¿Dónde van los móviles, tabletas y cámaras que perdemos?
Miles de móviles, relojes y cámaras de fotos y de vídeo. Cientos de ordenadores, auriculares, tabletas, lectores de libros electrónicos, radios, bicicletas y patinetes eléctricos, consolas de videojuegos y hasta pistolas de masaje y gafas de realidad virtual. Todo esto perdemos y se encuentra en calles, taxis, autobuses, aeropuertos, bibliotecas, cines, parques de atracciones, comercios o grandes superficies. Es cierto que siguen a la cabeza documentos personales (DNI y pasaportes, entre otros), carteras y llaves, pero nuestra tecno-dependencia hace que año a año aumenten los aparatos eléctricos y electrónicos extraviados. Los servicios de objetos perdidos permiten devolver algunos a las personas propietarias, otros a quienes los encuentran y con la mayoría hay de todo, desde subastas a envíos a entidades de la economía social para que los recuperen y entren en el mercado de segunda mano.
Hasta el 28 de junio estuvo vigente otra de las subastas de objetos perdidos que organiza periódicamente el Ayuntamiento de Madrid a través de la Sala Retiro. La sigo por internet porque no es presencial, pero he preferido pasarme por la sala –cualquier persona puede hacerlo– para alucinar con todo lo que perdemos a diario. Para empezar, en la oficina de objetos perdidos de la capital se acumulan 116.390 artículos, y según datos del Ayuntamiento de Barcelona, solo en 2022 se extraviaron en esta ciudad 32.200. Fijo mi atención y mi mirada en los objetos que más crecen año a año: los aparatos eléctricos y electrónicos.
Dominan, con gran diferencia, los relojes. De los 1.359 lotes a subasta en la Sala Retiro de Madrid, 457 pertenecen a relojes, que son muchas más unidades, más de mil, porque hay lotes que incluyen entre dos y cuatro. Entre todo tipo de objetos, en total han salido a subasta 2.000 piezas. Los relojes y aparatos destinados a medir, indicar o registrar el tiempo están considerados pequeños electrodomésticos dentro del real decreto que regula la gestión de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Además, cada vez se pierden más relojes inteligentes o smart watch y pulseras de actividad, que entre otras funciones calculan los pasos que das durante tus desplazamientos.
“Llego tarde al avión y me olvido el reloj en el control de seguridad”
¿Pero todavía se usan tantos relojes, con el móvil como recurso cada vez más extendido para mirar la hora? Parece que sí; responde Daniel Vega, director del Departamento de Joyería, Relojería y Aviación de la Sala Retiro: “La gran mayoría procede del aeropuerto, de los controles de seguridad, porque la gente va con prisas por temor a perder el vuelo y se los deja en las bandejas, o simplemente se olvida de recogerlos”. En general, gran parte de los objetos que recogen los ayuntamientos de grandes ciudades proceden de los aeropuertos y del transporte público, taxis incluidos.
Y sí, habéis leído bien, pone aviación en el cargo de Daniel Vega porque también se subastan desde aviones a piezas (altímetros, giroscopios, indicadores de velocidad, transmisores/receptores de radio, monitores…) de aparatos abandonados en aeropuertos y otro tipo de aeródromos. “Somos empresa líder en Europa” en este apartado, apunta Vega, y me muestra cómo, tras mi entrevista con él, atenderá a una persona que viene desde Inglaterra interesada en un avión que hay en el aeropuerto de Cuatro Vientos.
Perdemos piernas ortopédicas, pistolas de masaje y batidoras
En el recorrido entre las vitrinas de la Sala Retiro y los diferentes “escaparates virtuales” de objetos perdidos de otras ciudades o entidades que hay en internet te encuentras literalmente de todo. Si en general llegas a sorprenderte con una dentadura postiza o una pierna ortopédica, entre los aparatos eléctricos y electrónicos hay gafas de realidad virtual, desfibriladores, televisores, pistolas de masaje, audífonos, mantas eléctricas, batidoras, patinetes y tablas de skate. Estos últimos, al igual que ocurre con las sillas de ruedas y las bicicletas, todas eléctricas, proceden de los aeropuertos, donde debido a las grandes pilas de litio que contienen no los admiten ni en las bodegas ni en las cabinas. Algunos se quedan envueltos en papel de regalo.
Como siempre, lo mejor es la prevención, es decir, no arriesgarse a perder ningún objeto o no poderlo facturar en el equipaje. En el caso de los viajes, antes de emprenderlos conviene consultar con entidades como Aena o Renfe qué está permitido llevar y en qué condiciones y qué no en nuestro equipaje. No obstante, en algunos casos son las aerolíneas o incluso las fuerzas de seguridad que estén al cargo del control del pasaje quienes deciden en último término qué pasa y qué no. En nuestro deambular cotidiano por calles, comercios y transportes, las mochilas, bolsos y bolsillos con cierre son la mejor opción para tener a buen recaudo todo tipo de aparatos, aunque, sí, es cierto, a veces llegan a las oficinas de objetos perdidos esas mochilas y bolsos con varios aparatos dentro.
