Depresión Sonora, postpunk de la generación del postureo y la precariedad
Depresión Sonora es el proyecto musical del madrileño Marcos Crespo, artista que construye sus canciones sobre un manto de minimalista postpunk para volcar sobre ello asuntos que tocan su realidad, el presente, el de una generación nacida casi con el nuevo siglo, pero ya fatigada, ansiosa y empujada sin alternativa a la híper productividad, el postureo y la precariedad. Él plantea muchos peros a ese hábitat de costumbres y comportamientos de usar y tirar en el que está creciendo. Las suyas son unas composiciones que describen un inquieto universo que, hasta hace unos años, encerraba en la habitación del piso familiar donde vivía en el extrarradio de Madrid.
Crítico con la desmesurada urgencia de compartir la vida en redes sociales, partidario de hacer una obra completa en bloque y no perpetuar el lanzamiento de singles, fan de Camela, Nirvana y Dire Straits, ha hecho colaboraciones con Carolina Durante, Javiera Mena o Los Punsetes. Depresión Sonora, o sea, un par de Eps (uno homónimo e Historias tristes para dormir bien) y el disco El arte de morir despacio anteceden a su más reciente lanzamiento, un nuevo Ep titulado Makinavaja. Todos han transcendido y han cumplido su objetivo, han arrastrado a miles de jóvenes a sus conciertos, creando una comunión artista-público pocas veces vista, llenando las actuaciones en España, y petándolo también en México, Perú, Chile y Estados Unidos.
Depresión Sonora nace como proyecto en pandemia, en 2020. Es en ese tiempo cuando decides arrancar, componiendo y grabando en la soledad de tu habitación. ¿Cómo fue tomando forma el proyecto?
Sí, así fue. La pandemia y el confinamiento me dieron el tiempo y el espacio para reflexionar y crear. Siempre había tenido la idea de hacer música, pero fue en ese momento cuando decidí concretarlo. Empecé a componer y grabar en mi habitación con las herramientas que tenía a mano. Poco a poco, esas grabaciones caseras fueron tomando forma y se convirtieron en lo que hoy es Depresión Sonora.
¿Cómo recuerdas esos inicios, ese impulso y motivación de empezar a hacer grabaciones y ponerle este nombre, Depresión Sonora, y saber que algo nuevo se estaba incubando mientras el mundo se paralizaba?
Recuerdo esos inicios con una mezcla de incertidumbre y emoción. El nombre Depresión Sonora surgió de la necesidad de expresar el estado emocional en el que me encontraba. La pandemia nos afectó a todos de distintas maneras, y para mí fue una oportunidad de volcar toda esa energía y esas emociones en la música. Sentía que estaba creando algo auténtico y necesario en un momento de tanta parálisis global.
No sé si por eso precisamente (estar tú solo y las herramientas que tenías en la habitación), tras el encierro, el protagonismo de las canciones siguen siendo las programaciones, una guitarra primitiva y la voz. ¿Eso forma ya parte de tu estilo?
Definitivamente, las limitaciones iniciales han moldeado mi estilo. La combinación de programaciones, una guitarra sencilla y mi voz se ha convertido en la esencia de Depresión Sonora. Aunque he evolucionado y mejorado mis herramientas, esa simplicidad y crudeza siguen siendo fundamentales en mi música.
¿Qué artistas o discos planeaban por tu cabeza cuando empezaste con este proyecto?
Cuando empecé con Depresión Sonora, estaba muy influenciado por bandas de post-punk como Joy Division, The Cure y Bauhaus. También escuchaba mucho de la escena darkwave y synthwave contemporánea. Estos artistas y discos me inspiraron a crear algo que resonara con esa oscuridad y melancolía.
En 2022 sale tu primer disco largo, ‘El arte de morir muy despacio’; ahora que ha pasado un tiempo, ¿cómo analizas ese primer disco?
El arte de morir muy despacio fue un proyecto muy personal y catártico para mí. Al analizarlo ahora, veo que capturó perfectamente el estado de ánimo y las emociones de ese periodo de mi vida. Es un trabajo del que estoy muy orgulloso, ya que marcó el inicio de mi carrera y me permitió conectar con un público más amplio. Es un reflejo de mi evolución artística y emocional.
El nuevo EP se titula ‘Makinavaja’, ¿es un homenaje al personaje de Ivá?
Sí, el título del EP es un homenaje al personaje de Ivá. Makinavaja es un símbolo de rebeldía y crítica social, características que resuenan mucho conmigo y con el contenido de mis canciones. A través de este EP, quería rendir tributo a ese espíritu indomable y utilizarlo como un vehículo para explorar temas similares en mi música.
Tus canciones suelen retratar un estado de ánimo oscuro, un desencanto generalizado… ¿Cuáles son esas sensaciones que te inspiran?
Las sensaciones de soledad, melancolía y desencanto son grandes fuentes de inspiración para mí. La música es mi forma de procesar y expresar estos sentimientos. También me inspiro en las experiencias personales, las injusticias sociales y la lucha interna por encontrar sentido en un mundo que a menudo parece caótico y desalentador.
Eres de Vallecas, barrio combativo por excelencia en Madrid. ¿Cómo crees que el barrio influye en tu arte? ¿Sigues viviendo en Vallecas?
Sí, sigo viviendo en Vallecas, y estar aquí sigue siendo una fuente constante de inspiración. Vallecas ha influido profundamente en mi arte. Es un barrio con una rica historia de lucha y resistencia, y esa energía se refleja en mi música. Crecer en un entorno tan vibrante y combativo me ha dado una perspectiva única sobre las realidades sociales y humanas, que intento plasmar en mis canciones.
¿Con quién has grabado estas nuevas canciones?
Para este nuevo EP, trabajé en un pequeño estudio casero en colaboración con un amigo productor que entendía perfectamente la esencia de Depresión Sonora. Su aporte fue crucial para mantener la autenticidad y crudeza que caracterizan mi música, al mismo tiempo que exploramos nuevas texturas y sonidos.
¿Cómo planteas el directo?
En directo, intento recrear la atmósfera íntima y cruda de mis grabaciones, pero con la energía adicional que proporciona el público. Me acompaña una banda formada por amigos músicos que entienden y comparten mi visión musical. Juntos, trabajamos para ofrecer una experiencia auténtica y emocionalmente poderosa en cada actuación.
Tienes tantos oyentes en Latinoamérica como en España. ¿Qué diferencias ves entre el público latinoamericano y el de aquí?
He tenido la oportunidad de tocar en varios países de Latinoamérica, como México, Colombia y Chile. La respuesta del público latinoamericano ha sido increíble; son muy apasionados y entregados, lo que crea una conexión muy especial en los conciertos. Las diferencias principales que he notado son la intensidad y la energía con la que viven la música en directo. Ha sido una experiencia maravillosa descubrir estos lugares y sus culturas a través de mi música.
¿Cómo te sientes al ver cómo ha crecido tu proyecto, y que se te escucha y quiere desde tan lejos?
Es una sensación increíble y muy gratificante ver cómo Depresión Sonora ha crecido y cómo mi música ha llegado a personas tan lejos. Me llena de orgullo y me motiva a seguir creando y compartiendo mi arte. Saber que mi trabajo resuena con gente de diferentes partes del mundo es algo que nunca hubiera imaginado cuando comencé, y me siento muy afortunado por ello.
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