Cine liderado por mujeres: los tiempos están cambiando
Dos ‘outsiders’ en una espiral de deseo, placer y corrupción; adolescentes españolas reclutadas por el ISIS; una mujer al volante de un camión para salvar su familia; la última mujer del planeta, con la misión de salvar a la humanidad; una pintora en el olvido por ser mujer; la víctima de una catástrofe natural en busca de sus orígenes; una adolescente capaz de leer los pensamientos. Todas estas historias para cine o televisión tienen un común denominador: han sido desarrolladas por mujeres. Es su gran desventaja. Nos fijamos en el cine liderado por mujeres a través de los proyectos finalistas del programa CIMA Mentoring, de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA).
Culebra (Andrea Herrera y Almudena Monzú), Las novias (Silvia Arribas), Modu Modua (Goizeder Urtasun), Danza de buitres (Alicia Albares), Un mundo propio (Irene Rodríguez y Marisa Simón-Moore), Hija del volcán (Jenifer de la Rosa y Stephanie Moreno) y Eco (Ainhoa Menéndez) son sus títulos. Son los finalistas del programa CIMA Mentoring, de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), que fueron presentados a finales de junio en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid.
CIMA Mentoring ha cumplido cinco ediciones en 2019. Películas como Verano 1993 (Carla Simón, 2017), finalista por España para optar a los Oscar, o Las consecuencias (Claudia Pinto, actualmente en rodaje), pasaron por él. Su objetivo, según su directora, la cineasta Juana Macías, es “asesorar proyectos liderados por mujeres. La idea es poner en contacto a las profesionales de las nuevas generaciones con otras de reconocida trayectoria, entre ellas Esther García, Mariela Besuievsky o Cristina Zumárraga”. Se presentan unos 60 de media al año y a los ganadores se les asigna un mentor, con el que trabajan conjuntamente. Macías se encuentra actualmente inmersa en la grabación de la serie Madres, que dirige con otras tres mujeres y verá la luz en 2020 en Telecinco. Trata de historias que ocurren en un hospital materno-infantil desde la perspectiva de las relaciones que se establecen entre las madres de los niños hospitalizados. “Proyectos así para televisión liderados por mujeres siguen siendo excepcionales”, subraya.
El Informe CIMA 2018 analiza la presencia de mujeres en el sector audiovisual español. La desigualdad entre mujeres y hombres sigue siendo grave: 29% de mujeres frente al 71% de hombres, con estos ocupando además la mayor parte de puestos en la zona media-alta y alta de la pirámide. Significativo es también que “las películas lideradas por mujeres cuentan con una media del 46,7 % menos de presupuesto que las que dirigen hombres”, detalla la vicepresidenta de CIMA, Virginia Yagüe. “Esto se traduce en el tipo de contenidos que se nos permite hacer”. Las películas de acción, los thrillers y las de género fantástico, esto es, las de mayor presupuesto, están vetadas. “Por eso dirigimos sobre todo comedias románticas, dramas y documentales”, explica.
Más datos: en las ayudas estatales al cine de alto presupuesto en España, sólo un 14% de las ayudas concedidas corresponden a proyectos liderados por mujeres. La presidenta de CIMA, Cristina Andreu, solicitó medidas más valientes a la directora general del Instituto de las Ciencias y las Artes Audiovisuales de España, Beatriz Navas, presente durante la presentación del informe. Concretamente, abrir una línea de ayudas específica para proyectos liderados por mujeres. La petición levantó aplausos en el foro. Se da la circunstancia, además, de que hay menos películas lideradas por mujeres, pero estas tienen un 13% más de premios y reconocimientos en festivales que las de los hombres.
Este año, tres de las cuatro películas que optaron al Goya a la Mejor Dirección Novel estaban dirigidas por mujeres: Viaje al cuarto de una madre (Celia Rico), Ana de Día (Andrea Jaurrieta) y Carmen y Lola (Arantxa Echevarría). Ganó Echevarría. Si observamos los créditos de estos filmes, vemos una proporción inhabitual de mujeres en sus equipos técnico y artístico. También en 2018, por segunda vez, una mujer no actriz ganó el Premio Nacional de Cinematografía: Esther García, la productora de El Deseo de los hermanos Almodóvar.
