El festival de cine pone a El Cairo otra vez en el mapa

Fotograma de ‘Through a Lens Darkly: Black Photographers and the Emergence of a People’, de Thomas Allen Harris.

Gala inaugural del Festival de Cine de El Cairo.

Gala inaugural del Festival de Cine de El Cairo. Foto: Luis Roca Arencibia.

Crónica del único periodista español acreditado este año en la 36 edición del Festival Internacional de Cine de El Cairo, en la que se repasa lo proyectado hasta ahora en el certamen, con especial relevancia de dos películas latinoamericanas y una turca, más un documental sobre las dificultades de rodar en Irán. Entre fuertes medidas de seguridad, transcurre un festival que devuelve el orgullo cultural a una ciudad que lleva viviendo en la inestabilidad ya demasiado tiempo.

LUIS ROCA ARENCIBIA, (EL CAIRO)

Has viajado 6.000 kilómetros en avión con la incertidumbre de una convulsa situación política que la oficialidad trata de relativizar sin éxito. Desde el golpe de Estado que apartó del poder a los Hermanos Musulmanes y encarceló a su líder, Mohamed Morsi (actualmente desplazado a una prisión de máxima seguridad en mitad del desierto), han muerto en atentados en Egipto más de 500 personas. Pero el país quiere salir del pozo de los últimos cinco años. La Primavera Árabe venció, pero no ha traído tranquilidad ni estabilidad. Según aseguran actores y técnicos con los que hemos podido hablar, el cine desapareció del mapa de principales intereses con el gobierno de los islamistas. Has llegado aquí con una idea rondándote la cabeza, paraíso e infierno, las dos caras de una misma moneda.

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EL director alemán Volker Schlöndorff galardonado con las Pirámide de Oro honorífica.

Un domingo 9 de noviembre de 2014, el mismo día que cayó hace 25 años el Muro de Berlín, el alemán Volker Schlöndorff recibió su Pirámide de Oro Honorífica en el 36 Festival Internacional de Cine de El Cairo (CIFF) en una gala conducida por el joven actor egipcio Asser Yassin. Lo hizo acompañado en el escenario por la voluptuosa actriz egipcia Laila Elwi y con un recuerdo a su primer trabajo, un documental que casualmente llevó a cabo en este mismo país a principios de la década de los 70 del siglo pasado. Schlöndorff, que trae al festival su filme Diplomacy, recientemente premiado en Valladolid, contó cómo el gobierno egipcio de entonces les obligaba a ponerles zapatos a los niños para evitar que se viera que iban descalzos. La censura prohibía mostrar la pobreza. En inglés, el alemán de Wiesbaden realizó una defensa del cine en pantalla grande, “el lugar para el cual está pensado, donde permite compartir emociones y generar discusiones entre el público”. Por su parte, la actriz egipcia Nadia Loutfi agradeció su premio con un discurso grabado. La que este año es la imagen del cartel del festival reivindicó el certamen como un pilar del proyecto nacional de Egipto y apostó por que no vuelvan los tiempos en que se canceló. La venerada Loutfi, de 76 años, estrella en la época de oro del cine del país, utilizó símiles bélicos en su defensa a ultranza del certamen. El exministro de Cultura francés, Jack Lang, que también iba a recibir este mismo galardón anunció su no presencia en Egipto pocos días antes del inicio del mismo. Con presencia de su director en el escenario, el crítico de cine Samir Farid, el festival fue inaugurado oficialmente por el ministro de Cultura, Gaber Asfour.

Gala de inauguración del Festival de Cine de El Cairo. Foto: Luis Roca Arencibia.

Gala de inauguración del Festival de Cine de El Cairo. Foto: Luis Roca Arencibia.

La inauguración del 36 festival de cine de El Cairo (CIFF) se celebró en la histórica ciudadela de Saladino, fortaleza levantada sobre una colina de la ciudad en el siglo XII para frenar a los cruzados. La ceremonia fue al aire libre, en un escenario dominado por una gran pantalla en el centro y a los lados ocho pantallas más de formato vertical simulando columnas rematadas por haces de luz blanca. Más focos similares estaban situados en lugares estratégicos de las murallas de la fortaleza que protegían el anfiteatro. Con importantes medidas de seguridad -aquí y en cualquier movimiento que se realiza en el marco del festival- y un retraso de 35 minutos sobre el horario previsto, la ceremonia se celebró con el deseo mayoritario de que El Cairo esté “de nuevo en el mapa” de los grandes festivales del mundo, como expresó el suizo Beat Glur, presidente del jurado del premio de los críticos (Fipresci).

