El Amir, dejad que los pueblos se acerquen por la música

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La música fusión de Amir John Haddad, de padre palestino y madre colombiana, y la banda Zoobazar, que acaba de sacar su segundo disco, representará a España en el Euroradio Folk Music Festival el 28 de junio en Suecia. Con él entramos en otra globalidad más auténtica y energética, que no es la de los mercados. «Si los pueblos», dice, «se acercaran por vías culturales y no por la política, que es manejada por unos pocos, verían que tienen mucho en común y se entenderían mejor«.

Todo en Amir John Haddad es mezcla. Hijo de padre palestino y madre colombiana, nació en Alemania y siendo niño aprendió a tocar el laúd árabe y la guitarra flamenca. Toca también el saz turco y el buzuki griego. Hace 17 años decidió venir a España y se empapó del flamenco en Jerez de la Frontera. El Amir ha tocado con Chambao, María Dolores Pradera, Eliseo Parra, Radio Tarifa, Tomasito o Raimundo Amador. Ahora reside en Madrid y combina su música como solista con la de Zoobazar, grupo que suena a lo que se llama World Music. Dicho de otra forma: música de fusiones mediterráneas, ritmos de colores, aires del Sur y fuerzas energéticas misteriosas.

¿Que se rompiera el televisor fue determinante en tu carrera?

Sí, yo tenía siete años y se estropeó. Da mucho más margen a incentivar la imaginación y fue maravilloso. Entré en el tema de aprender a tocar el instrumento y, cuando no estaba tocando, estaba inventando juegos con mi madre o mi hermana. Creo que eso fue determinante a la hora de ser creativo. Cuando tenía tres años veía una raqueta de tenis y me la colgaba como una guitarra, me ponía a imitar a mi padre o a gente que había visto tocar.

Hay pasiones que se despiertan a edades muy tempranas.

Yo creo que sí, los niños nacen con una sensibilidad y el camino se va formando con las influencias que vas viviendo en el entorno familiar y social.

No es de extrañar con toda esa fusión familiar que acabaras haciendo fusión musical.

Crecí escuchando en casa música árabe, clásica, flamenca y folclore sudamericano. Empecé con una línea más tradicional, con el laúd árabe y la guitarra flamenca, y luego me he ido abriendo a otros estilos. Evidentemente, la música árabe y la flamenca son primas hermanas a nivel de escalas, canto. Como aprendí los dos instrumentos, las dos rítmicas, las dos tonalidades, me he ido nutriendo de eso en un camino paralelo y creo que se refleja en cómo asimilo los dos mundos a la perfección.

Curiosa la tolerancia en la música, en lo cultural, pero no en lo social. Un país como España, con tanta tradición árabe, aún rechaza al que procede de otro lugar.

Es curioso, porque con el tiempo se han creado imágenes de enemigos entre ciertas culturas y si nos acercáramos de otras maneras, no por la vía política, que siempre la manejan unos pocos, nos encontraríamos con los pueblos a nivel cultural y veríamos que tenemos mucho más en común de lo que pensamos y podríamos disfrutar los unos de los otros con más intensidad. Creo que la música es un trampolín para dar lugar a que la gente se encuentre.

Sobre el flamenco has dicho que “una música que es cruce de caminos y Patrimonio de la Humanidad no puede ceñirse a un barrio”. Esto no les gustará mucho a los puristas.

Ya, pero es que los puristas el fallo que cometen es que lo que ellos consideran puro en realidad es el resultado de una mezcla muy grande. Lo que llaman flamenco puro, esa base de hace 150 años, es fruto de cientos de años de mezcla de culturas en Andalucía. Pero, por otro lado, me gusta que haya gente que reivindique formas más antiguas o tradicionales, porque lo que hacen es aportar que el núcleo esté vivo siempre. Y a partir de ahí se puede renovar, se puede investigar, pero está bien tener una base.

Hay espacio para todo…

Claro, y todo enriquece. Los puristas están orgullosos de que el flamenco sea Patrimonio de la Humanidad, pero quizá son otros artistas que han roto reglas, imágenes, estéticas artísticas los que han contribuido más a llevar el flamenco por todo el mundo. Estoy hablando de artistas como Paco de Lucía. Gracias a él, a todas las giras que hizo por todos los rincones del mundo, se reconoce el flamenco internacionalmente. Gracias a la innovación, a lo de mirar hacia adelante, el flamenco es patrimonio.