Pero la estrella del CIMA Mentoring este año fue la productora mexicana Bertha Navarro, con 50 años de carrera y más de 30 películas en su haber, entre ellas las tres primeras de Guillermo del Toro. Ante una audiencia mayoritariamente compuesta por mujeres, Navarro escribió en negrita y subrayado las cuatro características fundamentales de una productora de cine: “Autoridad, conocimiento, liderazgo y sabiduría”.
“The Times They Are A-Changin” cantaba en los 60 Bob Dylan, pero mucho más lento de lo que desea más de la mitad de la humanidad (las mujeres), además de los cada vez más hombres que se suman a la causa. Tan frágil es que la amenaza de involución en los espacios conquistados por ellas en las últimas décadas es un hecho por el avance de la ultraderecha en el mundo. Para Andrea Herrera, venezolana migrada a España hace dos años, coescritora junto a la madrileña Almudena Monzú de Culebra, “las dos nos dimos cuenta de que la posibilidad de hacer nuestros contenidos era montando una productora propia”. “En el proceso de buscar colaboradores preferimos buscar mujeres, aunque sea ponernos el pie forzado. La nuestra no es una reclamación por el mero hecho de buscar la igualdad entre mujeres por lo que dicen los datos, la cuestión es que mientras más miradas haya tanto de mujeres como de hombres -y no me meto en el tema queer, que podría meterme- la cinematografía que hagamos será más diversa y rica”.
Almudena Monzú pone el foco en la importancia de imponer la paridad desde el principio del proceso de desarrollo de las películas. “Los comités que valoran los proyectos han estado integrados mayoritariamente por hombres, eso hacía que los de las mujeres se eligieran menos y, por eso mismo, parecieran de menor calidad”. Monzú también se refiere a los comités de selección de los festivales, cuya igualdad es uno de los objetivos de la Carta de la Paridad de CIMA, que ya se ha firmado en España por los de San Sebastián, Ourense y Las Palmas de Gran Canaria.
Culebra es un thriller -“género que nace del cabreo”, dicen- sobre una comisaria de policía cuarentona, malhablada y adicta al Red Bull. Se desarrolla en Barcelona. “Tiene un alto contenido erótico y maneja la tesis de que el placer y el deseo también pueden llevarte a la emancipación y la libertad”. A la hora de acceder al mercado laboral, Andrea Herrera no se ha sentido discriminada por ser mujer, “pero sí por el tipo de película que se espera que hagamos, el intimismo, el drama, lo psicológico, un tipo de película como nuestro film noir está en las antípodas”.
La guionista madrileña Silvia Arribas coincide en lo del cliché. “Muchas veces se presupone que no vas a saber escribir bien tramas policíacas y de investigación por el hecho de ser mujer. ¡Pero si yo soy la fan número 1 del thriller y lo que falta es precisamente una mirada femenina sobre este tipo de historias!”, exclama. Arribas participa con el único proyecto de serie de televisión del CIMA Mentoring, sobre dos chicas españolas alistadas al ISIS. “Son jóvenes que anhelan un empoderamiento que creen encontrar en el radicalismo islámico”, explica. Su propuesta es un “thriller psicológico sobre el amor imposible, la amistad y la identidad”. La historia principal es la de Jana, que simula estar lista para casarse con un islamista para rescatar a una amiga de la que está secretamente enamorada. “Como mujer guionista, la sensación es que debes esforzarte el doble para hacer valer tus conocimientos. Programas como el CIMA Mentoring son importantes por la fuerza que te dan para empoderarte y porque generan una red de mujeres en la industria. Es vital apoyarnos entre nosotras. El reto de trabajar juntas todo ese terreno sin explorar de historias hasta ahora contadas por hombres es muy motivador”, concluye.