Vivimos entre fuertes medidas de seguridad. Dos controles con policías y militares hacen falta para entrar en el hotel Marriott. Instalado en su planta 12, con vistas al viscoso y hechizante Nilo, la perspectiva cambia. La ciudad es extraordinariamente luminosa. Parece un caos ingobernable. El sonido de la naturaleza aquí ha sido sustituido por el bramido de motores y bocinazos que suenan de la mañana a noche en una sinfonía sinfín, el tráfico es denso y veloz, los motociclistas vuelan sin casco al filo del cataclismo.

¿Cómo es posible que no se produzcan decenas de accidentes y atropellos, con lo cerca que pasan los vehículos de los transeúntes? “Se producen muchos a diario”, me confiesa un empresario local en la fiesta después de la ceremonia de inauguración, celebrada en el exclusivo Club House, a quince minutos en las afueras de la ciudad junto a un campo de golf. Autobuses y coches privados viajaron escoltados hasta aquí. A decir de un colega jordano que se jacta de conocer bien el mundo árabe, los egipcios son especialmente divertidos y hospitalarios. La fiesta fue un despliegue de esmóquines y rebosantes escotazos, amenizado por una banda de versiones que interpretaba standards occidentales de los años 50 y 60, algunos también en español.

Fotograma de 'Through a Lens Darkly: Black Photographers and the Emergence of a People', de Thomas Allen Harris.

Fotograma de ‘Through a Lens Darkly: Black Photographers and the Emergence of a People’, de Thomas Allen Harris.

El filme que abrió la sección competitiva del festival es un documental de interesante contenido, pero poco novedoso en lo formal. Through a Lens Darkly: Black Photographers and the Emergence of a People, de Thomas Allen Harris, reivindica la figura de los fotógrafos afroamericanos como narradores también de la historia de Estados Unidos, así como la trascendencia de los álbumes familiares de fotos para señalar el principio de su emancipación en aquel país. Curioso que durante la esclavitud, los esclavos negros no pudieran mirar a los ojos a los amos y en cambio sí lo hicieran en las fotografías científicas que se tomaron como registro de sus peculiaridades físicas. Estas fotografías de hombres y mujeres desnudos mirando a la cámara constituyen uno de los momentos más reveladores de este filme de planteamiento más bien televisivo, con entrevistas a historiadores y fotógrafos que complementan la vasta e interesantísima colección de fotos que muestra y la narración del propio director.

Fotograma del filme candidato a los Oscar por Australia, 'Charlie’s Country'.

Fotograma del filme candidato a los Oscar por Australia, ‘Charlie’s Country’.

Siguiendo con más filmes de la Sección Oficial de largometrajes, dos días más tarde, el filme candidato a los Oscar por Australia, Charlie’s Country, del holandés Rolf de Heer, es una bonita película de bella fotografía sobre un aborigen del norte de aquel país, vagabundo y cazador astuto, que se resiste a ser confinado en comunidades por las autoridades y seguir así el modo de vida impuesto por los colonos blancos. Cuando Charlie trata de volver a la vida en estado salvaje, su salud no se lo permite y termina siendo llevado a un hospital de la ciudad, donde muchos de su misma raza viven como auténticos homeless alcoholizados. El filme está interpretado por el icono de la lucha aborigen, David Gulpilil, que se alzó con su interpretación con el premio Una Cierta Mirada al mejor actor en el pasado festival de Cannes. La excesiva pulcritud formal del filme, la simpatía que desprende el grupo de protagonistas aborígenes, contrasta con la gravedad del tema, que hubiera requerido un acercamiento menos amable y más contundente.

