Día de las Escritoras: un recorrido por las narradoras de ‘lo salvaje’
En el Día de las Escritoras que se celebra hoy, Luci Romero nos descubre en ‘El arte de contar la naturaleza’ a las mujeres que han contado y defendido el mundo rural y la el medio ambiente. Desde la pionera Susan Fenimore Cooper con su ‘Diario rural’ y Rachel Carson y su ‘Primavera silenciosa’ a Florence Merriam, pionera en el activismo por los derechos de los animales, y la española María Sanchez y su ‘Tierra de Mujeres’.
“Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar solo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que me tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido”. Así escribe Henry David Thoreau en su célebre Walden, el relato de su experimento vital en el que, durante dos años, dos meses y dos días vivió en una cabaña entre los bosques de Concord, en Massachusetts, a orillas del lago Walden.
Este libro no solo inspiraría a generaciones de escritores y naturalistas a seguir sus pasos, también se convertiría en un texto clave para quienes abogaban por la protección del medio ambiente vinculando a su autor con los precursores del movimiento ecologista. Su influencia fue tal que, desde su publicación en 1854, consagró a Thoreau como el padre de un género literario que no dejaría de crecer y evolucionar.
Ese género es la nature writing, un tipo de escritura que surge en Estados Unidos como reacción a la incipiente industrialización de las tierras vírgenes y la conquista del lejano oeste. Y que, en un intento de castellanizarlo, en España se ha bautizado como ‘liternatura’.
Sin embargo, la realidad es que antes de que el género tuviera un padre, ya tenía una madre: Susan Fenimore Cooper, naturalista y escritora, quien cuatro años antes, en 1850, publicó Diario rural, el relato de sus observaciones de la vida campestre a lo largo de las cuatro estaciones. Lo que significa que la verdadera pionera de la nature writing es una mujer que escribe sobre el medio rural y este libro, su obra fundacional.
Este año, el Día de las Escritoras, que se celebra hoy, está dedicado a visibilizar a aquellas mujeres que miraron al mundo rural y escribieron sobre y desde esa “periferia de la periferia”, como señala la periodista y escritora Ana Iris Simón, “a la que miramos poco y mal”.
La maternidad de la nature writing
La maternidad del género es una de las primeras revelaciones que nos hace Luci Romero en El arte de contar la naturaleza, publicado por la editorial independiente Barlin. A medio camino entre el ensayo y la guía de lecturas -un acercamiento a la nature writing, como reza su subtítulo- el libro “nació con la idea de descubrir este género a quienes lo desconocían o para quienes no es habitual encontrarse con este tipo de lecturas”, cuenta Romero.
En sus páginas, la autora nos conduce por los hitos y temas esenciales de la nature writing, género que ha explorado gracias a sus lecturas y a su experiencia como librera, para trazar un recorrido en el que destaca tanto obras clásicas como nuevas voces, incluso algunas aún no traducidas al castellano.
Romero ofrece lo que ella misma llama una cartografía, pues es justo eso lo que hace: orientarnos en un territorio literario heterogéneo que abarca narrativa, ensayo, poesía y una pluralidad de perspectivas filosóficas, científicas y políticas. Y es que las formas en que cada autor y autora se ha relacionado con la naturaleza y ha elegido expresar ese vínculo, son tan variadas como las sensibilidades que los guían.
Hay quienes, como los exploradores, se aproximaron a las nuevas tierras por un interés colonial, mientras que otros, como Thoreau, de sensibilidad trascendentalista, vieron en lo natural una oportunidad para desarrollar una nueva filosofía de vida
Encontramos también historias como la de Amy Liptrop en su libro En islas extremas, que buscan en la naturaleza un espacio terapéutico, y quienes, fascinadas por la belleza de desiertos, océanos o montañas, nos hablan de ese “sentido del asombro”, como lo llamaba Rachel Carson, cuando la inmensidad del paisaje nos conmueve y sobrecoge.
Sin negar en absoluto su valor estético, Romero nos invita a ir más allá: “No creo que debamos quedarnos en esa belleza, hay que hacer lo posible por conservarla. Si con estas lecturas se consigue cambiar esa idea que tenemos, me doy por satisfecha”, explica.
En ese sentido, otro filón de narradoras y narradores abordan la escritura desde la conservación, la conciencia ambiental o el activismo, mostrando su preocupación por la destrucción, y mercantilización de los espacios naturales.
Estos autores apuestan por una mirada que supere lo antropocéntrico; es decir, que nos lleve a trascender tanto la visión utilitaria desde la que enfocamos la naturaleza, como la idea de pensarla como un escenario al que se va el fin de semana, para entender que formamos parte de ella.
Un espacio para las narradoras de lo salvaje
Romero dedica un espacio destacado a reivindicar la relevancia de las mujeres dentro de la nature writing. Estas “narradoras de lo salvaje”, como las llama, no solo fueron fundamentales en el ámbito literario, también en la defensa del medio ambiente.
Destacan figuras como la ya mencionada Susan Fenimore Cooper, cuyo Diario rural sentó las bases para hablar de conservación y protección del entorno rural en una época en que estos temas eran poco explorados.
Florence Merriam fue una pionera en el activismo por los derechos de los animales y la primera mujer en formar parte de la Sociedad Americana de Ornitología. Su lucha culminó en la creación de la Ley de Protección de la Vida Salvaje en Estados Unidos.
También están las Ladies of the Canyons, un grupo de mujeres entre las que se encontraban las escritoras Mary Austin y Willa Cather, que abandonaron la vida victoriana para explorar el suroeste estadounidense y, en un mundo dominado por hombres, encontraron en la naturaleza un espacio para redefinir su identidad.
La figura de Rachel Carson se alza como un referente del activismo ambiental. Su obra Primavera silenciosa fue decisiva para alertar sobre los peligros de los pesticidas como el DDT influyendo directamente en la creación de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y mostrando cómo la escritura de denuncia puede tener un impacto directo en la política medioambiental.
La ‘liternatura’ es femenina
Aunque en España, como cuenta Romero, el surgimiento de la nature writing es tardío, en gran parte debido a los efectos históricos del éxodo rural y el desarrollismo franquista, hoy en día vive su momento de gloria, impulsado tanto por la traducción de obras anglosajonas clave como por nuevas voces españolas.
En este renacimiento del género, las mujeres narradoras tienen una relevancia especial, que lejos de las visiones idealizadas de la vida rural, reconocen su crudeza y dificultades.
Romero destaca la obra de autoras como María Sánchez, cuya escritura reivindica el trabajo de las mujeres rurales y la conservación del lenguaje del campo.
Por su parte, Miren Amuriza aborda en su novela Basa la vida en un caserío vasco a través de su protagonista femenina, y Beatriz Montañez con Niadela, reflexiona sobre el aislamiento y la reconexión con la naturaleza.
Entre las voces más recientes, destaca Irene Solà; su Canto jo i la muntanya balla se ha convertido en un referente contemporáneo del género en su exploración mágica de la naturaleza en los Pirineos.
Romero también menciona la contribución de la literatura catalana, como la obra Solitut de Caterina Albert, publicada bajo el pseudónimo Víctor Català, y la inacabada La mort i la primavera de Mercè Rodoreda, cuyas obras exploran la relación entre naturaleza e identidad femenina.
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