“La cultura es responsable de normalizar, mostrar diversidad y no generar racismo”

Selfie de la actriz Anahí Beholí.

Selfie de la actriz Anahí Beholí.

Selfie de la actriz Anahí Beholí.

Selfie de la actriz Anahí Beholí.

La actriz afrodescendiente Anahí Beholí reivindica a las mujeres y los derechos profesionales de actores y actrices, reivindica el color de su piel y reclama que ya es hora de que el teatro, el cine y la televisión en España muestren la diversidad de etnias que conviven en la sociedad. Las calles se han llenado de razas, colores y religiones; nuestra expresión cultural, aún muy poco. Peleona y muy apegada a la naturaleza y a la isla donde creció, Ibiza, Anahí Beholí llega a nuestra serie mensual de entrevistas a ‘Milenials’ para conocer las inquietudes, realidades y retos de esta generación.

Venía pensando que con los datos que tengo sobre ti, si alguien me preguntara quién es Anahí Beholi diría y por este orden: ibicenca entusiasta, mujer y actriz afrodescendiente sin fisura, lectora persistente de Chimamanda Ngozi Adichie, activista convencida… Sí, sí, ríete…

Vamos a ver, me siento muy privilegiada; siento que he tenido mucha suerte porque que mis padres decidieran que Ibiza era el paraíso. Crecí y me desarrollé como ser humano en un lugar donde la naturaleza, el mar, era lo cotidiano. Soy hija única, no he tenido hermanos con los que compartir, ni muchos vecinos, porque siempre hemos vivido en el campo. Era amiga del perro, de las mariquitas, de la luna, del cielo, de las estrellas… Yo sola me lo hacía todo, no me hacía falta nadie más. Jugaba con personajes que creaba y a los que ponía voces, cuerpo, personalidad, carácter, emoción… Y me parece que es parte de “mi ser actriz”. Eso tendrá que ver mucho con estar sola en un lugar tan increíble, tan maravilloso. Por eso me da mucha rabia cuando alguien me habla de Menorca, de Formentera tan bien… Y me hablan tan mal de Ibiza; porque si la conocen tan mal es su problema.

El hecho de que en los últimos tiempos haya saltado la alarma en la isla de un crecimiento desproporcionado de un turismo banal y depredador no ayuda…

Las discotecas, es lo que se vende de Ibiza, pero eso es solo un cuarto de la isla… Yo me he criado en una Ibiza blanca, limpia, y hoy en día con mi edad -que nunca la digo- sigo yendo a esas playas, sigo bañándome sola un 15 de agosto y sigo disfrutando.

Y la niña es hoy actriz, Anahí Beholi. Ese apellido…

Ese es el nombre de mi familia, de mi familia africana, porque yo soy Anahí García y me parecía un poco…

Y la cosa se complica, García, Kandler, Beholi…

La mezcla viene de atrás… Mi padre y la familia paterna son catalanes y por parte de mi madre son alemanes y guineanos. Cuando empecé a trabajar yo era Anahí Kandler, que me parecía precioso. Anahí es un nombre guaraní y Kandler, alemán, y sonaban bien. Pero Anahí con hache intercalada más tres consonantes seguidas del Kandler iba a ser muy marciano. García con todos mis respetos a los García -y yo soy muy García- me parecía demasiado común pegado a Anahí; un nombre exótico… Beholi me parece precioso.

También, con hache intercalada…

Superbonito que nombre y apellido lleven hache intercalada y además usar, reivindicar, esa parte africana mía, ya que en España supuestamente no soy española por mi aspecto, porque nunca me dan papeles de española… Por otro lado, me ha dado cosas bonitas como que de repente en Guinea se hable de que hay una actriz Beholi, benga, que está trabajando en el teatro español.

¿Benga?

Benga es mi tribu, la tribu de mi abuela; somos de Corisco, una isla. No somos muchos, hay algunos en Europa, aunque hay más fang, más bubis…

¿Hablas benga?

No, qué pena… Mi mamá se vino con cinco años de Guinea y no habla ni alemán, ni benga… A mí me encantaría aprenderlo. De hecho, cuando estuve la última vez, hace dos años, en Corisco, mi primo me dio clases y por las mañanas daba los buenos días en benga. Si estuviese allí lo aprendería.