Fotograma de 'The boy and the world'

Fotograma de ‘The boy and the world’

Antes de la proyección de la brasileña de 2013 O menino e o mundo (The Boy And The World) en inglés) en la sala 2 de El Hadara, un cine al modo de los pequeños cine-clubs de pantalla pequeña y cómodas butacas, nos hacen salir de la sala para que dos pastores alemanes rastreen entre todas las butacas. Los mismos encargados de las salas –hay tantos que no sabes quién hace qué- se disculpan con una sonrisa en los labios por unas molestias que para ellos es puro trámite. Filme premiado en prestigiosos festivales como el de Shanghai y el de animación de Annecy, y recibida al final de la proyección con sonoros aplausos, el filme de Alê Abreu, también en Sección Oficial, es un virtuoso ejercicio de animación colorista de técnica mixta, especialmente de dibujo naif y collage. El filme narra las peripecias de un niño, Cuca, en busca de su padre. Del ambiente idílico del hogar en el campo la acción se traslada a una ciudad en creciente industrialización, militarización y consumismo, con momentos que recuerdan a dos filmes referentes en este campo: Yellow Submarine (George Dunning, 1968), en el diseño de la animación en toda la parte industrial del filme, y a las escenas de animación de Gerald Scarfe en The Wall (Alan Parker, 1981), en la pelea de las dos grandes aves en el cielo. Su atractiva banda sonora intercala sonidos de flauta dulce, a través de los cuales Cuca identifica a su padre, con potentes temas a ritmo de samba. Queda por preguntarse si tiene sentido mezclar en una misma competición películas de ficción con documentales y animación. La realidad es que si no fuera así perderían siempre los filmes documentales y de animación, ya que se verían confinados solo a festivales de sus especialidades. Así al menos se disfrutan. Bienvenida sea siempre la fusión.

La película 'Les combattants (Love at the First Fight)'.

La película ‘Les combattants (Love at the First Fight)’.

También en Sección Oficial de largometrajes, Les combattants (Love at the First Fight en su título inglés) es un sencillo y originalísimo filme a medio camino entre el drama y la comedia romántica, que vuelve a demostrar el pulso firme del cine francés. El filme obtuvo el premio de la crítica internacional (Fipresci) en la Quincena de Realizadores del pasado festival de Cannes. En España pudo verse en la sección oficial del festival de Gijón.

Durante un verano, dos jóvenes se conocen luchando en un ejercicio de autodefensa militar. Ella, Madeleine (Adèle Haenel), es especialmente ruda, una atractiva rubia decidida a ingresar en el Ejército para aprender técnicas de supervivencia, convencida de que e fin del mundo está al caer. Él, Arnaud (Kévin Azaïs), un joven carpintero que junto a su hermano mayor intenta salvar la empresa de su padre recién fallecido. La historia de amor está servida en ese primer encuentro entre llaves de kárate y mordiscos, y tiene su punto álgido cuando ambos participan en un campamento militar de dos semanas que les preparará para ingresar en el Ejército. El filme no busca rarezas en lo formal. No las necesita. Su novedoso punto de partida solamente está en la historia, un correcto desarrollo del guión bastan para que su director, el novel Thomas Cailley, culmine un filme redondo y muy divertido donde el amor sobrevive.

Fotograma de 'Diplomacy' de Volker Schlöndorff.

Fotograma de ‘Diplomacy’ de Volker Schlöndorff.

Películas de igual diversidad pero mayor calado tienen las secciones Festival of Festivals, con una selección de películas destacadas en festivales internacionales; Films on Films, con películas que tratan del propio medio cinematográfico; Perspectivas del Cine Árabe y Special Presentations. En Diplomacy, de la sección Festival of Festivals, el alemán Völker Schlondorff filma un interesante drama bélico ambientado en París en 1944. El general von Choltitz (Niels Arestrup), al mando de la ciudad, debe decidir entre salvarla de la destrucción o arrasarla, lo que equivale a salvar además de la muerte a su familia, según un contrato secreto que le ha hecho firmar Hitler. Gracias a pasados amores de Napoleón III con una actriz, el hotel donde von Choltitz tiene el cuartel general posee una serie de pasadizos que permiten al cónsul de Suecia (André Dussollier) colarse en su despacho y negociar con él una salida a la situación. Con el apoyo de muy solventes interpretaciones, el director alemán da una lección de puesta en escena con un guión con los giros justos para mantener alerta al espectador. Se echa en falta, eso sí, un mayor presupuesto para ambientar el momento histórico. No son tiempos. Para salvar la circunstancia, el astuto Schlondorff tira con buena puntería de imágenes de archivo. Interesante la posibilidad de que la salvación de París de la destrucción total fuera en verdad posible gracias a los encuentros infieles del emperador con una cortesana. El filme obtuvo en el pasado festival de Valladolid los premios al mejor actor, para Arestrup, y mejor director, para Schlondorff. Lástima que en la recepción ofrecida para agasajar a sus cineastas en el festival en la embajada alemana la noche del martes, el muy prestigioso septuagenario se mostrara tan esquivo con los presentes.

