‘Commander Arian’: las guerrilleras kurdas que luchan por todas las mujeres del mundo
La cineasta catalana Alba Sotorra recorre el mundo con el documental ‘Commander Arian’, “una historia de mujeres, guerra y libertad”, en el que narra la lucha de las YPJ (Unidades Femeninas de Protección) contra el Daesh, la liberación de las esclavas sexuales de los islamistas y la construcción de una nueva sociedad igualitaria. Una lucha desde Siria por todas las mujeres del mundo. Recientemente asistimos a su proyección en Madrid, organizada por Naciones Unidas y la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.
En Commander Arian, Alba Sotorra muestra de manera personalizada la lucha de las guerrilleras kurdas contra la expansión del Daesh en Siria. Para ello, se empotra en el destacamento de las YPJ (Unidades Femeninas de Protección) y muestra a través de sus imágenes reales cómo estas mujeres luchan no solo por la liberación inmediata de pueblos kurdos y mujeres esclavizadas por los islamistas, sino por lograr una sociedad más justa para todas las mujeres del mundo.
Precisamente, pocos días después de esta proyección se cumpliría un año del asesinato de la brigadista internacional Anna Campbell, a quien está dedicado el filme. El objetivo de esta joven británica era también luchar contra la barbarie y frenar el avance de la misoginia más allá de Siria. Por eso, acudió al llamamiento de las guerrilleras kurdas para hacer frente al Estado Islámico en el norte de Siria, pero no serían los integristas quienes la mataran sino Turquía al entrar en territorio kurdo en la ofensiva sobre Afrin. “Todas las que conocimos a Anna queremos contar qué pasó y por qué murió», recuerda en la proyección la cineasta Alba Sotorra, que ha logrado que la voz de estas mujeres personalizadas en la comandante Airan se escuche por todo el mundo. Aunque Turquía no ha permitido que la familia de Campbell pueda enterrar su cuerpo, no ha logrado silenciar el mensaje de su vida: apoyar la revolución feminista y anarquista de Rojava.
De quien sí podemos escuchar la voz es de Arian, la comandante que muestra Sotorra, cercana y calculadora, fuerte y herida. Alba y Arian se conocieron la primera vez que la cineasta fue a la zona, en 2005. “A pesar de que su inglés es muy básico y mi kurdo también, con Arian hemos podido comunicarnos más allá de las palabras. Es una cuestión energética, la una confía en la otra. Yo puse mi vida en sus manos y ella puso su imagen en las mías”, explica la directora. Como en cualquier documental, el guión era el tiempo. Así, lo que iba a ser una pieza lineal se convirtió en un documental con el antes y el después de Arian herida de gravedad. Su lucha para reponerse (y volver al frente) resulta igual de potente en la pantalla que sus instantes de combate. También lo es su relación con las jóvenes que se unen a las YPJ, quienes desean liberarse como mujeres y formar parte de la nueva estructura social que el pueblo kurdo quiere lograr cuando su independencia llegue.
“¿Cómo podemos vivir en un mundo en el que haya pueblos sin países?”, se preguntó en la proyección en Madrid la ex ministra argentina y ex jefa de gabinete de Ban Ki-Moon en la ONU, Susana Malcorra, quien destacó la importancia de estas mujeres, que pasaron de ser esposas e hijas a revelarse contra el habitual uso de sus cuerpos como arma de guerra. De la misma manera, María Elena Gómez, directora de Política de Defensa del Ministerio de Defensa del Gobierno de España, destacó que no solamente en el momento de guerra armada las mujeres pueden aportar a la pacificación, sino que es vital que estén involucradas en la mediación postconflicto.
La deuda del mundo entero con las mujeres kurdas
Además del llamamiento a la comunidad internacional para que no dé la espalda a las mujeres y hombres que han hecho que el Daesh deje de avanzar y sea un peligro mayor para el mundo entero, Sotorra reclama la deuda que el mundo entero tenemos con las kurdas. “En Alemania -donde vivía antes de comenzar este proyecto- llegaban las noticias de cómo miles de mujeres se organizaron para defenderse físicamente en la provincia siria de Rojava. Lo que más me interesó es que sus objetivos iban más allá de esa integridad física: la meta era luchar por el bien de todas las mujeres”, comentó en el coloquio posterior a la proyección del documental. Así que fue con una maleta intentando pasar por la frontera sirio-turca en pleno conflicto. “No sabía qué meter en la maleta para ir a una guerra”, bromea con los espectadores, restando el romanticismo que muchas veces puede acompañar al corresponsal de guerra.
Y es que Sotorra se tuvo que volver invisible para poder grabar las escenas más cercanas al combate, pero también las conversaciones con las jóvenes guerrilleras, grabando sus miedos y el apoyo mutuo. Ellas se unen a las YPJ para hacer algo más en la vida que ser esposa, para ser libres. «Para demostrar tu amor, te tienes que sacrificar. El amor no consiste solo en cosas sencillas como conocer a alguien y casarse. Si la tierra sobre la que construyo mi casa está amenazada, ¿cómo voy a proteger ese amor? Luchamos para que la gente pueda vivir con su cultura y sus derechos. Todos juntos, en una Siria democrática. Los hombres y las mujeres, juntos y en igualdad. Por todo eso necesito luchar. Para liberarme a mí misma. Para liberar mis pensamientos, mi sociedad y mi género. Y para no volverme débil, pase lo que pase. Si me vuelvo débil, todas lo hacemos”, se oye decir a Helva Airan en un momento de la proyección.
“Una película no cambia el mundo, pero muchas miradas sobre algo sí”, asegura la directora, que ya está de camino a Siria de nuevo para grabar una nueva historia. Aunque no se olvida de las YPJ. “El sacrificio de estas mujeres ha tenido una repercusión muy grande en toda la Siria del norte, porque han logrado imponer la paridad política y la emancipación de la mujeres, han prohibido el matrimonio con menores, persiguen los crímenes por honor, etcétera”, explica. Pero sobre todas las cosas, Sotorra tiene grabada en su retina una imagen: “Es muy potente ver cómo las mujeres detienen ahora a los hombres que las han humillado, violado, oprimido”. «Esa fortaleza”, concluye con admiración, “pase lo que pase, no se la podrán quitar”.
La película puede verse este sábado, 30 de marzo, en Villaverde Alto (Madrid) dentro de la Jornada ‘Rojava: Revolución de Mujeres’.
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