Cuando los más ricos se convierten en filósofos

Arianna Huffington. C2-MTL © CHARLES WILLIAM PELLETIER

Arianna Huffington.  C2-MTL © CHARLES WILLIAM PELLETIER

Arianna Huffington. C2-MTL © CHARLES WILLIAM PELLETIER

No pasean mucho por el mundo real, pero ellos creen que florecer es sinónimo de ‘nuevo capitalismo‘. Y una vez que han triunfado, se lanzan a escribir. Una de las últimas en llegar es la fundadora del Huffingtonpost, Arianna Huffington. Y no escribe de cualquier cosa, sino de filosofía. La suya: ‘Ten una idea, ponla en práctica, véndela y serás alguien’. Asistimos a la revolución de los ricos: lo querían todo y ya lo tienen todo. Ahora se lanzan a por la filosofía.

Es la última palabra en eso que hemos dado en llamar “filosofía del crecimiento personal”, una variante de la “autoayuda” que linda con la filosofía, la reflexión existencial y hasta la metafísica. Se llama “Thrive”, algo así como prosperar, florecer o crecer de forma saludable, y es el título de un libro de gran éxito publicado recientemente por la empresaria Arianna Huffington, fundadora del Huffingtonpost y una de las figuras más señaladas de lo que podríamos llamar “nuevo capitalismo”: ten una idea buena, ponla en práctica con los medios adecuados, hazte inmensamente rico y vende el resultado. A partir de entonces podrás hablar de lo que se te antoje. Y Arianna, una mujer estresada que acarreaba cuatro móviles de una punta a otra del mundo, ejemplo de lo que hoy entendemos por éxito (económico, profesional, social), se ha puesto a escribir sobre lo que todos los que hacen dinero ambicionan, en realidad, escribir cuando alcanzan la cima: filosofía. O lo que es lo mismo en las estanterías de los grandes almacenes: bienestar, crecimiento personal.

Resulta que Arianna experimentó una epifanía, eso que los norteamericanos llaman un “aha moment”, cuando hace dos años sufrió un desmayo por agotamiento y se fracturó  una pierna, el mentón y tuvieron que darle varios puntos de sutura en un ojo. La recuperación le dio tiempo para pensar: ¿Es esto el éxito? ¿Ir de un lado para otro corriendo, sin tiempo para nada? ¿No dormir? ¿No atender a la familia, a los amigos, ni siquiera a uno mismo? Entonces decidió predicar la necesidad de una nueva forma de entender el éxito. Inventó un nuevo concepto –la tercera métrica—y escribió su libro que tituló Thrive, todavía no traducido en España, con un subtítulo que parece la piedra de la sabiduría: “La tercera métrica para redefinir el éxito y crear una vida de bienestar, sabiduría y maravilla”.

Esa tercera métrica se funda en cuatro pilares: el bienestar personal. Según Huffington, hasta ahora siempre hemos medido el éxito por el dinero y el poder, pero nuestra vida necesita una tercera pata sin la cual, tarde o temprano, todo se irá al traste: la felicidad personal, la salud, la plenitud emocional. Sin esta tercera pata, sólo estamos condenados al fracaso: ataques al corazón, depresión, burn out y adicciones de todo tipo.  Lo último, por tanto, entre los hombres y mujeres con éxito en California, dice ella con humor,  no es la meditación o el mindfulness: lo último es descansar, afirma, mientras sus audiencias se parten de risa.

Esa es la parte que más se ha popularizado de esta filosofía huffingtoniana: la de que para triunfar hay que dormir. Sí, como suena. Ocho, nueve, las horas que cada uno necesite. Arianna se indigna contra aquellos que presumen de dormir poco y niega que sea propio de mentes inteligentes, inquietas y creativas. Todo lo contrario, asegura en línea con otros especialistas de la calidad de vida como el cronobiólogo Till Roenneberg.

Así que olvídense del famoso refrán español que –para variar—siempre nos hizo sentirnos culpables a los que teníamos un despertar lento: no es cierto que Dios ayude a quien a madruga. Ayuda a quien duerme las horas que necesita. O te acuestas pronto, o te levantas tarde. Imposible combinar las dos cosas, que es lo que, dicho sea de paso, solemos hacer los españoles desde que España es España: acostarnos a las dos de la madrugada, cuando terminan los programas del prime time con todos sus anuncios, y levantarnos, como el resto de los europeos, a las seis o siete de la mañana para ir a trabajar.

Así que, ya saben, hay que dormir. Lo contrario es una lenta autodestrucción física, emocional y mental. Bien. Es algo que ya sabíamos. Gracias Arianna, égida del capitalismo que nos devora, por ponerlo negro sobre blanco. Una noche de sueño reparador nos ayuda a ser más productivos, a tomar mejores decisiones, más inteligentes, y a ser más felices. Su público más entregado son lo que ella llama las “mujeres con déficit de sueño”, y asegura que dormir es el camino para empezar una nueva revolución feminista, porque para los hombres la falta de sueño se ha convertido en “un símbolo de virilidad”. Les aconsejo que sigan esta pequeña charla TED en la que Arianna dice, entre otras cosas, que quizá la caída de Lehman Brothers no hubiera tenido lugar si hubiera habido entre el accionariado alguna sister que, tras dormir ocho horas, se hubiera dado cuenta de lo que pasaba. Es el momento de la “tercera revolución de las mujeres”. Nada funciona. Nuestra vida, el éxito tal y como lo hemos concebido hasta ahora no es sostenible. Las mujeres, según Huffington, no sólo quieren el poder, sino que quieren cambiar el lugar del poder para hacerlo más sostenible, más humano.

