El estreno de ‘Dead Slow Ahead’, metáfora del cine de autor en España: ‘avanzar y morir’
El estreno de ‘Dead Slow Ahead’, ópera prima del director Mauro Herce (Barcelona, 1976), este fin de semana en la Cineteca (Madrid) y Cinemes Girona (Barcelona) y que continuará su ruta por España sobre todo en salas no comerciales, al contrario del éxito que está cosechando este filme en Francia, muestra las muchas trabas y escaso aprecio en nuestro país para mostrar cine de autor. Toda una fábula, a través de un enorme carguero, de un viaje interior sobre lo insignificante e inexorable de la existencia. “El barco simboliza la Humanidad”, ha dicho Herce. El título expresa la paradoja entre avanzar y morir, ‘avanzar a toda muerte’. Quizá como ese cine de autor, como la cultura en este país.
El de Herce es un filme a caballo entre el documental y la ciencia ficción, de aliento intimista y poético. El Asombrario publicó en agosto una entrevista con su director, días antes de lograr el galardón en el festival de Locarno.
Gracias a los 30.000 euros para la distribución con que estaba dotado el premio, Dead Slow Ahead se estrenó el 6 de octubre en París de la mano de la distribuidora Potemkine. Sigue en cartelera y ha figurado entre las 10 mejores películas del momento, según la prensa especializada. En 2017 está prevista la distribución en Estados Unidos por la indie Grasshopper.
Reza la sinopsis de Dead Slow Ahead: “Un carguero atraviesa el océano. Nuestra mirada se adentra en la cadencia hipnótica de los engranajes, que revelan el movimiento continuo de una maquinaria devorando a sus obreros: los últimos gestos del viejo oficio de los marineros, desapareciendo bajo el ritmo autómata del siglo XXI. Quizá se trate de una nave a la deriva, o del último ejemplar de una especie en extinción. No lo sabemos, pero los motores siguen girando, imparables”. El vaivén del Fair Lady se desarrolla en claroscuro, a golpe de gutural resonancia metálica. La nave donde se embarcó Herce durante dos meses y medio es un carguero japonés de siete bodegas bajo bandera maltesa construido en 2005. Mide 225 por 32 metros, tiene 14 metros de calado y es capaz de transportar hasta 76.000 toneladas.
La combinación de esos espacios de acero en los que la escala humana es irrelevante y su potente banda de sonido hace que recordemos la estática deriva final del astronauta en 2001. Una odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968). Más que con el clásico de Kubrick, Herce prefiere identificarse con Solaris (Andrei Tarkowsky, 1972), película con la que se reconcilió visionándola en el barco durante la travesía. El filme es cine para ser sentido, está hecho lo mismo para ser visto que oído. La relevancia del sonido, como la sinfonía que pudiera oírse en una colosal fragua dantesca, es una de sus virtudes.
Otro punto fuerte es su hipnótica fotografía, a cargo del propio Herce. Marineros cerrando puertas, una mesa vacía preparada para comer, litros de agua cayendo junto a toneladas de carbón, filipinos con karaoke durante una de las pocas pausas en la jornada laboral, uno en cuclillas sobre vastos campos de granos de trigo en el inmenso barrigón del barco, otro que corre en círculos, las pesadísimas válvulas y largas tuberías del Fair Lady parecen los tendones de sus articulaciones.
Odessa, Nicolaev, Estambul, Port Said, Ismailia, Suez, Aqaba, Ceuta, Nueva Orleans. Dead Slow Ahead, algo así como “la velocidad mínima posible a que puede ir el buque estando la navegación bajo control”, también es un viaje interior sobre lo insignificante e inexorable de la existencia. De ahí el émbolo que rota haciendo girar a su vez la hélice del mamotreto al final del filme. Por eso, como subraya el propio director, que el filme arranque desde el barco y termine en el hombre. “El barco simboliza la Humanidad”, ha dicho Herce. El título, traducidas literalmente las palabras del inglés, expresa la paradoja entre avanzar y morir, avante a toda muerte.
Para terminar, si la fotografía y el sonido son cruciales para la inmersión, el tempo que imprime el montaje le aporta la solemnidad necesaria a la experiencia. La impresión que se tiene cuando la pantalla se ha ido a negro es que el mundo que retrata este documental sin narrador ni casi voces es, a pesar de lo alucinado del tono, más cercano y real que cualquier telediario.
En palabras de Herce, Dead Slow Ahead es una película “que dialoga con el inconsciente, que anula la parte pensante del espectador, y concebida de principio a fin para verse en el cine”. Es una nueva ocasión para reivindicar que la exhibición de cine en España también sea protegida por el Estado. ¿No son financiadas con dinero público las programaciones de coliseos, museos, centros de arte, auditorios y teatros? Una acción centralizada que promueva y favorezca a las salas privadas que exhiben este cine en versión original es lo único que garantizaría el legítimo derecho del ciudadano a poder acceder a estas películas que, escribiendo como escriben la historia del cine a velocidad de crucero, tienen que superar unas dificultades inaceptables para llegar al público.
El filme inicia este fin de semana su periplo por las pantallas españolas de la mano de la distribuidora CineBinario. A diferencia de lo que ocurrió en Francia, donde la producción de Nanouk Films, El Viaje Films y Bocalupo Film se estrenó en salas comerciales, en España, esta película, que, entre otros muchos reconocimientos, ganó el Premio Especial del Jurado Cineastas del Presente en el festival de Locarno de 2015 y la Mención Especial del Jurado Nuevas Olas en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, se exhibirá mayoritariamente en salas no comerciales.
Dead Slow Ahead podrá verse en Tabakalera (San Sebastián, 30 de octubre); Museo de Arte Contemporáneo (MUSAC) (León, 3 de noviembre); Filmoteca de Andalucía (Córdoba, 3 y 8 de noviembre); Universidad de Navarra (Pamplona, 11 de noviembre); Filmoteca de Andalucía (Granada, 16 de noviembre); Cineteca (Madrid, 18, 19 y 20 de noviembre); Filmoteca de Murcia (Murcia, 30 de noviembre); Foco Henri Langlois (Jaén, 1 de diciembre); Centro Niemeyer (Avilés, 4 de diciembre); Filmoteca de Valencia (Valencia, 15 de diciembre); Cine Club Calle Mayor (Palencia, 16 de enero). En muchos casos serán eventos que vendrán acompañados de una charla o clase magistral a cargo del director. Mauro Herce se lamenta de las pocas vías que hay en España para distribuir este cine de autor distinto al que exhiben las salas comerciales. Y está convencido de que, si se sabe difundir, su éxito está garantizado.
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