Caravanbook, los fotolibros se van de viaje
¿Eres de los que se llevan los jabones que te ponen en los hoteles? ¿Alguna vez te has quedado el albornoz? ¿Te gustan los fotolibros? Si has contestado sí por lo menos a dos de las tres preguntas, hay algo nuevo que te va a gustar: los ‘fotobook amenities’. ¿Qué es eso? Pues la estupenda idea que han tenido las chicas de Caravanbook, que proponen fotolibros de recuerdo, souvenirs de fotografía para que los hoteles los regalen cuando los visitas. Destinos: Formentera, Berlín, París, Madrid…
El próximo fin de semana, de jueves 19 a sábado 21 de febrero, precisamente en un hotel, en el Mayerling Hotel de Madrid, se celebrará Jäälphoto, una feria de fotografía independiente que cumple su tercera edición con la participación de 18 galerías. Será el marco elegido por Caravanbook para presentar dos nuevos títulos de su colección de fotolibros de recuerdo: Nápoles y Madrid. Los dos libros se unen a la colección que en pocas semanas han lanzado al mercado desde esta curiosa editorial. Se trata de una serie de libros de fotografía en los que un lugar es protagonista. Formentera, Berlín, París y Palermo ya se encuentran en su lista. Y se espera que pronto crecerá aún más la familia.
Caravanbook está compuesta por dos aventureras: Virginia Ortega (Santander, 1987), que es diplomada en Turismo y siempre ha estado conectada, “tanto profesionalmente como personalmente”, con el sector. Se describe como “apasionada por los viajes y las diferentes culturas” y busca una manera diferente de viajar. Y Ana Zaragoza (Madrid, 1980), licenciada en Ciencias Medioambientales, aunque cambia su rumbo hacia la fotografía en el año 2006. En 2009 forma parte del proyecto editorial Depiefoto. En la actualidad está trabajando en la edición de libros de fotografía e imparte talleres de edición colectiva.
Ambas compartían trabajo en una empresa mayorista del sector turístico cuando el viento marcó un cambio de rumbo y las llevó hasta este proyecto. Primero un viaje, cómo no, les dio la idea. Ana había pasado unos días de agosto en Formentera. Traía muchas fotos y estaba un poco decepcionada de que la mayoría no vieran la luz y se quedaran a vivir en el limbo de su ordenador. Entonces preparó un libro breve, de pocas páginas, y se preguntó cómo darle salida. Se lo comentó a Virginia, entonces su compañera de trabajo, y se les ocurrió: ¿y por qué no distribuirlo en un hotel? “Es algo breve que se puede llevar el cliente como recuerdo y es una estupenda carta de presentación para el local”. Y la idea comenzó a cuajar.
“Yo siempre he trabajado en turismo y me pareció muy buena idea”, apunta Virginia. “Siempre me ha encantado viajar y, como viajeras, buscábamos hoteles diferentes, con cierto encanto… Y creo que es algo que hace que el establecimiento se distinga. Por otro lado, yo no sabía lo que era un fotolibro hasta que Ana me introdujo en ese mundillo. Y me pareció fantástico romper el círculo que hace que lleguen siempre al mismo público. ¿Por qué no enseñar a otra gente lo que es un fotolibro?”.
“Así nació nuestro proyecto de Formentera, que fue nuestro libro cero. Primero buscamos un nombre para la editorial. Salió la imagen de las caravanas que dan una idea de libertad, de pequeña aventura. Después hicimos un viaje a Palermo y allí ya se nos ocurrió presentarlo. Lo enseñamos en un bed and breakfast precioso, de diseño, en el que nos alojamos. Les llevamos nuestro pequeño libro para que conocieran el proyecto y ver así qué opinaban. Y la respuesta fue superbuena. Nos sorprendió que allí se juzgan de otra manera estas iniciativas, con más conciencia, con una capacidad más analítica. Cierto que muchos de los que lo vieron eran gente que viene de bellas artes, arquitectura…”, recuerda Ana.
Durante ese viaje aprovecharon no sólo para testar su idea, sino para hacer fotos para un nuevo libro. Pero al poco tiempo llegaron malas noticias. La empresa turística en la que trabajaban entro en concurso de acreedores. Aunque, en ocasiones, lo que sucede conviene. Decidieron centrar sus esfuerzos en el nuevo proyecto que tanto les ilusionaba y aprovecharon los tiempos de incertidumbre para montar la editorial, crear la web, hacer una tienda on-line, informarse…
Y ya lanzadas, y con la intención de hacer su primera presentación en Fiebre, la feria de fototolibro que se celebró en diciembre, añadieron otros títulos a su catálogo. Echaron mano de una creación anterior de Ana, La familia Poirot, en la que París es protagonista. “Es la historia de una familia que se dedica a buscar pistas a lo largo de la ciudad. Una forma de contar París sin enseñarla, dando unas claves de forma lúdica, para que la reconozca el que ya ha estado allí, recuerde vivencias, detalles, sin ser evidentes y escapando de la típica foto de turismo”. Después, ficharon a Rubén H. Bermúdez, que tenía un trabajo sobre Berlín desde hacía años pero que no había cuajado en ningún proyecto. Es un homenaje a las víctimas que intentaron saltar el muro, por lo que el tono es más sobrio respecto de la línea que quieren seguir en la editorial, pero que, «por su calidad”, decidieron incluir en la colección.