En Guinea Ecuatorial el español es la “lengua oficial administrativa y de enseñanza”.

Sí, todos lo hablan. Ahora, el señor de los cielos [Obiang Nguema} quiere eliminar el español, y no es para proteger las lenguas autóctonas, que se siguen desarrollando; el problema es que el que se está metiendo es el francés.

Hablas catalán, castellano, inglés y algunas palabras en benga…

En verano trabajo en inglés y me entiende todo el mundo, pero no puedo decir que hablo inglés al uso; catalán sí, catalán perfecto, es mi lengua materna. Es muy friki porque mi mamá que es guineana-española-alemana me habló en catalán toda la vida porque tenía muy claro que el castellano lo iba a aprender en la calle. El catalán es parte de mí; con mi padre, con mi abuela y familia paterna hablo en catalán; con mi madre hablo en catalán…

¿Te afecta de alguna manera la situación en Cataluña?

No… La verdad es que me siento un poco… Mi mejor amiga es catalana, y mi padre es independentista; pero yo, sinceramente, como no vivo allí, no estoy siendo consciente… Bueno, soy consciente de algunas cosas que me preocupan, como por ejemplo, cuando hace un año, el 1 de octubre, todo lo que se vio aquí de Cataluña fue aberrante, pero cuando llamé a mi abuela, a mi padre, tenían una emoción, una ilusión… Y qué pena, ¿no?, que no se dé también esa información; que el ciudadano de a pie lo único que quiere es decir A o B y lo quiere decir con un voto. Y eso me emocionó mucho. Tengo conexión con Barcelona y me llegan las fotos, los vídeos a través de la multimedia y tal, pero eso no sale en los medios de comunicación.

Hay medios y medios…

No tengo televisión en casa -por decisión propia, porque quiero elegir lo que voy a ver- y por eso me informo a través de Internet; pero mi vecina, la señora Margarita, cuando veía la tele (Antena3 o Telecinco o la TVE…), todo eran cargas policiales, contenedores quemándose… Y me gustaría decirle a la señora Margarita que también había gente a la que estaban aplaudiendo, llorando de emoción, abuelos con sus nietos, nietos que iban a votar por primera vez…

Y vives en Madrid.

Yo amo Madrid. Aunque he estudiado arte dramático en Barcelona, y me vine con una mano delante y otra detrás. Desde que llegué a Madrid como actriz, descubrí muchas cosas que tenía que hacer y de las que no tenía ni idea. Para mí ha sido mi casa y me siento feliz y afortunada de vivir en esta ciudad. Y lo bonito y bueno de Madrid es que tiene una red cultural subterránea que es muy rica, en la que hay dramaturgos y dramaturgas, directores y directoras con una potencia increíble. Te pueden llamar para trabajar en cosas maravillosas; se puede hablar de lo que le da la gana a uno…

Los últimos datos sobre la profesión son demoledores. Un 57% no encuentra trabajo, los ingresos de más de la mitad no superan los 3.000 euros anuales. Sólo el 8% alcanza la condición de mileurista. El paro obliga a los artistas españoles a ejercer otras profesiones para ganarse la vida… Y si hablamos de las mujeres…

Problemas no faltan. Y especialmente para las mujeres; un ejemplo: en los clásicos apenas hay papeles para ellas; en un reparto de 14, hay un papel femenino o como mucho dos… Creo que ha llegado el momento en el que o te reinventas o no existes, las oportunidades no se producen. Y gracias a no estar quieta nunca, he hecho mis propios espectáculos también.

Inevitablemente combinas tu carrera de actriz con otros trabajos.

Bueno, yo he trabajado muchísimo, de camarera, de canguro, de todo. Es verdad que si en verano no tengo trabajo aquí, me voy a Ibiza y me pongo a trabajar en el mercadillo de las Dalias con mi madre y con ese dinerito que saco, vivo. Bueno, sobrevivo, pero yo soy superprecaria; vivo precariamente, pero haciendo lo que yo quiero. Por supuesto, no tengo para comprarme un piso, ni un coche, y me da igual porque no es mi objetivo ahora mismo. También lo he de decir, si yo tuviera un hijo… Ahora tengo una pareja y estamos solos y juntos y no nos hace falta nada más que lo que tenemos. Y ahora soy feliz. Llevo en esto más de diez años y he vivido solo de ser de actriz tres veces en mi vida. Y este es uno de esos tres momentos. Llevo más de un año y con otro por delante y eso es una bendición. Cuando me hicieron la prueba trabajaba en un bar y le dije a mi jefe que lo dejaba. Ya no tengo que ir a poner copas los fines de semana porque me pagan los ensayos.

