Denisa Gibovic: “Los mayores cambios se dan en tiempos de crisis”

Denisa Gibovic, directora y fundadora de la empresa Blue Room Innovation.

La innovación forma parte del ADN de Denisa Gibovic, directora y fundadora de la empresa Blue Room Innovation. Por segundo año consecutivo, ha llegado a la final del programa de emprendimiento Circular Packaging Challenge, del centro TheCircularLab de Ecoembes, una competición en la que se han evaluado propuestas de más de 190 emprendedores para buscar soluciones eficaces al reciclaje. Blue Room Innovation, que participaba en el apartado de ‘nuevos modelos de gestión de envases’, se ha centrado en buscar soluciones, a través del desarrollo de software, para abordar la compleja ruta que va desde el residuo que se genera con un producto hasta que se convierte en un nuevo producto. Es un reto que persigue para colaborar en frenar que, en un planeta finito, y de recursos finitos, la extracción de materias primas siga en imparable aumento. Gibovic, doctora en Derecho y Economía y Empresa, es una convencida de que es posible cambiar el rumbo… En ello está.

Cuéntanos sobre tu empresa, ¿cómo aplica la tecnología a la economía circular?

Trabajamos en innovación con soluciones que consisten, fundamentalmente, en combinar tecnologías que ya existen en otros sectores, pero adaptándolas a nuestros objetivos. Me refiero a software, inteligencia artificial, algoritmos, el llamado blockchain… Hoy los retos para las empresas son muy grandes en temas de sostenibilidad. Nuestros clientes quieren reciclar más productos, disponer de cálculos del CO2 que generan, y nosotros les ayudamos. Pongo un ejemplo con una productora de acero y una recicladora de Canarias: en la demolición de la T2 del aeropuerto de La Palmas, en Blue Room Innovation les hicimos la trazabilidad, es decir, certificamos el camino que siguieron los materiales desde que las vigas viejas eran residuos hasta que se convirtieron de nuevo en vigas en la nueva T2. Toda esa historia se puede seguir en un QR, incluyendo cálculos de emisiones de CO2 o del consumo de agua, un registro de datos que no pueden cambiarse. Y trabajamos con todo tipo de industrias para hacer este tipo de seguimiento de lo que ocurre con sus residuos.

¿Se avanza lo suficiente para que un residuo pueda reutilizarse en lo mismo que era?

Ya hay leyes que obligan a la trazabilidad completa en productos como las baterías. Luego vendrá la construcción, el textil, los plásticos… Lo primero es trabajar en lo que genera más impacto, el nivel industrial más que de consumo individual. Un gran reto por delante es el sector textil, y ya está empezando con ello. Nosotros queremos aportar en ese cambio de la economía lineal a la circular mediante tecnologías complejas, que son muy útiles. A nivel individual, desde 2018, con Ecoembes tratamos de incentivar hacia un comportamiento positivo premiando a los usuarios, a través del proyecto Reciclos que desarrollamos con ellos. Con Reciclos, si devuelves envases de latas y botellas de plástico, recibes una compensación.

¿Qué sectores reclaman más vuestros servicios?

Los que más exigencias legales tienen. Muchas son empresas recicladoras. Son actores que tienen lo que otros sectores van a demandar cada vez más y necesitan ser más tecnológicos, saber exactamente qué tipo de materiales reciben y qué es lo que se hace con él. También el sector de la construcción, que es muy contaminante y puede disminuir mucho sus impactos aprovechando materiales, aunque aún hace falta que se creen las infraestructuras que permitan transformar esos materiales para crear el círculo, y también incentivos para hacerlo. Es una transformación muy profunda y por eso es preciso crear nuevo valores y nuevos hábitos.

¿Veremos algún día una economía 100% circular?

El camino está siendo más largo de lo que pensábamos. La historia nos dice que los mayores cambios se dan en tiempos de crisis: cuando nos quedemos sin materias primas, se acelerará esa transformación. Ya se hacen cálculos de hasta qué año tendremos un determinado material disponible. Además, es importante la concienciación y, aunque no nos gustan, las presiones normativas también ayudan. La normativa de la UE sobre economía circular nos da esperanzas de lograrlo, porque insiste en la reutilización de residuos como materia prima.

¿Cómo ves el avance en la conciencia social ambiental durante las últimas décadas?

Avanza, aunque de forma modesta. Vemos que avanza en cuestiones como la recogida de papel, hoy muy generalizada, pero en otras… Es curioso, porque vivimos tiempos de gran aceleración en la tecnología, pero vamos muy lentos en el reciclaje. Y creo que combinar la concienciación y la tecnología puede ser útil para mejorar. Por ejemplo, que nuestro teléfono móvil nos permita conocer qué impactos reales tienen nuestros residuos a nivel individual y recibir incentivos cuando se hacen las cosas bien.

¿Cuál crees que es el mayor reto ambiental al que nos enfrentamos en estos momentos?

Desde luego, lograr una economía circular. Y soy optimista respecto a que se puede conseguir. Si no, no trabajaría en ello. Si se piensa que todo va mal, mal trabajo se va a hacer. Pero hay que insistir en cosas obvias, como el concepto de lo que es una buena vida y un buen futuro para nuestros hijos.

¿Qué hábitos o prácticas ambientales aplicas en tu día a día?

De todo un poco, sin llegar al extremo. En mis compras, prefiero la ropa que es duradera y comprar productos locales, marcas que ponen en valor la sostenibilidad. En cuanto a la energía, tengo en casa placas solares y un coche híbrido. En definitiva, intento llevar una vida equilibrada, sin ninguna cosa que me impida disfrutar de la vida, pero eligiendo las opciones menos dañinas para el medio ambiente.

¿Cómo fue que llegaste a dedicarte a este ámbito de la tecnología dedicada a la sostenibilidad?

Siempre me ha atraído trabajar en ámbitos que aporten a la vida. Ya cuando estaba en la universidad me interesé por el cambio climático y empecé a pensar en lo que yo podía aportar. Es evidente que está afectando a nuestras vidas, pero también que podemos actuar y tener buena calidad de vida cuidando la naturaleza.

¿Un lugar al que te gusta regresar?

Palamós, en la costa de Girona. Me encanta estar cerca del mar y pasear por ese tranquilo pueblo de pescadores, disfrutar de comprar el pescado fresco cuando regresan los pescadores, su olor…

***

En el evento final del programa Circular Packaging Challenge, la competición impulsada por TheCircularLab –el centro de innovación abierta en economía circular de Ecoembesse evaluaron las propuestas de más de 190 emprendedores que se han presentado para buscar soluciones eficaces que impulsen la circularidad de los envases. Madrid acogió la semana pasada a los finalistas de la competición, procedentes de siete países: MacroCycle Technologies (EE UU), Biomyc (Bulgaria), Greenback Recycling Technologies Ltd (Reino Unido), ADBioplastics (España), Magnomer (EE UU), Mi Terro (EE UU), Bockatech (Reino Unido), Notpla (Reino Unido), Circularise (Países Bajos), Polytag (Reino Unido), Bumerang Takeaway (España), Kleen hub (Dinamarca), GRIN (Noruega), Blue Room Innovation (España) y Reath Technolgy (Reino Unido).

Finalmente, resultaron ganadores: Notpla, centrada en el desarrollo de packaging a partir de algas y plantas, y GRIN, dedicada a la tecnología para recogida de envases reutilizables. Y Macrocycle (dedicado al reciclaje de residuos de poliéster en PET de calidad virgen para envases rígidos) y Polytag (que emplean etiquetado digital para favorecer la reutilización y el reciclaje de envases) obtuvieron las menciones de honor.

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