De la Sota y Fisac, la emoción de la arquitectura española

©Fundación Miguel Fisac (Chalet en Mazarrón)

©Fundación Miguel Fisac (Chalet en Mazarrón)

©Fundación Miguel Fisac (Chalet en Mazarrón)

El Museo ICO rinde homenaje a De la Sota y Fisac con una gran exposición. Ambos arquitectos nacieron hace un siglo y fueron referentes y pioneros en la arquitectura contemporánea Española. ‘Miradas en Paralelo’ contiene más de 500 documentos de ambos artistas del espacio.

Nacieron hace 100 años y desarrollaron su obra en los años sesenta, en una España que quiere olvidarse de la posguerra.  Más allá de esta coincidencia, los arquitectos Miguel Fisac, nacido en Daimiel, Ciudad Real, y Alejandro de la Sota, en Pontevedra, están unidos por cuestiones de mucho más calado en el tiempo. Fueron unos pioneros que se atrevieron a romper  con el dogma de la arquitectura franquista para entrar de lleno en las corrientes contemporáneas. Abrieron caminos similares a lo que se hacía en el mundo y por eso su arquitectura evocaba (y evoca) otra España posible, el país que pudo ser. Así que, después de un siglo, ambos arquitectos en quienes se siguen mirando generaciones de arquitectos continúan siendo un ejemplo de modernidad. Aprovechando la efeméride, el Museo ICO (Zorrilla, 3) les dedica la exposición «Miradas en paralelo», hasta el 23 de febrero, en la que a través de 500 documentos (maquetas, fotografías, muebles y objetos) repasa las trayectorias dispares, sobre todo al final, de dos maestros de la arquitectura española.

Con un año de diferencia, ambos estudiaron arquitectura en la Escuela de Madrid (ETSAM), en los años treinta, y en la década de los años cuarenta abrieron cada uno su estudio en Madrid. La biografía de Fisac, protagonista del reciente documental, «La delirante historia de la Pagoda«, de Andrés Fernández Rubio, es sin duda más particular. Su primera obra fue la capilla del Espíritu Santo, del CSIC, en la colina de los chopos de Madrid, rompiendo drásticamente con las formas imperantes de las iglesias españolas. Para entonces ya era miembro del Opus Dei y llegó a tratar muy de cerca a su fundador. Pero al cabo de 20 años rompió con la muy influyente organización religiosa que hizo lo que pudo para retirarle de la circulación durante unos cuantos años. Su afán viajero no se vería afectado de ninguna manera, y la exposición ha querido resaltarlo en un espacio que recrea sus viajes a través de objetos y un curioso mapamundi de madera colocado en la pared con 12 usos horarios.

Así, la obra de Fisac está influida, como también ocurriría con De la Sota, por conocer la arquitectura que se hacía por el  mundo, por la experimentación de materiales, sobre todo y de manera obsesiva con el hormigón, y las formas. Uno de los viajes que le marcó fue Japón: «Me quedé entusiasmado de las concepciones plásticas que tenían los japoneses para vivir. Asistí a dos cursos de colocación de flores, que quizás es donde más he aprendido la estética propiamente teórica de lo que puede ser una cosa bella, equilibrada, con propiedades», dijo.

Si la evolución de Fisac va desde el novecento italiano, pasando por un claro racionalismo, hasta acabar en el expresionismo, Alejandro de la Sota se sumó enseguida a los códigos racionalistas fuertemente influido por la obra de Mies Van der Rohe que conoció en sus viajes a Estados Unidos. La década de los cincuenta fue pletórica para este arquitecto que con pocos edificios logró transmitir una fuerza inusitada. Su Gimnasio del Colegio Maravillas, en Madrid, de 1962, fue calificado por el crítico William Curtis «como el edificio más significativo de la arquitectura moderna española».

Al final, su obra se vio fuertemente marcada por la idea de que fuera fácil su construcción que culminó en la Casa Domínguez, de 1978, en Pontevedra. «Me gusta hablar siempre de arquitectura como divertimento», dejó escrito. «Si no se hace alegremente no es Arquitectura. Esta alegría es precisamente la Arquitectura, la satisfacción que se siente. La emoción de la Arquitectura hace sonreír, da risa. La vida no».

La exposición, comisariada por Carlos Asensio-Wandosell y Moisés Puente, se reparte en tres plantas del edificio del ICO. En la planta baja están los objetos que hablan sobre todo de la vida de los dos arquitectos y el contexto donde se desarrolló. Entre los objetos, algunas sillas que diseñaron, fotografías familiares, maquetas, dibujos, retratos y cartas, como la que le envió Fisac a De la Sota felicitándole cuando obtuvo el Premio Nacional de Bellas Artes. La entrepalnta está dedicada enteramente a cinco proyectos de cada arquitecto. De Alejandro de la Sota: Pueblo de colonización de Esquivel, Gobierno Civil de Tarragona, Gimnasio del Colegio Maravillas, la casa Domínguez y la el Edificio de Correos y Telecomunicaciones de León. Y de Miguel Fisac, el Instituto Laboral de Daimiel, el Centro de investigaciones biológicas de los Patronatos Cajal y Ferrán del CSIC, Centro de Estudios Hidrográficos, Colegio Apostólico de los Padres Dominicos y la Vivienda en la Bahía de Mazarrón.

Finalmente, en la primera planta del edificio se muestran dos intervenciones en las que se recrea el ambiente de trabajo, los viajes y otros aspectos que influyeron en las dos grandes figuras de la arquitectura española.

www.alejandrodelasota.org

www.fundacionfisac.org

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