Casi un milagro…

Es que ahora nada es sencillo. Hay muchos actores y muchas actrices y también mucho intrusismo en esta profesión. Tampoco se hacen audiciones…

¿No se hacen audiciones por alguna razón en concreto?

Antes había audiciones -aunque yo no las he conocido- y eran abiertas; ahora no las hay porque no están obligados. Simplemente utilizan una guía en la que aparece tu currículo y se hacen castings cerrados a los que se invita a unos actores y actrices determinados o el director decide con quién quiere trabajar. Pero yo estoy muy feliz después de casi diez años viviendo en Madrid, por fin conseguí hacer una audición como dios manda. Me llamaron porque habían visto mi trabajo en otra obra, un espectáculo que salió de un ETC, un taller que hace Cuarta Pared, que contrata a actores, se busca un tema y con ese tema se hace una obra de teatro. Es un trabajo de investigación en el que participamos todos. Trabajamos actores con la dramaturga Carla Guimarães y la directora María Folguera sobre un primer texto de La increíble historia de la chica que llegó la última. Una obra muy coral, donde yo hacía el papel protagonista. Con esta obra estuvimos girando, hicimos bastantes bolos y llegamos hasta Alemania. Pero, claro, fue un trabajo que fue nuestro, invirtiendo nuestras horas y lo sacamos adelante porque lo quisimos sacar. Es muy triste, porque hacer una obra de teatro supone esfuerzo y trabajo no solo cuando estás en el escenario. Me da mucha pena que no se vea socialmente lo que es ser un actor o actriz, porque no es estar en una alfombra roja una vez al año; ser actriz es estar formándote toda tu vida, seguir estudiando, seguir dando talleres, leyendo… Nunca dejas de reciclarte, de trabajar.

¿Para que qué compañía era la audición?

Para la compañía en la que estoy ahora, Cross Border Project. Es una compañía pequeña, pero de las cosas más serias que he visto; te pagan los ensayos, te dan de alta como actriz en régimen artístico, te pagan los viajes. Eso ya no existe, ni hacer una gira de casi dos años… Igual que me llamaron a mí, llamaron a muchos actores y actrices de todas las nacionalidades y etnias porque buscaban un reparto multicultural y multirracial. La directora es Lucía Miranda, que es de Valladolid y ha estudiado en Estados Unidos y tiene un equipo impresionante, muy joven y muy dinámico. Las audiciones eran para Fiesta, fiesta, fiesta, la obra con la que hemos estado en primavera y en otoño, hasta noviembre, en el Teatro Español y con la que estaremos de gira también en primavera y otoño de 2019.

¿Qué es ‘Fiesta, fiesta, fiesta’?

Lucía se ha traído de Estados Unidos una forma de hacer teatro, el teatro documental verbatim. Y se trata de un teatro muy real. Lo que ocurre en la calle te lo plantan delante. Lucía cree en la transformación social a través de la cultura y eso se ve en su trabajo. Una obra de teatro documental verbatim es trabajar con entrevistas a personas reales. Cuando Lucía llega a España desde EE UU, pasando por Francia, y de repente mirando a su alrededor en los institutos se encuentra afrodescendientes, latinos, árabes, de Europa del Este…, se pregunta qué está pasando en las aulas (en mi tiempo de colegio yo era la única afrodescendiente). Lucía se metió en un instituto y se puso a hacer entrevistas al profesorado, al personal no docente, a alumnos y a madres, sin buscar nada en concreto, sin incidir en nada; simplemente les dio voz y de ese material sacó una obra de teatro, en la cual el 95% de lo que se cuenta es real y el otro 5% está ficcionado para crear el hilo conductor.

¿Cuántos actores sois?

Somos un elenco de cinco actores y actrices, a los que se nos dan las grabaciones de esas personas, para estudiar el personaje; lo que hacemos es reproducir con su timbre de voz, con su emoción, con sus pausas, con sus contradicciones, con sus “quiero decir esto pero no puedo y digo esto”, literalmente. O sea, es como si el espectador cerrase los ojos y escuchase a 14 personas distintas.

