Ecología 15-M: la prensa comprometida
Ventana Verde
Algo bueno ha traído la crisis: Un nuevo impulso a una prensa realmente alternativa y progresista, que sigue la senda abierta por las propuestas del Movimiento 15M y aquella estupenda ‘revolución’, aquella primavera en contra de una democracia falsa y tremendamente encorsetada, que se sembró en la Puerta del Sol hace dos años. Sirvan de paso estas líneas como homenaje de ‘El Asombrario’ a ese hombre que, desde su madurez, tanto ha inspirado a las nuevas generaciones que desean otro mundo, José Luis Sampedro.
Ahí está esa mordaz revista satírica ‘Mongolia’, que dice más verdades que la prensa seria. Ahí está ‘La Marea’, el periódico mensual de la cooperativa MásPúblico. Ahí están los periódicos de las Asambleas del 15M. Ahí está ‘Diagonal’, periódico quincenal que se define como «medio de comunicación sin jefes, corporaciones ni partidos políticos detrás; que no acepta publicidad de grandes empresas; y que es posible gracias a las miles de personas que con su suscripción apoyan el proyecto». Semillas de una democracia realmente participativa. Las poltronas tratan de descalificarlos como «antisistema». Y ellos responden: si el sistema es la alianza de los grandes partidos políticos con Bruselas y los bancos en contra de los ciudadanos, pues sí, antisistema. Medios sin jerarquías oxidadas que merecen todo nuestro respeto y apoyo.
Todas esas publicaciones dan amplia cobertura a la sostenibilidad auténtica, en su amplio sentido -y no la caricatura a la que los poderes fácticos quieren reducir la ecología-. Es la ecología que va de la mano de los derechos humanos, del feminismo, de la defensa de los derechos de los animales, de las cooperativas, del trueque, de la solidaridad, de la cooperación con los países más desfavorecidos y colonizados, de los movimientos en contra de las nucleares y las carreras armamentísticas, de los agricultores biológicos, de los amantes de la tierra, de los pueblos, del mundo rural, de los grupos étnicos marginados, de los emigrantes y los inmigrantes, de la cultura LGTB… Todo eso es ecología. Todo eso es cultura verde.
Repasemos. ‘La Marea’, en su número de abril, se abre dando cabida a una carta en contra del ‘fracking’, esa peligrosa técnica para extraer gas mediante el disparo de agua a presión al corazón de la Tierra. Recoge la movilización de los habitantes de Laguna de Duero, un pueblo de Valladolid, contra la privatización del suministro de agua. Critica que el Consejo de Seguridad Nuclear se ha convertido en un ‘corralito’ más del PP, PSOE y CiU para controlarlo, repartirse los cargos y seguir cobrando cuantiosas sumas en algo tan serio como controlar las instalaciones nucleares y que lo único que precisa son perfiles absolutamente técnicos. Incluye en sus páginas centrales un reportaje en contra de los robots militares, que aumentan su poder letal y reducen los escrúpulos y moralidad a 0. Especialmente interesantes sus secciones de Cooperativas, con apuestas por la sostenibilidad de verdad y no de publicistas, y Proyectos, que incluyen desde catering ecológico para fiestas a iniciativas de trueque que le plantan cara al capitalismo salvaje y amoral. Incluso su sección de anuncios breves es un buen muestrario de propuestas verdes: casa rural de lava en Tenerife, restauración de edificios utilizando elementos naturales, frutos secos y legumbres procedentes de cultivos ecológicos, librería asociativa y punto de encuentro para los distintos movimientos sociales.
En el periódico ‘Madrid15M’ se da especial atención a movimientos a favor del trueque, en contra de los intentos de ayuntamientos como el de Madrid para privatizar la gestión del agua, contra la incineración de residuos y a favor de la reducción-reutilización-reciclado creíble, y que buscan rescatar terrenos de la permanente especulación urbanística para convertirlos en huertos gestionados por cooperativas.
Y terminamos con ‘Diagonal’, que va ya por su número 195 e insiste en su mensaje, ahora con nueva energía: «Diagonal es ante todo una comunidad de personas movidas por ganas de generar resistencias al neoliberalismo, de encontrarnos en esas resistencias y de ir construyendo, juntas, esas vidas que merezcan ser vividas». Ya en cómo estructura sus secciones proyecta cómo entienden el mundo sus redactores: movimientos, libertades, culturas, saberes… Esta publicación, en la que colaboran dibujantes tan agudos y comprometidos como Miguel Brieva y Eneko, dedica en su más reciente ejemplar un reportaje a las mujeres rurales de Túnez, desvela las conexiones de la familia real holandesa con la multinacional que promueve el ‘fracking’ en ese país y de ahí que estén calibrando levantar el veto a esta técnica de exploración, desenmascara las permanentes campañas de los poderes para desacreditar a los movimientos ciudadanos tachándoles de violentos, radicales e incluso etarras, denuncia el neomachismo, los dobles raseros, el yugo de la austeridad, defiende la agroecología en una tierra tan machacada por la especulación como es Valencia. Propone, en fin, con todas sus consecuencias, una nueva sociedad, más solidaria e igualitaria, más defensora de todas las especies y hábitats. Contra las especies invasoras que nos están haciendo la vida imposible. Ecologismo puro.
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