El arte de ‘recuperar’ especies extinguidas dibujándolas
Cada vez que desaparece una especie animal, se lleva consigo un legado genético irrecuperable y al árbol de la evolución se le rompe una ramita. Evitar que esas especies caigan en el olvido ha sido el germen de un maravilloso proyecto que combina arte y medio ambiente, lo que más nos gusta en ‘El Asombrario’. Cuando nos preguntan por animales extintos, los primeros que se nos vienen a la cabeza son los dinosaurios. Pero ¿y durante nuestra vida, qué animales han desaparecido? En 2011, Amaya Oyón y Sergio Navarro se pusieron a pensar qué animales de nuestro siglo conocíamos que se habían extinguido y ese fue el germen de Artimalia. Artimalia «Dibujando especies para que no se borren»
Lo que empezó siendo una web muy sencilla, es hoy un proyecto vital en el que han participado más de 30 personas entre ilustradores, diseñadores gráficos, dibujantes científicos, programadores, informáticos, biólogos, zoólogos, periodistas… Todos de forma altruista han dedicado su tiempo y saber en vacaciones y fines de semana a la divulgación científica y artística. “Es un proyecto voluntario, no lucrativo, independiente, multidisciplinar”, explica Amaya a El Asombrario.
“Dibujando especies para que no se borren” es el lema de Artimalia y su logo, una ballena que mira al pasado con una mecha, que representa el poco tiempo que les queda a algunos animales.
Lanzaron la web con 36 animales extintos desde 1800 y hoy ya superan las 80 especies y subespecies, con la Jutía de las Islas del Cine –una especie de roedor caribeño que se cree desaparecida desde hace más de 60 años– como última entrada. Clasificados cronológicamente por siglos, también se puede hacer una búsqueda por países o causas de la extinción. Y no nos van a sorprender estas causas, porque son las mismas desde hace siglos: la pérdida de hábitat, la caza furtiva, agentes tóxicos, comercio de especies exóticas, cambio climático, contaminación, pérdida de fuente de alimentos o enfermedades introducidas, entre otros.
Cada especie cuenta con una ilustración en blanco y negro y un texto en el que se recoge la historia de su desaparición y la importancia de esa especie para su ecosistema. Todo animal tiene una historia detrás, y en Artimalia lo resumen así: “No podemos resucitar animales con un lápiz, pero sí podemos dibujarlos y contarte la historia de su vida y extinción”.
Entre las historias que más les han impactado, Amaya nos cuenta la de la cotorra de Carolina (1918 Cotorra de Carolina | Artimalia) , que era el único loro nativo de Norteamérica. En 1918 murió Inca, el último ejemplar, en una jaula del zoológico de Cincinnati; la causa de su desaparición es que los agricultores creían que las cotorras estaban comiéndose sus cosechas y las aniquilaron cazándolas, cuando en realidad sólo comían una planta nociva para los cultivos y, al desaparecer la cotorra, tuvieron que recurrir a herbicidas.
En el blog han creado los irreversarios, que consiste en “celebrar la efeméride del último ejemplar de una especie”. Y añaden: “Hacemos un llamamiento a los ilustradores para que se expresen con libertad de técnica, y con una imagen potente y un mensaje corto, llamar la atención y que te pique la curiosidad y entres al blog para leer más”, explica Sergio.
Además, han incluido en un tono más optimista las especies redescubiertas, ‘las especies lázaro’. En el blog, que ha cumplido ya 12 años, también incluyen microrrelatos sobre una especie, colaboraciones con academias de pintura y con niños.
Premios FICMEC
Por todo esto, el Festival de Cine Medioambiental de Canarias (FICMEC) ha concedido en su última edición el Premio Brote Artístico a Artimalia: “por ofrecer información sobre los animales extintos, reuniéndola en un formato original y creativo donde poder informar, divulgar y estimular la conciencia colectiva ante la pérdida de biodiversidad”.
Además, este año el Festival, celebrado el mes pasado, otorgó el Premio Brote al Mejor Largometraje de Ficción a La hija de todas las rabias, una película de Laura Baumeister, que narra las dificultades de una madre y su hija para sobrevivir en Nicaragua y malvivir de lo que extraen de la basura y su trabajo en una fábrica de reciclaje.
El Premio Brote al Mejor Largometraje Documental de este año fue para Waters of Pastaza, de Inês T. Alves, que narra la vida en la selva amazónica desde el punto de vista de los niños.
El jurado también concedió una Mención Especial al largometraje documental A Golden Life, de Boubacar Sangaré, que cuenta la vida de los trabajadores de una mina de oro en África, y que también obtuvo el premio del público.
El Premio Brote al Mejor Cortometraje de Ficción y Animación fue para Island, de Michael Faust, que recoge la evolución de la vida en una isla cuando se ve conquistada por el consumismo.
Y el Premio Brote al Mejor Cortometraje Documental fue para Agur Artzai, de Julen Zubiete, que cuenta la historia de José, uno de los últimos pastores del Monte Gorbea, en el País Vasco.
COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.
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