Los libros caravana pretenden mantener unas características fijas: un formato pequeño y pocas páginas. De esa manera se facilita la producción y pueden ser reconocibles por los clientes (hoteles y foto aficionados). Pero también quieren recoger en cada lanzamiento una mirada de autor que se aleje de las típicas fotos de turismo y que introduzca a los neófitos en las nuevas formas de documentar en fotografía.
Es lo que podemos ver en sus nuevos títulos que presentarán en Jäälphoto, en la habitación 402, la de Mad is Mad, galería madrileña asociada a El Asombrario. Por un lado, Napolae, el libro en el que Juan Santos muestra una mirada sobre Nápoles compuesta de polaroids y que imita los cuadernos de viaje que realiza este fotógrafo. Y por otro, Aún hay tiempo, el título dedicado a Madrid y que ha sido encargado a Bea S. González. En él se recorre la capital mediante autorretratos que tratan de enseñar un Madrid sin prisas. (Por cierto, Virginia y Ana también venden estos volúmenes en su web, por si eres de los que gustan de comprar fotolibros).
Caravanbooks han comenzado un viaje editorial en muy poco tiempo, con la suerte de aunar entusiasmo, buenas ideas y nuevos formatos para mostrar una fotografía actual y que puede llegar a nuevos públicos. Y como viendo tantas ciudades se nos han puesto los dientes largos, hemos pedido a Virginia y Ana cinco recomendaciones de libros que nos puedan inspirar para hacer fotos en nuestro próximo viaje. Y ésta es su propuesta. ¡Buen viaje y buenas fotos!:
‘Noa Noa, Voyage de Tahiti’, de Paul Gauguin (Ed. Assírio & Alvim, en portugués).
La idea de viaje romántico hecha realidad. En 1891, Paul Gauguin deja un París que le destruye la salud y la energía para viajar a Tahití en busca de éxtasis, calma y arte: su paraíso. Noa Noa es el diario de viaje del pintor en el que recoge sus vivencias en primera persona. Los textos se apoyan en algunas fotografías, bocetos e ilustraciones, éstas después se convertirán en sus más bellas y apreciadas obras.
‘La ciudad’, de Karmelo C. Iribarren (Ed. Renacimiento).
Poesía para todos. La ciudad de Karmelo es poesía apta para lectores no habituales del género. Sus poesías describen una ciudad universal. Canalla y taciturna en sus calles y bares, irónica, solitaria y también tierna en el interior de las casas y en sus pensamientos.
‘Larga carretera de arena’, de Pier Paolo Pasolini (Ed. La Fábrica).
Rememorar un viaje. Un encargo de la revista Successo lleva a Pier Paolo Pasolini, en 1959, al volante de una Fiat Millecento para recorrer la costa italiana.
El resultado: La lunga strada di sabbia, un retrato profundo y poético de la Italia de finales de los 50. Cuarenta años después, el fotógrafo Philipe Séclier viaja tras las huellas de Pasolini con el objetivo de fotografiar el eco de sus palabras. Así, Larga carretera de arena reúne los textos de Pasolini y las fotografías de Séclier. La edición de La Fabrica incluye los manuscritos originales del escritor, con tachones incluidos. Un libro de carretera que invita a viajar entre sus páginas: avanzar y retroceder para releer, volver a ver la fotografía y curiosear los manuscritos.
‘Novecento’, de Alessandro Baricco (Ed. Feltrinelli, en italiano).
Viajar de oído. En travesías entre Europa y América, a bordo de un transatlántico y sin jamás pisar tierra firme, pasa su vida el mejor pianista del mundo. El protagonista viaja y conoce el mundo a la perfección a través de las historias que le relatan los pasajeros del barco. Novecento es una historia increíble, escrita en forma de monólogo, que, según el autor, más que un texto teatral, sería un cuento de los que apetece leer en voz alta. Y, por supuesto, escuchar.
‘Love on the left bank’, de Ed Van Der Elsken (Ed. Dewi Lewis, en inglés).
Un viaje de placer. Casi una fotonovela al uso: en lugar de bocadillos hay pies de foto que nos ponen en situación y un texto ficticio en primera persona es la voz en off, el narrador. Una cuidada puesta en página de carácter cinematográfico nos sumerge en el París bohemio y decadente de finales de los 50. Las fachadas de St. Germain se nos muestran en conjunto, como un escenario donde tiene lugar la acción. Unos protagonistas y sus vidas hedonistas, sus largas noches de jazz salvaje contadas en secuencias como hojas de contactos. Sus retratos, muchas veces a página completa, sirven para equilibrar el discurso, contrarrestan este ritmo voraz. Love on the left bank es, en definitiva, un viaje de placer a la bohemia parisina.
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