Los cortometrajistas del certámen en la embajada alemana. Foto: Luis Roca Arencibia.

Los cortometrajistas del certámen en la embajada alemana. De izquierda a derecha, Camilo Cabrera (Colombia); Mladjen Minic (Serbia); Darja Pilz (Alemania); Nicolás Aguilar (Méjico); y Falcao (Portugal). Foto: Luis Roca Arencibia.

Más amable y cercano se mostró en el mismo encuentro el director germano de origen turco Fatim Akin, que departió con los invitados, entre los cuales se encontraban algunos de los jóvenes que participan en la competición oficial de cortometrajes. La película de Akin, The Cut, inauguró el festival y llenó el lunes la sala principal de la Ópera de El Cairo, sede del festival. En la presentación, Akin explicó que le ha costado cinco años ver hecho realidad su nuevo filme y que éste trata sobre algunas de las sombras de la historia de su “madre patria”, Turquía, en este caso en su relación con Armenia. Explicó además que en su presentación en el pasado festival de Venecia ocurrió justo lo contrario a lo que él preveía, gustó a turcos y armenios, pero no tanto a la prensa occidental, que se mostró especialmente agresiva en aquella comparecencia.

Fotograma del filme 'The cut'

Fotograma del filme ‘The Cut’

The Cut es un filme de época que se desarrolla entre 1915 y 1923 y narra la odisea de un armenio en busca de sus hijas durante el genocidio. Está ambientado en Turquía, Jordania, Cuba y Estados Unidos. La película, con aire a western –cuestión admitida por el propio director-, cierra la trilogía sobre Dios, la Muerte y el Diablo de la que formaban parte Contra la pared (2004) y Al otro lado (2007). Guardan razón los que cuestionan el uso del inglés durante todo el filme por parte de quienes interpretan los personajes armenios, una decisión que resta veracidad, y ante la cual Akin se defiende apelando a ilustres precedentes como Bertolucci y Polanski, tanto por la necesidad en su caso de hacerse entender durante el rodaje como por razones comerciales.

Según expresión del propio Akin, el filme pugna también por dar voz a un cine al margen de la hegemonía occidental. Pero quizás lo más decisivo para eso es que funcione también como el mejor filme y Akin, además del problema del idioma elegido para el rodaje, se enfrenta a un personaje principal (Nazaret Manoogian, interpretado por el francés Tahar Rahim), que durante más de la mitad del metraje de la película camina solo y sin antagonistas, enfrentándose en cada escena a otra nueva decepción que lo va llevando aún más lejos en su periplo.

La película 'Casa grande'.

La película ‘Casa grande’.

Todos los festivales de cine son políticos, pero esta circunstancia se revela más en aquellos con circunstancias políticas más graves. Es el caso del CIFF. Podría ocurrir que antes de la proyección de la brasileña Casa Grande, de Fellipe Barbosa, un agente de seguridad rastree con un perro el escenario detrás de la pantalla del cine El Hanager quince minutos antes de la proyección. ¿Inquieta? Algo.

