El evangelio según Bahati
Este señor de la foto es el impulsor de la ley ‘mata gays’ de Uganda. Los evangelistas del terror han encontrado en el África subsahariana un terreno en el que sembrar su falta de respeto por la vida humana y su entrega ciega a un Dios que, si realmente existiera, los fulminaría de inmediato. Pero la doctrina surge de iglesias asentadas en Occidente, en Estados norteamericanos como Arizona, Kansas y Houston. Pide Paco Tomás no limitarse a condenas de palabra, cuando los Gobiernos occidentales podrían tomar medidas más efectivas. Porque los derechos humanos están por encima de las religiones.
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En Uganda, la palabra de Dios es un peligro. Porque cuando esa palabra la ensalza un ferviente religioso evangelista como David Bahati, el impulsor parlamentario de la ultrajante ley contra la homosexualidad, se convierte en hogar del rencor y la aversión hacia otros seres humanos. Algo que está en las antípodas de la doctrina de Jesucristo que se nos inculca en las escuelas.
Las iglesias evangélicas, organizadas como brazo ideológico de un comando terrorista, siembran el pánico entre aquella parte de la población que no les es agradable. Y aunque asistimos a las noticias que nos llegan del país africano con indignación, en ocasiones se filtra esa confusa superioridad occidental que nos hace ver esas conductas como características del subdesarrollo, de un primitivismo que nos atrevemos a juzgar con superioridad sin asumir que el responsable de tanto odio es, una vez más, el hombre blanco.
Estas confesiones, que rechazan un cristianismo dialogante y liberal ya que consideran que esa actitud abandona aspectos básicos de la fe tradicional, contagian la peor enfermedad que puede padecer el ser humano: el odio. Los predicadores, como personajes de un circo ambulante sacado de la Gran Depresión del 29, jamás hablan de amor, ni de solidaridad, ni de perdón; su discurso es el del enfrentamiento, el del temor, el de la condena eterna.
Los evangelistas del terror han encontrado en el África subsahariana un terreno en el que sembrar su falta de respeto por la vida humana y su entrega ciega a un Dios que, si realmente existiera, los fulminaría de inmediato. Y en Uganda, ese apocalipsis es real. David Bahati ha sacado adelante la que durante meses se conoció en todo el mundo como “ley mata gays”, un ordenamiento jurídico que ha alentado 49 ataques contra gays y lesbianas en el país africano sin que aún haya entrado en vigor. Respecto al primer borrador, que solicitaba la pena de muerte, se ha pasado a cadena perpetua –otra forma de matar- y condenas entre cinco y siete años de cárcel por mantener relaciones sexuales con personas de tu mismo sexo o promocionar la homosexualidad. A finales del mes pasado, el diario ugandés Red Pepper publicó los nombres y las direcciones de 200 homosexuales, incitando al odio y al linchamiento a gran parte de una sociedad que cree, sin matices, la palabra de Dios que los evangelistas manipulan hasta convertirla en un dogma sectario. La mayoría de los ciudadanos ugandeses son el brazo armado pero toda la ideología es occidental.
Aplaudo las condenas de la comunidad internacional a semejante ley. Pero no me tranquilizaba escuchar al presidente de los Estados Unidos advertir a Uganda de que si se aprobaba la ley, la relación entre ambos países podía dificultarse. Porque precisamente es el país del señor Obama el que abastece ideológicamente a los pastores evangelistas que incitan a la vulneración de los Derechos Humanos en ese lugar. En Estados como Arizona, Kansas, Houston o Atlanta se sustentan estas iglesias, que en algunos casos llegaron a apoyar regímenes defensores de la supremacía blanca. Ellos, desde Occidente, les hacen creer que la homosexualidad es una imposición de un modelo cultural occidental y que la única manera de combatirlo es matizando que hay seres humanos sin derechos humanos.
Tal vez el señor Obama debería investigar de qué manera se financia esa iglesia del odio, cómo consiguen sacar adelante grandes proyectos en los países a los que evangeliza, cómo se puede tener dos canales de televisión y radio desde los que escupir su propaganda.
Las iglesias conservadoras estadounidenses, todas evangélicas, van extendiendo su veneno por el mundo sin que podamos hacer nada por evitarlo. Es la libertad de culto. En España también están asentadas. Miren la Iglesia Cuerpo de Cristo, por ejemplo, con más de 80 templos en nuestro país.
La semana pasada, el gran Carlos Pérez Cruz, compañero de este oasis que es El Asombrario & Co., me hizo llegar un reportaje de la periodista Silvia Melero en el que destapaba lo que se esconde tras una organización como REMAR. Todos hemos visto los centros REMAR e incluso alguna vez los hemos visitado buscando muebles u objetos retro de decoración. Incluso pensamos que esa organización no gubernamental llevaba años haciendo la loable labor de atender a drogodependientes, ex reclusos y marginados sociales. Sin embargo, como desvela el reportaje de Melero, detrás de esa organización está la Iglesia Cuerpo de Cristo, una confesión cristiano evangélica, asentada en 70 países del mundo.
Su líder, Miguel Díez, y su mujer llevan años promoviendo el sometimiento a la mujer y la homofobia en unos discursos que van calando, gota a gota, en seguidores y todo aquel que se acerca a su confesión, supongo que cegado por la luz. Él, en sus libros y sermones, escribe opiniones tales como “el hombre es siervo de Dios, la mujer es sierva del varón” o “hay hijas que seducen a sus padres y luego dicen que las han violado”. Ella, en sus libros, apunta “¿maestros homosexuales y lesbianas, matrimonios de homosexuales, van a controlar su libido y no incitar a los niños, a los que educan y adoptan, en la homosexualidad?”.
