La cuarentena y el futuro de los músicos (parte 1)
Vivimos días únicos para la Humanidad, un estado de alarma sanitaria, económica y social a nivel global, que afecta a todos los sectores, y que no perdona clases, géneros o edades: de una forma u otra, todos estamos afectados. Con este desconcierto mundial, contactamos con algunos reconocidos artistas para indagar cómo están invirtiendo su tiempo de confinamiento y qué perspectiva tienen de un futuro a todas luces incierto. En esta primera parte nos acercamos al encierro bonaerense de Andrés Calamaro, seguido de Rubén, de La Pegatina (Barcelona), Joe Crepúsculo (Madrid) y Canijo de Jerez (Cádiz).
JOE CREPÚSCULO
¿Cómo estás pasando el encierro?
Estoy en mi casa en Madrid. En estos días estoy grabando mi disco, voy escuchando las cosas que me va mandando Sergio del nuevo disco, también paso horas leyendo, cocinando, viendo series y películas, la última cosa que hice así un poco social fue grabar unas guitarras en casa. De momento me cuesta ver la luz, porque los conciertos será lo último que se abra al público. Por suerte, tenemos material para ir formando el nuevo disco y eso sí podrá salir. Luego tocará ver qué pasa y cómo se va aclarando todo. Al principio de este encierro estaba muy al tanto de cualquier cosa, ahora cada vez más lo voy naturalizando y veo las noticias como antes, por la mañana los diarios y poco más.
¿Las redes sociales te ayudan?
El otro día hice una sesión de dj en streaming y me lo pasé bastante bien, creo que no lo hubiera hecho si no estuviéramos así. Pero soy un poco tosco con las redes y lo hago todo a mi manera y tampoco estoy siendo muy intenso la verdad; tal vez no sea mi manera natural de expresarme. La verdad es que todo esto supera mi manera de enfocar los posibles futuros. Siempre pensé que un día se iría internet para siempre o la electricidad con una eyección de masa solar y que ya no servirían para nada los móviles y las stratocásters pero jamás pensé en estar encerrados en casa así. Tal vez debamos prepararnos para evolucionar y dejar nuestros cuerpos a través de la meditación y coincidir en un mundo astral nuevo, ajeno a todo lo digital.
ANDRÉS CALAMARO
¿Dónde estás pasando tu confinamiento?
En mi casa de provincia de Buenos Aires. Estaba en CDMX para el (festival) Vive Latino y de pronto todo se precipitó, y me vine a mi casa. Vivo solo y me empleo, apenas, en tareas para que mi vivienda no se venga abajo o huela a podrido. Obtengo la comida, alguien me ayuda con la ropa sucia… El resto del día estoy fumando y tomando mate. En el estudio, experimentando con sonido y concepto. Escribo redondillas décimas todos los días. El encierro de ocio creativo es como es, los horarios se mueven hasta doce horas, duermo de día, tampoco es la primera vez.
¿Cómo ves tu futuro profesional?
Estábamos empezando una gira buena de verdad, completa y mundial, con fechas en París, Londres, Berlín, Milán, Ámsterdam, Madrid, festivales, gira en México, Colombia, Ecuador, el Perú y Costa Rica… Eso era el futuro profesional, debería estar transcurriendo. Tampoco suelo visibilizar más allá del futuro inmediato. No le doy demasiada importancia al concepto de “artista profesional” fuera de ofrecer una gira muy buena. El futuro, en sí mismo, no nos consta. Parece complicado recuperar las giras, pero tampoco lo voy a lamentar demasiado, es como es. Tampoco depende de mí. Muchos amigos nuestros no llegaron al “futuro profesional”, me cuadro con ellos como Juan Belmonte. Si no hay luz al final del túnel me quedo en la sombra.
¿Sigues las noticias o prefieres no saturarte?
Evito las noticias la mayor parte del día y la noche, es una misma noticia repetida mil veces. Ya tengo bastante con decidirme a barrer los pisos de mi dacha, que es amplia. Vivo solo y sin coche. Es posible evitar saturarse de información, me despierto por la tarde y voy al estudio, que está a diez metros de la cama, a desayunar. Y me dedico a la anti música. En algún momento, mientras esto se extiende, vamos a terminar proyectos (un disco al que le queda poco y nada), seguir escribiendo todos los días y trabajar con mis compañeros en sustancia, armar algo con los directos del año pasado, reflotar el CD clandestino. El escenario de pandemia y “socialismo del siglo 21” es incluso más de lo que cualquier cálculo pesimista hubiera visto venir.
¿Las redes sociales están resultando una vía de escape, una forma de contacto con tu gente y viceversa?
