El ‘Cosmo’ de Andrés Jaque, una ‘máquina’ para remover conciencias ecológicas

COSMO MoMA PS1. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, 2015. Foto: Miguel de Guzmán / ImagenSubliminal.com

COSMO MoMA PS1. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, 2015. Foto: Miguel de Guzmán / ImagenSubliminal.com

COSMO MoMA PS1. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, 2015. Foto: Miguel de Guzmán / ImagenSubliminal.com

Con gente así, las ciudades, la distribución del territorio y nuestros espacios para habitar serían completamente distintos, más humanos. El arquitecto y agitador socio-cultural Andrés Jaque y su Oficina para la Innovación Política han plantado este verano en Nueva York ‘Cosmo’, una máquina depuradora de agua, ecológica y festiva, que es toda una declaración de principios de cómo la arquitectura puede remover conciencias sociales, culturales y políticas, por una sociedad más igualitaria, participativa y ecológica. Un nuevo pacto en su brillante trayectoria entre la arquitectura, la sociedad y el medio ambiente. Hablamos con él.

Cosmo ha crecido en el patio de la sucursal del MoMA en Queens, al ser el proyecto ganador del Young Architects Program del MoMa PS1 de Nueva York. Para Jaque, «es un jardín político que nos permite relacionarnos con el agua por medio de la política y disfrutar del proceso. Para mí el papel de la arquitectura no consiste en estilizar las distribuciones desiguales de poder que marcan el tiempo que nos ha tocado vivir, sino redistribuirlo, rearticulando la sociedad para que sea más inclusiva y más inteligente».

Subrayo unas palabras que acaba de decir: «La arquitectura no puede consistir en estilizar las distribuciones desiguales de poder».

Uno le escucha esto y quiere darle toda la portada de El Asombrario o irse a vivir con él…

¿Qué es ‘Cosmo’?

Un artefacto capaz de depurar 11.300 litros de agua contaminada, y convertirla en agua potable en 10 días. El proceso es al mismo tiempo muy sofisticado y muy sencillo. El agua circula a través de una serie de ecosistemas y en cada uno de ellos sufre una transformación. De manera automática se sedimentan las partículas pesadas en suspensión, se equilibra su PH, se incrementa su nivel de oxígeno diluido, se eliminan las bacterias que contiene y se reduce su carga de nitratos y fosfatos.

Nada como mirar las fotos que acompañan este reportaje para entender cómo es. Pero, más allá de lo que veamos: ¿El concepto? ¿Qué quieres proponernos con esta obra?

Esta obra, al igual que otras nuestras, como la Casa Sacerdotal de Plasencia o los Escaravox de Matadero-Madrid, intentan crear un nuevo pacto entre la arquitectura, la sociedad y el medio ambiente. .

Y así explica Andrés Jaque, profesor en la Columbia University de Nueva York, nacido en Madrid y con algo de artista renacentista por su visión global y encadenada de las materias, el origen de Cosmo: «Nuestra oficina trabaja para conectar la arquitectura con los debates del día a día. Las infraestructuras de tratamiento de agua casi siempre están localizadas en recintos cerrados donde sólo entran los expertos, apartados de la experiencia cotidiana de la ciudad. Pero nosotros proponemos descentralizar el tratamiento del agua, convertir sus infraestructuras en lugares que puedan ser habitados y que se conviertan en centros de reunión y de discusión de barrio. De esta manera, el conjunto de la población podría entender qué pasa con el agua y participar en la toma de decisiones. La arquitectura puede hacer que los procesos que construyen el día a día sean más democráticos. Y la democracia produce por lo general arquitectura más placentera».

COSMO MoMA PS1. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, 2015. Foto: Miguel de Guzmán / ImagenSubliminal.com

COSMO MoMA PS1. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, 2015. Foto: Miguel de Guzmán / ImagenSubliminal.com

Tu preocupación por la sostenibilidad viene siendo habitual en tu trayectoria, ¿de dónde sale esta inquietud?

En la Casa en Never Never Land, una vivienda de vacaciones en Cala Vadella (Ibiza), nos encontramos con un dilema: o hacíamos una casa que recogiera el deseo de hedonismo de los propietarios o atendíamos a un paisaje frágil que requería protección. Lo que hicimos fue repensar el hedonismo de manera que, en lugar de ir contra el paisaje, lo reforzase. Pensamos que no había nada mejor que dejar que los árboles atravesasen la casa, en lugar de cortarlos, o que no había mejor jardín que el fragmento del valle que se colaba en la parcela. De estas estrategias, que estaban basadas desde la tradición de la ecología política, surgió otra forma de llevar la ecología a la arquitectura, no tanto como un problema, sino como una nueva sensibilidad por dar cabida en los proyectos a todos los agentes afectados. Un edificio puede resultar estilizado, pero si es excluyente, es políticamente feo.

Con la brutal ola de calor que afecta a España, quizá algunos empiecen a entender de qué estamos hablando los periodistas de medio ambiente cuando llevamos 20 años alertando de los riesgos de volver locos al clima y al planeta; planteamientos además descaradamente apartados del debate diario con la llegada de la crisis, cuando debería haber sido al contrario. ¿Crees que estamos avanzando en la concienciación ecológica?, ¿qué falta para dar más pasos en ese sentido?