Sin entrar en las irregularidades de la propia ONG, cuestionada desde hace tiempo incluso por sus métodos de rehabilitación de las adicciones, lo cierto es que no deja de sorprender cómo organizaciones de este tipo pueden germinar en países aparentemente desarrollados e ir creciendo –también económicamente- sin que nadie se cuestione, al menos, su financiación. No sé si en esto consiste la libertad: en permitir que hasta la forma de pensamiento más denigrante e infame del ser humano tenga oxígeno para respirar. Lo que me pregunto es si esa ideología, en un partido político, podría llegar a considerarse anticonstitucional y, sin embargo, si se ampara en una religión, se transforma en un derecho fundamental. Peligroso, ¿no?
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Comentarios
Por David, el 12 marzo 2014
Muy interesante artículo, enhorabuena y gracias. P.S. Houston y Atlanta son ciudades, no estados. Un saludo.
Por ausfild, el 12 marzo 2014
El artículo bien podría interpretarse como un ataque directo a los cristianos evangelicos (dentro del protestantismo) que no comparten ni mínimamente la visión del mundo que se muestra aquí.
Por poner una comparación con el islamismo ¿todos los musulmanes son integristas porque unos pocos lo son? Por extrapolación de lo aquí expuesto se podría decir que si.
Si ya en España todas las minorías religiosas, como por ejemplo el protestantismo, son consideradas sectas y vilipendiadas, este artículo no ayuda para nada.
http://zumayamecanica.blogspot.co.uk/2011/10/protestantismo-en-la-espana-catolica.html
Por Titus, el 13 marzo 2014
A lo mejor sois vosotros los que teneís que desmarcaros, dejando claro que no sois ni machistas, ni homofobos ¿Sereis capaces?
Por ausfild, el 13 marzo 2014
Bueno, ¿de donde sacas el «vosotros»? ¿Conclusiones aceleradas?
Por Angel_VV, el 13 marzo 2014
¿Por qué no se habla de que la iglesia católica tiene exactamente el mismo comportamiento? Parece que ellos sí respeten los derechos de los homosexuales. No veo referencias a Ignatius Kaigama, presidente de la conferencia episcopal de Nigeria, que felicitó a su gobierno por haber aprobado una ley equivalente a la de Uganda que se critica con razón en este artículo.
Por Pedro Navarro, el 13 marzo 2014
Ante todo,y desde mi perspectiva como Pastor Evangélico, es que quienes gobiernan, deben gobernar para todos, por lo que toda ley que por definición se haga «contra alguien» por su manera de pensar o ser, es en si misma injusta. Ahora bien desde el mayor respeto a toda persona sea cual sea su raza, nación, cultura, u orientación sexual; la Palabra de Dios condena la práctica de la homosexualidad sea masculina o femenina. Romanos 1:18-26(La Biblia)Dios la considera pecado y la aborrece, pero a la vez que Dios aborrece el pecado, ama al ser humano, incluidos los homosexuales, los cuales como a todos los pecadores se les llama al arrepentimiento por medio de la predicación del Evangelio.
¡Ah! una advertencia, ¡cuidado! con las manipulaciones informativas que con respecto a los «cristianos» se llevan a cabo por los medios de comunicación, no somos «populares» por que decimos lo que a muchos no les gusta oir, pero si hemos de respetar todas las opiniones, pienso que también deben ser respetadas las nuestras. Siempre al servicio de Jesús
Pedro
Por Luis E. de Tomás, el 15 marzo 2014
Pontificar que «el responsable de tanto odio es, una vez más, el hombre blanco» es una soberana majadería. Entre otras cosas, porque la discriminación y la persecución se disfrazan ahora bajo los ropajes de esas iglesias evangelistas que Dios confunda y haga arder, pero el arraigo del odio que transmiten no es algo nuevo por aquellos lares. El animismo y el islam, tan extendidos por tierras africanas, no son lo que se dice particularmente amistosos respecto de la diferencia, sexual o del tipo que sea. Que se lo pregunten a gemelos o a personas albinas. Es lo propio del espíritu tribal, que ahora resucitan los evangelistas. Miel sobre hojuelas, que diría aquél. El argumento de que todo lo malo procede de Occidente deja escapar ese tufillo a mito del buen salvaje que tanto prolifera entre los seres bienpensantes. Y no todo EE.UU. con su presidente a la cabeza, jalea ni sigue a pie juntillas lo que una banda de descerebrados, herederos del puritanismo que llegó a América en las bodegas del Mayflower, se empeña en verter en sus homilías y sermones. De modo que cuidado con el antioccidentalismo por principio, que huele demasiado a ignorancia y a la necesidad de crucificar a los propios para santificar a los ajenos. Amén.
Por Antonio Martínez, el 21 marzo 2014
Poco respeto demuestran aquí muchos que hacen alarde de su respeto hacia los demás, basándose y argumentando de manera sesgada, en base a un libro que fue escrito hace más de 2500 años y que ha sido esgrimido como espada para segar vidas durante los siguientes 2500 años, y sigue. Lo dicho, poco respeto me merece quien se basa en eso.