Corredores de fondo
Nuestras propuestas de hoy van de entrenamiento y resistencia. De letras y carreras. De la excelente novela ‘Correr’, de Jean Echenoz, sobre el atleta Emil Zátopek; ‘De qué hablo cuando hablo de correr’, de Murakami; y ‘Expuestos’, primera novela de Ernesto Calabuig, escritor de fondo y con fondo. Porque a veces dan ganas de salir corriendo. Pero, tranquilos, ante todo esto sigue siendo Área de Descanso.
Tal y como están las cosas en España (no hace falta que dé detalles), a veces me entran ganas de salir corriendo. Sin mirar atrás. Y quizás lo haría si tuviera la resistencia y la velocidad de Emil Zátopek (1922-2000), el legendario atleta checo cuya vida retrata con maestría y sencillez (¿acaso no son la misma cosa?) Jean Echenoz (Orange, 1947) en Correr (Anagrama). Una novela (no es una biografía) que debería ser de lectura obligatoria para escritores incontinentes. Checoslovaquia, años treinta. Emil es un chico afable. Trabaja en Bata, una fábrica de zapatos y, como a su padre, tampoco a Emil le gustan los deportes. “Le horroriza el deporte, en cualquiera de sus formas. Al parecer trata casi con desprecio a sus hermanos y a sus amigos, que se pasan los momentos libres golpeando neciamente una pelota”, relata Echenoz. El tiempo pasa sin grandes sobresaltos. Hasta que la vida cambia de golpe, radicalmente y para siempre. Los nazis invaden Checoslovaquia y, tras una llegada propagandística, pronto enseñan los dientes, que no tardarán en llenarse de sangre. Para el joven Emil, sin embargo, la llegada de los nazis tiene un efecto colateral positivo: descubre el atletismo. Seguramente la necesidad de correr se le habría revelado de otra forma, pero es una competición organizada por las juventudes nacionalsocialistas la que le pone en la pista. “Como quiera que acaba segundo, sin darse cuenta y no sin vivo despecho por parte de los arios, un entrenador del club local se interesa por él. Corres raro pero no corres nada mal, le dice”. La guerra llega a su fin y a los nazis los reemplazan los rusos, (indispensable la lectura de El poder cambia de manos, de Czeslaw Milosz, para entender la Europa del Este de la posguerra). Y Emil, con su estilo rudo, como el rictus de su cara, sigue corriendo, no para huir sino para resistir. Tanto que en pocos años gana dos olimpiadas. En la de Helsinki consigue una proeza: en menos de una semana logra tres medallas de oro, en 5.000 y 10.000 metros lisos y en la maratón. Los años pasan y la edad no perdona, pero el sensato Emil sabe retirarse a tiempo. Volvemos a encontrarle años después. Con la misma naturalidad con la que empezó a correr, y a ganar, el dócil Emil apoyará la primavera de Praga, efímera como todas las primaveras. El cambio de estación llega en forma tanque con la invasión soviética y Checoslovaquia se sumirá de nuevo en la oscuridad.
Resistencia. Como en cualquier deporte de fondo, la escritura necesita de preparación, entrenamiento, esfuerzo y resistencia. Lo cuenta Haruki Murakami (Kioto, 1949) en De qué hablo cuando hablo de correr (Tusquets), un guiño al de Qué hablamos cuando hablamos de amor (Anagrama), de Raymond Carver. Por algo Murakami fue el primer traductor del autor norteamericano al japonés. Además de escribir, Murakami también corre. Empezó a hacerlo a una “edad tardía”, pasados los treinta, por un problema de sobrepeso, poco después de abandonar el club de jazz que regentaba, casi en la misma época en la que decidió dedicarse a la literatura a tiempo completo. La experiencia le enganchó tanto que desde entonces no ha parado, tanto que correr y escribir son para Murakami dos caras de una misma moneda. “Escribir una novela es como correr una maratón”, confiesa en este libro.
Lo sabe bien Ernesto Calabuig (Madrid, 1966), un escritor de fondo y con fondo, tanto físico (corre desde los 16 años y ha competido con éxito en los 1.500 metros, aunque ahora se pelee con los 10 kilómetros) como intelectual. Decía William Faulkner que no se deberían escribir novelas antes de los treinta años, solo a partir de esa edad tiene uno algo que contar. Como la esperanza de vida se ha alargado, Calabuig le hizo caso al autor norteamericano y publicó su primera novela, Expuestos (Menoscuarto), pasados los cuarenta. A diferencia de otras obras que juegan con la metaliteratura, novelas carcasa diría yo, Expuestos cuenta una historia. La de Jaume Climent y el viaje que emprende para restañar su corazón y resucitar su creatividad. Y Calabuig lo hace muy bien, con un lenguaje cuidado y rebosante de ironía. El escritor madrileño consigue atrapar al lector desde la primera página. Como Murakami, también para Calabuig correr y escribir tejen su vida. En una entrevista que concedió a la revista Runners explicaba así la relación entre el deporte y la literatura. “Hay mucha gente que, siguiendo el tópico, piensa que nada hay tan apartado de un escritor como un deportista. Es esa idea del ratón de biblioteca o del poeta-tuberculoso y, si puede ser, alcohólico y “maldito”. Yo nunca he visto una contradicción entre correr y escribir. Es más, correr me ha ayudado a escribir. Supongo que el parecido entre ambas actividades tiene que ver con el esfuerzo, la tenacidad, la concentración, en una página o en el logro de un objetivo deportivo”.
