Cartier Bresson, el maestro de la fotografía surrealista-comunista-intimista
Setenta años de carrera de uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX, ahora en el centro de Madrid. Ese es el contenido de esta primera gran exposición retrospectiva que se realiza en Europa desde el fallecimiento de Henri Cartier-Bresson (Francia, 1908-2004), del que se cumplen diez años el próximo 3 de agosto, y que pretende mostrar una visión global de las múltiples facetas del artista: el foto-reportero humanista, el surrealista, el comunista, la persona comprometida, el pintor, el dibujante, el cineasta. ‘Imperdible’.
La extraordinaria muestra, recién abierta, presenta más de 500 fotografías, dibujos, pinturas, películas y documentos procedentes de más de 20 colecciones internacionales, entre las que destacan la Fundación Cartier-Bresson de París, el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris, la Cinémathèque Française, The Art Institute of Chicago, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, el MOMA de Nueva York y el Philadelphia Museum of Art y que han sido recopiladas por el Centre Pompidou de París y la Fundación Mapfre, en cuya sala Recoletos de Madrid se exponen durante este verano.
Clément Chéroux, comisario de la exposición y conservador del Centre Pompidou de París, afirma que para esta muestra, aunque lleva un orden cronológico, se ha escogido una aproximación histórica de la obra que permite ver cómo su estilo va cambiando a lo largo de los años y cómo se percibe una forma de hacer distinta en los años 30 que en los 60: “Es el fotógrafo del compromiso. A partir de los años 30 comienza a implicarse en temas políticos. Su humanismo se traduce en diversos aspectos, el comunismo, la ecología… Es un hombre de izquierdas con caras diferentes según lo periodos”.
En el recorrido se percibe la evolución del fotógrafo, tanto en la forma, al principio con fotografías más pequeñas y de menor contraste, como en la temática, desde la estética surrealista hasta el foto-reportaje o su estilo intimista de los últimos años, con lo que queda demostrado que era algo más que el fotógrafo del “instante decisivo” que le hizo famoso.
El recorrido, a la vez cronológico y temático, se articula en torno a tres ejes: el periodo comprendido entre 1926 y 1935, marcado por su relación con el movimiento surrealista, sus inicios fotográficos y sus grandes viajes por el mundo. Un segundo bloque, dedicado a sus fotos más políticas, desde que regresó de EE UU en 1936 hasta que volvió a Nueva York en 1946. Y una tercera parte que arranca con la creación de la agencia Magnum Photos en 1947, y se extiende hasta principios de la década de los setenta, momento en que el autor dejó de realizar foto-reportajes y se dedica a una foto más intimista.
Su pasión por la pintura queda patente con las obras que abren la muestra. Cartier-Bresson escribió: “Siempre he sentido pasión por la pintura. Cuando era niño, pintaba los jueves y los domingos, y el resto de los días soñaba con pintar”. En los años 20 pintaba junto a Jacques Émile Blanche o Jean Cottenet, y es en esa época cuando comienza su afición por la fotografía.
Su atracción por el surrealismo surge un poco después, en casa de Jacques-Émile Blanche. Ahí conoce a René Crevel y por él empieza a frecuentar los círculos de esa corriente artística. De esos contactos conservará algunos motivos emblemáticos del imaginario surrealista que recrea en sus fotos: objetos empaquetados, cuerpos deformes, personajes durmiendo con los ojos cerrados, etc. Pero lo que de verdad le dejará marcado es la actitud surrealista: su espíritu subversivo y el gusto por el juego y el subconsciente. Será especialmente sensible a los principios de la belleza convulsiva enunciados por Breton.