Son una vía de escape, pero nos aburren y advertimos que podemos vivir sin enredarnos… La actividad es escasa y creo que se abusa menos de los espacios virtuales de conversación y mensajería… Por de pronto se me descompuso el teléfono en cuanto llegamos de México, literal. Probablemente haya decenas de personas ofendidas o preocupadas. El contacto “con la gente” es un arma de doble filo, pero no es un arma ni está afilada. Preferiría no saber quién es “la gente”, no conocerlos o no tenerlos que leer. Tampoco quiero ofrecer conciertos virtuales porque no corresponde, se nos cayó una gira de categoría (además de Occidente), prefiero ser leal con mis camaradas, tampoco soy un trovador que quiera cantar sus canciones con una guitarra… Si no hay gira, no canto mis canciones, prefiero la música próxima, la que está por verse.
¿Alguna vez se te había pasado por la cabeza llegar a ver que esto, este mundo, esta humanidad es así de frágil?
Ya sabíamos que la humanidad era frágil. Estos números preocupan y en España las cifras imponen respeto, pero ya vivíamos en un mundo con miles de muertos por día, tampoco las muertes naturales. Quedan países donde las cifras de asesinatos por día superan a las de la gripe. Hace menos de un siglo hubo guerras en Europa, brutales. Los años setenta en Argentina parecen muy lejanos, pero no lo son tanto, el sida en los ochenta. Mi generación fue a la guerra en Malvinas, hay sobrevivientes de los campos de concentración. De momento, el horror no llegó a tocarnos la puerta, acaso el miedo. Caramba, algunos vivimos pensando en la muerte (más que en aquel día cuando nacimos), somos potenciales suicidas, ya descuidamos la salud, o toreamos mil toros. La humanidad ya era frágil, pero, esta vez, toda la sociedad está advertida, incluso en los países del bienestar occidental. Hace meses no vuelvo por Madrid, esperaba ver una meta realidad distinta, tirante en los escenarios ideológicos, zombies ideológicos, subyugados por los dirigentes y sus cuentos. Pero la ciudad abandonada y la población con barbijo quirúrgico. Vaya historia.
RUBÉN (LA PEGATINA)
¿Dónde te ha pillado la cuarentena?
Estoy en mi piso, con mi pareja, en Montcada i Reixac. Todo esto me pilló en Galicia, en una gira que tenía para pinchar en diferentes locales en las fiestas de presentación del Festival Sonrías Baixas. También fue justo antes de arrancar nuestra gira de salas por Francia, Alemania, Suiza y Austria con La Pegatina. Ahora, todo este tiempo de encierro lo empleo en varias cosas, voy organizando y ordenando cosas que tenía de la banda (vídeos, fotos, archivos…), también estoy componiendo, pinchando, escuchando música. Prefiero no seguir mucho las noticias, aunque cada dos o tres días me miro algún informativo para ir teniendo algo de información general. No quiero saturarme, sobre todo ahora que hay muchas especulaciones y salen muchas noticias falsas. Prefiero ir poco a poco para no estresarme.
¿Cómo miras al futuro profesional?
Es muy temprano para ver todo lo que nos deparará esto. Lo que sé es que durante un tiempo nada volverá a ser igual que antes, habrá muchos más controles, posiblemente miedo o desconfianza para asistir a lugares donde haya acumulación de gente. Yo creo que entre todos debemos transmitirnos de nuevo esa confianza, para llegar en el menor tiempo posible a como éramos antes de todo esto. Creo que lo podemos conseguir. Por el momento, mi forma de socializarme ahora son las redes sociales. Es una forma de desconectar con la realidad cuando consumes redes y una forma de sacar tus cosas cuando emites lives o vídeos. Este confinamiento ha hecho que la familia se actualice a nivel digital y podamos hacer videoconferencias para saber cómo estamos todos. Nunca me lo hubiera imaginado, aunque creo que esto tiene que hacernos reflexionar muchas cosas. Espero que cuando pase todo esto, no quede en una simple anécdota con el tiempo y empecemos a valorar muchas cosas que antes no valorábamos y utilizar este parón para que sea el año 0 de algo mucho mejor.
CANIJO DE JEREZ
¿Dónde estás pasado tu confinamiento?
En mi casa. Vivo en Chiclana (Cádiz). Me pilló justo cuando estaba metiendo el equipo en el coche para empezar los ensayos de la Gira 2020. Ahora voy empleando las horas y los días en descansar y escribir nuevas canciones, pero también hay mucha lectura, algo de ejercicio, mucha cocina y muchas series y películas. Por la mañana echo un vistazo rápido a las noticias para informarme un poco de la situación actual, pero después intento olvidarme de ellas lo que queda de día y ocupar los pensamientos en otras cosas más creativas. Es bueno no saturarse de tanta información.
¿Qué prevés del futuro?
El futuro se presenta incierto, sobre todo para el negocio de la música, pero creo que con paciencia todo volverá a la normalidad. La música y los conciertos serán necesarios para soportar la posible crisis que venga. De momento, las redes sociales son la mejor herramienta para seguir entreteniendo y motivando al personal. Ahora más que nunca.
¿Alguna vez se te había pasado por la cabeza semejante situación?
Pues sí, siempre he pensado que la vida pende de un hilo, por eso siempre me lo estoy pasando bien. Los músicos errantes siempre estamos preparados para cualquier encrucijada que se tercie.
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