‘El equipo de natación sincronizada’: cómo huir de un Estado opresor
La finlandesa Cristina Sandu es consciente de la envergadura que supone emprender una huida en grupo, cruzar un río, una frontera, y más si son seis chicas, y más si tienen enfrente a un Estado opresor. ‘El equipo de natación sincronizada’ es un pequeño y elegante manual del dolor, pero también de la esperanza, de las promesas; un libro de consulta sobre lo necesaria que es la invención cuando un gobierno y un Estado desean convertir a su población en un espectáculo de pájaros muertos.
En ocasiones, la brevedad de un libro es su seña de identidad, su pasaporte hacia la excelencia. En ocasiones, lo es también su traducción, magnífica la que hace Ainize Salaberri entregándonos el verdadero idioma de esta aventura. Pero cuando ambos factores se solapan nos encontramos ante un libro cuya longevidad en la memoria de quien lee es una certeza incuestionable.
Quizás esta simbiosis tenga que ver con el título del libro, El equipo de natación sincronizada, o tenga que ver con la intención de una autora joven, Cristina Sandu (Helsinki, 1989), que, a pesar de su juventud, no ha olvidado lo necesario que es contar la Historia para que no se repita.
Y es así de esa forma perlada de sincronía como nos encontramos con las seis protagonistas de esta historia, con la diáspora que las convierte en nómadas aisladas del mundo y de esa perfección capaz de arrancarlas de las duras garras del comunismo. Así nos encontramos con Anita, Paulina, Sandra, Betty, Nina y Lydia. Así es como seremos partícipes de sus heridas, de las que pueden palparse y de las internas, de las que provoca la huida y de las que lleva implícito ser mujer:
“¿Por qué llevas una bolsa tan grande? –repite impaciente. Su voz es dura–. Parece que estás huyendo –añade, y termina riéndose”.
“¡Maldita sea! –gritó–. Se han escapado, ¿no lo entendéis? Y esas zorras no van a volver”.
“Cuando deje que el vestido caiga al suelo, verá mi desnudez, la cicatriz como el grito de un pájaro en mi cuerpo, y después retrocederá asqueado”.
Sandu es consciente de la envergadura que supone emprender una huida grupal, máxime si está auspiciada por una feminidad que parece incapacitarlas frente al opresor. Sabe el ensañamiento que va a provocar y lo cuenta de una manera ilimitada sin para ello caer en lo insano, en lo incómodo. En maniqueos modos de extorsión emocional.
El equipo de natación sincronizada es un pequeño y elegante manual del dolor, pero también de la esperanza, un libro de consulta para espiar la médula de la opresión, para examinar con todo lujo de detalles lo necesaria que es la invención cuando un gobierno y un Estado desean convertir a su población en un espectáculo de pájaros muertos.
Sandu deja claro que el exilio fabrica parias, pero certifica también que el retorno jamás podrá devolvernos al mismo lugar en el que una vez habitamos:
“Abro la boca para preguntar algo más, pero el Criador de pájaros me está mirando fijamente y sus ojos tienen una severidad que me devuelve a mi sitio. Te fuiste durante demasiado tiempo, parecen decir sus ojos”.
La narración de cómo va a formarse el valiente equipo de natación sincronizada es una delicia, a pesar de las dificultades intrínsecas de cualquier improvisación.
El libro constituye una epopeya de abrumadora sencillez, aunque no debe confiarse el lector, porque se trata de una sencillez incómoda, una epopeya que por otra parte no tiene necesidad de acomodarse en la febrilidad narrativa, que no tiene necesidad de heroicidades ni de deslumbrantes acontecimientos.
Un libro en el que la narradora controla con exactitud el pasado y el presente de sus protagonistas. Llena el primero de exuberante colorismo, de inocencia, de superación, y usa tonos más apagados desde lo humano para narrar la cotidianidad de seis mujeres cuya libertad es un espejismo contaminado y difícil de sostener.
El equipo de natación sincronizada es una novela que extiende y explora la delicadeza narrativa con mucho coraje y maestría. Que contradice la mayoría de los cánones por los que se guía la narración de este tipo de acontecimientos.
Sandu hace de la brevedad su mayor triunfo y llega hasta el lector con lo justo y consigue que esa justicia le deslumbre.
Sin duda estamos ante un libro magnífico y pionero, un libro profundo, pero sin el dramatismo al que estamos acostumbrados cuando acometemos este tipo de literatura.
‘El equipo de natación sincronizada’. Cristina Sandu. Tres Hermanas. Traducción de Ainize Salaberri. 90 páginas.
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