Cómo ilustrar los inmortales ‘Campos de Castilla’ de Machado
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Ilustrar un poemario es traducirlo al dibujo. Así lo entiende David de las Heras, el artista que ha llevado a la imagen ‘Campos de Castilla’ en una nueva edición de la editorial Lunwerg que, de esta forma, pretende acercar el clásico de Antonio Machado a las generaciones más jóvenes. Una de las obras cumbres de la literatura española del siglo XX vuelve a reinterpretarse, aunque la fuerza que poseen los versos haya hecho que De las Heras prefiera atenerse a lo explicitado en el texto.
“No ha resultado fácil ilustrar un libro así, pero al mismo tiempo era el mejor trabajo posible. Cuando te enfrentas a autores de una talla tan grande, el oficio de ilustrador normalmente se ciñe al texto”, explicita el artista. La otra opción es crear una historia algo paralela, como si de abrir un nuevo camino al lector se tratara, pero con Machado las cosas son diferentes. “En su caso era imposible hacer algo que estuviera al mismo nivel que sus poemas, así que por respeto al texto y la magnitud de la tarea lo que he hecho ha sido ser bastante literal con lo que relataba”.
De esta forma, el pincel de David de las Heras potencia de manera acertada los versos inmortales del poeta sevillano respetando, mediante unos trazos sensibles en sus ilustraciones, los textos originales. “Yo no iba a crear nada paralelo, pero si habla de los cielos de Castilla y su gente, intentaba retratarlo, ilustrarlo o traducirlo de manera literal con un estilo más contemporáneo a nivel visual”. Y esa es la esencia de esta edición de Campos de Castilla, la conexión que traza con el presente mediante la imagen. Así pues, pocas licencias creativas, pero un gran resultado en lo visual.
“Hasta que no volví a releer este poemario por el encargo de Lunwerg, porque yo lo había leído por primera vez en el instituto, no me di cuenta de que lo que aquí trata Machado puede llegarnos a ser muy familiar, quizá por ciertos consumos culturales ligados en la actualidad”, reflexiona. De las Heras se refiere, por ejemplo, a la historia de Alvargonzález y su familia castellana, presente en Campos de Castilla, y que le evocó a series como Juego de Tronos o Succession. “Es increíble porque lo que cuentan estas series que siguen millones de personas ya lo contó Machado de forma más profunda y efectiva en sus poemas”, completa el ilustrador.
Dividida en tres partes, la obra machadiana habla, al principio, de los paisajes y las gentes de Castilla, después pasa a La tierra de Alvargonzález, y termina con los conocidos Proverbios y cantares. Tres recorridos para un poemario inconmensurable que, asimismo, está ilustrado de diferente forma en cada uno de ellos. Según comenta el autor de las ilustraciones, “me decidí por la pintura al óleo para representar la primera parte de estos paisajes más fieros y bucólicos, evocadores. La segunda ya es una historia más definida y concreta, y desde la primera lectura que hice me la imaginé como una especie de cómic, una forma de hacerla más atractiva. Y la última parte, que son más de 20 proverbios, los ilustré de forma más sencilla para que no se hicieran demasiado pesados”.
En el arte de De las Heras resuena el nombre de otro gran artista: “Lo hice con una técnica, una especie de acuarela, tinta china, simulando lo que hacía un autor que me ha inspirado mucho a la hora de ilustrar este libro y que también hay un poco de aura en él, que son las pinturas y los grabados de Francisco de Goya”.
Sea como fuere, no ha sido una empresa fácil. El vocabulario utilizado por Machado ha obligado al ilustrador a acudir al diccionario no en pocas ocasiones. “Eran palabras que se utilizaban en su época, pero que ahora se me escapaban”, apunta. En cambio, la imagen que De las Heras ha creado en torno a esas palabras es universal.
“Yo siempre he dicho que más que un ilustrador, en este caso, he sido un traductor. Por un lado, tenía que entender la poesía sabiendo que muchas cosas no se refieren a la literalidad, sino a lo figurativo y metafórico. Por otro lado, eso me daba ciertas licencias para poder interpretarlo de manera subjetiva, pero al ser un autor tan importante yo no me atrevía a no ser fidedigno, fiel a los textos”, confiesa el ilustrador. De todas formas, el artista tenía sus tácticas. Por ejemplo, en algunos casos ha buscado la esencia concreta de lo que el poema quiere transmitir para centrar su composición en una parte de ella. Así ha completado esta obra que no renace porque nunca murió, pero siempre está en constante transformación a ojos de cada lector.
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