Antes de en El Cairo, el segundo filme de Fellipe Barbosa se pudo ver en el pasado festival de San Sebastián. También participó en la sección oficial de Rotterdam y obtuvo los premios al Mejor Guión, Actor, Actriz y el Premio Especial del Jurado en el carioca Paulínia Film Festival. El filme, dirigido con buen pulso y espléndidas interpretaciones, narra el paso a la madurez de un joven brasileño de 17 años de clase alta en un país en transformación. Sus oportunidades disminuyen cuando una legislación nacional establece cuotas en las universidades para los no blancos del país. Pero Jean (Thales Cavalcanti), en contra de la postura de su padre, que trata de aferrarse al pasado, también pertenece a esa generación en cambio. El guión es muy sólido; especialmente se agradece la descripción del ambiente en esa casona a punto de ponerse en venta donde convive la familia propietaria con el menguante servicio. El filme se advierte como espejo de una parte de la compleja realidad del gigante sudamericano. Salimos de la sala tras un pequeño revuelo en el hall que nos impide abandonar. Los que no entendemos árabe somos incapaces de descifrar por qué. Después de unos segundos de incertidumbre decidimos de todas formas salir por el lugar por el que no debemos.

El director Jorge Pérez Solano y su mujer en las pirámides.

El director Jorge Pérez Solano y su mujer en las pirámides.

Fotograma de la película 'La Tirisia'.

Fotograma de la película ‘La Tirisia’.

El cine latinoamericano brilla también en El Cairo. Incluida en la sección Festival of Festivals, la película ganadora del pasado festival de Tesalónica, la mexicana La tirisia, cumple bien el difícil desafío de llevar a buen puerto su dos horas de metraje sin apenas diálogos. No es, sin embargo, cine contemplativo, aunque sí la propuesta más cercana vista en el festival a eso que en los últimos años se viene afianzando como un nuevo tipo de narrativa contemporánea. La falta de información que se deriva de los silencios la debe rellenar el espectador. Tres días antes habíamos visitado con su director Jorge Pérez Solano, su mujer y el protagonista del filme, Gustavo Sánchez Parra, la Gran Pirámide y la Esfinge en Giza, a las afueras del casco urbano de El Cairo. Con su personaje de Silvestre, Sánchez Parra obtuvo el premio al Mejor Actor en el último festival de Guadalajara.

Silvestre (Gustavo Sánchez Parra) es un salinero en Zapotiplán, lugar polvoriento y muy apartado, poco conocido incluso para los mexicanos, según confesión del propio director. Cheba (Adriana Paz), mujer de un emigrante con dos hijos, es una de sus amantes; otra es Ángeles Miguel (Gabriela Cartol), la adolescente hija de su actual pareja. Ambas han quedado embarazadas de él. La acción cobra impulso cuando el marido de Cheba vuelve de Estados Unidos. La tirisia habla con cadenciosa calma de la emigración en México a través de los que se quedan, tanto o más pobres que los que se van, y cómo sacan adelante sus vidas en ausencia de los que se fueron. Se pierden afectos e, inevitablemente, se ganan otros, y nacen hijos de nuevas relaciones, unos más deseados que otros. En el México rural que describe Pérez Solano hay pinceladas también de la podredumbre política. Momentos del filme recuerdan a escenas de Berlanga y Buñuel.

Fotograma de la película 'Los hongos'.

Fotograma de la película ‘Los hongos’.

Si la colombiana Los hongos, segundo filme de Óscar Ruiz Navia, seduce en grado superlativo es porque el guión de la historia que cuenta de dos graffiteros en Cali, Calvin y Ras, se despliega en imprevisibles capas. Por un lado, es historia de amor y paso a madurez; por otro, es retrato íntimo de Colombia, una blanca y otra negra, a través de sus protagonistas; finalmente, es vigoroso filme político de denuncia. El filme ganó el Premio Especial del Jurado en la sección Cineastas del Presente del festival de Locarno. La historia de esta película, también incluida en la sección Festival of Festivals, transcurre en período electoral, cuando los jóvenes radicales del Street Art lo tienen especialmente difícil. Mientras los candidatos, de la burguesía local, se pasean por las barriadas humildes con Dios como bandera para ofrecer falsas promesas a los desesperados, pintar un muro en propiedad privada o de la municipalidad puede costar a los infractores acabar esposados y vendados a las afueras de la ciudad. En el filme de Ruiz Navia hay personajes como el la abuela Ñañita, el padre cantante melódico y la desesperada madre de Alexis, que dan al filme una dimensión verdaderamente grande. Impagables, por encontrarnos justamente aquí, las continuas referencias en el filme a la Primavera Árabe en Egipto, cuya frase “No vamos a seguir en silencio”, pronunciada megáfono en mano por una joven activista vestida con hijab, sirve a los jóvenes protagonistas de inspiración para una nueva pintada.