Parece un reto importante.

Es un trabajo actoral muy importante porque hacíamos cuatro, cinco y seis personajes por actor, cambiando in situ. Un trabajo vertiginoso, pero con una presencia aquí y ahora que yo no he vivido nunca como actriz. Cuando trabajas un personaje, hay una parte de invención; aquí no puedes inventarte nada, esa persona existe, incluso puede que venga a verte al teatro. Como actriz nunca había disfrutado tanto de meterme en pieles tan distintas. Solo cambiando un elemento -un velo, unas gafas ves a dos mujeres completamente diferentes. Y eso no lo creo yo sola, también me han hecho ver desde fuera.

Supongo que el estatuto de la profesión os va resolver algo…

Con el estatuto del artista lo que hacemos es decirle a la sociedad y a nuestros políticos, sobre todo a ellos, que, para empezar, esta es una profesión, porque muchas veces cuando nos hemos reunido con ellos y les hemos contado lo que nos está pasando, se sorprenden. Desde la Unión de Actores y Actrices entendemos que hay mucha indignidad en nuestra profesión, hay intrusismo y pelearse los convenios es brutal. Redactamos un estatuto del artista en el que hablamos de cotizaciones distintas porque un actor no es como un médico o un arquitecto que hace un máster, entra a trabajar y ya… Nosotros tenemos unos estudios, podemos hacer todos los cursos que quieras, pero trabajamos por obra; hacemos una y hasta empezar la siguiente tenemos que seguir comiendo; por eso hablamos de la intermitencia. En Francia, por ejemplo, durante la intermitencia tienen una especie de paro. Yo como actriz no he solicitado el paro jamás, ni como camarera ni como nada, porque siempre me las he buscado y me las he encontrado. Y dicho esto: muchas gracias porque nos han escuchado… Lo aprobó por unanimidad el Congreso de los Diputados. Y ahora viene el trabajo duro, la pelea con Hacienda…

Escena de la obra 'Fiesta, fiesta, fiesta'.

Escena de la obra ‘Fiesta, fiesta, fiesta’.

Además de teatro, también has hecho cine.

También he hecho cine y televisión. Pero te estoy hablando tanto de teatro porque me he dado cuenta este mismo año -y me siento muy feliz- de que yo ya he elegido mi camino… Bueno, si alguien viene a verme al teatro y de repente le encajo en una producción ya sea de tele, ya sea de cine, obviamente la voy a hacer porque yo soy actriz y no me cierro a nada. Pero donde me he dado cuenta de que soy feliz, donde siento que me gusta trabajar, donde me sube la adrenalina es en el escenario, es en el teatro, es el feedback con el público… Para mí eso es oro puro.

¿Tienes alguna actriz que te guste especialmente?

Te voy a decir algo muy friki, pero te lo voy a decir porque es una realidad. En un monólogo que se llama La blanca, escrito también por María Folguera (dramaturga, directora, autora; que es maravillosa y hace un montón de cosas) con datos autobiográficos míos y que estrenamos en Matadero hace unos años, yo decía: ”Siempre he querido ser… Mi referente en el cine…”. Es muy friki ahora por lo que se ha hecho con ella en Hollywood y me da vergüenza…

Me tienes en ascuas…

Nicole Kidman. Como actriz siempre me ha parecido camaleónica; podría hacer cualquier papel… Pero lo curioso, lo friki, es que mi referente sea una mujer rubia, blanca.

¿Qué es la mirada blanca?

Ahora tengo una mirada negra. Pero he tenido una mirada blanca. Yo he sido alumna de colegio e instituto español; si a mí desde pequeña cuando estudiaba historia me hubiesen hablado de la España negra, como ciudadana no me hubiese sentido tan solita. Ahora que soy mayor, que puedo elegir lo que puedo leer o estudiar, sé que a la conquista de México no solo fue Hernán Cortés y su séquito blanco, también negros y no solo esclavos, sino también negros libres y mulatos. Hay un documental maravilloso que se llama Gurumbée, canciones de tu memoria negra de hace dos años, que se puede ver en Vimeo. Fui con mi compañera Astrid Jones que también es afrodescendiente, cantante y actriz increíble. Llorábamos las dos de emoción. Y llorábamos porque si hubiésemos tenido la oportunidad en una clase de historia de ver esto, hubiéramos sufrido tan poquito en la vida… Habría podido decir: “Vale, no soy una extraterrestre, no estoy fuera del planeta Tierra, soy un ser humano, ciudadana con derechos; no soy la primera ni seré la última…”. Gurumbée lo ha visto muy poquita gente y debería verse en todos los institutos y centros públicos y privados de este país. Chimamanda, que nace y crece en Nigeria, cuenta que con siete años empieza a escribir cuentos en los que los personajes son felices porque sale el sol, porque beben cerveza de arándanos… Y de repente empieza también a preguntarse qué son los arándanos -algo que nunca ha visto-, por qué se alegran cuando sale el sol si en Nigeria sale el sol todos los días…

