El fin de la pareja y ‘La Resistencia’
Lucía Carballal sube a las tablas de los Teatros el Canal su última obra: ‘La Resistencia’. Una función que habla del fin de una pareja, sin que sea el desamor el motivo. Una obra dirigida por Israel Elejalde, con Mar Sodupe y Franscesc Garrido como protagonistas, y que estará en cartelera hasta el próximo domingo, 17 de febrero.
Muchas veces no es el fin del amor lo que rompe el destino de las parejas. Algunas se resquebrajan por las decisiones que toma una de las partes al elegir un camino a espaldas de la otra mitad. Elecciones que normalmente son tachadas de egoísmo, pero ¿acaso no es uno mismo el director de su vida? Este dilema (del que por obligación subyacen muchos otros) es el que plantea Lucía Carballal en su nueva obra en los Teatros del Canal, en Madrid: La Resistencia.
En ella, una pareja formada por dos novelistas que rondan la cincuentena se enfrenta a dos momentos muy diferentes en sus carreras: David es un escritor reconocido, con prestigio, que ha alcanzado la posición que quería; sin embargo, Mónica, aunque publica, no se siente realizada, no considera su editorial a su altura. De esta doble velocidad en su vida profesional nacerán los problemas sentimentales. “Mónica le pregunta continuamente a David cómo le mira él a ella, si realmente la ve a su altura, o desde una sutil mirada de superioridad”, resume Carballal.
“Algunos espectadores asociarán esa mirada con cierto nivel de paternalismo, por el hecho de que cuando conoció a Mónica él ya era un escritor reconocido y ella una chica que trabajaba en un restaurante y que soñaba con publicar”, continúa. Y es justo aquí, en esta frase, donde reside el epicentro del problema, el disentimiento que desatará todo. “Ahora han pasado los años, ella ha aprendido a escribir, pero él sigue mirándola igual”. Entonces, si todo ha cambiado, ¿por qué él no ha mudado su visión sobre ella? “Esto tiene que ver mucho con la dificultad que tenemos de evolucionar la mirada sobre los otros”. Una dificultad que se produce ya que necesitamos reafirmarnos en nuestras ideas para sentirnos más seguros, aunque muchas veces erremos.
Pero ante esta débil mirada, Mónica no se empequeñece y decide luchar por su pasión. Pese a que le suponga romper con todo. “Yo creo que uno en la vida no tiene que renunciar a nada por un equilibrio de pareja. Creo que hay que pelear por lo que cada uno considera más correcto”, apunta Lucía. “Sin embargo, uno en la obra puede pensar que es una locura lo que está haciendo: ella ya ha intentado conseguir ese estatus, tiene casi 50 años… Quizá no tiene talento y está renunciando a una relación entre dos que se aman por un objetivo que quizá no tenga sentido”. Y zanja: “Aun así, yo defiendo que al menos lo intente”.
¿Hasta qué punto el trabajo marca lo que somos?
“El trabajo está integrado totalmente en la vida. Parece que no termina nunca. Incluso muchas veces de forma voluntaria. Además, es algo que me llama la atención, ya que se está desarrollando cada vez más y, sobre todo, en esta década”, apunta Lucía. Parece que el trabajo, el éxito, son las maneras que más se utilizan a día de hoy para enunciarse en el mundo como persona. Por ello, para que la obra tomara aun más fuerza, Lucía necesitaba dos personas en las que su vida personal y profesional estuvieran muy unidas. “Creo que el mundo que estamos construyendo cada vez tiene más que ver con esto y, por lo tanto, contamina todos los espacios de la vida: el familiar, el personal… Esta deriva me resulta muy interesante”.
Que sean escritores, además de proporcionarle a Lucía Carballal esta unión, también le ha permitido crear juegos con el lenguaje. “El escritor, dado que por definición trabaja con palabras, es creativo y estratégico con la lengua”. Así, durante la obra se producen innumerables juegos de palabras, acercamientos a sus terrenos, ataques y defensas verbales que hacen la obra muy rica. “En ese sentido ha sido muy divertido escribirla”, apunta Lucía.
Pero sobre todo es una obra de resistencia ante el amor, ante el trabajo, ante la ambición, ante el éxito… La autora responde que sí, que claro, que la vida es resistencia. Pero una resistencia desde diferentes ópticas. “Todas esas cosas que mencionas…, el título tiene muchas definiciones en esta obra. La resistencia como esa trinchera donde uno se resguarda para que no le alcancen las balas, ese lugar donde esta pareja intenta salvaguardar su relación de un final. Ya no sólo de un final, sino de su propia crisis. Siempre hay un lugar en las parejas donde parece que todo está a salvo, tranquilo, y es adonde ellos intentan dirigirse”. Pero también es una resistencia ante creerte el reflejo que te proporcionan los demás. “En el momento en el que asumes que la mirada del otro es la verdadera puedes llegar a rendirte. El otro puede pensar lo que quiera, pero sobreponerse es la única forma. Esta es una idea que comprendemos cada vez más, porque cada vez es más difícil. Ya nada nos viene dado. Todo lo tenemos que conquistar. Tenemos que mostrar todo el tiempo tanto…”. Y deja la frase sin terminar, rendida.
¿La resistencia ante el dolor?
Lucía replica que sí, que sobre todo es esa resistencia, sobre todo es la resistencia al dolor. “A veces, en una relación sería más fácil no mirar y seguir para adelante. Ese ejercicio de resistir y de resistirse a esa visión es muy cansado. Se dice en algún momento de la obra que están muy cansados de no mirar aquello que deberían estar mirando”.
Mirarse a sí mismos, mirar al otro, mirarse como relación. Mirarse para entenderse.
No hay comentarios