“El cerebro percibe la ausencia de naturaleza como señal de peligro”

El Sunyata Eco Hotel, Meili en China, diseñado por Design Kacheri, apuesta por madera y piedra local para su construcción. El paisaje y la luz natural son otros de sus ingredientes fundamentales. Foto: Sunyata Hotel.

Las personas que viven en grandes ciudades a menudo pasan la mayor parte del día encerradas en lugares en los que la naturaleza brilla por su ausencia. Cuestión que inevitablemente pasa factura, en forma de trastornos de salud de todo tipo, tanto físicos como mentales. Precisamente a este problema es al que trata de poner solución el diseño biofílico, cuyo propósito es llevar la naturaleza de vuelta a los edificios y espacios urbanos, a fin de aumentar el confort y la sensación de bienestar de sus ocupantes. La presencia de madera en casas y lugares de trabajo es una buena alternativa. Nuestro cerebro reconoce instintivamente la madera y responde en consecuencia; básicamente, nos sentimos como si estuviéramos en un bosque, lo cual ayuda a reducir el estrés. Sobre todo esto investiga Rita White, presidenta de la Academia Italiana de Biofilia (AIB), psicóloga ambiental y experta en diseño biofílico. Recientemente ha dado una charla magistral en REBUILD —la feria de la edificación de IFEMA—, invitada por FSC España. Allí estuvimos.

El punto de partida de esta propuesta es tan antiguo como la propia humanidad. “Somos naturaleza”, recuerda Rita White. “A lo largo de cientos de miles de años, nuestra relación con el medio ambiente fue moldeada por la naturaleza, porque vivimos inmersos en ella”, insiste White. “Nuestro mapa cerebral también fue conformado de acuerdo a esta relación. Y todos nuestros genes y células del cuerpo están conectados a la naturaleza, algo que aún perdura hoy en día, porque forma parte de nuestro ADN. Esta relación se llama biofilia”.

El concepto biofilia, unión de los términos griegos bio (vida) y filia (amor por algo) fue desarrollado por Edward Wilson, profesor de Biología de la Universidad de Harvard. Biofilia es también el título de un libro suyo, escrito en 1984, cuyo subtítulo, El amor a la naturaleza o aquello que nos hace humanos, resume claramente su tesis central. Para Wilson, relacionarse con la naturaleza y con otros seres vivos, ya sean animales o plantas, es tan importante para el ser humano como socializar con otros miembros de su propia especie. Por tanto, podríamos definir a la especie humana no solo como un animal social, sino como un animal social y natural.

Posteriormente, Stephen Kellert​, profesor de Ecología Social en Yale, y colaborador de Wilson en obras como La hipótesis de la biofilia (1993), se encargó de trasladar este pensamiento al ámbito de la arquitectura y la construcción de edificios, naciendo así el diseño biofílico.

Déficit de naturaleza

White define el diseño biofílico como “una práctica que nos permite nutrir y satisfacer nuestra relación con la naturaleza en entornos construidos e interiores”. Está basada en el conocimiento científico, que nos muestra los elementos naturales que debemos incorporar a los edificios para contrarrestar el déficit de naturaleza que cada vez experimentan más personas.

“Hoy en día, pasamos más del 90% del tiempo en lugares cerrados y en ambientes urbanos. Muchos trabajadores, estudiantes y ciudadanos no tienen la oportunidad de conectar con la naturaleza a diario. Y este contacto con la naturaleza no puede quedarse solo para el tiempo de vacaciones o para los fines de semana. Tiene que ser todos los días porque, para ser funcionales, necesitamos contactar con la naturaleza”, recalca la responsable de AIB.

La apuesta de Google por el diseño biofílico en ‘1265 Borregas’, su nuevo edificio de oficinas en California, está construido fundamentalmente con madera certificada FSC.

Beneficios de la biofilia

Kellert identificó, en total, 72 atributos de la naturaleza que el diseño biofílico debería intentar trasladar a los espacios construidos. Para hacer más sencilla una tarea de apariencia tan compleja, la consultora norteamericana Terrapin Bright Green resumió todas estas variables en 15 patrones clave, agrupados a su vez dentro de tres grandes categorías:

Naturaleza en el espacio: relacionada con la presencia de elementos naturales en un lugar, así como con las emociones y experiencias sensoriales que nos generan, por ejemplo, plantas, animales, brisas, sonidos, aromas, agua y, por supuesto, la luz del sol.

