Cien refugiados hablan de sí mismos a través de sus fotografías

Una de las fotografías tomadas por un refugiado

Fotografía de Estela de Castro, promotora del proyecto ‘35.597’.

Fotografía Española Solidaria (PHES) ha creado el proyecto ’35.597’, en el que 110 refugiados, cámara en mano, se han lanzado a la calle para contar su historia. Una propuesta que busca sensibilizar sobre la situación de estos migrantes en Europa y que estará expuesto en la Escuela de Artes Visuales LENS de Madrid hasta el 15 de marzo.

Propongo al lector un ejercicio mental. Imagine que le dan una cámara para que fotografíe su vida. ¿Qué plasmaría? ¿Una reunión con sus familiares o amigos, su puesto de trabajo, alguna de sus posesiones más preciadas? Ahora, proyecte la vida de un refugiado. ¿Hacia dónde enfocaría alguien que se ha visto obligado a emigrar? En el imaginario colectivo acostumbramos a conjeturar que todo lo que les rodea es dolor. Dolor, fealdad, muerte. Pero alrededor de esas vidas truncadas también hay normalidad. Y belleza. Al fin y al cabo, se trata de historias que continúan escribiéndose.

Esto es lo que se aprecia después de ver la exposición ’35.597’, en la que la PHES (Fotografía Española Solidaria) ha ofrecido a más de 110 refugiados de 16 nacionalidades distintas la oportunidad de explicarse ante el mundo. En ella, estos maltratados en sus países de origen no muestran la tragedia, sino que en muchas de sus fotos disparan hacia el cielo, quizá para acercarse a un nuevo horizonte. Estas personas, que a día de hoy no están del todo integradas en sus lugares de acogida (algunos de ellos viven en la calle o en centros de internamiento), disparan con sus cámaras hacia animales, hacia sus amigos o hacia su propia sombra, quizá buscándose a sí mismos en esta obligada nueva vida. Estas 110 personas que cámara en mano podrían mostrar el drama con el que conviven prefieren apuntar hacia lo que les agarra a la vida.

Para Estela de Castro, promotora de este proyecto, empoderarles era lo primordial. “Nos parecía mucho más interesante su punto de vista que el nuestro”, argumenta. Y es que a menudo los fotoperiodistas que van desde Occidente tienen unos parámetros en la cabeza, una visión del mundo, que no les permite exponer la vida de los refugiados con plena objetividad. A lo mejor la pierden en la búsqueda de esa dolorosa fotografía con la que llamar la atención internacional, pero que no es la que define su día a día. “Nosotros no hemos pasado por una guerra, no hemos sufrido así, por lo que el punto de vista es totalmente diferente”, apunta. Los disparos de estos nuevos fotógrafos son más frescos, más espontáneos, sintetiza, “más locos, ya que rompen todas las normas de composición”.

Para llevar a cabo este proyecto, desde PHES les impartieron un curso de fotografía, les dieron una cámara desechable, tiempo para disparar y apoyo. Sobre todo apoyo. Querían mostrarles que importan, que desde este lado del Mediterráneo hay personas que se preocupan por ellos. En un primer momento Estela y Juan Cañamero lanzaron una exposición en la que los grandes de la fotografía española donaron una obra. De aquí se lograron obtener 42.000 euros que servirían para ayudar económicamente a ONGs de ayuda a los refugiados y para poner en marcha este proyecto. “Nosotros decimos que es importante que ellos mismos cuenten su historia, por lo que están pasando. Porque si no lo cuentan, es como si no hubiera pasado”, termina Estela.

Esta iniciativa sirve también para humanizarles. Tratar el tema de los refugiados supone siempre hablar de cifras. Por ello, quizá de manera irónica, este proyecto se llame 35.597 , que no es más que el número de la vergüenza europea: los seres humanos que han muerto intentando llegar a nuestro continente. Hasta la fecha.

Que aquellos que sobrevivan puedan contarse. Y que desde este lado del Mediterráneo podamos escuchar sus historias.

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