Cinco pistas para emprender un curso más verde y saludable
Los efectos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad exigen que cambiemos nuestros hábitos de consumo y ocio cotidianos. La vuelta a la rutina laboral y social tras las vacaciones es un buen momento para ello, porque además cambiar no significa renunciar a nuestro desarrollo ni perder opciones de compra y disfrute, sino hacerlo de otra manera. De hecho, puedes seguir de safari por la ciudad. A las cinco opciones elegidas a continuación conviene sumar otras que ya deberían estar en nuestra agenda diaria: ahorrar agua y energía, evitar en lo posible el plástico, y reutilizar y reciclar.
Sigue de ‘safari’ por la ciudad
Para la gran mayoría de las personas que disfrutan del componente faunístico de sus viajes, el final de las vacaciones significa dejar de ver y sorprenderse con aves, mamíferos o reptiles. Craso error, ya que las ciudades están repletas de sorpresas con plumas, pelos y escamas. Solo con esta capacidad de sorprenderse se capta, entre otros, al animal más rápido del mundo en edificios de Barcelona y Madrid, sin emplear tiempo, dinero ni combustible en viajar a lugares remotos de África o Sudamérica.
El halcón peregrino caza, nidifica y saca a su prole adelante entre jardineras, cornisas y otras atalayas situadas a gran altura en edificios urbanos, incluidas iglesias y catedrales. Sin salir de las ciudades, en ellas hay más rapaces (búhos y cernícalos), además de aves marinas (sí, también en Madrid), garzas, córvidos y pájaros carpinteros.
También hay más mamíferos que las vilipendiadas ratas. En Vitoria/Gasteiz, como en otras zonas boscosas y sin urbanizar de algunas ciudades, se observan ciervos en el humedal de Salburua y, con suerte, una de las especies más amenazadas de Europa, el visón europeo. En Sevilla, a pesar de los estragos que ocasiona la cotorra de Kramer en sus nidos, todavía se ve al murciélago más grande de Europa (nóctulo gigante) merodear por el parque de María Luisa. Y en Burgos, gracias a la labor de recuperación del tramo urbano del río Arlanzón, cada vez resulta más fácil toparse con truchas y barbos autóctonos.
Corre, pero al aire libre
Una de las primeras reacciones frente a los excesos de las vacaciones es apuntarse a un gimnasio de los que ahora proliferan por doquier. Pero ¿y si recurrimos a correr, pedalear y/o andar entre los parques de siempre, muchos de ellos equipados con aparatos para realizar diversos ejercicios físicos?
Sin duda, se trata de una alternativa mucho más saludable, primero porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre los riesgos de nuestro sedentarismo, y segundo porque la propia OMS y numerosos estudios destacan las ventajas de practicar el ejercicio al aire libre, especialmente en zonas naturales, que en el caso de las ciudades se circunscribe a parques y jardines.
Es una buena manera de adentrarse en áreas verdes urbanas y conocerlas a fondo, ya que algunas guardan auténticos tesoros de biodiversidad, arte e historia. Seguramente que tras saber que un parque acoge un alcornocal casi desconocido, restos de acequias y puentes milenarios o de moradas de reyes y nobles, jardines diseñados por ilustres paisajistas o las historias de luchas vecinales por levantarlos y conservarlos, los paseos sientan mejor.
Grupos de consumo ecológico y cercano
Ha llegado el momento de comenzar, de verdad, una dieta más sana, justa y sostenible. Si verdaderamente estás comprometido contra el cambio climático, no confíes mucho en esa mermelada en la que, aunque sea ecológica, sus fresas se han cultivado en Huelva, han viajado a Bélgica, donde las han procesado, y vuelven a un supermercado español dentro de un tarro de cristal. Si además quieres definitivamente poner coto a los plásticos, ¿qué haces comprando unas magdalenas hasta cuatro veces envueltas en capas de plástico y cartón?
Rastrea los cientos de grupos de consumo repartidos por toda España donde el consumo local y la producción social y ecológicamente justa priman por encima de todo. Algunos funcionan en régimen de cooperativa, donde el grado de implicación es mucho mayor, pero otros lo forman grupos de personas que desarrollan un trabajo en común más flexible y que buscan, y encuentran, productores y elaboradores tanto de alimentos frescos como procesados. Páginas web y herramientas como Ecoagricultor, Grupo a Grupo y Karakolas explican y ofrecen pistas variadas sobre cómo apuntarse o incluso crear un grupo de consumo.
Aligera la carga de los libros de texto
En septiembre las familias deben afrontar una cuesta arriba asfixiante en la economía doméstica por culpa de la vuelta al cole. Por no hablar de la cuesta arriba física que soportan los escolares con sus mochilas pesadas a la espalda.
De entrada, los libros de texto deberían ser gratuitos o incluso abrir la posibilidad a prescindir de ellos a partir de otras alternativas: apuntes y trabajos cooperativos entre docentes y el alumnado, materiales audiovisuales, contenidos transversales entre asignaturas, más prácticas e incluso la percepción sensorial directa con clases fuera del aula en materias como medio ambiente, biología, botánica, dibujo, música… Ya hay profes y colegios con métodos distintos que educan sin libros de texto, o sin que sean el principal protagonista de la asignatura.
Pero si al final hay libros de texto y no son gratuitos, la comunidad escolar puede organizar en torno a ellos, y con el resto del material, bancos o espacios de intercambio y trueque. Cada vez hay más colegios, institutos y organizaciones sociales que fomentan esta manera de crear bancos de libros de texto donados por familias o instituciones o bien ponen en contacto a familias que dejan unos libros y necesitan otros. Es una forma de autogestionar un bien costoso y de fomentar la reutilización y el apoyo mutuo.
Deja el coche, pero de verdad
O, al menos, compártelo con vecinos o compañeros de trabajo. La contaminación y la congestión del tráfico en las ciudades nos piden que demos este paso. Al menos, porque las principales urbes de España cada vez están más preparadas (sin llegar al óptimo) para dar el siguiente paso a pedales. Carriles especiales, calles peatonales o de velocidad por debajo de los treinta kilómetros por hora, aparcamientos y servicios públicos de alquiler de bicicletas son algunas de las medidas que fomentan los desplazamientos en bici convencional o eléctrica.
Hay que seguir apostando igualmente por el transporte público, reconociendo sus limitaciones en muchos casos, pero también contribuyendo a renovarlo al denunciar y/o solicitar mejores servicios.
Y, por supuesto, hay que recuperar el sano ejercicio de ir a pie para cubrir tramos más cortos, que se incentivan además cambiando ciertos hábitos de consumo de productos y servicios por el comercio de proximidad. ¿Te has parado a ver la oferta cultural que hay en tu barrio en bibliotecas, centros culturales y sociales o salas pequeñas de teatros o conciertos? ¿Es necesario ir a esa gran superficie teniendo la fruta, la leche, las lentejas o los huevos en comercios más pequeños y cercanos? ¿Sabes que cerca de tu casa también hay tiendas de electrodomésticos, y de ropa, y ópticas, y ferreterías, y librerías, y…?
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