Analogías naturales: tiene que ver con representaciones simbólicas de la naturaleza, no vivas e indirectas, mediante objetos artísticos, ornamentales, decorativos, arquitectónicos, etc. o a través del empleo de materiales que nos conectan con la naturaleza.

Naturaleza del espacio: analiza las configuraciones espaciales de la naturaleza y lo que nos transmiten, y cómo podemos emularlas dentro de un lugar construido para generar una determinada sensación. Si queremos sentirnos, por ejemplo, a refugio de cualquier peligro en una oficina, deberemos organizar el espacio de una determinada manera.

El objetivo de toda esta taxonomía no es otro que identificar los elementos sobre los que hay que actuar para conseguir los beneficios que, según cientos de estudios científicos, nos puede procurar el diseño biofílico. Comenzando por la salud. “Cuando no hay naturaleza en el entorno, el cerebro se alerta y percibe esta ausencia de naturaleza como señal de peligro”, expone White.

Esta sensación de peligro desencadena una cascada de consecuencias negativas para nuestro organismo, en forma de aumento del cortisol, la hormona del estrés, y del ritmo cardiaco. Igualmente se ve perjudicado el funcionamiento del sistema inmunitario, entre otros efectos perniciosos.

“En cambio, si el cerebro está expuesto a la naturaleza, leerá el entorno como seguro. Así que, en esas condiciones, funcionará de maravilla porque es lo que necesitamos para funcionar”. Diversas investigaciones científicas, según White, señalan que esta conexión con el medio natural fomenta la autoestima y la longevidad, además de reducir el riesgo de padecer ansiedad y depresión.

Rita White, presidenta de la Academia Italiana de Biofilia (AIB), psicóloga ambiental y experta en diseño biofílico.

Rita White, presidenta de la Academia Italiana de Biofilia (AIB), psicóloga ambiental y experta en diseño biofílico, durante su participación en la feria REBUILD, en Madrid, invitada por FSC España.

La madera como solución

“Si comienzas a trabajar en un escritorio de madera, tu productividad aumentará un 15%”, asegura la experta, a modo de ejemplo de los beneficios de la biofilia no solo para la salud, también a nivel económico.

Otro interesante ejemplo que cita es la apuesta de Google por el diseño biofílico en 1265 Borregas, su nuevo edificio de oficinas en California, firmado por el estudio de arquitectura Michael Green Arquitecture (MGA) y construido fundamentalmente con madera certificada FSC. Uno de los primeros resultados es un descenso del número de bajas de los trabajadores de un 10%, lo cual también contribuye a este aumento de la productividad.

Entre los beneficios de construir con un material esencialmente biofílico como la madera también figura la espectacular reducción de la huella de carbono, que en el caso del edificio del gigante electrónico es el 96% si se compara con las emisiones de un edificio similar construido en acero.

Para White, la madera posee múltiples ventajas que hacen de ella un material de referencia para el diseño biofílico. Comenzando por que a nuestro cerebro le gustan los patrones fractales —es decir, las formas y estructura geométricas—que solemos encontrarnos en la naturaleza. Formas que identifica fácilmente en la madera. “Nuestro cerebro reconoce instintivamente la madera como viva y responde en consecuencia”. Básicamente, nos sentimos como si estuviéramos en un bosque, lo cual ayuda a reducir el estrés, así como la presión arterial y la frecuencia cardiaca.

“Con aproximadamente un 45% de las superficies de madera visibles en un entorno se pueden conseguir estos impactos positivos”, detalla White. Beneficios que, cuando se trata del lugar de trabajo, están asociados a una mayor claridad de pensamiento y a un aumento de la creatividad por parte de los empleados. “Las investigaciones demuestran que aromas como el del ciprés de Hinoki (Chamaecyparis obtusa) tienen un efecto sedante comparable al del Valium. ¿Y cuántas personas toman medicamentos para la ansiedad hoy en día? ¡Muchas!”, resalta White.

Por tanto, no se trata únicamente de cómo está diseñado un determinado espacio, sino que la mera presencia de la madera es capaz, por sí sola, de transmitirnos múltiples mensajes derivados de la experiencia multisensorial que suscita. Solo por su tacto, por su olor o por el color de sus vetas. “Incluso los elementos más pequeños pueden tener un efecto positivo”, concluye la experta. Lo cual demuestra lo mucho que es capaz de aportar a nuestras vidas tan solo un poco más de naturaleza.

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