La conversación es una carambola de billar a diez bandas y la navarra Goizeder Urtasun toma el taco para introducir un tema fundamental para el desarrollo profesional: la maternidad. Ella tiene una hija a punto de cumplir cuatro años. “Si decides dedicarte a la maternidad, la actividad profesional queda lógicamente en un segundo plano. El problema es que cuando vuelves es como si empezaras desde cero, la sociedad no reconoce ese tiempo, cuando la realidad es que en esos años has aprendido de ti misma un montón de cosas y adquirido nuevas perspectivas”, explica. Su proyecto Modu Modua, que en euskera significa “hacer las cosas al modo de”, es una road movie protagonizada por una mujer casada, Laura, obligada a ponerse al volante de un camión para salvar a su familia. Está situada en 1984, cuando los camioneros franceses bloqueaban y destrozaban las frutas y verduras de los españoles.
“Empecé en el cine en 2000 en equipos de cámara, quería ser directora de fotografía”, continúa Urtasun. “Ser mujer ahí significaba vestir de una manera discreta y hablar de una forma determinada; afortunadamente creo que eso se está transformando. A nivel práctico, las mujeres debemos demostrar más o lidiar en más aspectos al mismo tiempo. De puertas afuera se habla de conquistas en muchos terrenos, pero en realidad lo que ocurre es que asumimos más tareas. Ni hemos dejado de atender a los niños, ni a las personas mayores al mismo tiempo que nos ocupamos de nuestras profesiones. Además de todo eso, algunas tratamos de sacar adelante proyectos creativos”.
La guionista y directora madrileña Alicia Albares presentó a CIMA Mentoring un proyecto de género fantástico, Danza de buitres, para el cual busca a una productora mujer. Ella pone el acento en los referentes. “Nos faltan. La única película de género fantástico de presupuesto altísimo que se ha hecho dirigida por una mujer es Wonder Woman (Patty Jenkins, 2017). ¡La única de la historia! Como mujer que quiero hacer cine fantástico, solo tengo esa película para mirarme. Así que, además de hacer, tenemos que ser pioneras”.
Ana, su protagonista, es la última mujer sobre el planeta y tiene la llave para salvarlo. Para Albares, Danza de buitres apoya la tesis de que “una verdadera igualdad entre mujeres y hombres es capaz de cambiar el mundo para mejor”. “Mi protagonista es un icono del nuevo mundo, representa la esperanza, la alternativa. Simbólicamente, la película habla también de la importancia de lo femenino como motor de cambio. Otro mundo es posible, y otro mundo donde las mujeres pinten, porque ahora mismo no pintamos”. Para ello, considera que no es suficiente con que “las mujeres produzcamos, también debemos estar en los puestos de poder de las televisiones y en las instituciones que dan las ayudas, así sería mucho más fácil arrastrar a otras mujeres”.
Sobre Emilia, una mujer que pinta –literalmente-, es el único proyecto de cine de animación del CIMA Mentoring 2019. Es Un mundo propio, largometraje “de atrevimiento y resistencia ambientado en los años 20 y 30 del siglo pasado”, según sus promotoras, las guionistas madrileñas Irene Rodríguez y Marisa Simón-Moore. Para ellas, Emilia representa a las mujeres que se negaron a quedarse en los márgenes de la historia. “Es un ejemplo de cómo hemos sido olvidadas, tachadas, menospreciadas”, explica Simón-Moore. “Todos conocemos a Dalí, Lorca, Buñuel, Picasso, pero nadie a Maruja Mallo, Delhy Tejero o Ángeles Santos”, añade Irene Rodríguez. El cuadro que dio alas de forma definitiva al proyecto es Un mundo (1929) de Ángeles Santos; lo descubrieron juntas en 2016 en el Museo Reina Sofía de Madrid. La visión fue “un flashazo”, dice Simón-Moore. “Confirmamos la sensación compartida de que tenemos una gran laguna de herencia cultural femenina”. “No es un cuadro pequeño”, añade Rodríguez, “mide tres por tres metros. Fue verlo y preguntarnos cómo es posible que no hubiéramos sabido nada de él previamente. Es una obra que nos interpela como creadoras. Fue sobrecogedor, toda la energía que tiene nuestra protagonista nace de ahí”.