Oficinas de objetos hallados y encontrados
Hay oficinas de objetos perdidos pero también de objetos hallados, como se llama la del Ayuntamiento de Palma de Mallorca, o de troballes, como la del Ayuntamiento de Barcelona, que hace alusión a los objetos encontrados. Desde este último municipio informan que “existe una clara estacionalidad relacionada con la pérdida de objetos. Es en verano, Semana Santa y Navidad cuando más llegan a la oficina, y en época de grandes eventos, como el Mobile World Congress, ferias, conciertos, etcétera”. Perder el móvil en el Mobile World Congress, toda una paradoja. Desde los ayuntamientos de Pamplona o Santa Cruz de Tenerife también advierten que repuntan las pérdidas en San Fermín y los carnavales, respectivamente.
Para lugares más concretos hay un portal divulgativo sobre objetos perdidos que informa sobre dónde acudir si extraviamos cualquier artículo en un cine, un parque de atracciones, un aeropuerto, una universidad, una determinada ciudad o un centro comercial. En cuanto a los centros comerciales, me paro en Ikea, ya que tiene un servicio muy interesante de recuperación de objetos perdidos, con una página web al efecto donde los exponen para que las personas que los han extraviado puedan acceder a verlos y reclamarlos al menos durante 30 días tras la desaparición. Por ejemplo, ahora mismo –cuando estoy escribiendo este artículo– hay 70 móviles esperando a sus propietarios, además de seis auriculares, tres tabletas y tres cámaras de fotos.
Todos los ayuntamientos, especialmente los de grandes ciudades, tienen un servicio de objetos perdidos donde advierten cómo proceder tanto si se pierde como si se encuentra cualquier tipo de artículo. El de A Coruña, por ejemplo, informa casi al día de lo que entra en sus dependencias. Me meto en su web a la par que redacto y veo que entre el 14 y el 20 de junio hay, además de las clásicas carteras y llaves, seis móviles, dos cargadores, dos pulseras de actividad, un reloj y unos auriculares.
Destino: de la subasta…
En el caso de los ayuntamientos, y acorde con sus propias normas, varía el tiempo que se mantiene disponible el artículo hasta que aparece su dueño o, si no aparece, lo reclama la persona que lo ha encontrado y porta el resguardo que le dan cuando lo entrega. En Madrid es de dos años y en Barcelona de seis. En la capital de España, tras el éxito de las primeras subastas por internet, han decidido sacar todos los aparatos eléctricos y electrónicos, además de joyas, cuadros y otros enseres, a través de este método.
“Siempre se habían hecho subastas, pero solo con joyas, bisutería y relojes de marcas muy valoradas, y yo veía que al resto de objetos perdidos no se les daba una salida; es más, más de uno acababa sin un tratamiento adecuado”, afirma Daniel Vega. “Comenzamos el año pasado, en octubre, con una subasta donde incluimos, entre otros, muchos aparatos eléctricos y electrónicos. Es una manera de darles una segunda oportunidad a la que puede optar todo tipo de personas; de ahí el precio tan bajo de salida que ponemos a la mayoría de los lotes, de cinco euros; y así no acaban plásticos, baterías y cables en lugares que no deseamos. El año pasado el precio de todos los lotes de salida era de 20.000 euros y recaudamos 70.000 para el Ayuntamiento”. En la última subasta, a cinco días de su fin, solo quedaban 15 de los 1.359 lotes sin pujar.
…a la economía social
Desde el Ayuntamiento de Barcelona afirman que prefieren que no haya dinero por medio. De entrada aseguran que de los 32.200 objetos perdidos recogidos en 2022 –el 33% del transporte público y el 40% entregado por cuerpos policiales–, la oficina de troballes devolvió a las personas propietarias 9.175 (casi el 30%). ¿Y el resto? Aparte de los que se destruyen al contener datos personales (tarjetas y documentos), desde el consistorio barcelonés afirman que “los objetos susceptibles de ser reutilizados o reciclados (el 20% del total) se donan a empresas de inserción social con convenios con el Ayuntamiento, al estar especializadas en reutilizar y reciclar diferentes tipos de objetos para darles un segundo uso o una segunda vida, generando puestos de trabajo a colectivos de personas en riesgo de exclusión social». Entre estos objetos, se encuentran muchos aparatos eléctricos y electrónicos.
Según informan desde el Ayuntamiento de Madrid, los pocos dispositivos electrónicos que no salgan a través de las subastas se llevan finalmente a las plantas de reciclaje del Parque Tecnológico de Valdemingómez. En concreto, en la información oficial sobre este gran polo de tratamiento de residuos, en uno de sus centros, el de Las Dehesas, tiene lugar “la separación y clasificación de materiales reciclables, equipos eléctricos y electrónicos, muebles y enseres y el compostaje de la materia orgánica, la incineración de animales muertos y el depósito en vertedero”.
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