Al igual que la mayoría de sus amigos surrealistas, Cartier-Bresson comparte muchas de las posturas comunistas en política: el anticolonialismo, el compromiso con los republicanos españoles. Tras los violentos tumultos organizados en París por las ligas de extrema derecha en 1934, su compromiso se hace más tangible, y firma muchas octavillas en pro de la “llamada a la lucha”. A su regreso a París en 1936, se ha radicalizado y participa en las actividades de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios (AEAR), y empieza a trabajar para la prensa comunista, de la que hay una amplia muestra en la exposición. En 1937 rodó, junto a Jacques Lemare y Herbert Kline, Victoria de la vida, sobre la Guerra Civil española. Una película militante sobre los efectos de los bombardeos de Madrid con la que se posiciona del lado de los republicanos. También hay imágenes de su paso por Sevilla, Barcelona, Granada, Valencia…
El cine también ocupa un lugar importante en la antológica. Cartier-Bresson decía que el cine le había “enseñado a ver”. En 1935 aprende en EE UU los rudimentos de la cámara en una cooperativa de documentalistas muy influidos por las ideas, tanto políticas como estéticas, soviéticas, que se reúnen en torno a Paul Strand bajo la denominación de Nykino. Cuando regresa a París en 1936, establece una colaboración con Jean Renoir que durará hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Con él colaboró como ayudante e incluso actor en La vida es nuestra, Una partida de campo y La regla del juego.
En febrero de 1947, el fotógrafo inaugura su primera gran retrospectiva en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York. Meses más tarde, junto con Robert Capa, David Seymour, George Rodger y William Vandivert, funda la agencia Magnum, que se convertirá en una de las referencias mundiales en materia de reportajes gráficos de calidad. Allí es donde realizará la mayor parte de su carrera profesional, como reportero gráfico, viajando por todo el mundo y trabajando para la práctica totalidad de las grandes revistas ilustradas internacionales hasta principios de la década de los setenta.
Cartier-Bresson simultaneaba sus reportajes con la fotografía de ciertos temas recurrentes, de carácter más personal, a lo largo de los años. Realizadas al margen de sus trabajos de prensa, estas imágenes plantean interrogantes sobre algunas de las grandes cuestiones de la sociedad de la segunda mitad del siglo XX, convirtiéndose a veces en investigaciones temáticas, como la sociedad de consumo y los iconos del poder. El propio autor las describe como “una combinación de reportaje, filosofía y análisis” que se asemejan a la antropología visual. Utiliza la idea de la escritura corporal basada en danzas balinesas que le enseñó su mujer, una bailarina javanesa, como núcleo de algunas de sus obras, y lo aplica a su visión la ciudad. El valor ideográfico del cuerpo en movimiento aparece en sus fotos de Pekín, Jerusalén y Roma.
A medida que va cumpliendo años, cada vez acepta menos encargos de reportajes. Además, considera que Magnum se está alejando cada día más del espíritu que motivó su creación, y se retira de los asuntos de la agencia. Dedica su tiempo a supervisar la organización de sus archivos, la venta de sus revelados y la realización de libros y exposiciones. Aunque oficialmente ha dejado de fotografiar, siempre tiene su Leica a mano. Pero sobre todo dedica su tiempo a visitar museos, exposiciones y a dibujar. Retoma su pasión de la infancia por el dibujo y pasa horas copiando a los maestros en el Louvre. Sobre esa afición escribe: “La fotografía es una acción inmediata; el dibujo, una meditación”.
‘Henri Cartier Bresson’. Fundación Mapfre. Sala Recoletos. Paseo de Recoletos, 23. Madrid. www.fundacionmapfre.org
Hasta el 7 de septiembre. Lunes: de 14.00 a 20.00 h. De martes a sábado: de 10.00 a 20.00 h. Domingos y festivos: de 11.00 a 19.00 h.
Comentarios
Por Esklopez, el 03 agosto 2014
Una exposición de obligada visita. Es una joya que muestra la absoluta grandeza de Cartier-Bresson más allá de su instante decisivo.
Por Leonardo, el 03 septiembre 2014
Una mañana estupenda para ver fotografías que recogen grandes momentos históricos. Me llamó particularmente la manera de investigar y evolucionar sobre la foto. Él un personaje de un a gran creatividad una obra completa de su vida.