Y llegamos a Chimamanda Ngozi Adichie.

Sí, porque ella había estudiado y leído libros de mirada blanca, escritos por gente de mirada blanca, por mujeres y hombres blancos… Y es que, ¡hostia!, ahora puedo ir a una casa del libro y buscar escritoras afrodescendientes y empaparme de todo y descubrir algo que está en mí -pero que no había sabido ver a través de otras lecturas-, por eso ahora soy tan fan de las autoras afrodescendientes. Y lo soy sobre todo de Chimamanda porque lo he leído todo, sus ensayos, sus novelas; los compro, los leo, los tengo en mi biblioteca… Algún día quiero hacer una obra de teatro de Todos deberíamos ser feministas, donde dice verdades como puños. Pero te voy a decir otra cosa, de pequeña no tenía ningún referente. Es más, en los años noventa en la tele aún podía ver alguna presentadora negra, alguna bailarina, alguna actriz como Vicenta Ndongo. Y ahora está sola Desirée Ndjambo, pero ya no está ni siquiera en primera fila… No es país para negras es un monólogo maravilloso que está en la sala Off Latina; lo que se dice en esta obra es lo que hemos vivido todas las mujeres y hombres negros en este país, habiendo nacido o no aquí. Y es que cuando lees un guion ninguno de los personajes es negro, y yo soy negra. De ahí nace también The Black View…

The Black View: Actores, actrices y artistas negros en España, la plataforma en la que también andas metida.

Sí, sí. Y desde donde queremos dar esa visibilidad. Es que, señores, ni siquiera somos inmigrantes (aunque no me gusta nada esa palabra, prefiero hablar de migrantes), es que somos nacidos en España. Y si me llevas más lejos, mi madre es nacida en Río Muni, la zona continental de Guinea, y en su carné de identidad pone española, porque Guinea era España en ese momento. Y mi madre es española. Y la locura máxima es que yo nací en España, hablo español perfectamente, con acento bastante neutro; y que no pueda trabajar como española me parece una barbaridad.

No te ven como española

Mi representante manda mi foto o mi videobook, en el que hablo alemán, catalán, español, colombiano…

Pero si tú no hablas alemán…

No, pero para una peli tuve que hablar alemán y esa única frase la he puesto en el videobook… Lo he puesto todo para que se vea que soy versátil. Bueno, pues para lo que me llaman es para hacer de latina. Aunque quiero hacer una puntualización: eso ha sido así hasta hoy. Lucía Miranda me ha dado la oportunidad de ser árabe, española, latina…

Supongo que también ahora hay muchos actores de otras etnias.

Ahora somos muchísimos y no solo actores y actrices, sino técnicos, guionistas, dramaturgos, escritores, directores, directoras, maquilladores y maquilladoras… Y en The Black View no solo somos nosotros, los afrodescendientes; a nuestro colectivo puede venir todo el que no se sienta dentro de esa normalidad o esa masa que se supone que rige el mundo. Pueden venir asiáticos, latinos, astronautas, marcianos… Quien no se sienta incluido que venga, porque está más que invitado.

Y en el cine más de lo mismo…

Es igual. Vas al cine, vas al teatro o ves la televisión y son los mismos actores, pero tú sales a la calle en cualquier ciudad y ves a gentes de muchos sitios distintos. Y no solo en las tiendas de alimentación o en un top manta. En la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático) se están formando rumanos, asiáticos… Y si eso no se plasma en la cultura y en la ficción, lo que estamos haciendo es no normalizar la sociedad en la que vivimos. Si me pones a mí en una serie como colombiana y prostituta estás impidiendo la normalización de lo que se vive en las calles; ponme de estudiante, de profesora, de funcionaria. Mi madre es afrodescendiente y es funcionaria… Así, lo que se consigue es fomentar el racismo, no erradicarlo…

¿Tú has sufrido algún episodio racista?