El problema es cómo llevarlo a cabo. Esta es, sin duda, nuestra primera pregunta. ¿Quién puede dormir lo que necesita? ¿Quién puede hacer las cosas al ritmo que necesita antes de que le dé un colapso en un pasillo del metro? Quizá esta es la nueva forma de riqueza: el sueño, el descanso. La clase media, que creyó en el ideal del esfuerzo recompensado para poder disfrutar en la mediana edad de lo conseguido –una buena casa, unos hijos educados y con futuro, unas vacaciones tranquilas—, se encuentra con que debe tener hoy (o al menos sus hijos) un mínimo de tres trabajos si quiere conservar lo conseguido, o simplemente se encuentra con que ya no tiene nada de lo que ansiaba porque ya no es clase media: es únicamente pobre. Y siendo pobre, no hay meditación, ni sueño, ni descanso que valgan: hay que salir a buscarse la vida para no acabar durmiendo, vale, pero en la calle.

La segunda pregunta que aflora es: ¿Por qué se empeñan los que tienen mucho éxito y mucho dinero en contarnos que también es posible ser feliz siendo poderoso? ¿Por qué necesitan nuestros millonarios convertirse en una especie de Diógenes modernos, con dinero, tumbonas bajo palmeras en hoteles exclusivos (los demás están llenos de ruido y de gente) y cargados de sabiduría? Los ricos son los nuevos sabios. Antes fueron los nuevos economistas, los que nos daban recetas para mejorar la organización del trabajo y de la sociedad (despidos, bajadas de sueldo, reformas dolorosas que hay que aceptar, etc…). Más tarde jugaron a ser los nuevos intelectuales; escribían novelas sobre recuerdos de juventud, sobre las nuevas generaciones desorientadas. Hoy, además, han tenido tiempo de tomarse un respiro y reflexiona, y volver con una nueva filosofía de vida bajo el brazo, con la que poner en evidencia nuestra mediocridad, empeñados en pagarnos unas vacaciones con la tarjeta de crédito.

Es este un fenómeno que debería hacernos reflexionar. Primero: ¿Dónde están los verdaderos filósofos? Segundo: ¿Cuáles son sus recetas? Tercero: ¿Por qué los ricos y poderosos, los que en última instancia son responsables de nuestras malas condiciones de trabajo y de nuestra penosa retribución, quieren convertirse en filósofos? Cuarto: ¿De verdad cree alguien, con sentido común, que es posible dormir ocho horas y descansar en estos tiempos? Quinto: No me cabe la menor duda de que la revolución de nuestro tiempo es la revolución de los ricos. Lo querían todo y ya lo tienen todo. Hasta la sabiduría griega. Reconozco que me encanta escuchar a Arianna Huffington: que si el yoga, que si los límites a la utilización de lo móviles, que si la desconexión o las reuniones de negocios paseando por el parque… 

Si de verdad alguno de estos privilegiados bajara un día de su vuelos en primera y se diera una vuelta por las calles de las grandes ciudades… Con un poco de talento, y la mitad del tiempo que pregonan, podrían escribir no ya El capitalismo en el siglo XXI, como ha hecho Thomas Piketty, sino Germinal en los nuevos tiempos. Y entonces, quizá, comprenderían la verdadera hondura de la revolución sobre la que meditan.

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Comentarios

  • Laureano

    Por Laureano, el 25 julio 2014

    ¿Donde estan los filosofos verdaderos dices? Pues puedes empezar leyendo a Sam Harris: «The moral landscape» / «El panorama moral». Si fuera por mi obligaba a leerlo y comprenderlo a todo el mundo… Por el bien de todos. Entonces podríamos empezar a hablar en serio…

    • Namáis

      Por Namáis, el 26 julio 2014

      Sam Harris es un ateo fundamentalista, creyente en la supremacía occidental, defensor de las armas nucleares y de la tortura, y un feroz anti-islamista. Vamos, un Jack Bauer académico al que le dejan jugar con escáneres cerebrales. Por el bien de todos, conozcámoslo… para detestarlo.

  • Fulgencio Barrado

    Por Fulgencio Barrado, el 26 julio 2014

    Es una pena que la inmensa mayoría de la población mundial no tenga tiempo para leer su libro.
    Quizás sea verdad que no se ha inventado nada mejor que el capitalismo, pero lo que es indudable es que el capitalismo es una idiotez en la que muchas veces ganan los idiotas.

  • Nobody

    Por Nobody, el 26 julio 2014

    «Véndela y serás alguien.» Por ese precio, es mejor seguir siendo nadie.

  • aviador

    Por aviador, el 27 julio 2014

    Mi enhorabuena para Elena Castelló por tan excelente artículo.

    Tantos siglos jodiéndonos la vida por la costumbre española de la siesta. Y, ahora viene una calvinista rica, reaccionaria, conservadora y choni a darnos lecciones sobre la ética del descanso.

    Menuda Píndara de vía estrecha está hecha la rubia de bote Arianna. A la sazón dueña del diario Huffingtonpost.

    Diario,qué al igual al refrán que me acabo de inventar y reza: «En el Huffingtonpost, trabajan todos de balde menos yo».

    • Morcón

      Por Morcón, el 28 julio 2014

      En tres palabras: PE-DAN-TE.

      • aviador

        Por aviador, el 29 julio 2014

        No me molesta el término pedante viniendo de un tipo que se esconde bajo el seudónimo de Morcón. En mi tierra extremeña, sabemos muy bien qué es un Morcón. A las gentes como tú les llamamos «Burritos Cariñosos»… ¡arre, arre!

      • aviador

        Por aviador, el 29 julio 2014

        Se me olvidó en él comentario anterior lo siguiente «después de leer lo de Morcón”, ahora sé el porqué del nombre el asombrario.

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