En parte, sí. Creo que hay nuevas aproximaciones que empiezan a tomar importancia. Nuevos modales colectivos que celebran el día a día como algo compuesto por necesidades diferentes. Pero también es verdad que estas sensibilidades están en disputa con el auge de la desigualdad, de las crisis migratorias o de la caída en picado de la biodiversidad planetaria. Esa misma tensión se da en este momento entre diferentes prácticas arquitectónicas.

¿Qué tal está recibiendo la gente en Nueva York ‘Cosmo’, qué reacciones percibes?

Estamos muy agradecidos con la recepción que ha tenido. Ha sido estupendo contar desde el principio con el apoyo de instituciones tan importantes para la ciudad como el Jardín Botánico de Queens, el Departamento de Protección Medioambiental o sus tejidos de jardines comunitarios. Creo que un proyecto de arquitectura debe convertirse en una red de relaciones. Además, algo interesante es que la arquitectura generalmente sólo interesa a los arquitectos, pero Cosmo se ha publicado en los medios especializados en arquitectura y también en medios generales (como The New York Times) y especializados en economía (como Forbes), tecnología (Wired), música y tendencias.

¿Podremos ver réplicas y expansiones de ‘Cosmo’ en otros lugares?

Por medio del app CosmoMoMAps1 cualquiera puede hacer su propio Cosmo. Ya está ocurriendo. Cosmo es una arquitectura opensource. Sería genial que estos conocimientos se expandieran, crecieran y se modificasen.

Tu estudio se llama Office for Political Innovation, ¿qué quieres decirnos con este nombre?

Creo que la arquitectura inevitablemente hace política. Nosotros queremos sacarle partido a esta capacidad y ponerla al servicio de los grandes asuntos que marcan nuestro tiempo. Cuando empezamos, a la gente le asustaba nuestro nombre, pero con el tiempo la posibilidad de repensar políticamente el día a día se ha hecho una necesidad. La política no es sólo la disputa partidista, sino también la necesidad de sustituir escaleras por rampas y ascensores, la gestión de recursos, mantener abierta la transformabilidad de una ciudad, los baños que no simplifican la diversidad y la transitoriedad del género, la protección de los animales y de los ecosistemas. En esas formas de lo político, la arquitectura tiene mucho que dar.

ESCARAVOX. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, Matadero Madrid, 2012. Foto: Miguel de Guzmán / ImagenSubliminal.com

ESCARAVOX. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, Matadero Madrid, 2012. Foto: Miguel de Guzmán / ImagenSubliminal.com

House in Never Never Land. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, Ibiza, 2009. Foto: Miguel de Guzmán / ImagenSubliminal.com

House in Never Never Land. Andrés Jaque / Office for Political Innovation, Ibiza, 2009. Foto: Miguel de Guzmán / ImagenSubliminal.com

En España, ¿cómo reaccionar? A ti, que eres hombre de ideas e inventiva, ¿qué se te ocurre?

Creo que hay que repensar el espacio público. Entenderlo como un sistema que debe integrar servicios, instituciones, pero también subversiones y alternativa. En la mayoría de las ciudades españolas sería posible hacerlo con actuaciones mínimas, creando redes de fortalecimiento ciudadano. También es importante que la arquitectura preste especial atención a las periferias, al campo y las ciudades pequeñas. Es ahí donde se desarrolla el día a día de la mayor parte de la población.

Y esa máquina de pensamiento que es su cabeza y su Oficina no se detiene. Agitar antes de proponer. En estos momentos, Jaque y su Oficina están desarrollando un proyecto de vivienda en una isla en Corpus Christi (Texas), la transformación de un museo de arte contemporáneo, un proyecto de viviendas junto a la estación de Rosa Parks en París y una infraestructura de agua en Los Ángeles. En España, están terminando el proyecto del restaurante Ojalá, en el corazón de Malasaña, en Madrid. «Ya lleva operando un tiempo, pero en las próximas semanas se colocarán los últimos jardines suspendidos. Estamos alucinados con la recepción que ha tenido». Y más aún, rompiendo moldes y encorsetamientos en esa línea de la arquitectura como movilizadora de sentimientos y aspiraciones de la gente; otro proyecto fascinante de incidencia política y social: «Estamos en la recta final para presentar nuestra ópera arquitectónica Superpowers of Ten en la Bienal de Chicago. Con esta ópera hacemos un llamamiento para que la arquitectura reconozca su capacidad para proteger la pluralidad, lo trans y, en general, lo que se sale de los marcos convencionales de prestigio».

No puedo resistirme a terminar con dos frases suyas que podrían haber encabezado este artículo, haber sido titulares, pero nos quedaban muy largos:

«Hacemos un llamamiento para que la arquitectura reconozca su capacidad para salirse de los marcos convencionales de prestigio».

«Un edificio puede resultar estilizado, pero si es excluyente, es políticamente feo».

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