Cómo convertir tu viejo electrodoméstico en un árbol
¿Y si de los electrodomésticos y dispositivos viejos hiciéramos bosques? Esta es una de las ideas que subyace en la campaña #GreenWeek que ha organizado la Fundación Ecolec por varias ciudades de la geografía española hasta el próximo 14 de octubre, con objeto de recoger residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).
En un mundo donde es más que posible que ya haya más aparatos que árboles, los datos demuestran que aún falta mucha concienciación sobre el reciclaje de objetos sin los cuales hoy no entendemos la vida pero que contienen venenos que contaminan aguas y suelos. Datos Global E-Waste Monitor 2020 de la ONU señalan que la basura eléctrica y electrónica en el mundo superaba en 2019 los 53,6 millones de toneladas, superior al peso equivalente a todos los aviones construidos hasta ahora. Y apenas el 20% de esa montaña de residuos fue reciclado. Es decir, el mundo tira a la basura 62.000 millones de euros anualmente en materiales que podrían reutilizarse. Y la que se avecina: la consultora Strategy Analytics aventura que para 2030 habrá más de 22.000 millones de aparatos conectados a Internet (más de dos por cada ser humano). La montaña de desperdicios se estima que habrá crecido hasta los 75 millones de toneladas en sólo ocho años.
En España, si bien se mejora la escuálida media global de reciclaje, queda mucho por hacer. Según la Fundación Ecolec, que se encarga de gestionar los RAEE que recoge, el año pasado generamos casi 116.000 toneladas de estos residuos y algo menos de la mitad acabaron reciclados. “Aunque ha aumentado mucho la concienciación, aún falta por hacer; por ello lanzamos desde hace cinco años esta campaña informativa para la ciudadanía, que se completa con otra campaña, la #GreenLeague, destinada a empresas e instituciones”, explica su director, Luis Moreno. Para 2021, se han marcado el objetivo de llegar a las 120.000.
En Ecolec, la idea de cambiar un kilo de aparatos inservibles por un árbol no es nueva este año. De hecho, gracias a lo recogido en ediciones anteriores, se participó en la reforestación de Doñana tras el incendio de 2017 y tienen prevista otra restauración en un espacio protegido de Ibiza; “siempre de acuerdo con ayuntamientos y comunidades autónomas, que son los que indican dónde y cómo hacerlo”, puntualiza Moreno.
Para este año, en el que la #GreenWeek llegará a 13 ciudades –Huelva, Marbella, Granada, Almería, Ibiza, Toledo, Valladolid, Murcia, Gijón, Mérida, Ávila, Zamora y Sevilla- entre el 21 de septiembre y el 14 de octubre, su meta es conseguir 5.000 kilos. Suficientes para un hermoso bosque.
No obstante, y si bien durante estas dos semanas la recogida se hace puntualmente en la calle, desde la fundación recuerdan que cada aparato inservible de menos de 25 centímetros de tamaño puede entregarse en tiendas del sector, incluso si no se compra nada, cuando el local tenga más de 400 metros cuadrados. Y siempre es gratis. Otra opción son los puntos limpios que hay en todas las ciudades.
Tantas facilidades no evitan que en algunos municipios aún se encuentren despojos de lavadoras, frigoríficos o televisores tirados por barrancos. “En los municipios funciona la recogida puerta a puerta, pero hay grupos de recicladores informales que se llevan los electrodomésticos, los desguazan y luego tiran los restos en cualquier sitio. Es un problema difícil de atajar porque al estar en la calle no se trata de robos”, reconoce el responsable de Ecolec.
Lo que es innegable es la cantidad de electrónica que nos rodea. A lo evidente (electrodomésticos o informática), hay que sumar antenas, interruptores de luz, patinetes, coches, cables, lámparas… No menos de 40 elementos por hogar a poco que se tenga. Un informe de la ONU señala que el 38% son pequeños, pero que están en aumento los grandes –sobre todo aparatos contra el calor y el frío, que son el 17% del total- y todos los que llevan pantallas.
Luis Moreno tiene claro que “nuestro desarrollo y nuestro modo de vida están ligados al desarrollo de estas tecnologías” y que la pandemia global que aún no hemos acabado de superar “ha colaborado con el impulso al tele-trabajo y la tele-medicina hasta niveles que eran impensables alcanzar tan rápido hace dos años”. “Es el sector que más crece: un 25% cada cinco años”, asegura.
Ante este panorama, y dada la escasez de algunos de los materiales que se utilizan para la producción (entre 500 y 1.000 compuestos en un solo móvil) y sin olvidar los modos en los que se obtienen (recordemos las minas de coltán en Congo), el reciclaje es una de las soluciones imprescindibles. “Hoy, de todo lo recogido recuperamos acero, aluminio, cobre… Por poner un ejemplo: el 60% de los cables nuevos fabricados en la UE se hacen con cobre reciclado”, indica Moreno.
La cosa se complica cuando se trata de elementos más extraños, como los conocidos como tierras raras (la nueva panacea para las empresas mineras, sobre todo chinas) o el litio de las baterías. Ya hay plantas que son capaces de recuperarlos en Alemania, Francia y España (Extremadura y Zaragoza), pero aún falta mucho camino por hacer. En móviles, según datos europeos, apenas se reciclan el 5%. “Estas plantas requieren mucha inversión, pero la experiencia nos dice que funcionan y por ahí debe ir el futuro. No vale que los residuos acaben en Bangladesh porque sale más barato. Ahora ya no se exportan los plásticos porque China e Indonesia se han negado a recogerlos y vemos que se reciclan aquí. Pues lo mismo debe pasar con estos materiales”, concluye Moreno.
De hecho, el pasado abril, la empresa Atlantic Copper anunció que iba a poner en marcha en Huelva, para 2024, una gran instalación dedicada recuperar 60.000 toneladas anuales de materiales valiosos como cobre, oro, platino o el paladio, un proyecto denominado CirCular, que precisa 260 millones de euros de inversión y sería de las más importantes de Europa.
Pero la otra vía pasa por reducir el consumo de aparatos, algunos hoy imposibles de reparar por falta de repuestos; muchos otros, víctimas de la obsolescencia programada y los más, desechados en activo por la compra de un modelo más moderno. Para los primeros casos, ya hay en marcha una directiva europea que apuesta por el derecho a reparar. Y para el consumo al albur de la moda y la obsolescencia programada, Luis Moreno cree que la solución vendrá por el alquiler de electrodomésticos: “Se trata de pagar por el uso de un aparato una cantidad mensual, como ocurre con los coches por leasing o las fotocopiadoras, que puedes cambiar de modelo cada cierto tiempo. A los fabricantes les interesarán que duren para sacarles más rentabilidad”.
De momento, y a falta de un mayor desarrollo de este sistema en el futuro, la mejor opción sigue siendo consumir con responsabilidad y luego reciclar. La #GreenWeek ofrece una ocasión para hacerlo y a la vez plantar árboles allá donde han dejado de estar.
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