Romper las reglas se suele penalizar. ¿Te has encontrado con incomprensión?

Cuando intentas innovar o hacer algo distinto nace desde un punto inocente, no lo has pretendido, es una evolución y llega un momento en que lo que haces es fusión. Siempre es un riesgo, porque nunca sabes si es un camino correcto, pero si por dentro sientes que te ves identificado, hay que tirar para adelante. Yo creo que el proceso creativo es mucho más grande que cualquier crítica que pueda haber por parte de alguien. Mi mensaje siempre es: no te cortes, no te comas el coco, hazlo. No tener miedo, piensa que estás transmitiendo algo diferente, es una vía para expresar cosas y hay que vivirlo como algo especial.

En tu segundo disco en solitario (9 guitarras) haces un homenaje a los lutieres. ¿Aplaudimos a los músicos y olvidamos a menudo a los artesanos de los instrumentos?

Es que los lutieres son los que hacen sonar nuestros dedos. Podemos ser muy artistas y todo lo que quieras, pero sin ese trozo de madera que lleva el alma de un constructor no hacemos nada. Es una simbiosis. Como no se había hecho el planteamiento, como concepto, de un músico a un constructor, en conjunto con mi amigo Johannes Inhoffen (de Mundo Flamenco), que me cedió todas las guitarras, lo hicimos y creo que dio buen resultado. Fue un placer tocar con nueve guitarras de las mejores que hay en el mundo.

¿Las guitarras son como las personas, las hay más dulces y más agresivas?

Totalmente. Depende de la madera, la dimensión, la altura de las cuerdas, cómo está hecha. Cada madera tiene un sonido y cada medida emite cierta vibración y cierta frecuencia que hace que suene de una manera u otra. Como músico, tienes que buscarlo con los dedos para sacar el sonido que tenga. A cada guitarra hay que tratarla de una manera. Son como las personas, no encuentras dos iguales.

¿Metallica te descubrió la existencia de guitarras eléctricas?

(Risas) Sí, cuando tenía doce años, un amigo en el barrio nos pasó cintas de heavy metal y una de Metallica. Me marcó, me gustó mucho cómo tocaban, pero en casa intentaba tocar alguna melodía con la mía y no era igual. Pensaba “¿por qué no me suena, pondrán algún alambre o algo?”. No entendía, hasta que ya vi en casa de alguien en la tele que había guitarras diferentes, y ya me puse a investigar y a los 14 años conseguí una.

¿Se dicen cosas distintas en eléctrico y en acústico?

Sí, es muy diferente. Toda la actitud personal, corporal, emocional, cambia, por lo menos en mi caso. La guitarra eléctrica para mí es muy visceral, aparte que los estilos rock, funk-rock y metal que me gustan para la eléctrica requieren una actitud emocional para tocar y se consiguen sonidos diferentes, distintas opciones musicales. Me encanta poder cambiar de instrumento, de un estilo a otro.

Con tu grupo Zoobazar presentáis segundo disco (Dos). ¿Qué texturas y colores tiene?

Los colores se basan en sonidos del Mediterráneo, utilizamos mezclas de Turquía, Grecia, Medio Oriente, Norte de África, más toda la mezcla que ha pasado por la península ibérica en todos estos siglos y que también son influencias de Latinoamérica con los viajes de ida y vuelta. Todo eso, además, lo mezclamos con elementos europeos u occidentales como el jazz, rock, funk. Son texturas que consiguen desde los colores naturales unas mezclas que crean otras capas de color y hacen que la música sea muy rica porque hay muchos instrumentos en cada canción, y los arreglos hacen que cada tema crezca y que las melodías tengan un sentido. Y todo ese folklore mediterráneo lo intentamos enriquecer con nuestra propia visión y lo que cada uno aporta en el grupo.

Es muy Sur.

Sí, es Sur. Suena a ritmos cálidos, a Sol, a desierto, a palmeras, a comida rica (risas). Somos muy abiertos, nos gusta estar con gente diferente, viajar, hacemos melodías que nos nacen de dentro y por eso al final nuestra música es muy honesta.