Y después de tanto correr, para recuperar el resuello no vendría mal un poco de descanso, ¿no? Pueden encontrarlo en el último número de la revista Leer, que dedica el especial de verano a los placeres y los libros. Si la lectura es un placer, como dice John Banville, no lo es menos la buena comida, los buenos vinos, los viajes y, sobre todo, los libros que hablan de ellos.
Comentarios
Por Esther García Llovet, el 14 julio 2013
muy bueno el post este. comparto lo que dice calabuig, de hecho creo que en escribir y correr hay algo de huida siempre hacia adelante, sin meta, que tiene mucho de poético. (corro y escribo).
Por Javier, el 14 julio 2013
Gracias, Esther.Totalmente de acuerdo contigo. Escribir y correr comparten el esfuerzo, la disciplina y la búsqueda de algo que no es exactamente triunfar en una carrera. Javier
Por Ricardo Morte Ferrer, el 14 julio 2013
Realmente bueno, yo leí el libro de Murakami hace algún tiempo, en alemán, y me gustó mucho. Actualmente estoy pensando en volver a correr después de una pausa provocada, entre otras cosas, por problemas de rodilla.
Una crítica que quiero hacer se debe a la foto escogida para el artículo. En ningún caso habría utilizado una foto con zapatillas Nike, primero porque esa marca representa lo peor del sistema económico actual y segundo porque ese modelo super acolchado tampoco es adecuado en una época en la que el calzado minimalista se está mostrando como el mejor para correr.
Por rober, el 14 julio 2013
Realmente bueno el libro de Murakami (en todas sus traducciones) y realmente bueno el artículo que reafirma que salir a correr está en auge. Ya no se castiga en colegio poniendo a correr a los alumnos. Y eso es positivo para este deporte.
Puede que la foto no sea la más acertada porque efectivamente las zapatillas son de la marca Nike (aunque a primera vista ni se aprecie) pero creo que el objetivo era simplificar en una imagen de lo que trata el post y ciertamente lo consigue.
Pero el motivo por el que contesto es acerca de la afirmación sobre el tipo de calzado. Decir que «ese modelo súper acolchado tampoco es adecuado» y afirmar que «el calzado minimalista se está mostrando como el mejor para correr», sí es poco adecuado. Y si previamente comentas que dejaste de correr por problemas de rodilla, definitivamente es inadecuado que realices esa afirmación.
Todas las marcas especializadas en calzado running han desarrollado tecnologías para evitar lesiones al correr sobre una superficie dura, que de hecho está diseñada para que los automóviles, bicicletas y otros vehículos con ruedas circulen con mayor facilidad, véase el asfalto. Pero de ninguna manera el asfalto es una superficie beneficiosa para las articulaciones de nuestro organismo a la hora de repetir los impactos que se realizan al correr. El problema es que desde pequeños nos hemos calzado y, si en la edad adulta queremos correr con menos amortiguación y sin todos esos sistemas de «acolchados», tenemos que realizar un entrenamiento previo (de no menos de un año según atletas profesionales que corren con calzado minimalista) usando zapatillas que vayan disminuyendo el «drop» (milímetros de grosor en el talón) progresivamente. Así, se evitaran lesiones de rodilla y de otras zonas. Al final, lo del auge de correr descalzo (barefoot) o con un calzado sin amortiguación es una vía más de marketing de las marcas para vender. En esto todas las marcas representan lo peor del sistema económico actual. En eso sí estoy de acuerdo.
Por Ricardo Morte Ferrer, el 15 julio 2013
Sin ánimo de entrar en una discusión científica sobre el tema del calzado, hay estudios que demuestran que el calzado con demasiado sistema de amortiguación ocasiona algunas de las lesiones que pretende evitar. Sobre mi caso particular, la lesión viene de jugar al rugby y al tenis, nunca he tenido problemas corriendo, ni con calzado con amortiguación ni con calzado minimalista. Al fin y al cabo, correr o caminar es mejor que lo que hacemos el resto del día. Como dijo Thomas Wessinghage, corredor y traumatólogo, el 15% de mis pacientes son corredores, en el 85% restante la mayoría tienen problemas de sobrepeso.
Volviendo al tema del artículo, efectivamente el libro de Murakami es muy interesante, intentaré leer los otros libros comentados.
Por alberto, el 14 julio 2013
En cuanto a la recomendación de Milosz, yo recomendaría en realidad «La otra Europa», que sí trata realmente del cambio de manos entre los alemanes y los rusos.
Hay un librito que está ya traducido al castellano, del periodista polaco Mariusz Szczygiel, llamado Gottland, que es de gran ayuda para entender Checoslovaquia y el comunismo en el país.
Saludos
Por jaiver, el 14 julio 2013
Ricardo, tomamos nota de tus recomendaciones. Alberto, conozco «Otra Europa», estupenda, aunque no es una novela casi podría leerse como tal. TEndré en cuenta el libro de Szcygiel. Saludos, javier
Por Bernard Louis, el 14 julio 2013
¡Qué bien! Encontrarme entre los comentaristas a una escritora que he leído… ¡Submáquina! es el título.
Por Sergio, el 15 julio 2013
Otra recomendación literaria interesante sobre la «poesía» de correr es la novela El corredor de Karl Manders (El Aleph, 2007) que, también trata, por cierto, sobre la Europa del Este.