Calixto Bieito: «En mi ‘Pepita Jiménez’ triunfan el erotismo y la vida»
Es uno de los directores de escena más solicitados, creativos y polémicos del mundo. Ahora trae a los Teatros del Canal su interpretación de ‘Pepita Jiménez’ , la ópera de Isaac Albéniz. En esta entrevista evoca, como en la obra, historias, olores y situaciones heredadas de sus memorias de niñez.
MILUCA (TEXTO Y FOTOS)
“Hay cuatro tipos de directores de escena, el escaparatista, que coge una obra y la representa tal cual; el policía municipal, que se limita a decir, ustedes entren por la izquierda o salgan por la derecha, y no pone un pie en el escenario; el copista, que copia los montajes de otras ciudades; y el director artista. Este es el que sabe encontrar la sustancia, el núcleo de una obra, sabe distinguir lo esencial de lo superfluo, y pone su huella en la ópera, este es el caso de Calixto Bieito que transmite lo esencial a los espectadores y entra como un personaje más en la obra”, quien así opina es Albert Boadella, director de los Teatros del Canal donde se podrá ver la versión que realiza Bieito (Miranda de Ebro, Burgos, 1963) de Pepita Jiménez, de Isaac Albéniz. La ópera llega a España después de su paso por el Teatro Argentino de la Plata de donde surgió la iniciativa por parte de Manolo Lombardero. La versión elegida es la que se estrenó en Praga en 1886 con el libreto original en inglés de Francis Money-Coutts, basada en la novela de Juan Valera. Es la primera vez que se representa su versión original pues la que se estrenó en el Liceo de Barcelona en 1885 fue la versión en italiano. “He querido hacerla en original para evitar el cambio de idiomas porque cuando se traduce a otra lengua cambia completamente el sentido. Una vez hice Don Giovanni en inglés y parecía que estaba dirigiendo a Elvis Presley” afirma Bieito. La obra narra la historia de amor entre Pepita Jiménez (Nicola Beller) y el seminarista don Luis Vargas (Gustavo Peña). Don Luis se debate en una lucha entre el amor espiritual a Dios y el terrenal a Pepita.
“Yo conocía parte de la música y por supuesto conocía la novela que leí en el colegio y en la universidad. La música es excepcional, arrebatadora, sensual. Huele a una mezcla del olor de los candelabros cuando se apagan y el azahar. Esta música me ha ayudado a crear un paisaje lleno de memorias. No solo mías sino también de las personas que me han explicado sus historias, como mis abuelos y mis padres”. Historias como la que él mismo experimentó cuando era niño y su hermano y él iban con un vecino, herido por una bomba en la Guerra Civil, a las afueras del pueblo a jugar en unas fábricas abandonadas. Un día excavando encontraron unos huesos. Su vecino les dijo que pertenecían a los piratas que bajaban por el Ebro y esa zona se convirtió para ellos en el cementerio de los piratas. “Yo no sabía, y no lo he sabido hasta hace diez o quince años, que en Miranda de Ebro hubo uno de los campos de concentración más grandes de Europa regentado por oficiales alemanes en los años 1941-42. En el pueblo nadie hablaba de esto”, recuerda Bieito.
Y ese paisaje que el director compone es un poema que se debate entre el erotismo y la religión como elemento represor. “Ha habido otras versiones como la de Sorozábal en 1964 en que Pepita Jiménez se suicidaba. Yo he optado por un final luminoso donde eso que nos mueve, el erotismo y la vida, vencen finalmente”. Y para representar y sintetizar esa idea se le ocurrió utilizar unos armarios. Ese lugar donde guardamos nuestras pertenencias y todo lo que necesitamos para nuestra vida cotidiana. Espacios llenos de recuerdos y fantasías que permanecen a oscuras, sin luz. Para ello han creado una compleja escenografía con una instalación metálica de nueve metros de alto con 28 armarios, algunos antiguos y otros construidos para la ocasión, que se abren y se cierran y por los que los personajes se mueven en horizontal y vertical. “Yo de pequeño me escondía en los roperos, buscaba los disfraces, los vestidos. Este es un espectáculo de roperos que esconden secretos y que al abrirse los dejan al descubierto y dejan pasar la luz y permiten que las cosas se conozcan y se vean. El armario es un elemento que se utiliza también en los cuentos y en el cine, por ejemplo los niños protagonistas de Las crónicas de Narnia se meten en un armario y ahí comienza su aventura por nuevos mundos”.
Bieito insiste en que esta ópera no es una propuesta política sobre la memoria histórica sino poética. Está basada en la idea de la oscuridad, en los claroscuros de las casas españolas de finales de los años sesenta. La oscuridad de las casas de los abuelos, castellanas, andaluzas cerradas a cal y canto para impedir que entre el calor. “Me he inspirado en una película que impactó mucho cuando la vi por primera vez, La tía Tula de Miguel Picazo protagonizada por Aurora Bautista. Él realizaba una traslación de época de la novela al cine ambientándola en los años cincuenta y yo he mantenido esa traslación”. El cine de Luis Buñuel es otra referencia que Bieito reconoce como fundamental. “De pequeño me colaba en las sesiones de cine de los mayores en el colegio para ver las películas que nos estaban vetadas a los pequeños y así vi toda su filmografía, que luego he vuelto a ver varias veces. Buñuel decía que una sucesión de imágenes muy fuertes construyen una historia por lo que a veces no hace falta ni la historia. Me gusta mucho su libro de memorias, Mi último suspiro, y su cine porque me hace reír con escenas como la de las ovejas, que somos nosotros, al final de El ángel exterminador”.
El director piensa que la fuerza y la modernidad de esta ópera lo da el que sea una obra estrenada en Buenos Aires, con música española, libreto en inglés, equipo de creación centroeuropeo y cantantes españoles (Gustavo Peña, Marina Rodríguez, Federico Gallar, José Antonio López, Axier Sánchez, Diego Blázquez y Alfonso Martín), capitaneados por Nicola Beller alemana de habla española. Y con la dirección musical del madrileño José Ramón Encinar.
“La ópera es el arte del futuro porque combina muchas cosas. El trabajo actoral con los cantantes, el canto, el imaginario y la fantasía, las nuevas tecnologías. Combina lo antiguo, lo tradicional con el futuro y la modernidad” declara Bieito. Pepita Jiménez no es la primera ópera española que hace en director burgalés quien realizó hace unos años La vida breve de Manuel de Falla. Pero su vida y su trabajo ahora están en el extranjero: “Apenas paso veinte días al año en España”, afirma. No tiene preferencia por ópera o teatro, sus producciones se suceden por todos los escenarios del mundo. Ahora ha estrenado o está a punto de estrenar dos producciones teatrales en el Teatro Nacional de Mannheim (Alemania), el oratorio War Requiem de Benjamin Britten en el Teatro de Basilea (Suiza), una versión de Mahagonny en Graz (Austria) y la ópera Hanjo de Toshio Hokisawa en la Staatsoper de Berlín.
Calixto Bieito coincide con la opinión de Pepita Jiménez de que es mucho mejor conocer las cosas, aceptarlas y enfrentarse a ellas. Un discurso interesante para este país en el momento actual.
Días 19, 21, 23 y 25 de mayo. Teatros del Canal. Cea Bermúdez, 1.
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