¿Qué tipo de zoo y de bazar componen los cuatro miembros del grupo?

El zoo somos nosotros mismos (risas) y el bazar todos los cacharros que llevamos cada uno. Diego (violín) aporta la influencia de música folk, se ha empapado de música tradicional ibérica y ha conseguido su propio sonido. Pablo (batería) viene del mundo del flamenco, ha escuchado mucho repertorio oriental y también ha trabajado con la música tradicional. Héctor (bajo) viene del rock y aporta una actitud en el escenario, un sonido que quizá otra gente no buscaría para un proyecto de World Music como el nuestro, pero a nosotros nos da una base perfecta con ese sonido contundente, seguro, grande. Y yo vengo de esa mezcla entre Colombia, Palestina y Alemania… Todos hemos estado en otros proyectos antes en los que hemos aprendido mucho. Hay una trayectoria larga detrás.

A ese mosaico de sonoridades que dibuja Dos, habéis añadido las emociones de Jorge Pardo y Carmen París. ¿Cómo han enriquecido el resultado final?

Han aportado su gran personalidad y maestría como artistas. Nos ha encantado cómo han entendido nuestra música y cómo se han implicado, como si fueran uno más pero a la vez sin dejar de brillar. También hemos contado con Kroke, que han captado la locura, alegría e histeria del tema, y con Hamsika Iyer, una de las cantantes más importantes de la India, entre otros; incluso mi padre, que ha tocado el laúd. Es un momento muy emocional.

Y esto del festival folk de la UE, ¿no será cómo Eurovisión, no?

(Risas) No, es un festival de músicas folclóricas de Europa. Ha sido una noticia maravillosa para nosotros que nos elija RNE para representar a España. Aunque nuestra música representa a muchos lugares, somos de aquí, nos hemos nutrido aquí y es una manera de reivindicar cosas que se hacen aquí. Está bien que haya un festival que exponga todo lo que se hace en países europeos, es muy difícil llegar a ello. Y que nuestra música llegue a otros es bonito. Tiras una piedra a un lago y forma círculos, pero no sabes a qué orillas van a llegar y qué repercusión van a tener. La clave es trabajar y apostar para hacer tu camino. Todos los artistas que admiramos siempre han tenido caminos disciplinados, han trabajado mucho y han sacado lo que tienen dentro y lo que sienten de verdad.

Esos círculos del lago han llegado a países como México y Costa Rica, donde vuestra música tiene buena acogida.

Parece que ese mar Mediterráneo se va abriendo y países donde a priori esos ritmos o tonalidades no se conocen resulta que mueven algo emocionalmente y la acogida es tremenda. Nos trataron muy bien. Está claro que la música no tiene fronteras.

La música es sanadora y nos salva de muchas cosas, pero el ser humano es capaz de usarla también como instrumento de tortura (hablo, por ejemplo de Israel y sus métodos de castigo hacia la población palestina).

Nada es peligroso hasta que alguien le da ese sentido. Un cuchillo no es peligroso en sí mismo, pero lo es en manos de determinada gente. La clave es conseguir que la conciencia humana tome otro camino. Esa evolución tarda mucho. Los cambios deberían ser más rápidos, pero lo importante es no hacer sufrir a nadie. Los hombres renacentistas disfrutaban y creaban, no usaban el arte para manipular. La religión no es mala, ni la política ni la música, el fallo es el ser humano, tiene que convertirse en el humano 2.0. Siempre estaré en contra, en cualquier sitio del mundo, cuando vea que se hace algo contra la humanidad, evidentemente me toca esto más de cerca, pero tengo una visión muy global del mundo.

¿Cómo embellece la música tu vida?

Es una vía de expresión que utilizo para sacar cosas o sensaciones sutiles que puedo transmitir al público y que no podría explicar con palabras. Me permite poder viajar a lugares que no hubiera podido conocer de otra forma. Me nutro, me lleno de vivencias que luego me ayudan. También es duro, ser instrumentista es un camino en solitario: te enfrentas a ti mismo, a tus propios límites y al instrumento. Es un proceso de superación continuo, pero disfrutándolo con paciencia y de corazón la música te da mucho.

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