de plástico que consumimos.

Frente a las costas de Porto Cervo, en la isla italiana de Cerdeña, apareció este abril varado un cachalote hembra. Este estremecedor encuentro no era sino una nueva escena de una tragedia que se repite desde Filipinas hasta el Mediterráneo. Al abrir su estómago, este cetáceo, además de albergar un feto de dos metros, tenía en su interior más de 22 kilos de plástico. Pajitas, bolsas, platos, sedales atravesaban el cuerpo del animal.

En tan solo una generación hemos conseguido ahogar al planeta con plástico. Esta tendencia podría empeorarse para 2030, año en el que se estima que la producción de plásticos aumente un 40%, según un nuevo informe de WWF. En los primeros 16 años del siglo XXI se han producido más plásticos que en los anteriores 100 años. De las 396 millones de toneladas que se producen al año en la actualidad en todo el mundo, más de 100 millones terminan vertidos en la naturaleza, de los que ocho millones se vierten al mar.

El Mediterráneo se ha convertido en una verdadera trampa de plástico que alcanza, además, niveles récord de contaminación por microplásticos, fragmentos de un tamaño menor a cinco milímetros que se han convertido en una verdadera pesadilla para millones de peces, aves, reptiles y mamíferos marinos que mueren atrapados o ahogados en plástico. España es el segundo país que más plástico vierte al mar y el cuarto de la Unión Europea que más consume.

Actualmente, resulta más barato para las empresas producir materiales con plástico nuevo que con el reciclado, una paradoja que es posible debido a que el precio de este material no refleja los verdaderos costes que tienen para la naturaleza y las personas. Como consecuencia, se produce cinco veces más plástico nuevo que reciclado, un material que se emplea para crear productos desechables que tienen una vida útil inferior a los tres años.

Un cachalote en la costa de las Azores. Foto: Brian J. Skerry. National Geographic/WWF.

Un cachalote en la costa de las Azores. Foto: Brian J. Skerry. National Geographic/WWF.

Estos datos muestran a una sociedad y una industria que consumen vorazmente este material, añadido a una infraestructura de recogida de residuos alrededor del mundo que no tiene la capacidad necesaria para hacer frente a la creciente marea de plástico. Esta situación se alimenta por la falta de un sistema de rendición de cuentas que responsabilice a gobiernos y empresas. Por ello, WWF propone la adopción de un Acuerdo de París para plásticos que se constituya en una hoja de ruta para el desarrollo de planes nacionales con reglas y objetivos claros.

Con este objetivo, la red de WWF está impulsando una petición mundial para pedir la adopción de un Acuerdo Global que siga los pasos del IPCC, organismo asesor de las Naciones Unidas sobre el calentamiento global. La campaña de WWF España #NaturalezaSinPlásticos sigue recogiendo firmas para lograr una naturaleza sin plásticos. Más de 38.000 ciudadanos ya se han sumado a ella.

La reciente aprobación por parte de la Unión Europea de una nueva Directiva que prohibirá artículos de un solo uso, como platos de plástico, cubiertos y pajitas para 2021 constituye un paso importante. Sin embargo, no se ha logrado que los países comunitarios establezcan objetivos vinculantes para reducir su consumo, lo que puede entorpecer y retrasar esta lucha contra el plástico. Por ello, WWF pide a todos los Estados miembros que apliquen urgentemente la nueva ley y adopten políticas de producción y gestión de residuos aún más ambiciosas.

La imagen del inmenso cachalote varado en la playa es la escena que nos enseña que la Tierra vive al borde de convertirse en un planeta de plástico; una bomba de tiempo reflejo de una sociedad que se ha acostumbrado a vivir de espaldas a la naturaleza. La búsqueda de soluciones y alternativas a este material, que ha engrasado nuestro consumo y producción, puede suponer el éxito de una economía más sostenible.

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