Las dos guionistas viven la colaboración entre mujeres como algo “natural, algo que ha sucedido siempre y ha ayudado a que las mujeres salgan adelante en la vida en general”. Coinciden al hablar de las limitaciones que sienten. “Se suele decir que a los hombres se les contrata por su potencial y a las mujeres por lo que hemos hecho, por nuestra experiencia. Es totalmente cierto”, afirma Simón-Moore, “lo que pasa es que es una reflexión que siempre se hace a tiempo pasado, cuando compruebas cómo compañeros que empezaron contigo desarrollan sus carreras mientras tú sigues en el mismo sitio”. Para Irene Rodríguez, la desigualdad se percibe en detalles básicos del día a día. “Por ejemplo, cuando vas a una reunión de trabajo en compañía de hombres, las preguntas se las hacen a ellos, ellos siempre son los interlocutores de referencia en la conversación”.
Jenifer de la Rosa fue una de las miles de víctimas de la tragedia del volcán Nevado del Ruiz en Colombia en 1985. Solo en el pueblo de Armero murieron 20.000 de sus 29.000 habitantes. De la Rosa era un bebé de año y medio. Como ella, muchos niños que perdieron a sus familias fueron dados en adopción. La familia que la acogió es de Valladolid. Hoy es periodista y vive en Madrid. “Cuando te das cuenta de que en una redacción el 80 % somos mujeres y los cargos de poder hombres, vives de una manera muy clara el techo de cristal del periodismo”. Hija del volcán, único documental del CIMA Mentoring, lo produce De la Rosa con la ecuatoriana Stephanie Moreno, que abunda en el razonamiento: “Si la mayoría de los que están arriba son hombres, es obvio que al final ese punto de vista es el que se impone. Por eso es responsabilidad nuestra que, como mujeres, hagamos un esfuerzo para sumar mujeres a nuestros proyectos; nadie lo hará por nosotros”.
La película trata sobre el “derecho a buscar tus orígenes y no pensar por ello que estás traicionado a tus padres adoptivos”, razona De la Rosa, quien durante el proceso de desarrollo ha encontrado a una hermana de la que desconocía su existencia. Coincide con Goizeder Urtasun en que la carga familiar “limita las posibilidades de muchas compañeras, porque nosotras somos las que asumimos esas responsabilidades que deberían ser compartidas, aunque en la mayoría de los casos no lo son. Ese es el motivo por el que muchas mujeres renunciamos al afterwork, que muchas veces es el lugar donde se establecen redes y contactos que te permiten progresar en el trabajo”.
Que todos tengamos habilidades –unos unas, otros otras- nos iguala como seres humanos. La de Carla, 18 años, protagonista de Eco, proyecto de largometraje de la guionista y actriz madrileña Ainhoa Menéndez, es leer los pensamientos de los demás. Con dos millones de euros de presupuesto y ambientaba en Bogotá, el resultado es el terrorífico viaje iniciático de la protagonista. “No es la forma de narrar lo que diferencia a mujeres y hombres”, dice Menéndez en relación a los estereotipos sobre hombres y mujeres. “Referentes como Kathryn Bigelow cuentan sus películas como lo haría un hombre. Donde sí debe manifestarse la mirada de la mujer es en la composición de personajes femeninos complejos y en que la visión del mundo y la mujer en la historia que se cuenta sea igualitaria”.
Terroríficos son también algunos de los comentarios que Ainhoa Menéndez ha oído en boca de algunos productores en el transcurso de su carrera, “relativos al físico, rayando el acoso, muy incómodos”. Por eso se siente identificada con “todos los movimientos feministas, también el MeToo. Después de este movimiento estas actitudes han ido remitiendo”, dice. “Ahora se usa un concepto, el heteropatriarcado, para designar el tipo de sociedad en que nos hemos criado. Cambiarlo va a requerir mucho tiempo”, reflexiona la madrileña, que fue seleccionada en 2014 en el prestigioso programa Berlinale Talent del festival de cine de Berlín, cuyo fin es poner en contacto talentos emergentes a nivel mundial. “También te digo”, concluye, “que mi productor es hombre, y es el hombre más feminista que existe”.
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