Desmanes en el sofá
¿A quién se le ocurre apostar por el desmán de los Pirineos, el sapo partero y el buitre negro para diseñar collares, pendientes, tazas, cojines, corbatas, mandiles y manteles? Pues a ellas, tres mujeres a las que les unen sobre todo dos rasgos: un punto de locura -de desmán- y su amor por la naturaleza -del otro desmán, el de los Pirineos-. Las tres socias de The Desman, una marca que se está lanzando ahora para unir diseño y especies -por ahora ibéricas- en alerta roja, en peligro de extinción. Otra forma de concienciar sobre el valor de la naturaleza.
A la mayoría de los lectores les vendrá a la cabeza el significado de desmán como exceso o desmadre. Pero no. Es verdad que en esta historia hay mujeres un poco excesivas. Excesivas en su ilusión, optimismo e imaginación.
También puede haber otro sector de lectores de El Asombrario que The Desman les suene a un nuevo grupo de brit-pop. Pero no. Es verdad que hay cierta vocación internacional y que suena muy bien, pero la historia es otra. Y más o menos así:
No fueron a lo fácil: el lince ibérico, el oso pardo, la ballena azul, el elefante… Durante un paseo por el madrileño valle del Lozoya, a las faldas de Peñalara, donde viven, y coincidiendo con la declaración del Parque Nacional de Guadarrama, dos de estas mujeres alumbraron la idea: dar a conocer la riqueza de la naturaleza, sobre todo de las especies amenazadas, a través de sus productos, complementos de moda y de casa, «para que todos los que se hagan con uno de ellos se acerquen así a la historia de ese animalito por medio de un colgante de oro chapado con forma de sapo, de esa planta convertida en unos pendientes o de ese árbol cuyas hojas quedan plasmadas en un pañuelo». «La idea surgió como una forma de devolver al mundo todo lo bueno que habíamos recibido. Somos grandes amantes de la naturaleza y tenemos la suerte de vivir cerca de ella. Por eso, pensamos que podíamos utilizar toda nuestra experiencia en el diseño para dar a conocer el valor que tiene. Así, decidimos crear una firma en la que todos nuestros productos representasen especies amenazadas».
Y decidieron bautizar la idea, el proyecto, la empresa, la marca con un curioso nombre: The Desman, en referencia a ese extraño animal afín al topo, el Galemys pyrenaicus, que habita en las proximidades de arroyos y riachuelos, un delicado insectívoro que forma parejas estables, tiene hábitos nocturnos y morro como una trompeta. Más que guapo es raro, pero ellas se encargan de trasladarnos otro tipo de belleza, la de los seres especiales.
Han cuidado los detalles. Desde dedicar un 5% de los beneficios a una organización de conservación del medio ambiente hasta firmar un acuerdo con SEO (Sociedad Española de Ornitología) para que estos vendan a través de su web los productos con la tórtola europea (Streptopelia turtur) como icono, declarada Ave del Año 2015 por esta ONG pues en las últimas décadas se encuentra en marcada regresión por la intensificación agrícola y la excesiva presión cinegética. Desde incluir fichas en español e inglés explicando los rasgos y la situación de esas especies en riesgo en su cuidado packaging (léase pacachín) hasta conocer de primera mano los proveedores para asegurarse de que cumplen con los principios de responsabilidad social. Nos lo explica Isabel del Alba, socia fundadora: «Tan importante es el mensaje del producto como que esté hecho con ese mismo compromiso: utilizando procesos limpios, conociendo los talleres y la gente con que trabajamos, y llevando una actitud sostenible y responsable a cada paso del proyecto». «Intentamos que sean siempre proveedores de proximidad, para contribuir a las economías locales y evitar en lo posible la contaminación de los enormes desplazamientos. En las piezas metálicas, vigilamos que la producción y gestión de residuos esté certificada como sostenible. Y ahora llevamos un año buscando los mejores tejidos orgánicos para nuestros textiles, especialmente los dedicados al público infantil». Nunca trabajan con piel animal y optan por tintes naturales. Además, ahora han decidido aparcar los productos con seda al detectar que hay mucha explotación infantil en el manejo de los capullos en los proveedores asiáticos. Pero en este mundo cada vez más concienciado, se multiplican las alternativas verdes, y ya han encontrado otra opción con el sello Seda de la Paz, que avala que el proceso de producción no ejerce ningún tipo de violencia ni con las orugas ni con la infancia.
Una característica más, destaca Isabel, que, a fin de cuentas, es la más verdaderamente ecológica: «Intentamos que sean piezas para siempre, que te acompañen toda la vida, y que, en la medida de lo posible, sean reparables».
Desde ahí hasta los pequeños cuentos que incluyen con determinados productos, como el de la loba Lula y el de Lola, una hembra de buitre negro que cruzó el Estrecho y acabó desorientada en Senegal hasta que fue rescatada (una historia real).
Total, que ahí tenemos los collares en latón chapado en oro y ágatas azules inspirados por el sapo partero, los collares en latón a partir de la salamandra, los pendientes diseñados con el fruto del tejo o la hoja del olmo, la gargantilla de plata inspirada en la mariposa Apolo, los broches con lagartijas carpetanas, las corbatas con ranitas de San Antón, las tazas, mandiles y manteles con la tórtola europea (uno de los productos que mejor se está vendiendo), los cojines con buitres negros, con desmanes o con lobo ibérico (por ahora, el best-seller de la casa). Y así hasta unas 40 referencias.
«Y mira, Rafa, una cosa te voy a decir. Los políticos apenas hablan de ello, lo hemos visto en las pasadas elecciones. Y con esta crisis, cada vez menos. Pero yo tengo el firme convencimiento», dice Isabel, «desde hace ya muchos años de que no hay futuro si no cuidamos el medio ambiente. Y de que para cuidarlo, hay que conocerlo. Y hay muchas maneras de darlo a conocer y de intentar que la gente se encariñe con todo el puzzle de la naturaleza». El Asombrario busca fórmulas para ello. Ellas, con sus granos de arena, también, porque quizá llevando una gargantilla con el sapo partero, el animal símbolo de la fauna amenazada en el parque del Guadarrama, o colocando sobre el sofá un cojín con el desmán, tengamos en la cabeza que cada pequeño gesto nuestro puede estar contribuyendo al futuro del planeta en una u otra dirección,. «Y sobre todo», sigue Isabel, «hay que incidir en la educación de las nuevas generaciones, que son las que en un futuro no tan lejano tendrán que gestionar el mundo que les dejemos». «Porque», termina, «no se puede cuidar aquello que no se conoce».
Los productos de The Desman (diseño y naturaleza) se venden a través de su web.
Comentarios
Por Paloma Ctrl, el 02 junio 2015
Me encanta!