Daniel Saldaña París: ese estrés que te conduce a la apatía
El mexicano Daniel Saldaña París debutó en el mundo de la narrativa en 2013 con ‘En medio de extrañas víctimas’, novela que le valió –junto con la previa publicación de dos poemas- la entrada en la lista de Bogotá39. Cinco años después, ha retornado al panorama editorial con ‘El nervio principal’ (Sexto Piso), una obra intimista abordada por un mismo protagonista desde dos frentes: una óptica de niño y otra de adulto.
A través de esas dos ópticas, Saldaña París expone al lector su obsesión con el pasado y su imposible forma de fijarlo; pero también con la simetría (asunto que traslada al terreno filosófico) o con la contraposición hombre-mujer. Con estos temas de fondo, el escritor mexicano ha alicatado una obra escrita con la pretensión de alejarse de cualquier etiqueta realista y redactada con una prosa exquisita, ya que como deja bien claro en la entrevista, para él “la literatura es forma y lenguaje”.
En el libro basculas entre dos subnovelas: una ‘bildunsgroman’ y otra en la que el protagonista se enfrenta a su pasado.
Creo que desde el principio del proceso de escritura el reto era encontrar una fórmula para hablar de la infancia sin hablar desde la infancia. La voz del niño hubiera sido un poco limitante en cuestión de vocabulario y de sintaxis y fue por ello que decidí que era mejor meter esta distancia, narrarlo con el paso del tiempo. Como un recuerdo al que vuelve obsesivamente. Esto me permitió narrar estos dos espacios de tiempo. El de la infancia es una novela de formación y el otro es una reflexión sobre esa etapa. Hay un desdoblamiento.
Esto hace que la novela sea muy completa, ya que nos vas explicando desde dos puntos de vista cómo se va forjando esa personalidad muy complicada y sus consecuencias.
Me gustaba ver los efectos a largo plazo de esas obsesiones. Es un personaje complejo, pero también construido a base de repeticiones y de late motivs que regresan todo el tiempo. Hay elementos que juegan a lo largo de toda la historia y de este personaje y me gusta que el resultado de todo ello sea la inmovilidad o la apatía extrema.
Esta apatía extrema es el resultado de someter al personaje a mucho estrés. ¿Por maltratarlo tanto?
El personaje se reprocha muchas cosas a sí mismo cuando era niño, como si él hubiera podido cambiar un poco el acontecimiento de los hechos si se hubiera podido dar cuenta de lo que sucedía mientras sucedía. Es el estrés y la angustia del paso del tiempo, de cosas que te das cuenta únicamente a posteriori. Únicamente la memoria te da esa perspectiva. Él intenta resolver esto a través de la escritura, narrando su propia historia.
Este estrés hace que sea un personaje que quiere escaparse de sí mismo, pero que acaba viendo que es imposible huir.
Sí. Lo atormenta una idea de sí mismo que finalmente se cumple, una autoprofecía cumplida. Le da miedo convertirse en su padre, pero acaba transformado en él a pesar de su lucha interna.
Aun con todos los tormentos, en el libro hay espacio para destellos de magia, de belleza.
Creo que la infancia es un tiempo muy alucinado, muy imaginativo. Y no quería dejar de lado esto. Es un libro muy triste, en el que mucho de lo que se narra podría llegar a ser melodramático. Quería contrastarlo con cómo se vive desde una mirada infantil; los niños muchas veces no se dan cuenta o no lo interpretan de la misma manera que un adulto. Creo que el niño va llenando los huecos de la historia con una imaginación exagerada, con un mundo lleno de locuras, de personajes, de mitologías personales que la familia no llena.
Antes comentabas que hay una serie de elementos que juegan a lo largo de la historia; uno de ellos, sin duda, es la memoria. El protagonista escribe para fijar su historia y que no cambie más.
Es un tema medio platónico-socrático de que la historia va a fijar finalmente las cosas para que no sigan distorsionándose. Pero a la vez es engañosa, ya que al narrarlo estás tomando un punto de vista, desde otra perspectiva… y por lo tanto estás haciendo ficción. Es lo que Platón reclama a los poetas, que en la escritura terminan distorsionando la verdad de los hechos por querer fijarla. Este personaje busca fijar su pasado, buscar qué tan cierto es algo, qué verdad guarda con la realidad.
Otra obsesión muy ligada a la memoria que sobrevuela el libro es la simetría: no es capaz de realizar origamis perfectos, busca su igualdad ante el espejo…
Sí, va de la mano con la memoria. Si ésta es la que vertebra el libro en términos de contenido, la simetría lo estructura formalmente, la que le da su personalidad obsesiva y retentiva. Creo que es lo que termina de redondear al personaje en su imperfección.
Una simetría que llevas en el libro a términos filosóficos.
Es un late motiv visual en un primer momento, que se va desarrollando con muchas de sus posibilidades; ontológicas y filosóficas, pero creo que también políticas. Sobrevuela también la trama el asunto de la izquierda y la derecha, lo que representan sus padres… Creo que representa diferentes niveles.
Esta última contraposición, la de hombres y mujeres, es otra de las repeticiones que se dan en el libro. Los hombres son siempre los malos y cobardes, mientras que las mujeres son las buenas y heroicas. Los dos sexos están representados desde una posición muy maniquea.
Creo que es el maniqueísmo del personaje, que está tratando de ubicar en algún sitio a su padre. Dónde colocarlo. Y dada la historia, que no quiero revelar, su padre es una figura negativa; mientras que las mujeres con las que vive son las que tiran del hilo de la historia. No sólo de la historia como trama, sino también de la Historia. Por ejemplo, la madre es la que desencadena todo lo que sucede en la novela, mientras que la hermana consigue mantener a la familia unida. Y los masculinos, sin ser todos malos, sí que son mucho más pasivos. Me interesaba contrastar esa actividad extrema de los personajes masculinos con los femeninos. Lo llevo tan al extremo que los masculinos no tienen nombre. Si acaso un apodo.
¿Por qué te interesaba hacer esto?
Por un lado quería reflejar mi propia experiencia; he vivido rodeado de mujeres muy fuertes, muy interesantes, con un carácter y una personalidad extensas. Hemos leído muchas historias de Latinoamérica en las que el héroe es el padre. Desde la narrativa del Boom, son historias que abundan. Por eso quería darle la vuelta un poco a ese esquema, ya que muchas veces es lo que sucede: los privilegios propios del género masculino pueden llevar a un grado de apatía que la lucha que supone la desventaja política de las mujeres no se puede permitir.
Eliminar esa escala de grises hace que la novela pierda automáticamente la venda del realismo.
Es una novela con un universo hiperestructurado en un sentido; no es una novela realista. Cuando los mecanismos de la estructura están muy expuestos, como el asunto del género o el tema de la izquierda y la derecha, rompen automáticamente el realismo. Yo quería llegar a este punto a través de la simpleza. Efectivamente, la realidad es mucho más matizada, pero no es algo que me interese en la literatura. Me interesa más trabajar con estructuras, con lenguajes, con ritmos, con personajes y historias que no reflejen el mundo.
¿Por qué eliges esta vía?
Creo que la literatura es forma y lenguaje. Me alejo de las narrativas que tratan de invisibilizar sus mecanismos, que tratan de reflejar la realidad. Como lector disfruto más del lenguaje; me gusta más la opacidad que la transparencia.
Comentarios
Por c, el 17 marzo 2019
el cuerpo tieen sus razones
desp d caña stres necesita parar y asimilar etc
aunque no lo comprendamos y lo llamemos apatia autoculpabilizandons