Mira, antes del verano iba tranquilamente con mi bicicleta al María Guerrero, a una charla sobre una obra de teatro que se llama Un idioma propio, con un elenco asiático menos una actriz blanca. Y estaba esperando en el paso de peatones y de repente una señora, blanca, se me acerca y me empieza a increpar, diciéndome que de dónde era yo… Primero me quedé helada, y después le contesté; “¿Y usted?”. Y me dijo: “¡Yo soy española, y como soy española me sé las leyes españolas, y tú no puedes estar aquí con tu bicicleta!”. Y empezó a insultarme, a gritar: “¿Por qué venís?; ¡vete a tu país!”… Pero si yo llevo la bici respetando las normas que hay en esta ciudad… No me podía creer que en 2018 yo tuviera que coger mi bici, cruzar y ponerme a llorar… Y la llorera te la puedes imaginar, fue exagerada; me preguntaba qué le habría pasado a esa mujer con alguien…, qué había visto en mí para gritarme así. Llamé a mi chico… Yo soy de aquí y aun cuando no lo fuera… Por eso te digo que la cultura tiene mucha responsabilidad en normalizar, de no seguir generando racismo y de hacernos ciudadanos.

¿Una situación como esta la has vivido más veces?

Sí, desde muy pequeñita he sufrido abusos por el color de mi piel. Una vez llegué a mi casa y le dije a mi madre: “Quiero borrarme la piel, ¿por qué somos negras?”. De llegar a negar, a decir no quiero esto en mi vida, no quiero que te insulten a ti y no quiero que me insulten a mí por algo que yo no puedo cambiar. Durante una época muy fuerte de mi vida, en la que estaba creciendo, tuve como una negación hacia mi raza y un no querer ser… Increíble. Le decía a mi madre: “No me voy a llamar más Anahí, porque es un nombre muy raro; quiero llamarme como mis compañeras, María, Sonia, nombres normales, españoles…”.

Estoy impresionada escuchándote, es como hablar de otro mundo, de otro tiempo.

Esto también lo compartes con los compañeros de The Black View; todos podemos exponer hasta dónde nos hemos sentido maltratados profesionalmente, dónde no nos sentimos reconocidos. ¿Por qué es tan escasa nuestra participación en la cultura de este país? Yo no digo que no quiera hacer de prostituta -que también las hay blancas, ¿eh?-, lo que digo es que también puedo hacer de amiga de la protagonista, que no hace falta que sea la que le pone los cuernos con el novio, que no tiene nada que ver ni mi pelo, ni mi frente ancha… Espero que sea muy positiva la llegada a Madrid de las plataformas internacionales como Netflix, Amazon… Entiendo que Las chicas del cable esté ambientada en la década de los 50 del siglo pasado y que en aquellos años no hubiese negros y negras; lo entiendo y lo acepto. Pero si quieren sacar fuera producción española, llevarla a América, que cambien el chip. En Estados Unidos por ley tienen que meter a asiáticos, a negros… Diversidad. Y espero que también se obligue por ley a que los elencos de esas producciones sean multirraciales porque si no, no será real.

Como has mencionado a tu chico en varias ocasiones, te pregunto: ¿es negro?

No. Es blanco, pero muy moreno… Cuando lo vi por primera vez dije: “¿Y ese mulato?”, y luego me di cuenta de que no. Es blanco y madrileño.

No me puedo despedir sin preguntarte algo que me da vueltas en la cabeza desde el principio de la entrevista y es tu tajante afirmación de “mi edad nunca la digo”. Aunque a mí me la has dicho sin problema. ¿Cuál es la razón?

Pues porque como actrices y mujeres tenemos un hándicap cuando nos ponemos ante un productor o un director de casting. Si dices que tienes por encima de 30 años, te ven como una madre, una mujer mayor, para papeles de 35 a 50 años, o no te ven. Nunca como una joven, que podrías hacer perfectamente. Y eso no les pasa jamás a los hombres…

Entendido.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

No hay comentarios

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.