Daniel Bernabé: “No podemos vivir de pildoritas de actualidad inconexas”
Leyendo a Daniel Bernabé, ‘La distancia del presente. Auge y crisis de la democracia española (2010-2020)’ (Akal), nos damos cuenta de los vuelcos que ha dado España en la última década. Vivirlo como testigo de primera mano, como periodista, le ha dado perspectiva –desde la izquierda sin complejos– para armar una visión global de lo que nos está pasando: “Más que no tener memoria, tiene que ver con que la actualidad es una apisonadora. Lo que ha sucedido ayer o anteayer ya no existe. Y eso tiene un contenido ideológico. No puedes estar viviendo sólo de pildoritas inconexas. Es imposible enterarte de cómo funciona la globalidad del asunto si cada día atiendes a informaciones desconectadas unas de otras”.
Vivimos en un mundo acelerado, donde parece que no prestamos atención al paisaje. Y sinceramente la vida a veces nos impone que nos detengamos a ver los rastros, las señales. A escucharnos. A observar nuestras historias. A recapitular. Un mundo tan sobreexpuesto parece que necesita títeres, guiñoles, espectáculo y carnaza. A Daniel Bernabé le tildan de azote de la izquierda posmoderna. Que es como decir algo muy pomposo, pero sin calado. Bernabé es un superviviente, como muchos coetáneos (entre los que me incluyo).
Diplomado en Trabajo Social, fue librero, pero la anterior crisis le devolvió al periodismo (desde La Marea, El Salto, CTXT, RT, Cuarto Poder, Público hasta Hora 25 de la SER). Algo que lo llevas en la sangre, tarde o temprano brota. ¿Periodismo de batalla? No. “Sentí la necesidad de contar cosas que nadie contaba”, me comenta por teléfono.
Bernabé se declara abiertamente de izquierdas, sin medias tintas. Practica el periodismo del contraste, de mostrar hechos, no falsedades. Parece que el periodismo hoy se gana en las trincheras. Tras su éxito con La Trampa de la Diversidad. Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora, su anterior ensayo editado por Akal en 2018, Bernabé sabe que la sociedad necesita despertarse, un hilo conductor, información accesible y veraz, un análisis en conciencia para extraer la madeja a la realidad. Porque no todo está perdido.
Hacer un balance de la historia reciente tiene su sentido, porque parece que cierta parte de la sociedad española no tiene memoria ¿Eso fue lo que te motivó a escribir este libro?
Sí, aunque más que no tener memoria específicamente, tiene que ver con que la actualidad es una apisonadora. Que consiste en que lo que ha sucedido ayer, o anteayer, ya no existe. Y tiene un contenido ideológico. Esto forma parte de cómo se entiende una parte de la sociedad política. No puedes estar viviendo sólo de pildoritas inconexas. Es imposible enterarte de cómo funciona la globalidad del asunto si cada día atiendes a informaciones que están desconectadas unas de otras.
El libro es una crónica de los últimos diez años de política social en España. Pero lo que realmente pretende explicar en el fondo es cómo funciona una sociedad, y un país. Y tiene todo lo que tiene una guía, de todo lo que una sociedad y un país deberían tener. Pero contada además con la línea del tiempo, para que la gente vea que todo lo que ocurre está tremendamente interrelacionado.
Era la única manera que tenía de ayudar a hacer un balance. Iba a salir en un buen momento, pero llegó la pandemia. Esta ha sido una década incluso más acelerada de lo habitual, aun más confusa, repleta de acontecimientos. Al ser una historia de la misma, y aprovechar el periodismo para contar lo que había ocurrido en los diez últimos años, creo que nos iba a venir bien a todos.
Me gusta el punto narrativo trepidante, de crónica periodística, pero también es interesante cuando utilizas el sainete trágico. Es un punto a la tradición, por tu pasado librero, por tus estudios… Con un aire a Gómez de la Serna o quevedesco.
Me alegra que veas la comparación en ese sentido. Hace cuatro o cinco años me inmiscuí mucho en esa forma de describir la sociedad, que a mí me parece costumbrismo, pero que tiene una gran crítica, que la utilizaron guionistas o literatos y periodistas como Azcona, el guionista habitual de Berlanga. Y que consistía en cómo se podía contar un país tremendamente trágico, muy jodido, como era el país de la mitad del franquismo de finales de los 50 y de principios de los 60. Pero, sin embargo, hacerlo a través del humor para saltarse a la censura, simplemente para intentar sobrevivir. Muchas veces se necesita ironía, distanciamiento y mala leche para no acabar humanamente destrozado. Esta forma de narrar los acontecimientos quería aplicarla porque algunas veces, sobre todo a la izquierda, se le va la gravedad de las manos. Cuando todo parece todo el rato tan definitivo, hay veces que eso cansa. Imagínate un libro de 400 páginas desde la tragedia o la gravedad. Es imposible leerlo. Elegí esa fórmula por buscarle los puntos al asunto. Esa forma de tragicomedia favorece a la obra.
Tenemos siempre el eterno dilema de la objetividad y la subjetividad. Este ensayo no deja de ser el libro de Daniel Bernabé, pero que muestra también una forma de entender el periodismo, el ensayo, ¿no?
Aquí tenemos una eterna lucha los que escribimos desde un ámbito muy politizado. Mi tendencia política es clara, pública. Soy una persona de izquierdas, es notorio y sabido. Pero intento trabajar desde la profesionalidad: no cuento nada que no sea verdad; y cuando lo cuento intento justificarlo. Y cuando tengo todo eso hago un análisis de la situación. Evidentemente, ese análisis lo hago desde los valores ideológicos en los que yo creo.
En el libro no aparece nada que no haya sido publicado en otros medios. Es un libro muy periodístico, construido en base a noticias de medios de comunicación. La intención era explicar esto que nos dicen de que los medios nos ocultan la verdad. Y no, eso no es verdad. Los medios cuentan casi todo. Pero lo cuentan desde unas ópticas determinadas. Y al no hacer enlace de unas cosas con otras, al final todo acaba disuelto. Pero los datos están ahí. Entonces estaba la idea que, ajustada a cierta filosofía marxista, el centro de la calidad y cantidad: el mero sumatorio de acontecimientos al final acaba dando algo diferente.
Este libro no es un anuario. No es simplemente un libro en el que se recojan los acontecimientos por separado, sino que ofrece una historia completa. Esa era la intención. Incluye medios de distintos colores. Hay referencias a medios como Ok Diario, porque me parecía interesante dejar constancia de cómo esos medios tratan la actualidad, y por eso se recogen insultos a miembros del gobierno o noticias falsas que se han publicado, porque son parte del todo.
Mi oficio principalmente consiste en contar lo que sucede, bien sea en un periódico o en un libro. Quien cuenta de primeras somos los que tenemos oficio. Escribir vale para eso. Vale para que haya un primer peldaño, en el que el resto de gente pueda subir y pueda tirar de todos los hilos que quedan libres.
Lo bueno de las épocas de cambio es que al menos hay la posibilidad de que las cosas sucedan de otra manera. Estoy muy cansado de cierto cinismo. Del “nos dijeron que íbamos a vivir mejor, y…”. (Risas). No, mira no, nadie dijo que íbamos a vivir mejor. Cuando algo sucede y conmociona a una sociedad, se abren vías inéditas que antes no existían. Sí, están las manchas, pero también las posibilidades. Y es precisamente en esas posibilidades cuando muchas personas pasan de espectadores a actores, cuando esas posibilidades pueden llevarse a cabo. Si replicamos nuestro cinismo en las redes sociales, nos darán likes, pero las cosas no cambiarán.
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