La película 'Red Amnesia'.

La película ‘Red Amnesia’.

Todas la proyecciones del festival se desarrollan en el interior del complejo de la Ópera de El Cairo. De camino a los cines El Hadara, junto al edificio principal de la Ópera, produce extrañeza las voces de un coro que calienta sus voces saliendo de una de sus puertas. Es como si de pronto estuvieras en otro país. En la china Red Amnesia, de Xiaoshuai Wang, la actriz septuagenaria Lü Zhong interpreta magníficamente a Deng, una anciana con graves deudas en su pasado adquiridas durante la Revolución Cultural. La anciana traidora vive hoy viuda en Pekín con sus dos hijos y debe resolver el misterio de unas llamadas que recibe sin que el interlocutor se identifique. En medio de las grandes transformaciones del país asiático, a medio camino entre el thriller y el drama, Red Amnesia, igualmente incluida en la sección Festival of Festivals, describe un país de ventanas quebradas que hacen caer a los muchachos al vacío. El filme también ha sido leído como una metáfora de la amnesia colectiva selectiva de un gigante en su sprint para convertirse en la principal superpotencia del planeta.

El documental 'A Cinema of Discontent'.

El documental ‘A Cinema of Discontent’.

El festival en El Cairo es mil veces político porque el cine con el gobierno islamista de los Hermanos Musulmanes tenía en el país los días contados. Y si no, que se lo digan a los cineastas iraníes, que desde 1979 sufren las consecuencias de los dogmas de su Revolución Islámica. De esto trata precisamente el documental A Cinema of Discontent, dirigido en Estados Unidos por el iraní Jamsheed Akrami. Doce directores de este país, entre ellos Asghar Farhadi, Bahman Farmanara, Bahman Ghobadi, Noureddin Kelk, Jafar Panahi, Babak Payami, Mojtaba Raee y Reza Mirkarimi, exploran en las consecuencias que para su trabajo tienen los estrictos códigos por motivos religiosos impuestos por la censura de su país. Ghobadi llega a decir que el 90% de su trabajo creativo lo dedica a esquivar las absurdas prerrogativas del Gobierno, que tienen el dudoso mérito de haber convertido el cine de su país en un arte del Medievo.

Entre otros, los filmes obligan a la mujer a llevar la hijab (el pañuelo que les cubre la cabeza) en todas las escenas, incluidas las que se desarrollan en el interior del propio hogar, cosa que no ocurre en la vida real. Por ejemplo, en el baño, la cama o, de forma especialmente insólita, mientras el personaje se seca el pelo. Tampoco hombres y mujeres pueden tocarse ni abrazarse, ni siquiera en encuentros entre padres e hijas o madres con hijos. La excepción a la norma es que se golpeen. Y hay buenos mamporros en las escenas de los filmes que se muestran. Tampoco se pueden oír la voces de mujeres cantando o bailando en escenas. Aunque sus labios se muevan, la voz que se oirá siempre será la de un hombre.

El filme es sencillo en la forma, con una sucesión de testimonios intercalados con fragmentos de las películas y animaciones con rótulos que separan sus diferentes capítulos, pero al mismo tiempo estremecedor y divertido. Por ejemplo, cuando se muestra la escena de un filme donde un hombre hace el boca a boca a su gato, cosa que sería impensable –reflexiona la narradora- en el caso de que quien lo precisara fuera una mujer.

Como es sabido, consecuencia de esta política de censura que dura más de tres décadas es que muchos de sus principales cineastas, algunas de cuyas películas han dado gran prestigio internacional a su país, hayan sido arrestados, encarcelados y empujados al exilio. En el documental de Akrami, estén donde estén, todos los directores declaran su amor sin fisuras a su país. Rueden dentro o en el extranjero, consideran que el territorio Irán seguirá mostrándose para el mundo en sus películas. Haga lo que haga el obcecado censor.

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